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El sabor es mi enemigo: Una mirada al interior de la anorexia y la bulimia

ponderal, incluso en aquellos sujetos que presentan un peso por debajo del promedio clínicamente aceptable. Ello se combina con una percepción alterada de la propia imagen y constitución física, la cual afecta la autoevaluación, así como ausencia de consciencia de la gravedad del bajo peso. La anorexia nerviosa contiene en sí dos subtipos:

1.- El tipo restrictivo: que consta de limitar la ingesta alimenticia, con el objetivo de restringir la adquisición energética.

2.- El tipo compulsivo/purgativo: en el que además de coartar la alimentación por periodos prolongados, se presentan episodios de exceso alimenticio en combinación con fármacos y prácticas eliminadoras del contenido del tubo digestivo, como lo son los laxantes, pro-cinéticos, diuréticos, e incluso el vómito auto provocado, ello con la finalidad de compensar la cantidad que se ha consumido durante el atracón.

Sobre el mismo tenor, la bulimia nerviosa es el trastorno alimenticio caracterizado por la tendencia descontrolada a practicar atracones alimenticios, con sensación de falta de auto control de la cantidad y calidad nutricional del alimento ingerido, seguido por sensación de culpa y devaluación propia, además del desarrollo de mecanismos compensatorios, tales como los laxantes, vómito intencional, y ejercicio exagerado. La bulimia nerviosa cumple de igual manera con el rechazo a aumentar de peso, y la necesidad de obtener o mantener un cuerpo delgado y estético.

Prevalencia.

Hasta hace unos años, la prevalencia de casos de estos trastornos alimenticios se presentaba en mujeres en edad de la pubertad. Hoy en día, los casos reportados incluyen un creciente número de pacientes masculinos, así como en niños pre púberes, e individuos de la tercera década de la vida (Anorexia y Bulimia, 2009), indicando que el problema se ha extendido gravemente a sectores poblacionales en los que no se consideraba significativo con anterioridad. En un estudio realizado por Benjet y cols., 2012, establece una mayor incidencia en la bulimia sobre la anorexia en adolescentes de ambos sexos, con predominio del sexo femenino para la anorexia nerviosa y la bulimia. Ello demanda la atención e intervención por parte de los profesionales de la salud, desde un enfoque integral; para determinar los factores que han originado dicho incremento estadístico, y poder aplicar de manera efectiva acciones de prevención y tratamiento para estos trastornos; siendo ello un verdadero reto en una sociedad globalizada que idolatra los modelos considerados perfectos, y cuyos ideales de belleza son cada vez más estrictos así como lejanos de los estándares saludables médica y psicológicamente.

Actualidad de la problemática de salud.

Según la literatura (Anorexia y Bulimia, 2009), los términos anorexia y bulimia son conocidos en la actualidad para muchas personas, debido a la amplia difusión que ha adquirido dicha temática en los medios de comunicación masiva, incluyendo recientemente las redes sociales, dando como resultado que la mayoría de los individuos, de todos los estratos sociales tengan una idea acerca de lo que trata la problemática.

Sin embargo, lamentablemente muchas personas toman como propia la corriente ideológica transmitida desde el mercado consumista y la publicidad, la cual asocia la delgadez al éxito social, financiero, y sexual, hecho contrario a lo expresado por Build y cols., 2001 quien menciona que no es posible establecer una relación entre los medios de comunicación y el mundo de la moda con respecto al creciente número de casos de trastornos alimenticios. En un meta análisis realizado por Groesz y cols., 2002, se analizaron 25 estudios experimentales que evaluaron los efectos inmediatos de la exposición de imágenes corporales “ideales”, demostrando una reducción significativa en la satisfacción corporal en mujeres expuestas a dichas imágenes, apoyando dicho resultado a la teoría sociocultural que establece que los medios de comunicación de forma masiva crea y promueve un estándar de belleza, así como promueve y mantiene el descontento que muchas mujeres experimentan sobre su cuerpo.

Aunado al simbolismo de éxito que la delgadez tiene en la mente de la sociedad actual, se emplea el logro del objetivo estético como un mecanismo para satisfacer carencias emocionales e inseguridades que rondan la cabeza de los afectados, en la búsqueda de aceptación, reconocimiento y sensación de pertenencia. Por esta razón, la anorexia y la bulimia no son en realidad entidades del todo diferentes entre sí, sino que ambas son manifestaciones matizadas del mismo disturbio psíquico, que es el trastorno alimenticio.

Con base en lo anterior, y debido al hecho de que ambas son enfermedades que pueden perdurar y pasar ocultas hasta que las condiciones orillan al paciente a ser detectado y recibir ayuda, aquel que padece alguna de estas dos puede oscilar de un periodo bulímico a un periodo anoréxico, pero también puede estacionarse solamente en uno de los polos de la enfermedad. Cabe mencionar que la incidencia de la bulimia es mayor que la de la anorexia, con una proporción de 4:1 (Anorexia y Bulimia, 2009), Ambas entidades guardan una íntima relación con rasgos de personalidad obsesivo compulsivos, ya que quienes se ven afectados por ellas suelen tener comportamientos controladores y esquemáticos en otras esferas de su vida.

Uno de los mitos que se acuñaron por años, y que incluso se llegó a ver plasmado en la literatura era que los trastornos alimenticios son enfermedades del sexo femenino (Tortora et al, 2013). Hoy en día se sabe que esa concepción es totalmente errática.

Si bien se conoce que la incidencia de trastornos alimenticios detectados y debidamente diagnosticados es inferior en varones que en mujeres, teniendo en México una proporción de 1:10 (Anorexia y Bulimia, 2009), es prudente señalar que esto puede verse sesgado por factores culturales y