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La asistencia sanitaria durante los sitios de Zaragoza: 1808-1809

La asistencia sanitaria durante los sitios de Zaragoza: 1808-1809

RESUMEN:

En el siguiente artículo nos adentramos en la historia de la ciudad de Zaragoza entre los años 1808 y 1809, tratándose del momento en el que se sufren los dos sitios, siendo estos asedios, acontecimientos de gran relevancia en la Guerra de Independencia, que asoló a todo el Reino. La sanidad se vio limitada por la carencia de conocimientos de asepsia e higiene propias de la época, que además se agravaron debido al Sitio.

La asistencia sanitaria durante los sitios de Zaragoza: 1808-1809

Autores:

Estela Hernández-Bello. Grado en Enfermería. Máster Universitario en Ciencias de la Enfermería, Universidad de Zaragoza.

Mario Hernández-Bello. Grado en Historia, Universidad de Zaragoza.

Autor responsable:

Estela Hernández-Bello.

A pesar de ello, la atención a los combatientes heridos no faltó, cobrando gran importancia el papel del Hospital Nuestra Señora de Gracia, sin dejar de destacar a algunas mujeres como María Rafols o la Condesa de Bureta, quienes fueron de suma importancia en el desarrollo de los sitios de Zaragoza. Aunque la historiografía en numerosas ocasiones se ha olvidado de las mujeres, es obligación rescatar sus nombres y la importante función que han tenido en la Historia.

PALABRAS CLAVE: Sitios; Guerra de la Independencia; Zaragoza; Sanidad; siglo XIX; María Rafols; Condesa de Bureta.

CONTEXTO HISTÓRICO:

La medicina española a principios del siglo XIX estaba mucho más próxima a la practicada en el siglo XVIII. La asistencia sanitaria era privada, estando los hospitales encargados de la atención a los pobres 1. Estos sufrieron un gran cambio hacia la función médico-asistencial motivado por el nuevo concepto de “beneficencia” que introdujo la Ilustración, sustituyendo al de “caridad”, entendiéndose que la asistencia sanitaria era un derecho universal y el Estado tenía que asumirlo. El Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza era todo un ejemplo, ya que se practicaba la asistencia sanitaria a los pacientes y se impartía docencia, por lo que era considerado uno de los cinco grandes de España 2. La etapa previa y durante Los Sitios de Zaragoza es de gran interés para la Historia de la Enfermería ya que en ella se desarrolla el final de lo que se ha llamado la etapa vocacional iniciándose la etapa técnica 3.

El mayor avance fue el descubrimiento de la anestesia, ya que hasta ese momento se utilizaba la intoxicación alcohólica o los opiáceos. Los tratamientos utilizados por la medicina seguían basándose en la “trina ordenación de Celso”: farmacoterapia, cirugía y dietética. Las sangrías tuvieron gran difusión ya que evacuaban el flujo humoral sanguíneo perturbado, restableciendo así el orden fisiológico natural. Se abusaba de vomitivos y purgantes 1, 2.

Los conocimientos sobre asepsia y transmisión de enfermedades eran insuficientes. Los sanitarios no se lavaban las manos para tratar a los pacientesRESUMEN:

e cuatro ruedas dedicado a la agricultura,te, aunque estñenn medidas preventivas de complicaciones durante la ingesta.c siendo las enfermedades infecciosas las más frecuentes y mortales. Las guerras propiciaban un medio idóneo para su desarrollo y contagio llegando a formarse verdaderas epidemias, que en una población mayoritariamente agrícola con bajo nivel cultural y escasez de medios, tenían una gran expansión. En Los Sitios de Zaragoza en 1808-1809, se sufrió una epidemia de tifus exantemático, con tal cantidad de víctimas que fue la verdadera causa de la rendición de la ciudad. La enfermedad se atribuyó a la aglomeración de militares, al gran número de cadáveres que dejó el Primer Sitio y no se enterraron, y al aire viciado. Pero al existir casos entre personal civil, los médicos achacaron su contagio a la poquedad de ánimo, porquería y miseria.

Con esta situación carencial fue con la que los sanitarios se enfrentaron a una guerra que demostró que la medicina practicada no fue capaz de dar solución a todos los problemas.

PRIMER SITIO:

En mayo de 1808 la ciudad de Zaragoza se reveló contra la invasión francesa a pesar de las órdenes contrarias que llegaban desde Madrid. En junio de 1808 los defensores de Zaragoza eran 7400 vecinos voluntarios y 1463 soldados con 90 caballos. Todos los preparativos que se hicieron en Aragón para enfrentarse a los franceses fueron improvisados por el escaso margen de tiempo 1. Zaragoza contaba con un buen número de médicos, cirujanos, boticarios y matronas, además el Hospital de Nuestra Señora de Gracia era uno de los mejores de España, lo que dio a pensar que sería suficiente para prestar la asistencia sanitaria necesaria. Sus servicios eran para todo el Aragón y territorios colindantes lo que permitió el ingreso de militares. También se contaba con la Casa de Convalecientes, el Hospital de Peregrinos y el Hospitalico de Huérfanos como centros de acogida. La asistencia sanitaria del Primer sitio fue civil, mientras que en el Segundo Sitio se produjo una militarización. La única medida de orden sanitaria adoptada por el general Palafox fue el nombramiento de Lorenzo Calvo de Rozas como Intendente interino, que a su vez nombró inspectores de hospitales, empleados y religiosos para la asistencia espiritual 2, 4 .

En los primeros combates: la batalla de las Eras, el bombardeo general y el ataque a Torrero, la ciudad aguantó el asalto, pero empezó a crecer el número de heridos. El personal civil se prestó voluntario para acudir a las zonas de combate y ayudar llevando munición o alimentos, transportando heridos a puestos quirúrgicos o al hospital. De entre estos voluntarios, el maestro cirujano del hospital, Joaquín Ferrer, se desplazó a las inmediaciones de los combates realizando las primeras curas de urgencia y siendo conocido como uno de los “héroes profesionales”.

Esta actuación espontánea acabó por organizarse de manera oficial, se pusieron aparatos de Cirugía (cajas con todo lo necesario para curar) en diferentes plazas de la ciudad y se empezó a jerarquizar las campañas asistenciales aproximando a los cirujanos a las zonas de combate. Esta medida evitó que los heridos no esperaran demasiado a recibir asistencia. También los heridos leves se atendían en las inmediaciones de los combates, agilizando su regreso. Las evacuaciones desde las zonas de combate al hospital se efectuaron de manera controlada, ya que hay constancia de los heridos que llegaban a las puertas llevando una nota del cirujano, que consistían en tarjetas de evacuación en la que se explicaba la primera cura que se había realizado. Todo el personal del hospital estaba relevado del servicio de armas teniendo dedicación exclusiva sanitaria.

Las heridas que presentaban los combatientes eran muy diversas. En los primeros momentos la mayoría estaban producidas por el cruce de disparos a buena