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Atención sanitaria e investigación en catástrofes y desastres

Se inicia con una valoración funcional de la conciencia y un sistema A, B, C, D, E, seguido de una valoración lesional. Existen dos tipos:

  • Básico o primario: Lo realizaran los primeros intervinientes, entre los que se puede encontrar personal no sanitario. Se utiliza para clasificar y regular el flujo de víctimas. Aquí se realizan los gestos salvadores (abrir vía aérea y cohibir hemorragias). Dentro de éste nos encontramos con varios tipos: SHORT, MRCC, SIEVE y START
  • Avanzado o secundario: Realizado por personal sanitario en la fase de estabilización y evaluación con el fin de establecer prioridad en el tratamiento y evacuación de pacientes con recursos asistenciales dentro de un mismo grupo de prioridad. El más utilizado es el META (Modelo Extrahospitalario de Triage Avanzado).

Características del triage:

  • Rápido: se deben emplear menos de treinta segundos en clasificará los fallecidos, un minuto para una víctima leve y dos minutos para las graves.
  • Completo: no se debe retener nunca a una víctima ya clasificada y estabilizada demorando su evacuación.
  • Preciso y seguro: ante la duda sobre la categoría de una víctima, se clasifica dentro del escalón más grave.
  • Anterógrado: una vez abandonado un determinado escalón sanitario, la víctima debe alcanzar el destino que se le fijó.
  • Permanente: se debe reevaluar de forma continua y periódica a las víctimas.

Para la clasificación de las víctimas ante una emergencia, existen una serie de principios, tales como, ‘’salvar una vida es prioritario sobre un miembro’’, ‘’la conservación de la función, sobre la corrección de un defecto anatómico’’. Hay que tener en cuenta las principales amenazas para la vida que serán en orden de prioridad: asfixia, hemorragia y shock.

En caso de catástrofes, la categorización de las víctimas se realiza mediante tarjetas de evacuación (sujetas a la muñeca o tobillo) que deben incluir el número de orden de la ficha, sexo, lesiones que padece, tratamiento administrado e identificación del asistente. En estas tarjetas se utiliza una serie de colores para asignar las prioridades:

  • Rojo: primera prioridad (críticos), precisan asistencia y evacuación inmediata por presencia de lesiones amenazantes para la vida.
  • Amarillo: segunda prioridad (graves), requieren tratamiento precoz en las primeras horas, por presencia de lesiones que, si no se tratan, pueden llegar a ser críticas.
  • Verde: tercera prioridad (leves), la asistencia se puede demorar hasta más de 6 horas.
  • Negro: cuarta prioridad (irrecuperables), fallecidos o urgencias sobrepasadas. No se deben movilizar
  1. Soporte vital básico (SVB) y soporte vital avanzado (SVA)

Soporte Vital Básico (SVB): conjunto de maniobras encaminadas a sustituir la respiración (manteniendo permeable la vía aérea y asegurando una buena ventilación) y circulación. Se requiere personal adiestrado con sabiduría de la técnica de RCP (resucitación cardiopulmonar, maniobra frente-mentón, inmovilización cervical, etc…).

Soporte Vital Avanzado (SVA): conjunto de maniobras cuyo fin es restablecer o estabilizar las funciones pulmonares y cardiovasculares. Se requiere personal cualificado y entrenado y material (cánulas faríngeas, tubo endotraqueal, medicación, etc…).

  1. Fase de estabilización.

La estabilización se realizará después del SVA y antes del transporte. Engloba unas actuaciones cuyo fin es mantener las funciones vitales del paciente, y situarlo en un estado óptimo, dentro de la propia situación, para poder ser trasladado de forma adecuada hasta el centro útil.

Las medidas de estabilización de las víctimas se realizan en el Puesto Médico Avanzado (PMA), situado en el área de socorro. En la Unidad de Estabilización Prehospitalaria (UEP) también se realizan las medidas de estabilización de las funciones vitales antes de la evacuación del paciente. Es un área asistencial transportable, fija o eventual. Ante una situación de un exceso de demanda la UEP complementa a la asistencia urgente primaria con su equipamiento o antecede con la estabilización de una persona que realmente requiere un tratamiento hospitalario definitivo.

  1. Fase de transporte.

El medio de transporte seleccionado entre los disponibles será aquel que asegure la continuidad de los cuidados de la víctima y en el que se encuentre personal cualificado.

  1. Fase de transferencia

La transferencia del paciente, supone el paso de la asistencia prehospitalaria a la hospitalaria, con todo lo que ello incluye. El paciente debe ser transferido a los profesionales sanitarios receptores, con toda la información necesaria para poder continuar con una correcta asistencia.

  1. Fase de reactivación

El equipo de emergencias extrahospitalario debe realizar las actividades necesarias para estar disponible en el menor tiempo posible. Se lleva a cabo la limpieza del material, la reposición de la medicación, del material fungible y de otros materiales, la revisión del vehículo, etc., para pasar, de nuevo, a la fase de alerta. En el momento en que el equipo esté listo para siguientes asistencias, debe comunicarlo a su centro de coordinación. Esta comunicación quedará siempre registrada en el centro coordinador.

            4.2 LÍNEA DE INVESTIGACIÓN.

            La búsqueda en relación a este punto no estuvo exenta de dificultades debido a la imposibilidad de acceder a ciertos artículos y estudios, que a priori, cumplían los criterios de inclusión, debido a la falta de recursos de los que se disponían y al acceso denegado a diversos buscadores.

A continuación se realiza un enfoque de las controversias y coincidencias que se han encontrado en diversas áreas de la investigación, durante la recopilación de la información(5) (12):

  • Las líneas de investigación seguidas tras una búsqueda exhaustiva, nos conducen a destacar existen sesgos cometidos de forma relevante, que restan fiabilidad a las conclusiones de los estudios que siguieron metodologías de investigación y proyectos. Esto es debido a la falta de tiempo y, en ocasiones de recursos para poder llevarlos a cabo.
  • Es importante conocer bien el área geográfica afectada y el tipo de población o víctimas para llevar a cabo cualquier tipo de evaluación rápida.
  • Los métodos de evaluación rápida desempeñan un papel muy importante en la asistencia y planificación de las acciones

4.2.1 Formación del personal sanitario

El estudio realizado en Hong- Kong por Yuen et al.(13) expone que las enfermeras tienen un bajo nivel de conocimientos acerca de las competencias de Enfermería ante un desastre, debiendo ser las miasmas y los hospitales los que deberían tener interés por desarrollar programas de educación para la preparación de la gestión de los desastres en todas las fases. La realización de simulacros según estos autores, posee una gran importancia para la preparación frente al desastre, punto que coincide con el estudio de Biddinher PD et al.(14) y Hammad KS et al.(15) donde ambos resaltan la necesidad de organizar simulacros como un plan de formación para el personal. Nekooei Moghaddam M, et al.(16) proponen una serie de mejoras como la selección adecuada del personal, la realización de talleres y ejercicios de forma continua, así como la cooperación de diferentes organizaciones gubernamentales y privadas.

Bulson JA et al(17) y Cusack et al(18) consideran que el proceso de formación en catástrofes debe empezar desde la facultad de Enfermería, enseñando las competencias adecuadas para la actuación, pues ante estas situaciones podría ser útil una ayuda por parte de los estudiantes. Ambos integran en sus estudios la idea de desarrollar unos protocolos concretos sobre la actuación de los estudiantes en las catástrofes, establecer acuerdos con el gobierno y las autoridades sobre las funciones que deberían desempeñar y realizar cambios en los planes de estudios para incluir la gestión de desastres.

4.2.2 Los modelos de intervención en las catástrofes:

Se coincide en la falta de un modelo único de intervención y la necesidad de un método universal. La única controversia encontrada entre autores, se refiere a las diferencias en las líneas de investigación. Navalpotro Pascual S et al(19) consideran útil que Enfermería y medicina realicen investigaciones conjuntas. Miró Ò et al(20) exponen que en cuanto al futuro de la investigación en urgencias y emergencias, se hace patente la existencia de numerosas preguntas científicas e ideas originales, tanto en el ámbito hospitalario como en el prehospitalario que no son llevadas a cabo. Por ello, se debe romper ese círculo vicioso para así profundizar en los conocimientos que la actividad de emergencias y urgencias implica y genera. Para llevarlo a cabo, es necesario potenciar los grupos de investigación en los diferentes servicios, hospitales y sistemas de emergencias médicas de diferentes comunidades autónomas y estructurar los mecanismos para que éstos puedan trabajar de forma coordinada.

Arcos G.P et al(21) explican la necesidad y urgencia de crear un Centro Nacional de recogida de información, para poder así desarrollar e impulsar tareas de planificación e investigación teniendo en cuenta los efectos futuros relacionados con los desastres por cambio climático.

Las recomendaciones en la actuación frente a las catástrofes fueron unánimes y solo se encontró un estudio que pone en entredicho la utilización de métodos no probados en las situaciones de emergencia correspondiente a los autores Álvarez J.A et al(12) .

4.2.3 Sistemas de salud.

La mayoría de artículos y estudios consideran que los sistemas de salud serían capaces de afrontar un desastre, aunque los métodos y recursos de los que se dispone actualmente no son los deseados y son numerosos los autores que hacen referencia a la necesidad de una mayor financiación al respecto para poder mejorar la situación. Caso contrario encontramos en el estudio observacional-transversal de Djalai A et al(22) (2012) llevado a cabo en distintos países miembros de la UE, donde se pone de manifiesto que aunque el nivel de preparación es aceptable, los hospitales no están preparados para desastres de gran escala y que se presentan diferentes competencias en los distintos países.

Llama especialmente la atención saber que con tan solo una correcta recogida de datos sobre el suceso o desastre se podrían evitar complicaciones posteriores y que, en ocasiones, ésta recogida se realiza de forma deficiente. Además, la investigación debería centrarse en la actuación no solo durante el suceso sino también después del mismo (23).

La totalidad de los autores consultados ponen de manifiesto de forma tajante la poca investigación realizada en el área. La complejidad y la falta de tiempo ante la irrupción de los eventos catastróficos o desastrosos dificultan el avance en el campo de la investigación y realización de proyectos futuros.

En la Tabla 2 (al final del artículo) se pueden observar los distintos resultados según los autores en cuanto a formación, modelos de intervención y sistemas de salud.