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Bullying. Un problema de Salud Pública. De la ficción a la realidad

PROGRAMAS DIRIGIDOS A LOS ALUMNOS (2)

La intervención preventiva y paliativa del acoso, abuso y maltrato entre escolares se caracteriza por utilizar una diversidad de metodologías. Se han utilizado diseños experimentales y el establecimiento de grupos experimental-control para comprobar la eficacia de las intervenciones realizas, la mayoría de ellos parecen asumir que la más conveniente es la aproximación shole policy, o política global.

Los trabajos de síntesis que han intentado resumir y analizar la naturaleza y eficacia de los programas de intervención contra el acoso escolar, revelan, además de la dificultad de lograr dicha sínteisi, que existen ciertas características que lo definen:

  • La mayoría se han diseñado con una finalidad preventiva, buscando reducir el nivel de maltrato en el acoso escolar que previamente se ha detectado a partir de algún tipo de exploración previa (pre-test).
  • Muchos han tratado de establecer algún tipo de línea base, que siempre incluye conducta de abuso, acoso, intimidación, hostigamiento, exclusión social y, en general, malos tratos entre compañeros escolares.
  • Incluyen la investigación de distintas formas de violencia, el clima social que envuelve la vida escolar, el estudio de la conducta de agredir injustificadamente a otro estudiante y el autorreconocimiento como víctima de toro u otros estudiantes.
  • Se han utilizado instrumentos destinados a registrar los cambios que se suponen que son consecuencia de las iniciativas educativas desplegadas.
  • Han privilegiado la atención focal al fenómeno de la intimidación, el abuso y los malos tratos de los escolares entre sí.
  • Han intentado influir en este problema, repercutiendo en los sistemas de relaciones interpersonales, el clima y la organización de los agrupamientos sociales.
  • Los programas de intervención contra el maltrato entre escolares suelen estar implementadas por los docentes que atienden a los escolares, más o menos apoyados en el asesoramiento y la ayuda de los investigadores que diseñan el programa.
  • La intervención se ha extendido en más de un centro educativo y su actuación se ha dirigido a tres niveles: el centro, el aula y los escolares implicados en problemas (víctimas y agresores) como mínimo y, a veces, otros como estimuladores del agresor o defensores de la víctima.
  • Han sistematizado sus iniciativas y construido cualquier forma de material didáctico que se ha puesto a disposición de los docentes para apoyar el trabajo de intervención.
  • La mayoría de los programas educativos de prevención o rectificación de fenómenos de violencia o acoso escolar entre escolares han sido financiados o patrocinados por las autoridades educativas locales, regionales o nacionales y han durado entre uno y cuatro años; pero algunos lo han sido desde el exterior, iniciados y patrocinados por grupos de investigadores u otros agentes.

PROGRAMAS DIRIGIDOS A LOS PROFESORES (2)

Los profesores están en la primera línea de intervención contra la violencia escolar. Todos los programas dirigidos a las escuelas tendrán que incorporar en mayor o menor medida a los profesores. Los programas de intervención sobre el acoso han señalado la necesidad de que los profesores reciban formación con el fin de “orientarlos sobre las estrategias para afrontar los problemas de acoso escolar”.

El éxito de los programas de intervención depende en gran medida del compromiso de los profesores. La falta de compromiso por parte de los profesores está íntimamente relacionada con una percepción imprecisa del acoso y de la violencia escolar, así como una falta de habilidades para manejar los incidentes que surgen.

Lecciones que se extraen del desarrollo de un modelo de intervención:

  • Necesidad de adoptar un enfoque que abarque la totalidad de la escuela, incluyendo a la comunidad o barrio en el que ésta se inserta.
  • Importancia de desarrollar una política escolar que incluya tanto como sea posible el diálogo con la comunidad escolar.
  • Urgencia de desarrollar recursos para profesores, padres y alumnos.
  • Importancia de desarrollar medidas integradas en el funcionamiento diario de la escuela que se dirijan a la escuela, al aula y a los individuos.
  • Necesidad de que las medidas no se dirijan exclusivamente a los profesores.
  • Necesidad de desarrollar una red de profesionales que asista en la implementación de un programa a escala regional y nacional.
  • Fomentar el compromiso de los profesores, puesto que constituye un elemento esencial para el éxito de la aplicación de los programas.

ANÁLISIS BIBLIOGRÁFICO

¿REALMENTE LA SITUACIÓN FAMILIAR DE VÍCTIMA Y ACOSADOR INFLUYE? ¿COMO?

En las películas podemos observar que las situaciones familiares de ambas familias (acosador y víctima) afecta considerablemente en la situación de violencia escolar, encontrándonos que diferentes tipos de familias: mono parentales, padres demasiado ocupados como para estar pendientes de lo que le sucede a sus hijos, altos y medios niveles socio-económicos, depresiones en la madre, sobreprotección.

Respecto a todo esto y una vez analizada la bibliografía triada según los autores Sánchez A y Peter Smith (3) (2) nos encontramos con que entre los factores de riesgo familiares están:

  • Los conflictos familiares en general (entre padres y entre hermanos) y los modos en que se manejan.
  • Las estrategias disciplinarias parenterales deficitarias, especialmente las muy duras, cuando no explícitamente maltratadoras, y las inconscientes (que son, alternativamente, demasiado laxas y demasiado coercitivas).
  • Las relaciones negativas entre el progenitor e hijo (apego inseguro y culpabilizarían estigmatizadora). Los niños con un vínculo de apego seguro y con unos padres que les proporcionan cariño, razonan con ellos y les estigmatizan cuando tiene que reconocer su culpa, dan mejores resultados (son menos agresivos) que los niños con vínculos inseguros cuyos padres tienen actitudes más negativas hacia ellos y emplean la culpabilizarían estigmatizadora.
  • Depresión crónica de la madre y el consumo de drogas y alcohol por parte del padre.
  • Factores presentes en la estructura familiar (familia mono parental o no, padres biológicos o adoptivos).

Los factores de riesgo pueden interactuar con factores genéticos, con el temperamento, con el género del niño, la edad o la etnia.

También se producen interacciones entre las prácticas de crianza, la relación con los iguales, la escuela y el barrio o comunidad. Los padres suelen escoger el vecindario y la escuela en que sus hijos van a criarse de modo que pueden convertirse en los vigilantes de las amistades que entablan, especialmente las que mantienen fuera de la escuela. Pueden regular la naturaleza y el grado en que sus hijos acceden a los contenidos audiovisuales, como la televisión, etc.

Los padres modelan e inconscientemente refuerzan los comportamientos agresivos de sus hijos cuando responden sin coherencia a sus demandas, cuando se niegan inicialmente a aceptarlas pero lo hacen finalmente, por exasperación ante la insistencia de sus hijos

Una revisión realizada por Loeber y Dishon (2) de diferentes estudios realizados concluyó que los predictores más importantes de la agresividad infantil eran: sufrir castigo físico severo, tener falta de cariño y ser educado con prácticas disciplinarias poco coherentes. Imponer una disciplina muy severa provocaba que el niño agrediera y acosara a sus compañeros

La exposición a la violencia y al conflicto familiar en el periodo previo a la escolarización era un predictor de la agresividad infantil y del acoso escolar. Las víctimas agresivas tenían tres veces más probabilidades que el resto de víctimas de haber experimentado maltrato físico por parte de algún miembro de la familia.

Schwartz y otros (2) hipotetizaron que los modelos familiares violentos provocaban que el niño aprendiera que el uso de la violencia era eficaz para alcanzar sus objetivos y que las experiencias de disciplina severa y de maltrato podían provocar que los niños desarrollaran una visión del mundo como un lugar hostil y peligroso y, en consecuencia, que atribuyan una intencionalidad hostil a determinados comportamientos. Esto, a su vez, provocaría altas tasas de reacción agresiva y de enfado, el rechazo de los compañeros y la aparición de rasgos de víctima agresiva.

El estilo de familia autoritario precede a una mayor implicación en comportamientos de acoso, bien como agresor o como víctima, mientras que el estilo punitivo precede la variante particular de víctima agresiva.

Los mecanismos de afrontamiento preocupados y/o debilitados, cuando se combinan con la sobreprotección, control psicológico o control físico coercitivo por parte de los progenitores, predicen un comportamiento de víctima. Los mecanismos de afrontamiento desafiantes y/o evitativos, cuando se combinan con control físico coercitivo o control laxo predicen comportamientos de agresión.

Muchos estudios han puesto de manifiesto que la falta de armonía familiar y los conflictos (por ejemplo, entre los padres) afectan negativamente en los niños.

Tener dificultades económicas era un elemento predictor del conflicto entre los padres, así como de su comportamiento coercitivo con sus hijos y, en consecuencia, de los problemas de comportamiento de los hijos, que los conflictos entre hermanos y los que se daban entre los padres eran los elementos predictores más importantes de la delincuencia. Los sentimientos de culpabilidad hacían que el niño desarrollara una depresión mientras que la exposición al conflicto entre los padres le hacía desarrollar comportamientos externalizados

Rigby (2) encontró que existía una correlación entre acosar a los compañeros en la escuela y tener una familia con un funcionamiento deficitario. Descubrió que suelen ser las víctimas del sexo femenino más que las víctimas del sexo masculino quienes presentan dificultades en el funcionamiento familiar, ya que tanto las mujeres acosadoras como las víctimas tenían peores resultados con el grupo control.

Según Olweus, (2) el niño que tiene más probabilidades de convertirse en víctima es un niño prudente, tranquilo y sensible con una madre sobreprotectora con quien mantiene una relación muy estrecha, o con un padre muy crítico y distante que no constituye un modelo masculino satisfactorio.

La sobreprotección parece un factor de riesgo mayor para los varones; mientras que mantener relaciones pobres con la madre, el rechazo y los mecanismos de afrontamiento preocupados parecen factores de riesgo mayor en las mujeres.

¿EL HECHO DE TENER UNAS CARACTERÍSTICAS CONCRETAS ES MOTIVO PARA SER VÍCTIMA DE ACOSO?

En las películas queda claramente marcado que el hecho de tener unas características físicas, psíquicas y familiares concretas sí que es motivo para ser víctima de acoso. Como el ser pelirrojo, más deportista, más inteligente, no tener padre, ser tímido.