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Caídas en el anciano

Caídas en el anciano

Resumen:

Con este artículo se hace una aproximación al tema de las caídas en el anciano y a sus consecuencias tanto físicas como económicas.

Caídas en el anciano

José Iglesias Moya. Enfermero

Pedro Luis López Carmona. Enfermero

Palabras clave: caídas, envejecimiento, consecuencias, salud.

Introducción:

El acelerado envejecimiento de la población mundial ha puesto en evidencia un importante problema de salud pública: las caídas de ancianos. Aunque en los últimos 20 años se han llevado a cabo numerosas investigaciones y publicaciones sobre este tema, las caídas siguen representando una destacada causa de pérdida funcional, ingresos precoces en residencias sociosanitarias, y aumento de morbilidad y mortalidad en los ancianos.

Las caídas en los ancianos son un importante problema de salud pública en todo el mundo debido a su frecuencia, la morbi-mortalidad asociada a las caídas, y al elevado coste en recursos sanitarios que suponen. Constituyen uno de los denominados Grandes Síndrome Geriátricos o Gigantes de la Geriatría, y en sí mismas son un marcador de fragilidad.

Prevalencia e incidencia:

El porcentaje de personas mayores de 60 años en el mundo fue de un 10% (605 millones). Este porcentaje aumenta al 20% en los países desarrollados y en los menos desarrollados, disminuye al 8% o aún menos (5% en África). Los mayores de 80 años, 70 millones en el mundo, residen la mayoría de ellos en los países desarrollados y es el segmento de edad con un mayor crecimiento dentro de la población anciana. La distribución por sexos de los mayores de 60 años es de 100 mujeres por cada 81 varones y en los mayores de 80 años por cada 100 mujeres hay 53 varones, siendo la mayoría viudas.

La frecuencia de las caídas en España se halla directamente relacionada con la edad y el sexo. La prevalencia es mayor en el sexo femenino (relación 2/1), aunque después de los 75 años se iguala en ambos sexos. Aproximadamente, el 30% de las personas residentes en la comunidad, independientes y autónomas, mayores de 65 años, experimentan un caída una vez al año, y este porcentaje se eleva hasta el 50% en las mayores de 80 años. Así mismo, se estima que de las personas caídas, el 50% sufrirán al menos otra caída en el siguiente año. En ancianos institucionalizados la incidencia es del 50% independientemente de la edad.

Mundialmente, se prevé que un tercio de las personas mayores de 64 años que viven en la comunidad caerán en el plazo de un año, y el 15 por ciento de los mayores caerán por lo menos 2 veces al año. Entre los ancianos institucionalizados en residencias de ancianos, se observó que cerca del 50 por ciento caerán cada año y la mitad de los que caen lo hacen repetidamente, con una densidad de incidencia aproximada de 1,5 caídas por persona al año.

El riesgo de sufrir una caída aumenta linealmente con el número de factores de riesgo, por lo que parece ser que la predisposición a caer puede ser la resultante del efecto acumulado de múltiples alteraciones.

La probabilidad de lesión como resultado de la caída depende de las características intrínsecas del que cae, así como de las circunstancias de la caída.

Una historia de caídas puede ser un marcador de fragilidad, mala movilidad o enfermedad aguda o crónica, pero no aporta gran cosa acerca de la etiología de dichas caídas. Investigar los diferentes factores de riesgo implicados e imbricados en cada individuo puede ser fundamental para establecer estrategias preventivas y así intentar evitar la recurrencia de dichas caídas y sus posibles consecuencias.

Factores de riesgo:

No todos los individuos presentan los mismos factores de riesgo para la caída, ni éstos actúan de igual manera en cada anciano, ya que cada uno, sufrirá el proceso de envejecimiento de una forma particular, padecerá distintas enfermedades que podrán influir en mayor o menor manera y presentará limitaciones funcionales y ambientales que harán que la reacción ante las caídas y las consecuencias de las mismas sean totalmente distintas.

Dentro de los factores de riesgo de caídas podemos distinguir aquellos dependientes del individuo, por el propio proceso de envejecimiento o por enfermedades concomitantes (factores intrínsecos) y otros que dependen del ambiente que rodea a dicho individuo (factores extrínsecos). Una caída suele ser el resultado de la unión de varios de ellos independientemente del origen o incluso de otro tipo de factores dando lugar a lo que algunos autores han dado en llamar caídas inclasificables.

Los factores que más influyen en el desarrollo de caídas son intrínsecos influidos por las patologías de base, éstos tienen más importancia que los factores relacionados con los cambios del envejecimiento.

Los fármacos tienen una especial importancia como factores de riesgo, bien por efectos secundarios o por interacciones entre ellos. Los de mayor importancia son los psicofármacos o los que tienen efecto sobre el sistema nervioso central (SNC), los cardiovasculares, los que tienen efecto extrapiramidal y los ototóxicos.

Además de estos factores, existen otros extrínsecos que contribuyen el riesgo de caídas, la mayoría a través de la generación de situaciones de riesgo, como los relacionados con el entorno, los factores que exigen esfuerzo físico y coordinación de movimientos o las circunstancias que implican cambios de posición.