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Competencias genéricas y comportamiento humano del profesional de Enfermería con funciones docentes

entender, dice Restrepo, (1995), que, “Lo que nos caracteriza y diferencia. . . es la capacidad de emocionarnos a partir de los lazos afectivos que nos impactan” (p. 26), y están presentes en todas las manifestaciones de la convivencia interpersonal. Muchos expertos en el tema de las emociones, hacen referencia a los sentimientos, como indispensables para la toma racional de decisiones en tanto que garantiza la eficacia de las habilidades interpersonales en un contexto humanizado.

En este orden de ideas, señala Roventós (1994), que un sistema sanitario humanizado es aquel “cuya razón de saber ser es la persona. . . pensado y concebido en función del hombre, que proteja y promueva la salud, en su concepción de estado mental y social” (p. 14); es una oportunidad para transmitir la bondad de sentimientos, la sensibilidad, la hondura humana que poseen los profesionales de Enfermería, en particular las enfermeras docentes y son mostradas al relacionarse con los demás en los hospitales o ambulatorios, para convertirlo en el protagonista de la acción profesional, está impregnada de competencias afectivas genuinamente humanas, pues como lo enfatiza Ruiz, (1999), “A las personas nos humaniza el afecto dado y recibido, la emoción, la calidez del trato, la ternura, el respeto con discreción, el servicio diligente” (p. 34).

En su conjunto son cualidades, conquistas personales en tanto que profesionales, cultivadas en el día a día, aprendidas con la reflexión de la propia forma de ser, de actuar, el deseo de perfeccionarlas con visión positiva y afectiva. El factor capacidades afectivas para efectos del estudio, está definida operacionalmente como sentimientos manifestados por la enfermera docente que facilitan su actuación en el ámbito hospitalario o ambulatorio, significando desde las palabras de While (1994), una conducta profesional que “Promueva y salvaguarden los intereses y el bienestar de los pacientes y clientes. . . ” (p. 2); traducido en un objetivo que comprende una interacción entre el conocimiento y las destrezas competentes, en tanto capacidades aprendidas, inherentes a conductas que Gagné y Briggs, (1987), califican como “destrezas motoras. . . denominadas habilidades precepto-motrices o destrezas psicomotoras. . . envuelven los sentidos, y el cerebro, así como los músculos” (p. 82). En la práctica profesional de la enfermera docente se entrelazan estas destrezas a lo largo de su acción cuidadora, emprendiendo la ejecución de diferentes actividades, de enseñanza, promoción y desarrollo de programas de educación permanente enfocados a la orientación en el comportamiento socio – afectivo y en la expresión de sentimientos.

Motivación

La motivación está constituida por todos los factores capaces de provocar, mantener y dirigir la conducta hacia un objetivo (Chiavenato, 1999). La motivación también es considerada como el impulso que conduce a una persona a elegir y realizar una acción entre aquellas alternativas que se presentan en una determinada situación. En efecto, la motivación está relacionada con el impulso, porque éste provee eficacia al esfuerzo colectivo orientado a conseguir los objetivos; en el caso de Enfermería docente, a la búsqueda continua de mejores situaciones a fin de realizarse profesional y personalmente, integrándolo así en la comunidad donde su acción cobra significado. La motivación es a la vez objetivo y acción. Sentirse motivado significa identificarse con el fin y, por el contrario, sentirse desmotivado representa la pérdida de interés y de significado del objetivo o, lo que es lo mismo, la imposibilidad de conseguirlo (Chiavenato, ob. cit).

La motivación es resultado de la interacción de la enfermera(o) docente con la situación. De manera que al analizar el concepto de motivación, se tiene que tener en cuenta que el nivel varía, tanto entre enfermeras(os) como dentro de los mismos individuos en momentos diferentes, en términos de impulsor. En efecto, la motivación está relacionada con el impulso, porque éste provee eficacia al esfuerzo colectivo orientado a conseguir los objetivos de la institución, y empuja a la enfermera docente a la búsqueda continua de mejores situaciones a fin de realizarse profesional y personalmente, integrándose así en la comunidad donde su acción cobra significado. La motivación es a la vez objetivo y acción. Sentirse motivado significa identificarse con el fin y, por el contrario, sentirse desmotivado representa la pérdida de interés y de significado del objetivo o, lo que es lo mismo, la imposibilidad de conseguirlo.

 En la medida que las enfermeras con funciones docentes, estén integradas en el alcance positivo que la motivación genera, los resultados serán muy positivos, no solo para el profesional de Enfermería docente, sino para todos aquellos miembros que están plenamente identificados como un grupo de trabajo comprometido en conducirse hacia el éxito. Definitivamente, para mantener un grado de compromiso y esfuerzo, las enfermeras docentes tienen que valorar adecuadamente la cooperación de los miembros, estableciendo mecanismos que permitan disponer de una fuerza de trabajo suficientemente motivada para un desempeño eficiente y eficaz, que conduzca al logro de los objetivos y las metas de la organización y al mismo tiempo se logre satisfacer las expectativas y aspiraciones de los integrantes. Tales premisas conducen automáticamente a enfocar inevitablemente el tema de la motivación como uno de los elementos importantes para generar, mantener, modificar o cambiar las actitudes y comportamientos en la dirección deseada.

Motivación al logro. La motivación impulsa a las personas a lograr los objetivos con base en un interés que actúa como incentivo natural, un interés que llena de energía a la persona y le permite seleccionar su comportamiento (Balderas, 2009). Los altos niveles de motivación contribuyen al logro de un desempeño excepcional, las enfermeras altamente motivadas se esfuerzan por encontrar la mejor forma de realizar sus funciones y actividades, prefieren asumir responsabilidad personal por los resultados de su labor.

La teoría de las necesidades aprendidas de McClellan enfatiza que, un trabajador con alta necesidad de logro establecería metas desafiantes, trabajaría duro para lograrlas y utilizaría habilidades y capacidades para cumplirlas (Gibson, Ivancevich, Donnelly y Konopaske, 2006; p. 141). Cultura Organizacional el término cultura equivale al modo de vida de la organización en todos sus aspectos, ideas, creencias, costumbres, reglas, técnicas entre otros. Cada organización cultiva y mantiene su propia cultura.

La cultura organizacional es el conjunto de hábitos y creencias establecidos a través de normas, valores, actitudes y expectativas compartidas por todos los miembros de la organización, el modo institucionalizado de pensar y actuar de una organización (Trice y Beyer, 1993). De hecho, la cultura de una organización de salud debe ser aprendida y adoptada por las personas que se incorporan a esa organización. Marriner (2009), enfatiza que la cultura se aprende, se comparte y se transmite “Es una combinación de supuestos que sirven de punto de partida, valores, símbolos, lenguaje y comportamientos a través de los cuales se expresan las normas y los valores de la organización” (p. 312). En este orden de ideas, las manifestaciones culturales, son las expresiones o productos de un sistema cultural que reflejan los valores y creencias básicas de los miembros de una