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Factores asociados a conductas violentas en adolescentes

que el 53,3% de los adolescentes que tienen amigos involucrados en el consumo de alcohol demuestran conductas violentas; por su parte el 76,5%; no tienen amigos con estos hábitos, ni presentan estas conductas (p =0,0001). Al analizar la RP se puede deducir 2,29 más casos de adolescentes con conductas violentas en aquellos que poseen amigos con hábitos alcohólicos. Al analizar los resultados relacionados con adolescentes que poseen amigos implicados en robos y la presencia o no de conductas violentas, el 58,6% refieren tener compañeros que han robado y muestran conductas violentas (p=0,0001; RP= 1,77).

Del mismo modo, se mostró diferencias estadísticamente significativas (p=0,001) al observar los adolescentes con amigos detenidos en la cárcel y la presencia o no de conductas violentas, al analizar el RP, se puede encontrar 1,60 más casos de adolescentes con conductas violentas en aquellos que tienen amigos detenidos en la cárcel.

Finalmente los adolescentes que expresaron tener amigos con armas para uso personal, el 60.3% presentan conductas violentas (p=0,0001), al analizar la RP se espera 1.73 más casos de adolescentes con conductas violentas en aquellos que tienen compañeros con armas para uso personal.

Por otra parte, en el cuadro 7 se presenta la relación entre el nivel de riesgo total, sumatoria de todos los factores de riesgo y conducta violenta, observándose que en aquellos adolescentes que negaron la presencia de algunos de los factores estudiados, el 89,7% no clasificaron como violentos. A diferencia del 69,9% de jóvenes quienes exhiben mayor número de factores (alto riego) y son violentos. Si se analizan las diferencias a través de la asociación lineal (p=0 ,00001) se pone de manifiesto que conforme aumenta el riesgo existe una mayor porcentaje de jóvenes violentos

DISCUSIÓN

Las conductas violentas en los adolescentes escolarizados son un fenómeno complejo, que no tiene una, sino múltiples causas, de las cuales influyen no sólo su entorno social, sino también el ambiente familiar y características propias de cada individuo. De allí, radican los múltiples estudios relacionados con esta temática, debido al aumento significativo que se ha evidenciado en los últimos años en las instituciones educativas.

El estudio realizado muestra el 41,2% de adolescentes con conductas violentas, resultados similares a los obtenidos por González y cols. (2) quienes obtuvieron el 35,7% de adolescentes con este comportamiento. Asimismo, se demostró el 42,3% de jóvenes del sexo masculino con este tipo de conductas en relación con el femenino (40%) esto pudiera ser explicado, porque los varones presentan en mayor medida comportamientos violentos, físicos y verbales, así con menor capacidad de controlar sus impulsos a diferencia del sexo femenino (11).

En cuanto a la edad, en el presente estudio se determinó un alto porcentaje (55,9%) de conductas violentas en los mayores de 15 años, hallazgo similar a los obtenidos por Ovalles y cols., (11), donde las conductas violentas prevalecieron en la adolescencia tardía. En cuanto al factor socioeconómicos, se evidenció porcentajes ligeramente mayores de adolescentes con conductas violentas en los estratos III con el 41,8% y en el IV con el 42,5%, encontrando iguales resultados en la investigación realizada por Gonzáles y cols. (2)

En lo relacionado con los traumatismos craneoencefálicos Gil y cols. (6) establecen que las lesiones de ciertas zonas cerebrales, sobre todo el lóbulo prefrontal están relacionadas a conductas agresivas, en esta investigación, a pesar que las diferencias halladas no son estadísticamente significativas, se encontró resultados que apoyan esta aseveración, puesto que hubo un mayor porcentaje (52,2%) de adolescentes con este antecedente quienes presentaron conductas violentas, con relación al porcentaje (39%) de jóvenes sin el factor y la presencia de este comportamiento.

Es importante destacar, que los factores individuales influyen de manera directa en la presencia de conductas violentas, ya que se evidenció en los jóvenes que participaron en peleas, incentivan a las mismas y poseen curiosidad por consumir drogas mayores porcentajes (80%, 80,6%, y 88,9% respectivamente) de conductas violentas a diferencia de los jóvenes que no presentan estos factores. También se muestra altos porcentajes de comportamientos violentos en adolescentes que consumen alcohol (p=0,0001), que manipulan armas (p =0,009), y participan en bandas delictivas (p =0,006), estos hallazgos son semejantes a los encontrados por Gonzáles y cols. (2)

Al observar los factores familiares se encontró que los adolescentes que presencian peleas, gritos en el hogar, y maltrato por las personas con quien convive, tienen altos porcentajes (52,3% y 52,4% y 68% respectivamente) de conductas violentas en comparación con el grupo que no posee los factores, siendo las diferencias estadísticamente significativas. Por otra parte, se demostró que el 59,3% de adolescentes con conductas violentas poseen familiares que consumen drogas (p=0,003). En este mismo sentido, se estableció en los jóvenes que poseen familiares implicados en robos y familiares que consumen alcohol porcentajes mayores (61,5% y 49,7%) de conductas violentas (p =0,001). Estos hallazgos son similares a los reportados por Gonzáles y cols (2), esto demuestra que la familia puede ser fuente de bienestar, de valores y aprendizaje, o también un factor de riesgo al infundir antivalores que pueden potenciar conductas violentas en los integrantes del núcleo familiar.

En relación con los factores psicosociales el estudio mostró una asociación entre presenciar peleas en su liceo y tener conductas violentas (p=0,01); asimismo, 52,8% de los adolescentes con estas conductas han presenciado robos en su institución (p =0,002). Del mismo modo, se encontraron porcentajes elevados en adolescentes con estos comportamientos que a su vez poseen amigos detenidos en la cárcel y compañeros que consumen drogas (54,8% y 55,2% respectivamente). Por otra parte, se determinó que los adolescentes que tienen amigos que consumen alcohol, que están implicados en robos, o que portan armas de fuego (53,7%, 58,6% y 60,3% respectivamente) presentaron alta incidencia de conductas violentas. Es importante señalar que los resultados del presente estudio demuestran la gran repercusión que tiene los factores psicosociales antes citados sobre la conducta de los adolescentes en forma negativa.

Es evidente entonces, como los resultados del presente estudio ponen de manifiesto la complejidad del origen de las conductas violentas; ya que no es un modelo unicausal, sino que influyen múltiples factores, de allí radica la importancia de analizar la problemática de estas conductas desde un punto de vista integral, establecer estrategias de acción y disminuir la probabilidad de