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Las consecuencias legales del suicidio del paciente psiquiátrico

Las consecuencias legales del suicidio del paciente psiquiátrico

Suicidio es la acción encaminada a quitarse la vida de forma voluntaria. El término procede del latín; suicidium compuesto de sui (sí mismo) y caedere (matar). La gran mayoría de los científicos coinciden en la complejidad de la conducta suicida, que tiene causas psicológicas, biológicas y sociales. Y, por ejemplo, los psiquiatras descubrieron, hace tiempo, que suele coincidir con una fuerte depresión. Otros afirman que determinados suicidas tienen un origen en factores genéticos que los hace propensos a las depresiones y, por lo tanto, al suicidio.

Las consecuencias legales del suicidio del paciente psiquiátrico

Ramón Maciá Gómez. Magistrado Jubilado

ÍNDICE

Iº.- INTRODUCCIÓN.

IIº.- LA VALORACIÓN SOCIAL DEL SUICIDIO.

IIIº.- SUICIDIO, PSICÓLOGOS Y PSIQUIATRAS.

IVº.- EL PACIENTE PSIQUIÁTRICO.

Vº.- LAS CONSECUENCIAS DEL SUICIDIO DEL PACIENTE PSIQUIÁTRICO.

Vº.- 1º.- Consecuencias generales.

Vº.- 2º.- Consecuencias legales.

            Vº- 2º.- 1º.- La Responsabilidad Civil.

            Vº.- 2º.- 2º.- La Responsabilidad Penal.

VIº.- CONCLUSIONES.

Iº.- INTRODUCCIÓN.

Generalmente lo normal es que sea la última consecuencia de una potente depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar y abuso de tóxicos. También influyen las relaciones interpersonales y otros factores estresantes, como, por ejemplo, las dificultades económicas. De hecho, determinadas condiciones sociales adversas provocan un aumento considerable del número de suicidios; y así sucedió, por ejemplo, entre la población joven de Alemania después de la I Guerra Mundial y en Estados Unidos en el punto álgido de la Gran Depresión de 1929.

El suicidio constituye la décima causa de la muerte a nivel mundial y mantiene una constante progresión: 712.000 muertos en 1990 y 842.000 en 2013. Lo métodos de causarse la muerte cambian en cada país notablemente y dentro de los países cambia según sea un escenario agrícola, donde predominan los ahorcamientos y los urbanos con predominio de las precipitaciones desde alturas o edificios.

Los psicólogos, psiquiatras y sociólogos han encontrado muchas otras influencias personales y situacionales que también contribuyen a la muerte voluntaria. Ésta se produce a menudo como huida de circunstancias dolorosas o como acto de venganza contra otra persona a la que se hace responsable del propio sufrimiento. Otra causa bastante común es la percepción por parte del suicida de que la vida es tan dolorosa que tan sólo la muerte puede proporcionarle alivio.

Además, la pérdida de un ser querido o dolores crónicos, físicos o emocionales, pueden producir una sensación de incapacidad para modificar las circunstancias de la vida y un sentimiento general de desesperanza ante cualquier cambio, lo que hace que la muerte sea la única solución. Los intentos fallidos de suicidio pueden significar una petición de ayuda y suele ser un claro indicio de posteriores intentos.

En resumen, los factores significativos de un posible suicidio son:

  1. Enfermedades psiquiátricas, entre las que hay que destacar la depresión mayor, los trastornos en los estados de ánimo, como el trastorno bipolar, la esquizofrenia y el estrés postraumático.
  2. El abuso de drogas tóxicas, estupefaciente, el alcoholismo y, para algunos, el tabaquismo
  3. Las condiciones médicas relativas, entre otras, al dolor crónico y al cáncer.
  4. Determinados estados psicológicos, como la pérdida de un ser querido o el aislamiento social.
  5. Los medios de comunicación incrementan el riesgo de suicidio cuando lo magnifican o idealizan.
  6. El suicidio altruista, en la actualidad propio de algunas culturas esquimales en las que se opta por la propia muerte con el objetivo de beneficiar a la comunidad.

Aunque en ciertos países el suicidio o su intento son considerados un delito, en la mayoría de los países occidentales la tentativa resulta es una conducta impune.

IIº.- LA VALORACIÓN SOCIAL DEL SUICIDIO.

El suicidio aparece en todas las sociedades desde los tiempos más remotos. Sin embargo, a lo largo de la historia ha variado la actitud de la sociedad hacia este acto, sus formas y su frecuencia. Antiguamente los japoneses, por ejemplo, respetaban el harakiri, práctica en la que una persona avergonzada compensaba un fallo o el incumplimiento de un deber clavándose una daga.

 En la Europa antigua, sobre todo durante el Imperio romano, el suicidio se consentía e incluso era considerado un acto honroso. Los antiguos romanos, bajo la influencia del estoicismo, admitían muchas razones legítimas para su práctica. El filósofo Séneca lo ensalzaba como el último acto de una persona libre.

Mas adelante, San Agustín, mantuvo que el suicidio era pecado y varios de los primeros Concilios de la Iglesia Católica decretaron que a aquéllos que cometieran suicidio no se les podrían aplicar los rituales ordinarios de la Iglesia tras su muerte Sin embargo, hasta la edad media la Iglesia Católica romana no condenó, expresamente, esta práctica. Más adelante, en las legislaciones medievales ya se ordenaba la confiscación de todas las propiedades del suicida y el cadáver sufría todo tipo de humillaciones. Hoy día, el suicidio está estigmatizado en las religiones cristiana, judía, en parte, la islámica.

La concepción social del suicidio está condicionada por diversos factores como son las costumbres, la religión o el honor, por ejemplo. En la India, hasta finales del siglo XIX, se llevaba a cabo el suttee, que consistía en que la viuda del fallecido debía inhumarse en la pira funeraria de su marido. Durante los siglos XX y XXI, el suicidio mediante inmolación se utiliza como forma de protesta, mientras que el kamikaze y los