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Cuidado, sedación e inmovilización del paciente pediátrico

Cuidado, sedación e inmovilización del paciente pediátrico

Uno de los problemas más importantes de la mala calidad de las exploraciones pediátricas es el movimiento del paciente, por lo que es necesario conocer muy bien todos los métodos de inmovilización disponibles, además de tener un especial cuidado en este tipo de pacientes al ser más débiles que los adultos.

Cuidado, sedación e inmovilización del paciente pediátrico

Autor: Silvia Mª Pérez Sánchez. Técnico Superior en Imagen para el Diagnóstico (TSID).

Resumen

La inmovilización se aplica para asegurar una correcta posición del paciente y a la vez minimizar pero no impedir en su totalidad el movimiento voluntario del niño.En algunas ocasiones será necesario la sedación del mismo en aquellos casos en los que sea imposible la realización de la exploración o en pacientes con retraso metal. En los exámenes de TAC y RM, en niños entre los 6 meses y los 5 años, de edad suelen necesitar la sedación para la realización de los mismos ya que deben permanecer quietos durante varios minutos.Una vez que se ha sedado al niño debe permanecer bajo estrecha vigilancia hasta que haya cedido la misma, aunque en la mayoría de los casos no provoca casi nunca complicaciones. También tenemos que tener en cuenta que muchas veces, según el examen que se le debe realizar, con la ayuda de los padres para su inmovilización, no será necesaria la aplicación de tal sedación.PALABRAS CLAVE: sedación, inmovilización, sacos de arena, anestesia general, oxigenación.

INTRODUCCIÓN

Cuidado del paciente

Es importante que el técnico conozca cómo se proporciona cuidado básico a los lactantes y los niños que les son confiados, por ejemplo si el niño llega con una infusión intravenosa fluyendo es necesario comprobar que funciona bien y que queda líquido suficiente en la botella. Cuando se sujeta al niño en un examen radiológico se debe comprobar que no se bloquean los tubos ni se salga la aguja.

Es importante conocer la atención necesaria para el niño cuando tienen una colostomía, ileostomía, etc. para saber quitar o sustituir la bolsa y la manera de proteger el estroma, ya que en algunas ocasiones las bolsas se deben quitar antes de la realización de una radiografía debido a que el reborde que conecta la misma a la piel es radioopaco y puede ocultar alguna anomalía.

En cuanto al cuidado de lactantes prematuros, la hipotermia es el mayor peligro para los mismos, ya que puede agravar cualquier enfermedad preexistente. Siempre que sea posible se le examinará en la incubadora e incluso en la misma habitación sin desplazarlo al servicio de radiología. En el caso de que si sea necesario desplazarlo al departamento de radiología el lactante será trasportado en una incubadora templada.

El periodo que el lactante se encuentre fuera de la incubadora debe ser el mínimo posible, y debe ser devuelto a la incubadora si existen pausas en el estudio con signos evidentes de hipotermia. En cuanto a la inmovilización no suele ser necesaria en estos pacientes, aunque cuando lo sea, se aplicará con rapidez un método simple y suave. En el momento en que el lactante esté fuera de la incubadora se debe vigilar la temperatura corporal, pudiéndose usar un termómetro para medir la temperatura axilar o rectal.

Inmovilización

La inmovilización es un método de radioprotección en pediatría, ya que si el paciente se mueve, interfiere con el resto de medidas que se utilizan para reducir las dosis: repeticiones por movimiento, mala posición de los colimadores y caída de los protectores de plomo.

La inmovilización se usa para asegurar la correcta posición del paciente y minimizar, el movimiento voluntario; la posibilidad de una placa movida se reduce también a través de una exposición rápida. El lactante o niño nunca debe ser inmovilizado hasta tal punto que resulte imposible los pequeños movimientos.

Las inmovilizaciones inadecuadas son una de las causas más importantes de obtención de radiografías pediátricas de mala calidad. Las técnicas de inmovilización correctas mejoran la calidad de las imágenes disminuyendo la duración de la exploración y la necesidad de repetir las pruebas. Los padres y el personal de radiodiagnóstico debidamente protegido, puede ayudar en la inmovilización eficaz para las radiografías convencionales. Si el niño es colaborador no será necesaria su sujeción, aunque la inmovilización es prácticamente universal para que los niños más pequeños conserven la posición adecuada.

Para la inmovilización se puede recurrir:

  • Sacos de arena (Ver Imagen nº 1: Sacos de arena (al final del artículo)).
  • Tiras de plexiglás afiladas.
  • Cintas de velero.
  • Sábanas.
  • Planchas de espuma (Ver Imagen nº 2: Planchas de espuma (al final del artículo)).
  • Guantes de plomo.
  • Bolsas de suero.
  • Esparadrapo
  • Bandas de compresión.
  • Paneles de compresión de plástico.
  • Pañales.
  • Bandas de gasa.
  • Dispositivos especiales como es el caso del sistema Vezina Octostop (Ver Imagen nº 3: Placa octogonal para inmovilización (al final del artículo)), que consta de una tabla de madera acorchada con un octógono de plástico en cada extremo para inmovilizar al paciente en ocho posiciones.

Con una buena inmovilización conseguimos que:

– El haz de rayos x esté bien centrado.

– La colimación sea correcta.

– El niño no se mueva.

– La protección, con protectores gonadales también esté bien colocada y cumpla su función.

En resumen, como medidas generales para una correcta inmovilización podemos destacar las siguientes:

  • Se puede evitar la inmovilización mecánica previamente explicando el procedimiento al niño y a su cuidador, creando un ambiente amigable y distrayendo la atención del niño con juguetes, música, etc. Además es imprescindible contar con personal preparado en la atención de los niños.
  • Dependiendo del tipo de prueba que se le va a realizar se podrá utilizar elementos como por ejemplo un chupete o un biberón con suero glucosado para calmar a un lactante cuando se encuentre irritado.
  • Se podrá utilizar como hemos dicho anteriormente elementos de sujeción, realizándose la mínima inmovilización posible con el máximo cuidado y explicando en todo momento la situación a los padres.
  • Por último si no fuese posible la inmovilización que anteriormente hemos detallado, será necesaria la sedación.

Sedación

La sedación se emplea en exploraciones relativamente prolongadas o que requieren una inmovilización máxima, como es el caso de la TAC o RM, en pacientes pequeños. También es importante la sedación en procedimientos intervencionistas como drenajes y punciones, incluso en niños mayores.

La sedación aplicada correctamente no suele provocar casi nunca complicaciones, sin embargo hay veces que sí ocurre, produciéndose vómitos y aspiración del material vomitado e incluso parada respiratoria. Por este motivo el niño sedado permanecerá bajo vigilancia de personal cualificado hasta que haya cedido la sedación.

En el caso de la radiografía convencional la sedación solo se suele reservar para niños especialmente asustados, por lo que normalmente no se suele utilizar.

Existen varios niveles de sedación como son:

  • Sedación suave: ansiolisis, siendo útil en niños mayores colaboradores pero que se encuentren bastantes nerviosos.
  • Sedación moderada o consciente: el niño mantiene los reflejos protectores, la viabilidad de la vía aérea sin ayuda y responde a la estimulación física o verbal, siendo ésta la utilizada en la mayoría de estudios radiológicos. El paciente se encuentra tranquilo, no dormido.
  • Sedación profunda: el paciente pierde parcial o completamente los reflejos protectores, incluso la capacidad para mantener la vía aérea sin ayuda. Son muchas de las sedaciones llevadas a cabo en niños pequeños. El paciente se encuentra profundamente dormido y necesita en algunas ocasiones soporte para la respiración, sin llegar a la intubación endotraqueal.
  • Anestesia general: se suele requerir muy raramente en procedimientos diagnósticos.

En cuanto a la preparación del niño antes de la sedación es necesario que se encuentre en ayunas de 4 horas (en caso de lactantes) y de 6 horas para niños mayores. También se le debe realizar un estudio previo indicándose el peso y la edad, antecedentes personales, tipos de alergias, exploración física básica y de signos vitales y valoración del riesgo quirúrgico.

En el caso de los pacientes pediátricos podemos identificar una serie de patologías que tendrán un mayor riesgo de aspiración como son:

  • Obesidad
  • Ascitis
  • Diabetes no controlada.
  • Hernia de hiato.
  • Dolor agudo medicado.
  • Diálisis peritoneal.
  • Patología traqueoesofágica.
  • Patología abdominal aguda.
  • Traumatismo craneoencefálico. – Retraso psicomotor.
  • Coma
  • Hipertensión intracraneal.
  • Vómitos.
  • Disquinesia gastroesofágica.
  • Proceso ocupante de espacio en la fosa posterior.