Inicio > Medicina Familiar y Atención Primaria > Cuidadores de pacientes con Alzheimer leve y moderado

Cuidadores de pacientes con Alzheimer leve y moderado

Intervención psicoeducativa para cuidadores principales de pacientes con Alzheimer leve y moderado

En el siglo XXI se produce una situación singular en la historia de la humanidad, donde se incrementa el número de personas que sobrepasan las barreras cronológicas que el hombre ha situado como etapas de la vejez. El fenómeno del envejecimiento se produce de forma progresiva, universal e individual y cambiará todas las modalidades de consumo de la población, sobre todo en el ámbito médico. Por tal motivo, el envejecimiento poblacional se convierte en un reto importante para la sociedad moderna (1).

Intervención psicoeducativa para cuidadores principales de pacientes con Alzheimer leve y moderado

Marianao. 2010-2011.

Autoras: MSc. Idalmis Corona Riffá.

MSc. María Elena Estévez Trabanco.

MSc Yamilé Hernández Aguilera.

MSc Beatriz M Hernández Izaguirre.

MSc. Tamara Espinosa Hernández

Asesora: MSc. Marta Pérez Perdomo.

Universidad de Ciencias Médicas de La Habana. Facultad de Ciencias Médicas Julio Trigo López

INTRODUCCIÓN:

En los próximos decenios probablemente siga aumentando la cantidad de población envejeciente, de manera paulatina e inevitable. Intervienen fundamentalmente en este proceso los cambios en la fecundidad, la mortalidad y las migraciones (2, 3).

En Estados Unidos, los adultos mayores representan el 20% de la población; en Europa la cifra llega a un 23% y en América Latina la cifra es menor, con un 11,5%. Esta situación está cambiando rápidamente y se estima que en el año 2030, el 75% de los adultos mayores residirán en países subdesarrollados (4).

Uruguay, Barbados, Puerto Rico y Cuba se encuentran entre los países de América Latina con mayor índice de envejecimiento al cierre del año 2010. De acuerdo a las estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), para el año 2030 Barbados tendrá un 25,7%, Puerto Rico un 25,6% y Cuba un 22,1% de su población mayor de 65 años (5).

En el año 2008 el 17% de la población cubana correspondía a personas mayores de 60 años y al cierre del año 2010 se incrementó a un 17,8%. Este comportamiento debe intensificarse y para el 2050 se pronostica que el 37,3% de la población será mayor de 60 años y Cuba tendrá todas las características de un país envejecido situándose entre los 11 países del mundo, de mayor población de ancianos (6,7). La isla alcanza una esperanza de vida al nacer de 77,97 años para ambos sexos: 76 para los hombres y 80,2 para las mujeres (8, 9).

En La Habana el 19,9% de la población es mayor de 60 años y entre sus municipios más envejecidos se encuentran Plaza de la Revolución, Diez de Octubre, Cerro y Marianao este último con un 18,4% del total de su población mayor de 60 años (10).

El incremento de la esperanza de vida y la población de 60 años y más, ha traído aparejado un acrecentamiento de la incidencia y prevalencia de enfermedades crónicas no trasmisibles, que aparecen en edades avanzadas, entre las cuales se encuentran las demencias (11).

La demencia etimológicamente significa ausencia del pensamiento. Se define como la pérdida ó deterioro progresivo de habilidades cognoscitivas que alteran las actividades de la vida diaria e impiden efectuarlas en forma autónoma (12). Estas constituyen un creciente problema de salud en países con una alta expectativa de vida como el nuestro, no solo por su magnitud, sino por su repercusión a nivel individual, familiar y social (13).

La enfermedad de Alzheimer constituye el tipo más frecuente de demencia ocupando entre el 50 y el 70% de todas las demencias). Dadas las tendencias demográficas actuales, ha sido denominada “la epidemia del siglo”, por consiguiente se encuentra entre las seis afecciones incluidas por la Organización Mundial de la Salud como una prioridad en relación con la Salud Mental (14).

En la actualidad el principal tratamiento de la demencia de Alzheimer son los cuidados en el más amplio sentido del concepto. La enfermedad destruye la identidad de la persona por lo que sus familiares y cuidadores tienen que aprender a adaptarse y afrontar su condición. El progreso de la demencia produce cambios en el comportamiento del paciente; lo que provoca, que aumenten considerablemente las dificultades en relación con los que lo rodean. La misma afecta no solo la calidad de vida del paciente que la padece, sino también la de sus familiares (15, 16). Cuidar de personas mayores dependientes, especialmente si éstas tienen demencia, suele asociarse a consecuencias negativas para la salud física y psicológica de los cuidadores (17). Esto genera en los cuidadores: cambios de humor, enojo, rabia, sentido de culpa por no poder en ocasiones brindarle una mejor atención, sensación de desesperación; signos inequívocos que alertan sobre el inicio de una depresión en el cuidador. Por lo tanto, el mismo se convierte en víctima indirecta de esta enfermedad ante la gran dependencia del enfermo (18, 19).

Las características de los pacientes con este tipo de demencia, provoca que los cuidadores tienen que dedicar más horas semanales al cuidado; por consiguiente, tienen más problemas laborales, estrés personal, problemas de salud física y mental. El estrés que genera el cuidado produce importantes alteraciones emocionales como la depresión y un alto nivel de sobrecarga. Razón por la cual, los cuidadores requieren de programas de intervención que les ayuden a reducir el estrés propio de su situación (17).

Desde los años 70 hasta la actualidad, se han desarrollado diferentes tipos de intervenciones dirigidas a reducir el malestar de los cuidadores. Debido a la naturaleza y complejidad de los problemas a los que se enfrentan los cuidadores, no existe uniformidad en las intervenciones dirigidas a ellos, por el hecho de que no existe una única forma de cuidar, ya que existe una gran variabilidad entre las experiencias de diferentes cuidadores, experiencia que además, varía a lo largo del proceso de la enfermedad (20).

La revisión de la literatura nacional e internacional pudo corroborar que en los países desarrollados se producen la gran mayoría de programas de intervención dirigidos a cuidadores, y es escasa en los países subdesarrollados, especialmente en los de habla hispana. En algunos