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Depresión en el anciano

como sucesos traumáticos.

Esta interrogante sigue sin resolverse, del mismo modo que la influencia que tiene el factor social en la producción de depresión en la  senectud. El apoyo de la hipótesis del stress por pérdidas   se deriva de un informe que  señala que  los individuos que viven en comunidad y los pacientes psiquiátricos que cumplen los criterios de depresión clínica,  habrán sufrido con mayor  probabilidad un acontecimiento adverso grave en su vida en el año precedente, que los miembros normales de la comunidad; la presencia de una relación confiable brinda  cierto efecto protector.

Es manifiesta y a la vez compleja, la importancia de la salud física para la patogenia de la depresión geriátrica. Cerca de 80% de los sujetos de 70 años o más sufren de al menos 1 enfermedad física  importante y alrededor del 50% de los ancianos experimentan un trastorno que obstaculiza el funcionamiento independiente.

A menudo preceden a la depresión clínica algunas enfermedades físicas (AVE, carcinoma de páncreas, enfermedad de Parkinson, entre otras), en otras ocasiones son menos claras las relaciones temporales y causales. También puede declararse una enfermedad física después de una depresión. En estos casos sería la depresión causa directa de la enfermedad física subsecuente o resultado de la incapacidad relacionada con la enfermedad. Sin embargo, es claro que la presencia de una enfermedad  no influye en la evolución de la enfermedad afectiva; los ancianos deprimidos que sufren trastornos físicos crónicos y debilitantes son propensos a sufrir recaídas como cronicidad. Más aún, el desarrollo de una enfermedad física después de la crisis incrementa la probabilidad de recaída.

La hipótesis del envejecimiento cerebral presupone que el deterioro neurológico explica  la mayor vulnerabilidad de los ancianos al desarrollo de la enfermedad por primera vez y su evolución más maligna. Se invoca  que el Sistema Nervioso Central  que está fallando, explica por qué es menos probable que los casos de inicio tardío tengan factores precipitantes identificables que los iniciaron en etapas más jóvenes y menos manifestaciones premórbidas. Los datos neurobiológicos que apoyan estos conceptos se centran en le agotamiento de las monoaminas. Se sugiere  que los estudios que demuestran la disminución de las hidroxilasas  de la tiroxina y el triptófano relacionadas con la edad son compatibles con la teoría de la deficiencia de las monoaminas sobre la patogénesis de la depresión geriátrica. La correlación entre el aumento de la actividad de la monoaminooxidasa y el envejecimiento cerebral van en apoyo a esta teoría.

DIAGNÓSTICO

El diagnóstico de los estados depresivos es básicamente clínico. Debido a la existencia de síntomas atípicos es necesario acordar unos criterios rígidos, como los que se establecen en la DSM-IV. Para apoyar el diagnóstico se han utilizado diversas escalas o test. Entre ellas la más utilizada y validada en la población anciana es la Escala de Depresión Geriátrica (GDS) de Yesavage et al.

Una amplia variedad de enfermedades físicas pueden presentarse o estar acompañadas de síntomas y signos depresivos. Entre las enfermedades claramente relacionadas con la depresión se destacan:

  1. Cáncer.
  2. Cardiovasculares.
  3. Cerebrovasculares.
  4. Enfermedad de Parkinson.
  5. Enfermedad de Alzheimer.
  6. Otros trastornos. Hipotiroidismo, hipertiroidismo, hiperparatiroidismo, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, insuficiencia renal crónica, artritis reumatoide, etc.
  7. Fármacos: digital, α-metil-dopa, propranolol, l-dopa, glucocorticoides, inmunodepresores, citostáticos o hidralazina.

PECULIARIDADES DE  LA DEPRESIÓN EN EL ANCIANO

La depresión senil tiene una serie de rasgos diferenciadores. Algunos de ellos ya los hemos introducido previamente:

  • Menor presencia de síntomas psíquicos como la tristeza y mayor presencia de síntomas corporales.
  • La tristeza y el bajo estado de ánimo pueden manifestarse en el anciano como apatía y retracción y pueden ser predominantes quejas somáticas diversas que obligan a realizar pruebas en busca de otras enfermedades que por otra parte son muy frecuentes en estas edades. A veces estos síntomas corporales constituyen verdaderos cuadros hipocondríacos con temores y preocupaciones excesivas.
  • Algunos síntomas propios de la depresión pueden ser muy llamativos en el anciano como la pérdida de peso por falta de apetito, el insomnio o la aparición de ideas delirantes y en los cuadros graves verdaderos cuadros psicóticos.
  • Los ancianos con mucha frecuencia padecen enfermedades en las que la depresión puede ser un síntoma más de dicha enfermedad. En este caso la depresión en sí no es la enfermedad principal sino un síntoma acompañante. Son las llamadas depresiones somatógenas que complican procesos como la enfermedad de Parkinson, el ictus o Accidente Cerebrovascular, enfermedades del Tiroides como el Hipertiroidismo o el Hipotiroidismo, trastornos del metabolismo o algunos tipos de cáncer.
  • Por el mismo motivo los ancianos consumen en ocasiones fármacos para tratar sus enfermedades pero que pueden inducir la aparición de depresión días o semanas después de su uso. Entre estos están medicamentos como corticoides, antiparkinsonianos, algunos antihipertensivos, etc.
  • En la depresión grave del anciano es más frecuente el suicidio que en los jóvenes.
  • En ocasiones la depresión se presenta como deterioro cognitivo, es decir como un menor rendimiento intelectual con quejas de pérdida de memoria que obliga a los clínicos a diferenciar estas depresiones de una verdadera demencia.

TRATAMIENTO DE LA DEPRESIÓN GERIÁTRICA

Consideraciones generales

Los principios terapéuticos son similares a los que se aplican a los adultos jóvenes. Los síndromes afectivos que satisfacen los criterios  para la depresión mayor no delirante, en especial si se acompañan de melancolía son los que reaccionarán probablemente a los  antidepresivos tricíclicos. No debe olvidarse que todos los estados depresivos catalogados en el DSM-IV se pueden considerar  depresiones clínicas y cabe en ellos la prueba terapéutica inicial con antidepresores a menos que esta decisión implique demasiados riesgos físicos. Se sugiere tratamiento de entrada en:

  • Cambio definido a partir del estado depresivo
  • Síntomas afectivos de inicio reciente
  • Síntomas sostenidos y que no reaccionan al cambio de ambiente
  • Síntomas desproporcionados con el estímulo
  • Paciente anhedónico que ha perdido el interés