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Depresión en el hombre. El silencio de ellos

fragilidad en la espalda baja son síntomas que suelen presentarse juntos en los cuadros depresivos. Sin embargo, mucha gente no los relaciona y piensa que se trata de dolencias separadas.

Irritabilidad. Si bien las mujeres se muestran tristes o con una actitud pasiva ante las agresiones del medio, en los hombres el cambio de ánimo se traduce en un estado de irritabilidad, hostilidad y suspicacia.

Dificultad para concentrarse. Este síntoma se relaciona más a cuestiones de trabajo; normalmente se debe a la gran cantidad de pensamientos negativos (fracaso, rechazo, abandono o culpa) que lo agobian.

Estrés. Los hombres tienden a reportar mucho más el estrés que la depresión, debido a que el primero es socialmente más aceptable. Sin embargo, se debe ser cuidadoso con la manera en que se maneja esta información, ya que el estrés puede ser tanto un indicador de depresión como una causa de la misma. Hoy se sabe que el estrés, cuando se padece por periodos largos, puede generar cambios en el cuerpo y el cerebro que pueden desencadenar cuadros depresivos.

Ansiedad. Existe un lazo importante entre la ansiedad y la depresión. Al igual que con el estrés, resulta socialmente más aceptable que un hombre admita sentirse ansioso que triste o deprimido. De acuerdo con el Dr. Cook, especialista de la revista Health, los hombres prefieren discutir sobre sus preocupaciones laborales porque les es más fácil ponerle palabras a esas emociones.

Abuso de sustancias. Este es uno de los síntomas que acompañan con más frecuencia a la depresión. Alcohol, tabaco, drogas e incluso medicamentos son maneras de enmascarar los sentimientos de tristeza o enojo. Aunque también le ocurre a las mujeres, es más frecuente en los hombres puesto que la presión cultural (resolver el problema por sí solos, con lo que tengan a la mano) es más fuerte.

Disfunción sexual. La depresión también se manifiesta a través de la falta de deseo o la disfunción eréctil, sin embargo, aseguran los especialistas que los hombres prefieren no reportarlo porque aceptar que su desempeño sexual es bajo, les puede acarrear más sentimientos de fracaso y empeorar la depresión. Sin embargo, los médicos advierten a sus pacientes que no se enfoquen en ello, ya que la disfunción, cuando está ligada a la depresión, no es un problema en sí mismo sino que forma parte de un grupo de síntomas, y debe ser tratada como tal.

Entre otros síntomas, también se encuentran la dificultad para tomar decisiones (grandes o pequeñas), la tendencia a provocar problemas y los pensamientos suicidas.

Reflexión final.

La antigua creencia de que un auténtico hombre es capaz de controlar sus emociones por sí solo está desapareciendo, porque hay más información sobre la ayuda real que prestan la psicología y la psiquiatría, agrega.

La depresión monopolar se diferencia de la depresión conocida como bipolar por el hecho de que en esta última se pasa pendularmente del desánimo a la euforia. En la depresión monopolar, en cambio, la sensación de desesperanza es generalizada. La enfermedad está definida como una alteración biológica a nivel de los neurotransmisores sobre los que actuarían ciertos agentes desencadenantes. De dichos agentes, uno de los más importantes en el hombre es el trabajo. La constante sobreexigencia y el temor de perder el empleo son algunas de las causas principales de la depresión en los hombres, a diferencia de la depresión en las mujeres, asociada más bien a problemas en las relaciones afectivas.

Además de tener causas diferentes, en el hombre también son distintas las características clínicas de la depresión. Cuando están deprimidas, las mujeres tienden a expresar sus sentimientos y a buscar apoyo. En cambio los varones tratan de disimular su estado de ánimo: no hay que esperar hasta que lloren en un rincón para considerar que tienen una depresión.

¿Cómo reconocer entonces la depresión masculina?

Además de los síntomas habituales (antes mencionados), los hombres deprimidos suelen tener conductas arriesgadas, como manejar el auto a gran velocidad o involucrarse en relaciones sexuales promiscuas. Se vuelven más irritables, agitados e incluso violentos. Pueden retar a su subalterno o patear al perro. Incluso es posible que un hombre que ejerce maltrato familiar esté con depresión. Los hombres demoran más que las mujeres en consultar al profesional respectivo. En ocasiones tardan años en acudir a un especialista, pues confunden su estado con estrés o simple tensión.

Es poco frecuente que se hable sobre la depresión en los hombres, tal vez porque hemos heredado la idea (retrógrada) de que ellos no pueden mostrarse vulnerables porque al hacerlo se pone en cuestión su masculinidad. Sin embargo, ya es tiempo de cambiar esta forma de pensar, pues nos afecta a todos como sociedad. En la medida en que demos espacio para que los hombres, niños o adultos, expresen dolor o tristeza sin sentirse juzgados, estaremos contribuyendo a que las relaciones de todos mejoren.

Estamos acostumbrados a mirar, tanto en la realidad como en la pantalla, a mujeres con cuadros depresivos de síntomas reconocibles: tristeza, cansancio o enfermedades inexplicables que las tienen en cama, agobiadas por una sensación de fracaso o de no ser suficientemente buenas (esposas, empleadas, mujeres, madres, amigas, etcétera). La imagen de un hombre deprimido, en cambio, se caracteriza por otro tipo de actitudes; debido a que fueron educados al estilo de «los hombres no lloran», no les es fácil aceptar que se sienten mal y necesitan ayuda, por lo que muchos adoptan actitudes defensivas u hostiles.

La Organización Mundial de la Salud (10) considera la depresión como un “mal de nuestro tiempo” y señala que es uno de los problemas más comunes y más serios de salud mental que enfrenta la gente hoy en día. Millones de personas en el mundo sobreviven en medio de la depresión. Dejando de lado cuestiones indudables como el desequilibrio neuroquímico o ciertas tragedias personales, también las condiciones histórico-sociales pueden provocar depresión. La depresión afecta el desempeño social, laboral e interpersonal, y la OMS indica que esta enfermedad se convertirá en el año 2020 en la segunda causa de incapacidad en el mundo, detrás de las enfermedades isquémicas (infartos, insuficiencia coronaria, accidente cerebrovascular), mientras que en el año 2000 ocupaba el cuarto lugar. Las depresiones se ubicarán, como causa de discapacidad, por delante de los accidentes de tránsito, las enfermedades vasculares-cerebrales, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, las infecciones de las vías respiratorias, la tuberculosis y el VIH.

Este preocupante aumento ha llevado a politólogos, sociólogos y economistas a ocuparse del aspecto socioeconómico de las depresiones y a investigar la depresión masculina enmascarada, pues es costosísima. Y el costo no sólo se mide en enfermedades coronarias e infartos cardiacos y cerebrales, padecimientos que afectan a los hombres con mayor frecuencia y a una edad más temprana que a las mujeres, sino en acciones políticas suicidas, emprendida bajo el ruido de la violencia o la influencia de las adicciones.