Inicio > Endocrinología y Nutrición > Diabetes Mellitus y calidad de vida en los pacientes que padecen la enfermedad en el siglo XXI > Página 2

Diabetes Mellitus y calidad de vida en los pacientes que padecen la enfermedad en el siglo XXI

del tratamiento es reducir a límites normales las concentraciones elevadas de azúcar en la sangre con miras a mejorar los síntomas diabéticos y prevenir o demorar las complicaciones. El cumplimiento de este objetivo exige de parte del sistema de asistencia sanitaria un enfoque completo, coordinado y centrado en las necesidades del paciente.

Saber cómo vivir con esta enfermedad es esencial para evitar el desarrollo de complicaciones a corto plazo, tales como la hipoglicemia o la hiperglicemia y para demorar la aparición de complicaciones a largo plazo, tales como la retinopatía diabética (enfermedad ocular) y la nefropatía (enfermedad renal).(7)

Para el manejo de la diabetes ayudarán a prevenir la necesidad de atención de emergencia y entre ellas se encuentran se plantea el conocimiento de:

¿Cómo reconocer y tratar los niveles bajos (hipoglicemia) y altos (hiperglicemia) de azúcar en la sangre?

¿Qué comer y cuándo comer?

¿Cómo medir y registrar la glucosa en sangre?

¿Cómo ajustar el consumo de insulina y/o de alimentos según los cambios en los hábitos alimenticios y de ejercicio?

¿Cómo manejar los días en que se está enfermo?

Después de aprender las habilidades básicas sobre el cuidado de la diabetes, se debe aprender la manera como esta enfermedad puede ocasionar graves problemas de salud y la manera de prevenirlos. Las personas con diabetes necesitan revisar y actualizar su conocimiento, ya que constantemente se están desarrollando nuevas investigaciones y mejores maneras de tratar la enfermedad. (8)

Las expectativas para las personas con diabetes varían. Estudios recientes demuestran que un estricto control del nivel de glucosa puede prevenir o demorar el progreso de la enfermedad, la enfermedad renal y la enfermedad del sistema nervioso que es causada por diabetes. Sin embargo, pueden surgir complicaciones aún cuando se logre un buen control de la diabetes con insulina y dieta. (9)

Medidas de control en el paciente diabético:

Visitar al médico y/o educador en diabetes al menos 4 veces al año.

Hacer medir la glucohemoglobina de 2 a 4 veces al año para evaluar el control general de glucosa. Se le debe preguntar al médico cada cuánto debe hacerse la prueba.

Hacer evaluar anualmente el colesterol, el nivel de los triglicéridos y la función de los riñones.

Visitar al oftalmólogo (preferiblemente el especialista en retinopatía diabética) al menos una vez al año o con más frecuencia si se desarrollan signos de retinopatía diabética.

Hacer una limpieza y un examen dental completo cada 6 meses. La persona debe informar al odontólogo y al higienista que es diabética.

Revisar los pies a diario para detectar la aparición de signos tempranos de lesiones o infecciones. La persona debe asegurarse de que el médico le revise los pies en cada visita.

Mantener las vacunas al día (incluyendo la pneumocócica) y hacerse aplicar una inyección para la gripe cada año en el otoño. (10)

Mitos y realidades.

La metformina se puede utilizar en pacientes con buen estado general y ausencia de enfermedades que produzcan hipoxia. Esta sería una indicación reservada al especialista en endocrinología.

Diferentes estudios sugieren que el tratamiento con estos fármacos no es más efectivo que la dieta, y que su uso no alarga la vida del paciente. Incluso se discute su responsabilidad – sobre todo de la tolbutamida – en una mayor mortalidad cardiovascular. Además, con su uso crónico se desarrolla una dificultad progresiva para mantener una glucemia normal. (11,12)

La administración de algunos fármacos puede ser causa de hipoglucemia o hiperglucemia o de alteración de la respuesta de los pacientes diabéticos a sus regímenes terapéuticos. (12)

La diabetes gestacional se trata sólo con dieta e insulina. (13)

Calidad de vida del paciente diabético.

El paciente diabético debe vincularse estrechamente con su médico para aprender cuántas grasas, proteínas y carbohidratos necesita para su dieta. Los planes específicos de comida deben estar adaptados a sus hábitos y preferencias. Las personas con diabetes tipo I deben comer más o menos a la misma hora todos los días y tratar de ser consistentes con el tipo de alimentos que eligen. Esto ayuda a prevenir que los niveles de azúcar se eleven o bajen demasiado. Los diabéticos tipo II deben seguir una dieta bien balanceada y baja en grasas.

Un dietista certificado, el endocrino o el propio médico de la familia puede ayudar en la planificación de las necesidades en la dieta.

El manejo del peso es importante para lograr el control de la diabetes. Algunas personas con diabetes de tipo II pueden suspender los medicamentos después de bajar el exceso de peso, aunque la diabetes aún esté presente. (13)

El reparto calórico de carbohidratos durante el día tiene una importancia fundamental sobre todo en el diabético insulino-dependiente y estará condicionado por el tipo de insulina administrada, el perfil glucémico, el horario de los ingestas y la actividad física. En términos generales, en especial en el diabético insulino-dependiente, es conveniente repartirlo como mínimo en cinco tomas, distribuyendo el total de energía a consumir en las siguientes proporciones:

  • Desayuno 20%
  • Media mañana 10%
  • Almuerzo 30%
  • Comida 30%
  • Cena 10%

Esta distribución regular a lo largo del día tiene como finalidad mantener tanto como sea posible un nivel estable de glucemia, evitando los picos hiperglucémicos (por excesiva sobrecarga en algunas comidas) y sobre todo los accidentes hipoglucémicos. El mantener un horario regular en las comidas, previamente determinado en función de sus hábitos, actividad laboral, ejercicios físicos, es fundamental ya que no pocas veces la inestabilidad de una diabetes es producida por un desajuste dietético insulínico, al no coincidir las ingestas con los niveles de insulina circulantes.

Comúnmente utilizamos dietas estándar de diferentes valores calóricos: 1000, 1500, 2000 y 3000 Kcal, aconsejando lo que estimamos más conveniente por la edad, sexo, actividad física. Posteriormente según sea su evolución ponderal se modifica la dieta si es necesario para que el paciente mantenga el peso que se ha estimado más adecuado.

Deberá acomodarse la dieta a la situación socioeconómica del paciente y sobre todo a su actividad física y laboral que muchas veces nos obliga a rectificarla distribuyendo diferentes formas y a distintas horas las tomas de comida e incluso el porcentaje de los diferentes macronutrientes.