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Disfunción familiar y su relación con la depresión en adolescentes

adolescentes de 13 y 14 años y en un 3,4% en adolescentes de 18 años. Otros trabajos han observado porcentajes entorno al 5% entre la población adolescente. Un estudio observacional realizado entre niños de edades comprendidas entre 12 y 16 años mostró una prevalencia de manifestaciones depresivas del 10,3% (España, 2009).

En Estados Unidos su prevalencia va del 5 al 8,3% entre los adolescentes. En Colombia la prevalencia de depresión en la población general es del 10%, con mayor afectación de mujeres (España, 2009). En México un estudio realizado en el año 2010 a estudiantes de secundaria de la Ciudad de México, se determinó una prevalencia del 12,4%, con una relación 2:1 entre mujeres y hombres (González-Forteza et al., 2015). En el Ecuador, no se cuentan datos estadísticos de prevalencia o incidencia de depresión por año; pero en el año 2013, el Ministerio de Salud informó que a nivel ambulatorio en adolescentes de 15 a 19 años se diagnosticaron 700 casos de episodios depresivos, de entre los cuales 425 fueron leves, 125 moderados, 41 graves sin síntomas psicóticos y 7 graves con síntomas psicóticos (Gahona, 2013).

Avenevoli et al (2015), en su estudio “Major Depression in the National Comorbidity Survey–Adolescent Supplement: Prevalence, Correlates, and Treatment”, con una muestra de 10123 adolescentes de entre 13 a 18 años de edad y sus padres, a los que se les aplicó la encuesta DSM-IV en un período de 12 meses, identificando que la prevalencia de trastorno depresivo mayor fue de 11,0% y 7,5%, respectivamente. Las tasas correspondientes de severidad del Síndrome de depresión mayor (SDM) fueron 3,0% y 2,3%. La prevalencia de trastorno depresivo mayor se incrementó significativamente a través de la adolescencia, con un notable incremento en las mujeres, más que en los hombres (Avenevoli, Swendsen, He, Burstein, & Merikangas, 2015).

La prevalencia es mayor para el sexo femenino con una razón 2:1, y el momento crítico en el que aparece la diferencia entre sexos es entre los 15 y 18 años (España, 2009) (Asarnow et al., 2005).

Thapar et al (2012), en su artículo “Depression in adolescence”, resume que el trastorno depresivo unipolar en la adolescencia es común en todo el mundo, pero a menudo no reconocido. La incidencia, especialmente en las niñas, se eleva bruscamente después de la pubertad y, para el final de la adolescencia, la tasa de prevalencia en 1 año supera el 4%. La carga es mayor en los países de ingresos bajos y medianos (Anita Thapar, Stephan Collishaw, Daniel S Pine, 2012).

Factores protectores y de riesgo para depresión.

Dentro de la familia, se pueden evidenciar tanto factores de riesgo como de protección hacia el adolescente, los factores de riesgo hacen referencia a las características internas y/o externas del individuo, que aumentan la probabilidad o predisposición de que se produzca un determinado fenómeno (Clayton, 1992).

Factores protectores: Cava et al, citados por Almudena, refieren que entre los factores protectores se destacan: buenas amistades, estatus en el grupo de iguales, actitud de respeto a la autoridad y de rechazo hacia el consumo, adecuada comunicación familiar, elevada autoestima social, elevada autoestima familiar (Almudena, 2009). Cairns et al (2014) en su revisión sistemática y meta análisis “Risk and protective factors for depression that adolescents can modify: A systematic review and meta-analysis of longitudinal studies” identificaron 113 publicaciones que cumplieron con los criterios de inclusión. Los factores de protección modificables encontrados con una base de pruebas sólidas son dieta saludable y dormir (Cairns, Yap, Pilkington, & Jorm, 2014).

Factores de riesgo: Los factores considerados de riesgo para el aparecimiento de depresión en los adolescentes incluyen:

  • Factores familiares: se incluyen antecedentes de depresión en alguno de los padres, alcoholismo familiar, la disfuncionalidad familiar y la violencia. Dentro de la disfuncionalidad familiar, las familias extendidas son las más disfuncionales, por ende se considera a este tipo de familia como un factor de riesgo (Gonzáles, Macuyama, & Silva, 2013).
  • Factores del entorno: conflictos interpersonales, malas relaciones sociales, bajos ingresos económicos (Gonzáles et al., 2013) y vivir en zonas urbanas (Kaltiala-Heino et al., 2001).
  • Factores individuales: Cairns et al (2014) en su revisión sistemática y meta análisis determinan que los factores de riesgo individuales que se ha implicado en el desarrollo de la depresión para los que existe una base de pruebas sólidas, y que son potencialmente modificables durante la adolescencia sin la intervención del profesional, son: la mala adaptación en la escuela, trabajo o con la pareja, el bullyng, el acos, el uso de sustancias (alcohol, tabaco, cannabis, otras drogas ilícitas, y el uso de varias drogas); estar a dieta; estrategias de supervivencia negativas; el sobrepeso y la obesidad. Los factores de protección modificables con una base de pruebas sólidas son dieta saludable y dormir (Cairns, Yap, Pilkington, & Jorm, 2014).

Sintomatología depresiva en la adolescencia.

La depresión es un síndrome en el que interactúan diversas modalidades: somática, afectiva, conductual y cognitiva (García, 2009), que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración (OMS,2014).

La sintomatología difiere a la de los adultos y es más destructiva. La mayoría de los especialistas describen los síntomas de la depresión propios de los adolescentes en: aumento o descenso de peso, hipo o hiperinsomnia, disminución en el rendimiento académico, problemas de atención y dificultad de concentración, anergia, agitación motora o enlentecimiento, ausencia de motivación, estado de ánimo deprimido y baja autoestima, evitación de actividades lúdicas, interacción social y familiar disminuidas, deseo continuo de estar solo y no ser molestado, pensamientos recurrentes de muerte y actividades autodestructivas (Almudena, 2009).

Midgley et al (2015) en su estudio “Beyond a diagnosis: The experience of depression among clinically-referred adolescents”, donde evaluaron a 77 adolescentes de entre 11 a 17 años con depresión moderada a severa , encontraron que la ira y un sentimiento de aislamiento son características destacadas de la experiencia de los jóvenes, y son potencialmente señales de advertencia importantes para la depresión; sin embargo, estas experiencias no son criterios diagnósticos de la depresión en los adolescentes (Midgley et al., 2015).

La disfunción familiar como factor de riesgo para depresión.

Vargas Murga cita a López-Jiménez et al., en cuyo estudio afirman que cuando el funcionamiento familiar se altera por situaciones emergentes o por la presencia de un miembro identificado con el padecimiento, se requiere que el sistema familiar sea asistido y capacitado para afrontar los requerimientos en el ámbito individual, familiar y social (Vargas Murga, 2014).

La influencia de la desestructuración