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Actitud de los docentes de Enfermería hacia la computadora

como predictivas de ésta. Como en la siguiente cita:

“El concepto particular de actitud es un constructo y, como tal, nos permite conocer la consistencia de lo que las personas dicen, piensan o hacen, de forma que dadas determinadas conductas se pueden predecir otras futuras.” Neto y Sierra, (1997).

No obstante, San Martín y Perles (1995) dicen que en lugar de inquirir sobre dicha relación sería conveniente dirigir la interrogación hacia los elementos que influyen y condicionan esta relación. Estos investigadores, acogiendo a Azjen y Fishbein (1977), recogen dos factores importantes:

  1. Factores metodológicos. Para poder hablar de relación entre conducta y actitud es necesario que exista una estrecha correspondencia entre la medida de actitud que utilizamos y la medida de conducta, de lo contrario el resultado no tendrá validez. Por ello, se debe tener claro qué tipo de actitud es medible y con qué tipo de conducta se corresponde, para poder establecer relación entre ambas.
  2. Factores situacionales. En algunos casos precisos, las actitudes no se relacionan con las conductas manifestadas, ya que el conocer las primeras no es bastante para lograr prever las segundas. La norma social es uno de los factores situacionales o circunstanciales más influyentes, en otras palabras, lo que los equipos de referencia esperan que entienda un individuo. La situación determina, en algunas ocasiones, que se actúe de una u otra forma. Al mismo tiempo, esta actuación depende de los posibles resultados que se le imputen a la misma, de igual manera, de la actitud sobre la acción, si se examinan sus efectos negativos o positivos en un caso concreto. En este orden de ideas, dicha acción también va a obedecer a lo que la persona crea que el grupo espere de ella. Por lo tanto, la conducta en un caso dado depende de los posibles resultados de ésta y de las expectativas de los demás.

No obstante y antes de elegir una definición es bueno recordar que las definiciones de actitud se generan en torno a dos posturas, los defensores (a) de los modelos unidimensionales y (b) de los modelos multidimensionales.

Una discusión tradicional en la definición de la actitud, menciona la naturaleza estructural de las actitudes. Por un lado la Escuela del Componente Único (o Unidimensional), defiende que una actitud es sólo la tendencia a evaluar un objeto o constructo en términos positivos o negativos. Así, Cacioppo (1981), manifiesta que esta escuela de pensamiento mantiene que las actitudes son evaluativas, y que se refieren a un objeto.

Por otro lado, el modelo multidimensional, considera que las actitudes están formadas por un triple componente: afectivo; sentimientos evaluativos de agrado o desagrado), cognoscitivo; opiniones e ideas acerca del objeto, y conductuales; tendencias de acción. Conocido con el nombre de Modelo de Actitudes de Tres Componentes. Esta definición aportada por este modelo ha sido muy difundida y usada por numerosos autores citados por Díaz (2002); Breckler, (1984); Eiser, (1986); Mueller, (1986).

Así mismo, Sarabia (1992), referida por Mórales (2000) cree en las actitudes como tendencias o disposiciones adquiridas y relativamente duraderas para a evaluar de un modo determinado un objeto, persona, suceso o situación y a actuar en consonancia con dicha evaluación.

Visión educativa de las actitudes

La complejidad del tema de las actitudes ha hecho que varias disciplinas sociales se hayan venido ocupando de su estudio desde sus distintos puntos de vista. Especialmente desde la Psicología Social, la Sociología, la Pedagogía y la Didáctica se han dedicado con bastante intensidad y dedicación a intentar dar respuestas a la problemática que plantea el estudio de las actitudes, en especial en analizar su naturaleza, en atender su relación con las conductas, en averiguar cómo se aprenden y se desarrollan, a evaluarlas, y a intentar fomentar unas y modificar otras.

Por su parte Gagné (1987) citado por Morales (1998), en el marco de la Psicología de la Enseñanza – Aprendizaje asegura que la actitud es una capacidad que orienta el comportamiento de un estudiante con respecto a un objeto o en presencia de una situación determinada y la define como un estado interno aprendido a través de experiencias personales y relacionales, que influye en las elecciones de acción personal hacia una categoría determinada de personas, objetos o acontecimientos.

El modelo de Fishbein y Ajzen (1980) estima la posibilidad de adquirir información por medios indirectos a partir de las estimaciones de dos factores de naturaleza diferente: un factor personal y un factor que refleja la influencia social. El factor personal o actitud hacia la conducta es la evaluación individual positiva o negativa de llevar a cabo una acción. El segundo factor o norma subjetiva es la percepción individual de las presiones sociales que obligan a realizar o no esa acción.

Para Fishbein y Ajzen (1980) medir las actitudes se hace complejo porque las actitudes no pueden medirse directamente, sino que se infieren a partir de la conducta. La mayor parte de los métodos usados para medir actitudes se basan en el supuesto de que las actitudes pueden ser evaluadas por medio de las opiniones o creencias hacia los objetos de actitud. Un método directo y clásico, de personalidad.

Estos autores parten del supuesto de que una actitud debe ser definida como “disposiciones de los sujetos hacia una acción manifiesta”. Además asumen una serie de principios: 1) Es posible estudiar dimensiones de actitud a partir de un conjunto de enunciados que actúan como reactivos para los sujetos. 2) Los sujetos pueden situarse en las variables de actitud desde el punto más favorable al más desfavorable. De los escasos instrumentos de carácter cuantitativo que se pueden usar en la evaluación, sin duda las escalas de actitudes son las más importantes y de mayor aplicación. Las escalas están formadas por ítems de tipo cognitivo (ideas y creencias), ítems afectivo (sentimientos y afectos) e ítems conductuales (actitud manifiesta).

Si como se ha observado, no hay consenso a la hora de definir esta realidad, también para su estudio hay una gran cantidad escalas: escalas nominales, ordi­nales, de intervalo y de razón y otras.

En cuanto a los métodos clásicos de construcción de escalas de actitudes, los más conocidos y utilizados son: la escala de distancia social, la escala Thurstone, la esca­la Guttman, el diferencial semántico y la escala Likert, que ha sido la elegida para realizar este estudio.

Etapas de Adopción de la Tecnología

En el trabajo de Morales et al (2000), se evidencia que son varios los autores que se han dedicado a investigar y teorizar acerca del