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Enfermería en la administración de hemoderivados

Enfermería en la administración de hemoderivados

Un hemoderivado es todo aquel tejido que se deriva o separa a partir de la sangre. Casi siempre se separan por medio de una centrifuga en un laboratorio, basándose en la densidad de los diferentes componentes de la sangre; lo más denso se va hasta el fondo mientras que lo menos denso queda en la parte superior.

Autores:

– Ángela Gavilán López (DUE en Servicio Andaluz de Salud)

– Estrella Alba García Gavilán (DUE en Servicio Andaluz de Salud)

– Miguel Ángel Gavilán López (DUE en H.U. Reina Sofía de Córdoba)

Resumen

La mayoría de los pacientes con trastornos hematológicos son sometidos a terapia de transfusión durante el curso de la enfermedad. El tratamiento transfusional es un medio eficaz para sustituir los componentes sanguíneos deficientes o disfuncionales, pero a la vez es potencialmente peligroso. Las funciones de Enfermería son de especial importancia así como los cuidados que se requieren.

En este artículo se ha llevado a cabo la revisión de gran parte de la literatura científica. Se han revisado bases de datos de Medline, PubMed, Cochrane y Google Académico.

Las Palabras Clave utilizadas: “hemoderivados”, “Enfermería”, “transfusiones”, “concentrado de hematíes”.

Introducción

El manejo y la administración de hemoderivados, es una actividad que realiza el personal de Enfermería, por lo cual es de gran importancia tener presente que un uso inadecuado de éstos puede tener consecuencias graves en los pacientes, siendo fundamental el buen desempeño del personal de Enfermería para la práctica segura.

El volumen de sangre de un adulto normal es, por término medio, del 8% del peso corporal, es decir, unos 5 litros. Alrededor del 60% de la sangre está formada por plasma y el 40% restante lo componen las células sanguíneas.

La transfusión de productos sanguíneos contribuye diariamente a mejorar la calidad asistencial y, por tanto, a la recuperación total o parcial de la salud de nuestros pacientes, pero también, puede ser la causa de efectos adversos de gravedad variable. Ha de ser un tratamiento personalizado. Hay que tener presentes varios factores, como la edad, la enfermedad de base y la sintomatología, entre otros.

Los bancos de sangre dependen de los donantes como fuente de productos hematológicos para los enfermos. Se utilizan meticulosas técnicas de valoración para evitar las complicaciones potenciales del donante y asegurar un suministro seguro de sangre para los pacientes.

Una vez completada la donación se realiza el procesamiento de la sangre. Las pruebas serológicas incluyen: determinación del grupo AB0 y Rh, el despistaje de anticuerpos, la serología para sífilis y la búsqueda de antígeno de superficie de la hepatitis B y antígeno del VIH.

Preparados de hemáticos

– Sangre total: es aquella que no ha sido separada en sus diferentes componentes. Contiene todas las células de la sangre (hematíes, leucocitos, plaquetas, plasma y factores de la coagulación plasmática). Se utiliza para restaurar el volumen sanguíneo tras choque hipovolémico y para reforzar la capacidad de transporte del oxígeno en enfermos con hemorragia masiva. Cada unidad contiene un volumen aproximado de 500 ml de sangre con una suspensión de anticoagulante CPDA-1 (citrato-dextrosa-adenina), esto permite un vida útil de los glóbulos rojos por 35 días almacenados a 4-6ºC. Hay que tener en cuenta que si está más de 30 minutos a temperatura ambiente ya no se transfunde, y que pasadas más de 6 horas fuera de la nevera, la unidad deberá ser desechada.

– Concentrado de hematíes: Se obtiene por centrifugación y sedimento de la sangre. Se emplea en pacientes con anemia aguda o crónica que requieran un aumento de la capacidad de transporte de oxígeno y de la masa eritrocitaria para así aportar mayor oxigenación tisular. Una unidad contiene 300-350 ml. Se conserva a 5ºC durante un máximo de 35 días. La administración de una unidad de concentrado de hematíes en el adulto, aumenta la hemoglobina 1g/ml y el hematocrito un 3%; se debe administrar a través de un filtro. El tiempo de transfusión una vez abierto el sistema es de aproximadamente 4 horas.

– Concentrado de granulocitos: Se utiliza en granulocitopenias graves. Su duración es de un día en frigorífico.

– Concentrado de plaquetas: se preparan por centrifugación a partir de una unidad de sangre total. Se utiliza en trombocitopenias graves (<10.000/mm3), ocurriendo, por tanto, hemorragia, o también se utiliza en casos de disfunción plaquetaria. Una bolsa de concentrado de plaquetas (300-350 ml) aumenta su recuento en 5.000-10.000 plaquetas/μl. Se almacena hasta por 5 días a temperatura ambiente entre 20-24ºC. No se debe congelar. El tiempo de transfusión no debe superar las 4 horas y se administra a través de un filtro.

– Plasma fresco congelado: Se obtiene a partir de una unidad de sangre total después de la separación de los glóbulos rojos, y congelado a menos de 30ºC para garantizar la presencia de los factores de la coagulación, principalmente el V y VIII. Contiene todos los factores de la coagulación y proteínas plasmáticas como albúmina e inmunoglobulinas. Por tanto, se usa cuando hay déficit de los factores de la coagulación. Una unidad contiene 200-300ml. Puede estar un máximo de 24h a 1-6 ºC (descongelado). Se precisan 20 minutos para su descongelación previa a la administración.

– Crioprecipitados: es un derivado plasmático, con alto contenido en factores de la coagulación VIII, XIII y fibrinógeno. Se usa en hemofilia A, enfermedad de Von Willebrand, coagulación intravascular diseminada. Una unidad contiene 10-20 ml. Se conserva durante un año a <-30ºC y un máximo de 6 horas tras su descongelación. Actualmente son sintetizados por la industria farmacéutica y no se obtienen del plasma fresco congelado.

Procedimiento a seguir para la transfusión

1º Comprobar la orden médica de transfusión sanguínea: Tipo de preparado (sangre total, concentrado de hematíes…) y número de unidades.

2º Historia de transfusiones previas: Averiguar si el paciente presentó alguna reacción postransfusional.

3º Comprobar la etiqueta de la bolsa del preparado hemático con el grupo del paciente: Comprobar compatibilidad de grupo sanguíneo AB0 del preparado y del paciente; si se administra un componente que contiene hematíes, comprobar también el Rh.

4º Comprobar identidad del paciente: Nombre del paciente y número de la pulsera identificativa que se le coloca al extraer la sangre para realizar las pruebas cruzadas, con el nombre y número de la etiqueta de la bolsa del componente sanguíneo. No iniciar la transfusión si la información de la pulsera no coincide con la etiqueta.

5º Control y registro de signos vitales: Presión arterial, temperatura y frecuencia cardiaca deben ser medidos y anotados en la historia y en la hoja de transfusión del paciente antes de iniciar la transfusión.

6º Canalizar una vía venosa adecuada en caso de que no tuviera: Catéter de calibre 18 G (si es necesario). Si el catéter es de poco calibre existe mayor probabilidad de que se active el proceso de coagulación.

7º Conectar sistema de infusión: Suele emplearse un filtro de 170 μm de forma estándar. A veces se emplean un filtro especial que retiene los leucocitos (filtro desleucotizador) pare evitar reacciones transfusionales anómalas. Su uso es obligatorio para todos los productos hemoderivados. Los equipos de transfusión de sangre lo llevan incorporado.

8º Infundir suero fisiológico: Cerrar la administración de las infusiones de suero del paciente (a no ser que se realicen en otra vía venosa), para evitar hemólisis o coagulación de la sangre (suero glucosado, ringer, etc). No administrar ningún fármaco por la misma vía venosa del preparado hemático.

9º Iniciar la infusión del preparado hemático: Se inicia de forma lenta (unos 2 ml/min) durante los primeros 15 min, hasta comprobar la ausencia de reacciones transfusionales (durante los primeros 15-30 min se vigilará estrechamente la aparición de signos de reacción o sobrecarga circulatoria) .Pasados esos minutos se puede aumentar la velocidad para infundir cada unidad en unas 2 horas (4 h. para transfusión lenta). Periódicamente conviene agitar suavemente por inversión la bolsa del preparado sanguíneo. Si el tiempo de administración excede de 4 h se incrementa el riesgo de proliferación bacteriana.