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Estilo de vida obesogénico como consecuencia de la obesidad actual

Estilo de vida obesogénico como consecuencia de la obesidad actual

La unión de un mal hábito alimenticio, una disminución de la actividad física, un aumento del sedentarismo así como los estilos de vida, conlleva un gran riesgo para el desarrollo de sobrepeso u obesidad en la población.

Estilo de vida obesogénico como consecuencia de la obesidad actual

María Garrido Piosa. Máster en ciencias de la Enfermería

Saray Mojarro Girol. Máster en ciencias de la Enfermería

Carlos Marín Cañado. Máster en ciencias de la Enfermería

PALABRAS CLAVE: estilo de vida, obesidad, sedentarismo

RESUMEN

El objetivo de la presente revisión es promover la reflexión y concienciación en los profesionales de Enfermería y en la población en general de la relación entre la obesidad, la alimentación y el estilo de vida para así establecer estrategias de acción que resulten más productivas y eficaces.

INTRODUCCIÓN

Aunque la obesidad es un trastorno multifactorial en cuya etiopatogenia están implicados factores genéticos, metabólicos, psicosociales y ambientales, la rapidez con que se está produciendo el incremento de su prevalencia parece estar más bien relacionado con factores ambientales, como hábitos alimentarios poco saludables, junto a una disminución de la actividad física en niños y adolescentes condicionada, en gran medida por la televisión. Cada vez se dispone de evidencia más uniforme sobre el impacto del problema en la mayor parte de las enfermedades crónicas y no sólo en relación con los problemas cardiovasculares, sino también con otros problemas frecuentes como la Diabetes tipo 2, artrosis, problemas psicológicos, incluso algunos tipos de cáncer tales como el de colon, el de mamas y el de endometrio. La calidad de vida y sus crecientes dimensiones configuran la obesidad como un importante problema de Salud Pública.

Como menciona Aranceta-Bartrina J. et al; en su estudio de Prevalencia de la obesidad en España, los responsables sanitarios deben abordarlo con carácter prioritario, por un lado, para evaluar su magnitud y factores determinantes, y por otro, para intentar poner en marcha estrategias efectivas que permitan invertir esta tendencia en los próximos años.

Los estilos de vida empiezan a forjarse en la familia, se refuerzan en el medio escolar y se afianzan en la comunidad gracias al contacto con sus padres y medio social.

La evolución en el comportamiento alimentario de nuestra sociedad, producido en las últimas décadas como consecuencia de diferentes factores, como el paso de una economía de autoconsumo a una economía de mercado, la incorporación de la mujer en el mercado laboral, nuevos sistemas de organización familiar… ha provocado que se haya experimentado un cambio en los patrones tradicionales de alimentación, lo que en cierto modo ha acercado a los núcleos familiares nuevos elementos que ponen en peligro el equilibrio nutricional existente con la dieta mediterránea, considerada como un prototipo de dieta saludable, cuyos principios básicos deberían ser aplicados en la edad pediátrica y, por supuesto, ser asumidos en nuestro entorno cultural y geográfico.

Sin embargo, la industrialización y comercialización de la cadena alimentaria, con una producción cada vez mayor de alimentos procesados, están induciendo una serie de cambios en relación con los hábitos y preferencias alimentarias en varios sectores poblacionales, sobre todo en la infancia y adolescencia.

Existe una gran necesidad por parte de la población, en general, y más concretamente por parte de los escolares y adolescentes, de una educación nutricional teórica y aplicada. Se deben establecer normas y guías alimentarias que promuevan la recuperación de la dieta mediterránea como modelo de dieta saludable.

Las características del entorno en el que se desenvuelven las personas obesas cobrarán un importante papel en la solución del problema a la hora de elaborar estrategias de acción por parte de Enfermería. Es imprescindible tener en cuenta las enormes presiones que resultan de la sociedad, donde llegar a desarrollar hábitos saludables puede resultar muy dificultoso y que las condiciones de vida “condicionan” los estilos de vida. Así pues, a la hora de abordar un plan de acción, se deberá tener en cuenta tanto el entorno como las condiciones de vida para poder llegar a comprender el estilo de vida que cada familia posee.

Debido al seguimiento de dicho estilo de vida, un porcentaje significativo de niños con sobrepeso no son percibidos por sus padres, por lo que deberíamos tener esto en cuenta a la hora de proceder a la estructuración de estrategias de acción. Hoy por hoy, es notorio que existe una gran preocupación por la salud y se identifica a la alimentación adecuada como una herramienta óptima para la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. Si bien, es necesario reseñar que la elección de los alimentos viene determinada por el factor económico y el gusto en primer lugar, seguido de cerca por la comodidad y simplicidad en su preparación, quedando detrás de estos aspectos el valor nutritivo que los alimentos aportan. Otro aspecto que no se debe dejar de mencionar es la distribución de las rentas, lo que convierte al nivel socioeconómico en un factor de riesgo a la hora de presentar cifras elevadas de obesidad y sobrepeso infantil.

Por último, y por ello no menos importante, es la cuestión de que no debe quedarse en el olvido el papel que los medios de comunicación tienen en referencia a la promoción de la salud a través de la divulgación del conocimiento y la información actualizada, debido al enorme alcance que presentan.

DISCUSIÓN – CONCLUSIONES

Por tanto, el estilo de vida que se ha denominado obesogénico está conformado por una serie de hábitos que ya parecen formar parte de la educación que reciben muchos niños en nuestra sociedad. Esos hábitos muestran fuertes relaciones entre sí, aunque cada uno de ellos puede contribuir de un modo particular al aumento del peso, bien por la vía de la reducción del gasto calórico, o bien por la vía del incremento del consumo de caloría. Por ello, la educación del normopeso pasa por un cambio general en el estilo de vida.

Tal y como se indica, la falta de un sueño suficiente parece tener gran relación con el sobrepeso infantil. Sin embargo, corregir este déficit de sueño pasa por corregir otro hábito extendido: ver la televisión hasta tarde. Falta de sueño y televisión presentan un binomio indisociable.

En términos educativos esto significa que los niños no se deben quedar viendo la televisión hasta que el programa acabe, sino que se deben ir a la cama a una hora prefijada independientemente de lo que en ese momento ofrezca la programación televisiva. Del mismo modo, disponer de una televisión en el dormitorio infantil no hace más que incrementar la probabilidad de que el niño se acueste mucho más tarde. Asociado a este binomio se encuentra el hábito cada vez más extendido de no desayunar o hacerlo de manera insuficiente. Para evitar esto es necesario levantarse con tiempo suficiente y esto sólo es posible si el niño se acuesta pronto y el horario de la televisión está claramente limitado.