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Trabajo de investigación. Estilos de vida y control de la presión arterial

sistólica con la edad. Los efectos de la reducción del sodio parecen ser muy importantes a la hora de plantearse intervenciones dietéticas directas sobre pacientes con hipertensión arterial (HTA). Los primeros datos obtenidos acerca de esto surgieron de los estudios de intervención existentes hasta la fecha, los cuales mostraban como la restricción del consumo de sal (Na de 50 mmol/24 h durante menos de 5 semanas) producía una reducción de la TAS en 5 mm Hg en normotensos y en 7 mmHg en hipertensos.

En cualquier nivel de sodio la mayor reducción se consiguió con la dieta DASH, y por supuesto el mejor resultado sobre el descenso tensional se consiguió con el plan de alimentación DASH (sobradamente demostrada su eficacia en la disminución de la tensión arterial) y la ingesta de sólo 1500 mg de sodio al día.

Si analizamos los resultados, la reducción de la ingesta de sodio disminuye los niveles de TAS 4.5-5 mmHg, y la dieta DASH 1.7 mmHg. Por tanto, uniendo las dos medidas se lograría disminuir la TAS 7 mmHg en normotensos y 11.5 mmHg en hipertensos.

La mayor cantidad de sal ingerida en nuestros pacientes era como sal en sí añadida a las comidas y en menor cantidad, la ya contenida en ellas. Casi un 75% de los pacientes que confesaban una dieta baja en Na y rica en frutas, vegetales y lácteos desnatados (dieta DASH) no necesitaban de medicación para considerarse en el grupo de pacientes hipertensos controlados.

En cuanto al control del peso corporal ó IMC, queda ampliamente demostrado también, los beneficios adicionales en el tratamiento y control de la hipertensión arterial (HTA). No obstante, se dice que el riesgo de desarrollar hipertensión arterial (HTA) es dos a seis veces más alto en individuos con sobrepeso que en personas de peso normal (en el estudio Framingham, se observó que la prevalencia de hipertensión arterial (HTA) en obesos es el doble que en normopesos y un aumento en el peso relativo de 10% predijo un incremento en la tensión arterial de 7 mmHg).

En nuestra población hipertensión arterial (HTA), el 23% estaba en obesidad, el 58% en sobrepeso y sólo el 19% estaba en normopeso. Y se demuestra una relación claramente exponencial entre el aumento del índice de masa corporal (IMC) y el mal control de la presión arterial o la necesidad de tratamiento farmacológico.

Un aspecto que me pareció especialmente importante estudiar en estos pacientes era los conocimientos y creencias que sostenían con relación a su adherencia terapéutica ó a los estilos de vida saludables. En este contexto los resultados no fueron muy sorprendentes, es decir, la mayor parte de ellos conocen sobradamente cuáles son esos factores de riesgo para el control de su presión arterial (Tabla 8).

Aproximadamente más de la mitad de los pacientes refirieron percibir la hipertensión arterial (HTA) como una amenaza para su salud e igual porcentaje se sintió vulnerable a sus complicaciones, pero prácticamente la mitad de los hipertensos encuestados (48.4%) no se sintió amenazado por esta enfermedad ni vulnerable a sus complicaciones, lo cual conspira contra la adherencia a esos estilos de vida saludables o incluso a la toma de la medicación.

De los pacientes encuestados, el 65% refirió haber recibido información suficiente para realizar o poner en práctica esos consejos higiénico-dietéticos para el control de su tensión arterial (TA).

En cuanto a la adherencia a cumplir con los consejos-tratamiento, la gran mayoría de ellos (76%) informaron de problemas con alguno de los componentes del tratamiento (lo que sería un informe de adherencia parcial) (Tabla 9). Puede apreciarse como la mayoría de los pacientes informan encontrar dificultad en los tres componentes que implican un mayor compromiso comportamental, como son el seguimiento del plan de comidas y el cumplimiento del plan de ejercicio; mientras que es muy bajo el porcentaje que reconoce tener problemas con el cumplimiento del plan de medicación antihipertensiva. Cabe resaltar que el 31% informó tener problemas con todos los componentes del tratamiento, lo que debe ser interpretado como una falta de adherencia discrecional que implica el incumplimiento de uno u otro componente dependiendo de las circunstancias, pero no debe tomarse como un informe de falta total de adherencia.

Se analizó también las razones que los pacientes indicaron para sustentar sus informes de problemas o dificultades en el cumplimiento del tratamiento (Tabla 10). Destaca que las dos razones mayoritariamente informadas (más del 40%) fueron la “falta de voluntad” y las “reacciones inadecuadas ante situaciones cotidianas” (en cuanto que la manera de reaccionar interfiere, dificulta o impide el cumplimiento).

DISCUSIÓN

Los resultados son similares a los encontrados en la mayoría de los estudios existentes en la literatura sobre el tema en cuestión (el primer paso del estudio fue realizar una búsqueda bibliográfica bastante significativa).

Se verificó la importancia y la necesidad de adoptar intervenciones de promoción y prevención en salud, que difieran de las intervenciones tradicionales de tipo curativo. Se trata ésta de una meta de difícil logro, dadas las ideas dominantes acerca de la atención en salud, que se centran en el uso de los servicios médico-asistenciales cuando se presenta la enfermedad y no tanto en la prevención de la misma.

La hipertensión arterial (HTA) una vez establecida puede acompañar a una persona durante mucho tiempo, empeorar su estado de salud en general e incluso conducir a la muerte por alguna de sus múltiples complicaciones. Los cambios en el estilo de vida han demostrado efectividad en la disminución de la presión arterial. Y, en aquellos casos que por sí solo no ha ocurrido, favorecen, pues disminuyen el número y dosificación de medicamentos hipotensores para lograr los niveles adecuados.

Del grupo de hipertensos encuestados, gran parte de ellos no realizaban buenas prácticas de salud a pesar de reconocer tener una información bastante adecuada sobre su problema de salud.

Esta experiencia permitió constatar una vez más, que los cambios de estilo de vida que puede realizar una persona no son el resultado espontáneo de la “buena voluntad” de las personas, de un proceso de información acerca de factores de riesgo, o del conocimiento de datos epidemiológicos. Por el contrario, resultan del compromiso específico y explícito con algunas metas particulares, propuestas luego de un análisis objetivo de la situación personal, y de la adopción y práctica de procedimientos concretos que garanticen el logro de los objetivos de comportamiento. Es bien conocido que son muy altas las tasas de incumplimiento de las recomendaciones médicas, cuando éstas se restringen a recomendaciones biomédicas tradicionales, de tipo farmacológico. Mucho mayor es el incumplimiento cuando las recomendaciones implican cambios de estilo de vida.

Para cambiar esta situación sería necesario modificar primero sus creencias acerca de la enfermedad, tratando de incorporar en ellos la percepción de amenaza que representa para su salud la presencia de una hipertensión arterial (HTA) no controlada; y lograr así que se sientan vulnerables ante las complicaciones que ésta puede ocasionar, y al