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El estrés y la enfermedad coronaria: asesinos silenciosos

Otra aportación de Lavín (2013-2014), sostiene que se puede proponer desde un punto de vista fisiológico, que las enfermedades complejas son un intento fallido de nuestros sistemas para adaptarse a un ambiente hostil. Ya que la variabilidad del rimo cardíaco se ve forzada, haciéndonos propensos al padecimiento de la enfermedad coronaria.

Con esto se pretende atraer la intervención y atención de las diferentes áreas que conforman los profesionales de la salud, desde un enfoque integral, multidisciplinario e interdisciplinario, para identificar y establecer los factores que han originado el incremento del estrés que conlleva al padecimiento y deterioro del individuo ante la presencia de enfermedad coronaria y poder aplicar de manera efectiva acciones de prevención, detección temprana, y tratamiento; convirtiéndose en un verdadero propósito ante la competencia social que son cada vez más estrictos así como lejanos de los estándares saludables tanto médica y psicológicamente.

También es importante la integración según la lectura de Pisano y González (2014), el término adherencia terapéutica es conocido en la actualidad por muchos pacientes y familiares, debido a la amplia difusión que ha adquirido dicha temática en los medios de comunicación masiva, incluyendo la educación individual y grupal, con apoyo audiovisual, verbal, información escrita, refuerzos telefónicos, por medios electrónicos, en la consulta, en el domicilio y en la comunidad, dando como resultado que la mayoría de los individuos, sin importar su estrato social, tengan una idea acerca de lo que implica la problemática de la enfermedad coronaria y las fuentes de estrés que pueden contribuir a su padecimiento.

Por esta razón, las fuentes de estrés y el padecimiento de la enfermedad coronaria no son en realidad entidades del todo diferentes entre sí, sino que ambas son manifestaciones matizadas del mismo disturbio y presión piscó-social.

Con base en lo anterior y debido al hecho de que ambas son enfermedades que pueden perdurar y pasar ocultas hasta que las condiciones orillan al paciente a ser detectado y recibir ayuda interdisciplinaria y multidisciplinaria a tiempo, los pacientes que padece alguna de estas dos puede oscilar de un periodo aislado desencadenando dicha enfermedad, poniendo en riesgo su vida. Es prudente señalar que esto puede verse sesgado por factores culturales y económicos que limitan la capacidad de diagnóstico y reconocimiento. Esto dificulta la adherencia al tratamiento ante la enfermedad coronaria, limitando así al paciente a que acuda a una consulta médica o psicológica donde pueda ser detectado, diagnosticado y promover la adherencia al tratamiento adecuadamente.

Por tal motivo la medicina mente-cuerpo sugiere que la salud es mucho más que sólo la ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar general (social, físico, mental) Shang (2001), siendo necesario que los expertos en salud tomen conciencia del gran impacto tanto físico como emocional que vive el paciente, cuando se le diagnostica la enfermedad, tomando en cuenta las repercusiones psicológicas y biológicas, las cuales han hecho mella de manera impresionante, dificultando así la rehabilitación parcial o completa del sujeto. Debido a que la presencia de la enfermedad coronaria lo impacta en todas sus áreas de vida, ya que automáticamente lo relaciona con la sensación de muerte.

Así mismo, el paciente coronario suele verse atormentado por el miedo a que las circunstancias lo hagan verse limitado en ocasiones de la convivencia social y familiar, como lo son celebraciones de cumpleaños, fiestas, y reuniones de trabajo. Es frecuente que se presente una afición nula por la actividad física y el ejercicio, como un medio para evadir la sensación de enfermedad o vulnerabilidad a que la persona puede obtener tranquilidad al pensar que ha logrado deshacerse de ella.

Afección psíquica.

La apertura en la concepción de salud, al tomar en cuenta la influencia de la mente y el alma en la enfermedad. Gilbert (2003), refiere que un 60% de las visitas al médico envuelven problemas de estrés relacionado con otros desórdenes. Esto demuestra según Gilbert (2003), que la raíz de la mayoría de enfermedades es de carácter psicológico, psicosomático y mental.

Emocionalmente, el paciente coronario también presenta cambios importantes de conducta y del estado de ánimo. Pueden presentar episodios depresivos, sentimientos de culpa, rechazo u odio hacia su propia persona y tristeza generalizada. Su semblante es notoriamente apagado y falto de alegría. Suelen ser jueces extremadamente rigurosos con ellos mismos, siendo los más duros e inflexibles cuando se autocritican de manera exagerada, lo cual es el sostén de dicho comportamiento.

Desde esta perspectiva, la aportación de Denollet y Brutsaert (1995), la conducta observada bajo este patrón es la tendencia a suprimir, reprimir y contener el distrés emocional. El estrés negativo (distrés) ha sido objeto de estudios que lo vinculan con la patología coronaria. En la medida en que influye en las funciones somáticas, volviendo al organismo más vulnerable a la enfermedad, el distrés actuaría como desencadenante, de modo activo y agudo, de eventos cardíacos.

De tal forma, Laham, M. (2008), complementa que ante el estrés y personalidad coronaria lo más conveniente es reunir bajo un mismo concepto de estrés los estímulos que provocan las reacciones en sí mismas y los procesos involucrados en las respuestas. Y definir al estrés en referencia a cualquier evento en el cual las demandas externas y/o internas agotan o exceden los recursos adaptativos de un sujeto.

Cabe destacar que el paciente con enfermedad coronaria tiene sentimientos encontrados durante su padecimiento; pueden caer en la negación total o parcial al deteriorarse la salud, e incluso pueden afirmar que están en excelentes condiciones; también lo invaden las dudas, miedos, frustración, soledad, se aprecia desamparado por el shock que le provoca dicho diagnóstico, el verse limitado al realizar las actividades de forma independiente y con libertad, le es difícil detectar, externar y compartir a través de la comunicación con la familia, amigos, en el área laboral y soporte social el estrés que esto le ocasiona; aunado a esto Laham, M; (2008), refiere que la fatiga es el más común y el más temprano en su manifestación síntoma de un inminente ataque cardíaco, ya que muchos son los enfermos que creen que el estrés es el factor más importante que los condujo al infarto de miocardio. Por lo tanto puede ser interpretado como una debilidad, pues en algunos casos pude pensar que será una carga económica, física, emocional y moral, que no sirve más, también se puede percibir que pasa de ser autónomo, proveedor, apoyo y guía a una persona que solo causará molestias y preocupaciones, por lo tanto lo invaden los pensamientos pesimistas, la afectividad se deteriora la cual comparten de manera negativa, observando su autoestima y fortalezas disminuidas.

Al respecto Laham, M; (2008), sugiere que los causantes sociales de la enfermedad, en principio, habrían de ser considerados como cualquier evento en que las instancias del ambiente terminan o sobrepasa las estrategias de afrontamiento de la persona, lo cual desarrolla un proceso de estrés negativo. Bajo este tenor Laham, M; (2008), complementa que los estresores cotidianos son las pequeñas amenazas rutinarias que exigen poco esfuerzo para su superación y que sólo constituyen factores de riesgo en virtud de la asociación entre varios de estos agentes, y su acumulación. El estrés social, laboral, interacción y los cambios impactan en la salud. Dentro de los factores sociales se destacan los niveles socioeconómicos y la situación laboral.

Conclusiones.

Es importante ser empáticos con los pacientes que sufren enfermedad coronaria que desencadena el estrés, siendo necesario el apoyo moral, económico y físico, para disminuir los efectos emocionales que esto conlleva, por otro lado es de vital importancia acompañarlos, entenderlos, escucharlos, desde la perspectiva de la paciencia, tolerancia, voluntad y constancia, a través del cariño, amistad, solidaridad y amor incondicional, ya que no solamente sufre el paciente coronario, sino también la familia y los seres más cercanos, pues en la medida de lo posible tratar de disminuir las dificultades agotadoras que se presentan al romperse la dinámica familiar y en todas las áreas del paciente, de igual forma, promover la integración colaborativa tanto en los acuerdos y ajustes correspondientes que promoverán un ambiente de bienestar, tranquilidad y seguridad ante la enfermedad coronaria.

Al mismo tiempo, la situación social explícitamente, la demanda de las organizaciones de trabajo, exigen a las personas un equilibrio aparente que permita soportar todo tipo de presiones sin posibilidad de protesta. Esta situación potencia el estrés negativo y conduce a la adquisición y adherencia a hábitos nocivos de riesgo coronario como lo son las toxicomanías (alcoholismo, tabaquismo, drogadicción). Que son percibidos como una salida o alivio momentáneo de estas situaciones. Laham, M; (2008).

Sin embargo, en la actualidad existe una mayor consciencia por parte de la sociedad con respecto a dichas entidades, así como mayor presión por parte de los familiares quienes también sufren la enfermedad y deterioro del ser querido.

Lo importante es la promoción de las emociones positivas (en particular el optimismo, el buen humor y la experimentación creativa) que siempre están presentes en todas las personas, aún en situaciones adversas. La vivencia de estas emociones refuerza la subjetividad y a largo plazo, minimiza la fuerza de las emociones negativas. Así se potencializan los recursos psicológicos de la persona y se mejoran las estrategias de afrontamiento del estrés. Laham, M; (2008).

Mediante la aportación de Melillo y Suárez Ojera (2001), quienes denominaron ocho pilares de la personalidad resiliente: introspección, independencia, sociabilidad, iniciativa, buen humor, creatividad, sentido moral y fuerte autoestima. Es decir, que al incorporar estas estrategias, habilidades y recursos por el paciente coronario, abarcando todas sus esferas de vida, tiene la posibilidad de contar con una rehabilitación adecuada, contando con la posibilidad de reconquistar el bienestar y calidad de vida que tanto anhela.

Referencias.

Denollet, J.; Sys, S.U.; Brutsaert, D.L. y Col. (1995). Personality and mortality after myocardial infarction, en Psychosom. Med, 57: 582-591.

Friedman, M. Y Rosenman, R.H. (1974). Type a behavior and your heart, New York, Knopf, 1974.

Gilbert, M. “Weaving Medicine Back Together: Mind-Body Medicine in the Twenty-First Century”. The journal of alternative and complementary medicine. 2003. 9(4): P. 563-570.

Laham, M. (2008). Psicocardiología su importancia en la prevención y la rehabilitación coronarias. Suma Psicológica, 15(1), 143-169. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=134212604006.

Lavín, M.M. (2013-2014). Paradigmas complejos. Aplicables en la medicina clínica contemporánea. Academia Nacional de Medicina, (SD), 155-171.

Melillo, A., y Suárez Ojeda, E. (2001). (Compiladores), Resiliencia. Descubriendo las propias fortalezas. Ed. Paidós. Bs.As.

Pisano, G. M., y González, P.A. (2014). La modificación de los hábitos y la adherencia terapéutica, clave para el control de la enfermedad crónica. Enfermería Clínica, 24(1), 59-66. Recuperado de http://dx.doi.org/10.1016/j.enfcli.2013.10.006.

Rodríguez Barquero, V; (2005). Terapias mente-cuerpo: una reintegración de mente, cuerpo y espíritu. Revista de Ciencias Sociales (Cr), III-IV () 183-190. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15311014

Shang, Ch. “Emerging Paradigms in Mind-Body Medicine”. The Journal of Alternative and Complementary Medicine. 2001. 7(1): Pp. 83-91.

Tortora, G., & Derrickson, B. (2013). Principios de anatomía y fisiología. Buenos Aires: Medica panamericana.