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Incontinencia urinaria y fecal en el anciano

la impactación fecal: desimpactación manual o con enemas y del estreñimiento crónico.

ü     Modificación de las barreras arquitectónicas: retrete accesible, sobre todo si hay incapacidad funcional y/o deprivación sensorial; o utilización de algún elementos para recoger las heces; adaptación de los retretes.

ü     Utilización de absorbentes: útil en aquellos muy incapacitados.

Según la consistencia de las heces, distinguiremos inicialmente dos situaciones: líquidas y sólidas: (7)

ü     Heces líquidas: se debe solidificar las heces con fibra, antidiarreicos (codeína, loperamida, que puede aumentar el tono del esfínter anal interno) o colestiramina (vigilar en pacientes por sus interacciones con diversos medicamentos, como warfarina o propranolol. Se recomienda comidas que sean poco abundantes.

ü     Heces solidas: importante mantener buenos hábitos intestinales, pueden usarse supositorios de glicerina 30 minutos después de las comidas con una frecuencia de uno de cada 24-48 horas. No se deben utilizar aceites minerales.

Las técnicas de biorregulación, con las que se observa el resultado de los ejercicios musculares a través de dispositivos electrónicos o mecánicos. Dichas técnicas pueden tener éxito en el 70% de los pacientes capaces de comprender órdenes y con algún grado de sensación rectal.

Se ha intentado con escaso éxito el tratamiento tópico con un agonista alfa-adrenérgico como la fenilefrina que producen una contracción del esfínter anal interno.

En pacientes que no responden las anteriores medidas usará la cirugía, sólo en los casos en los que se identifica una causa tratable. Hay diversos tipos de cirugía como esfinteroplastias (volver a unir los músculos rectales), intervenciones dirigidas a tratar lapsos rectales o hemorroides, colostomías y procedimientos destinados a crear un nuevo esfínter. En algunos pacientes se les puede colocar un esfínter artificial, el cual consta de 3 partes: un manguito de presión que se ajusta al canal anal, un balón regulador de presión y una bomba que infla el manguito de presión. También se puede utilizar un músculo del muslo o del glúteo para rodear la región del esfínter anal y así fortalecerla.

–                      Tratamiento farmacológico: (8,9) codeína (30mg/8 horas) y loperamida (4-8 mg/día; mantenimiento según respuesta), que reducen la defecación imperiosa, la frecuencia de los movimientos intestinales y el volumen de las heces. En ocasiones, se puede asociar fibra, para incrementar el bolo fecal y conseguir unas deposiciones más formadas que permitan programar las defecaciones. (8)

–                      Técnicas de modificación de conducta: intentar restablecer un patrón normal de vaciamiento fecal, promoviendo así la continencia. Eficaces en pacientes con alteración del suelo pélvico o lesión esfinteriana. La más utilizada es la de los ejercicios del suelo que persigue reforzar el músculo elevador del ano, el puborrectal, los ligamentos pubovesicales, etc. (8)

7.- REPERCUSIONES Y/O CONSECUENCIAS DE LA INCONTINENCIA URINARIA Y FECAL:

Las repercusiones que genera la incontinencia urinaria y fecal son comunes en todos los ámbitos, genera un impacto negativo en el anciano que la padece con deterioro importante en su calidad de vida, afectando tanto a la esfera física como a la psíquica además de derivar importantes consecuencias socioeconómicas. (19)

Las repercusiones que genera este problema de salud pueden ser múltiples y variadas, no dependiendo directamente de la severidad de los escapes, sino que influyen factores individuales (edad, sexo, comorbilidad, situación funcional, estilo de vida), así como el tipo de incontinencia. (5)

Las personas que padecen incontinencia urinaria y fecal, frecuentemente experimentan sentimientos de angustia, pérdida de autoestima (60% desarrollan síntomas depresivos) así como aislamiento social. Por otra parte, limita la independencia funcional del individuo en las actividades de la vida diaria y puede llevarlo a un estado de dependencia total. Las personas que la padecen, están expuestas a un riesgo mayor de irritación, ulceración e infección en la piel y mucosas del tracto genitourinario. (15)

La incontinencia urinaria (IU) se constituye en un factor de riesgo para que el adulto mayor sufra daños adicionales a la salud, se relaciona de 20 a 40% de los casos con caídas reportadas en las mujeres de este grupo de edad, de éstos un 10% presentaron fractura de cadera y el 30% requirieron de ingreso al hospital por lo menos en una ocasión. (15)

La incontinencia fecal no forma parte del envejecimiento normal, es uno de los síndromes geriátricos que mayor repercusión tienen en la calidad de vida del anciano y de su cuidador. Es tristemente una gran desconocida en el ámbito sanitario, a pesar de ser la causa de que muchos pacientes dejen de vivir en sus domicilios. (5)

La asociación de incontinencia fecal con la incontinencia urinaria (doble incontinencia o mixta) se observa frecuentemente en las personas mayores que comienzan con una incontinencia fecal, con un gran impacto, no sólo físico (úlceras por presión, infecciones de orina, etc.), sino también de tipo económico (derivadas del gasto que genera el alto consumo de absorbentes y los cuidados sociosanitarios adicionales) y psicosocial (ocasionando un deterioro progresivo en las relaciones personales y sociales de los pacientes). Se ha descrito como la segunda causa de institucionalización en ancianos, sobre todo cuando está asociada a incontinencia urinaria. (5)

La situación de incontinencia suele ser un problema oculto por diversas razones, miedo, vergüenza, desconcierto, falsas creencias, aceptación…, principalmente, se basa en el desconocimiento de la situación. Todo ello implica que, con frecuencia, el paciente no refiera su existencia, debiéndose preguntar específicamente por esta cuestión y observar la reacción del anciano/a, por lo que es necesario interrogar acerca de este problema. (20)

La importancia de la incontinencia no radica tan sólo en ser una de las principales causas de institucionalización del anciano, también debe su importancia al gasto económico que suponen para la sociedad los tratamientos, tanto curativos como paliativos, así como la carga familiar que supone esta situación y su atención. Adquiere mayor importancia cuando se analizan las repercusiones en la persona que padece este síndrome, repercusiones personales que son tremendamente importantes. Comenzando por la situación emocional que supone para muchos pacientes geriátricos, ya que constituye una regresión humillante en la función corporal, que origina un grave deterioro de la actividad y la relación social. (20)

Las repercusiones a nivel personal son variadas y, como hemos dicho con anterioridad, todas ellas se acaban relacionando y comprometiendo la estabilidad de las personas. (20)

7.1.- Esfera Física (20)

Se produce una situación de riesgo de deterioro de