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Intervención enfermera en la obesidad infantil y estilos de vida

esos momentos disfruta de los alimentos que está consumiendo.

Parece que el consumo de televisión y el sobrepeso mantienen una relación dosis-respuesta y que disponer de televisión en la habitación es un potente predictor del sobrepeso infantil. En esta relación parece que la falta de sueño puede desempeñar un importante papel. Además, la publicidad que acompaña y se intercala en los programas infantiles tiende a transformar los programas en escaparates publicitarios, con el objetivo de estimular el deseo y la necesidad de consumir, y preferentemente, se trata de alimentos de alto contenido calórico. Hoy en día, la TV forma parte de todos los hogares y su visión está considerada como una actividad rutinaria a la que los jóvenes dedican gran parte del tiempo de ocio.

Por tanto, convendría que todas aquellas personas (padres, pediatras, enfermeras, docentes, poderes públicos, etc.) implicadas en la educación de nuestros hijos reflexionaran sobre estos hábitos televisivos, ya que el uso indiscriminado de la TV, además de aumentar la pasividad intelectual y limitar la creatividad, fomenta el sedentarismo y, por tanto, el desarrollo de obesidad. Los estudios epidemiológicos nutricionales han comprobado reiteradamente cómo los conocimientos adquiridos mediante el esfuerzo pedagógico de los Programas de Educación Nutricional, incluso cuando éstos están dirigidos a una población sensibilizada que demanda información y tienen una excelente disposición para recibirla, a pesar de conseguir una población informada, no se ponen en práctica y por tanto, no se traducen en consumos reales de alimentos coherentes con los consejos y recomendaciones recibidas.

• Falta de sueño (11): Cada vez se acumulan más datos que ponen de manifiesto la relación entre la falta de sueño y el sobrepeso y la obesidad. Se ha observado que los niños que duermen menos horas muestran un índice de masa corporal (IMC) más alto que los que duermen más. Además, los chicos que duermen menos tienen una cintura significativamente mayor, observándose además que hay una relación dosis-respuesta entre las horas de sueño y el índice de masa corporal (IMC) infantil y que dicha relación se mantiene entre la hora de irse a la cama y el índice de masa corporal (IMC), pero no con la hora de despertarse. Se sabe, que la falta de sueño provoca la alteración en dos hormonas fundamentales relacionadas con la ingesta: la leptina, que informa al cerebro de la saciedad, y la grelina, que estimula la sensación de apetito. Las personas sometidas a deprivación de sueño tienen más apetito y más dificultades para sentirse saciados.

No desayunar (11): Entre los cambios de los hábitos alimentarios que están aumentando en las tres últimas décadas se encuentra la supresión del desayuno (comida más importante del día). Es un proceso creciente, en el que cada vez son más los niños que salen de casa sin desayunar, sea por falta de tiempo o sustitución del desayuno correcto (lácteos, cereales y fruta) por bollería industrial, todo ello está relacionado pues con el sobrepeso infantil. Este hecho tiene una enorme importancia en relación con la evolución del peso, ya que se ha demostrado que los adolescentes que no desayunan regularmente tienen más probabilidades de tener algún grado de sobrepeso que el resto. Esto se debe a que cuantas menos comidas realizan, más aumenta el consumo de snack y otros alimentos calóricos entre horas (bollería industrial rica en grasas y azúcares).

Por todo ello, como conclusión de este apartado, podemos decir que la tendencia a saltarse cualquiera de las comidas principales se ha asociado a una ingesta posterior compensatoria caracterizada por cierto descontrol, y en la que se consume un mayor número de calorías muy superior que el de una comida normal, por lo que saltarse una comida está relacionada con el sobrepeso.

Comer solo, comer chucherías y comer lo que gusta (11): Comer se ha asociado siempre en las culturas a un acto social, sin embargo, en las últimas décadas debido a cambios laborales, los adultos y los niños están comiendo solos. Este hecho es muy relevante en términos nutricionales, ya que comer en compañía se traduce en comer más rápido, peor y de un modo menos saludable. Los niños que no cenan regularmente en familia comen más chucherías, más comida rápida y se alimentan de forma más desequilibrada nutricionalmente que los niños que comen de manera regular con su familia. Cenar con la familia se ha asociado a patrones de ingesta más saludables, incluidos un mayor consumo de fruta y vegetales, menos consumo de bebidas azucaradas y grasas trans y más fibra. El hecho de que los niños coman solos, se traduce también a que coman únicamente lo que les gusta. (11)

DISCUSIÓN

El desarrollo de sobrepeso u obesidad no está solo relacionado con un mal hábito alimenticio, sino que está relacionado además con un estilo de vida denominado obesogénico, conformado por una serie de hábitos que ya parecen formar parte de la educación que reciben muchos niños en nuestra sociedad. Esos hábitos muestran fuertes relaciones entre sí, aunque cada uno de ellos puede contribuir de un modo particular al aumento del peso, bien por la vía de la reducción del gasto calórico, o bien por la vía del incremento del consumo de caloría. Por ello, la educación del normopeso pasa por un cambio general en el estilo de vida.

Tal y como se indica, la falta de un sueño suficiente parece tener gran relación con el sobrepeso infantil. Sin embargo, corregir este déficit de sueño pasa por corregir otro hábito extendido: ver la televisión hasta tarde. Falta de sueño y televisión presentan un binomio indisociable. En términos educativos esto significa que los niños no se deben quedar viendo la televisión hasta que el programa acabe, sino que se deben ir a la cama a una hora prefijada independientemente de lo que en ese momento ofrezca la programación televisiva. Del mismo modo, disponer de una televisión en el dormitorio infantil no hace más que incrementar la probabilidad de que el niño se acueste mucho más tarde. Asociado a este binomio se encuentra el hábito cada vez más extendido de no desayunar o hacerlo de manera insuficiente.

Para evitar esto es necesario levantarse con tiempo suficiente y esto sólo es posible si el niño se acuesta pronto y el horario de la televisión está claramente limitado. Por otra parte, la falta de energía que produce el ayuno matinal se traduce en menor actividad y mayor probabilidad de aburrimiento y otros estados emocionales negativos, como inquietud o desánimo. Todo ello puede compensarse con un pequeño atracón a media mañana con alimentos generalmente bastantes calóricos.

El tratamiento de la obesidad es complejo, requiriendo por parte de un equipo multidisciplinar, una combinación de aporte alimentario adecuado, ejercicio físico y modificación de actitudes y comportamientos