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Intervención enfermera en el tromboembolismo pulmonar (TEP)

  • Angiografía pulmonar: esta prueba detecta un tromboembolismo pulmonar con una muy alta seguridad, pero por desgracia es la prueba más cara y más agresiva para el paciente. Consiste en la introducción directa de contraste yodado en los vasos sanguíneos pulmonares a través de un catéter que llega hasta los mismos pulmones. De esta forma, las venas pulmonares se “dibujan” mucho mejor. Sólo se realiza cuando la sospecha de tromboembolismo pulmonar (TEP) es muy alta y el resto de pruebas no confirman del todo su presencia.
  • Ecografía venosa de piernas: esta prueba no diagnostica por sí misma un TEP, pero hay que tener en cuenta que el 95% de los TEP suceden como consecuencia de una trombosis venosa profunda en las piernas. Por tanto, siempre se realiza una ecografía-doppler de las venas de las piernas, porque la existencia de una trombosis apoyaría mucho el diagnóstico de TEP.
  • Ecocardiografía: de nuevo, esta prueba no es diagnóstica de TEP por sí sola y no tiene por qué realizarse. Sin embargo, muchas veces se realiza un ecocardiograma para ver hasta qué punto se ha afectado el corazón y también para descartar que el problema sea cardíaco y no pulmonar.

Tratamiento:

El tratamiento del tromboembolismo pulmonar (TEP) debe iniciarse lo más pronto posible, ya que cuanto antes comience, más probable es que el tromboembolismo pulmonar (TEP) se solucione sin complicaciones.

  • Anticoagulación con heparina: en cuanto se sospeche un TEP se debe comenzar el tratamiento anticoagulante con heparina, aunque todavía no se haya confirmado el TEP. Hay dos tipos de heparinas:
  • – Heparina no fraccionada: se administra vía intravenosa y requiere controles analíticos de la coagulación sanguínea cada poco tiempo. Lo bueno es que su efecto anticoagulante es reversible de forma rápida con un antídoto (sulfato de protamina).

– Heparina de bajo peso molecular: es muy cómoda, ya que se administra por vía subcutánea y no necesita controles. No existe ningún antídoto que revierta su efecto.

  • Anticoagulación oral: tras utilizar anticoagulantes por vía intravenosa, es preciso usar dicumarínicos como el acenocumarol. Este tratamiento se mantiene entre tres y seis meses en los mejores casos, pero si es posible la aparición de nuevos tromboembolismo pulmonar se debe mantener el tratamiento oral de por vida para prevenirlos.
  • Trombolisis: este tratamiento consiste en la destrucción (lisis) del trombo causante del TEP. Para ello se utilizan una serie de medicamentos intravenosos que son capaces de disolver el trombo. Estos fármacos son muy efectivos pero también muy peligrosos, ya que afectan a la coagulación de todo el cuerpo, por lo que con su empleo existe un alto riesgo de que se produzca un sangrado incontrolable. La trombolisis se usa en los casos de tromboembolismo pulmonar (TEP) masivo con gran inestabilidad.
  • Trombolectomía: cuando los TEP masivos no se solucionan con la trombolisis se debe proceder a la trombolectomía. Este tratamiento consiste en la extracción del trombo mediante cirugía. Normalmente esta cirugía es de tipo intervencionista a través de catéteres, no abriendo el tórax con un bisturí. Tiene algunos riesgos (rotura del trombo en fragmentos más pequeños, impactar aún más el trombo, etcétera) pero en ocasiones es la mejor o única opción.
  • Filtro en la vena cava: cuando el tromboembolismo pulmonar tiene su origen en una trombosis venosa profunda de las piernas previa y ésta es el resultado de una insuficiencia venosa crónica, es lógico pensar que el tromboembolismo pulmonar (TEP) pueda repetirse más adelante. Lo normal es que la anticoagulación oral sea suficiente, como hemos indicado antes, pero a veces no es posible porque el riesgo de sangrado es demasiado elevado. En estas ocasiones se debe plantear colocar un filtro en la vena cava inferior, que es la vía que conecta el sistema venoso de las piernas con las cavidades derechas del corazón.

Prevención:

El tromboembolismo pulmonar se puede prevenir de forma similar a la prevención de la trombosis venosa profunda de las piernas, al ser una consecuencia de ésta en el 95% de los casos. Las medidas más importantes serían:

  • Realizar ejercicio físico frecuente: moviliza la sangre venosa de las piernas y evita  factores de riesgo como la obesidad.
  • No fumar y no tomar anticonceptivos sin prescripción médica.
  • Prevenir la trombosis en situaciones de riesgo con tratamiento anticoagulante (cirugía, traumatismos, parto, inmovilización prolongada…).

Cuidados de Enfermería:

  • Evaluar el dolor torácico (intensidad, localización, radiación, duración y factores de intensificación o alivio).
  • Auscultar sonidos pulmonares para ver si hay crepitaciones u otros sonidos adventicios.
  • Observar el esquema respiratorio por si aparecen síntomas de dificultad respiratoria (disnea, taquipnea y falta de aire).
  • Observar si hay síntomas de oxigenación tisular inadecuada (palidez, cianosis y llenado capilar lento).
  • Favorecer una buena ventilación (incentivar espirometría y tos y respiración profunda cada dos horas).
  • Vigilar valores de laboratorio para ver si hay cambios de oxigenación o desequilibrio de ácido-base.
  • Procurar accesos venosos periféricos que garanticen la administración de fármacos y líquidos i.v.
  • Instruir al paciente y/o a la familia respecto de los procedimientos de diagnóstico (exploración de la ventilación-perfusión), si procede.
  • Elevar el cabecero de la cama a 30º si no existe contraindicación.
  • Enseñar al paciente a controlar el ritmo y la profundidad de la respiración para mejorar su oxigenación y controlar los niveles de ansiedad.
  • Administrar anticoagulantes, si procede.
  • Observar si se producen efectos secundarios por los medicamentos anticoagulantes.
  • Si existen indicadores de hipoperfusión cerebral tales como desorientación y/o agitación, procuraremos al paciente dispositivos de seguridad, como barandillas y almohadillados para evitar riesgo de nuevas lesiones.

Conclusión:

El conocimiento de los síntomas y factores de riesgo del tromboembolismo pulmonar (TEP) por Enfermería es primordial en la detección precoz de esta alteración clínica, y en el seguimiento adecuado del paciente para evitar complicaciones.

El papel de la enfermera en el tratamiento del tromboembolismo pulmonar (TEP), es dar al paciente unos cuidados de calidad, realizando observaciones precisas, brindándoles la seguridad que merecen y alcanzando por otro lado la mayor excelencia en el propio desempeño profesional.

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