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Evaluación de la seguridad y efecto terapéutico del itolizumab en pacientes con psoriasis severa

linfocitario predominante en células T. La contribución de estas células T al inicio de la enfermedad y al mantenimiento del proceso inflamatorio, así como la evidencia de que la remisión de las lesiones puede ser predecible si disminuye el número de células T infiltrantes, confirma el importante papel del sistema inmune en la patogenia de la enfermedad. Es por ello que se considera una enfermedad autoinmune con un origen multifactorial, donde intervienen factores genéticos y ambientales en su predisposición. (10)

 Ninguna de las terapias actuales disponibles, ni la combinación de ellas ofrecen una cura para la psoriasis, por lo que el tratamiento está dirigido a reducir la carga de la enfermedad e incidir sobre los signos y síntomas en función de mejorar la calidad de vida, más que lograr el control etiológico de la enfermedad. Los tratamientos tópicos como el ácido salicílico, las cremas esteroideas y los análogos de la vitamina D (calcipotriol), entre otros se utilizan frecuentemente como primera línea de terapia. La fototerapia con luz ultravioleta (UV) B, conocida también como psoraleno junto con luz UV- A se utiliza también como primera línea para el tratamiento de lesiones diseminadas o cuando los tratamientos tópicos resultan insuficientes. Y si bien para muchos pacientes estos tratamientos resultan efectivos y bien tolerados, el 20% aproximadamente necesita, además, drogas sistémicas. Entre ellos se pueden citar los retinoides combinados o no con la luz ultravioleta, el metotrexato y la ciclosporina A, que son indicados en las formas severas y en pacientes con lesiones diseminadas. (2, 6)

Desafortunadamente estas terapias antipsoriásicas aportan poco tiempo de mejoría y los índices de recaídas son altos.

Por otra parte, la mayoría de estos agentes sistémicos convencionales se acompañan de importantes eventos adversos (EA), entre ellas podemos citar la hipertensión arterial, la hepatotoxicidad, la nefrotoxicidad y el riesgo de supresión de la médula ósea y de desarrollo de tumores provocados por el metotrexato y la ciclosporina A ; el efecto teratogénico, la hipertrigliciridemia y la hepatotoxicidad de los retinoides orales y el riesgo de cáncer de piel asociado al uso de PUVA (psoralenos y radiaciones con luz ultravioleta de larga longitud de onda) y REPUVA (retinoides y psoraleno con luz ultravioleta), todo lo cual limita el uso prolongado de estos tratamientos. (11) Es por ello, que a pesar de la existencia de diferentes medicamentos, métodos y estrategias disponibles para el tratamiento de la psoriasis, se impone la necesidad de nuevos agentes y métodos terapéuticos más efectivos y seguros, con bajo riesgo de toxicidad sistémica, malignidad e infecciones, así como de buena tolerancia y bajo costo.

En los últimos años, con los avances en el conocimiento de la inmuno – patogénesis de esta enfermedad, han emergido nuevas terapias dirigidas hacia moléculas y células del sistema inmune. Entre ellos se puede citar el alefacept (AMEVIVENM), primer biológico aprobado por la Administración de alimentos y drogas, (del inglés Food and Drug Administration, FDA) para la psoriasis moderada y severa, así como las terapias anti-TNF (del inglés; Tumor Necrosis Factor), etanercept (ENBREL*), adalimumad (HUMIRA) e inflizimab (REMICADE) y el efalizumab (RAPTIVA. El ustekinumab es el agente biológico más reciente, aprobado en Canadá y Europa y en proceso de revisión en Estados Unidos. Estos agentes biológicos que actúan en pasos específicos en la patogénesis de la enfermedad, han mostrado beneficios significativos, y abren un campo prometedor en la terapia. (12, 13) Sin embargo, a pesar de las numerosas drogas sistémicas y los agentes biológicos disponibles en el mundo para la psoriasis existen necesidades médicas no cubiertas de terapias que posean eficacia a largo plazo y pocas reacciones adversas. (13)

En el caso de las terapias biológicas, la limitación fundamental para introducirlas en la práctica médica es definitivamente su costo, que las hace prácticamente inalcanzables para el sistema de salud cubano, por las condiciones que impone el bloqueo económico. Por todo lo antes expuesto, para la salud pública cubana y para la dermatología, en particular, resulta imprescindible el desarrollo consecuente de nuevas opciones terapéuticas que puedan ser introducidas para abordar una enfermedad tan compleja como la psoriasis.

Planteamiento del problema

La psoriasis severa constituye hoy en día un problema no resuelto, siendo una de las enfermedades que más afectan la calidad de vida de los pacientes que la padecen. A pesar de que en el mundo actual existen muchas modalidades terapéuticas, la mayoría de ellas están dirigidas a disminuir los signos y síntomas, más que a lograr el control etiológico de la enfermedad. El uso de los anticuerpos monoclonales (AcM) ha cobrado auge a nivel internacional pues actúan en pasos específicos de la patogénesis de esta identidad, por lo que hoy en día constituye un medicamento de primera línea. (14) Su principal inconveniente es el elevado costo que los hace prácticamente inaccesibles a Cuba. El itolizumab (T1h) es un AcM que se fabrica en Cuba y que podría producir avances importantes en el control de la psoriasis severa.

Hipótesis

Teniendo en cuenta los resultados clínicos obtenidos con el producto, se espera que la administración del AcM itolizumab, tenga una seguridad y un efecto terapéutico óptimo en pacientes con psoriasis severa.

Marco teórico y conceptual

La primera mención de la psoriasis fue en el antiguo testamento, en el deuteronomio como una enfermedad «leprosa» (15,16)

Se atribuye a Celso (25 a.C. – 45 d. C.) la primera descripción de la psoriasis en su obra «De re medica». Al parecer fue Galeno (133-200 d. C.) el primero en