Inicio > Enfermedades infecciosas > Listeriosis en un embarazo múltiple. Un caso clínico

Listeriosis en un embarazo múltiple. Un caso clínico

Listeriosis en un embarazo múltiple. Un caso clínico

La listeriosis es una enfermedad transmitida a través de alimentos contaminados por listeria monocytogenes. Los pacientes inmunodeprimidos así como las mujeres embarazadas presentan un alto riesgo de contraerla, siendo aún mayor en las gestaciones múltiples.

Listeriosis en un embarazo múltiple. Un caso clínico

Autores:

Hernández Pérez, Javier (1)

Azón López, Esther (2)

Mir Ramos, Eduardo (3)

Peinado Berzosa, Ruth (4)

  • Especialista en Obstetricia y Ginecología (Matrón) en el Hospital Universitario Miguel Servet (Zaragoza).
  • Enfermera en el Centro de Salud Villarrolla de la Sierra (Zaragoza). Especialista en Obstetricia y Ginecología (Matrona).
  • Enfermero Servicio Urgencias y Emergencias 061 Aragón. UME Alcañiz (Teruel).
  • Enfermera de Atención Continuada en el Sector III de Zaragoza. Especialista en Obstetricia y Ginecología (Matrona).

Autor de contacto: Javier Hernández Pérez

Resumen.

A pesar de ser una enfermedad poco frecuente, la repercusión para el feto puede ser grave, siendo responsable de abortos, corioamnionitis o partos prematuros. El hecho de presentar una sintomatología muy inespecífica dificulta el diagnóstico precoz, por lo que es fundamental la prevención.

Presentamos un caso clínico de listeriosis en una gestación múltiple, con mal resultado fetal, así como recomendaciones higiénico-dietéticas para reducir la incidencia de la enfermedad.

Palabras clave: Listeriosis. Embarazo. Listeria monocytogenes. Infección alimentaria.

INTRODUCCIÓN.

La Listeria Monocytogenes es una bacilo grampositivo, anaerobio facultativo muy difundido en la naturaleza (1). Crece a temperaturas que oscilan entre los 0ºC y los 45ºC, tolerando amplios rangos de pH y sobreviviendo en altas concentraciones de cloruro sódico (2). Esto permite que podamos encontrarlo en el suelo, agua, aguas residuales y estiércol, pudiendo sobrevivir meses en las superficies, y entre 20 y 30 días en el agua del grifo (3). Su gran difusión junto con su alta resistencia favorece la contaminación de los alimentos ocasionando brotes de listeriosis (4).

A pesar de que la incidencia anual de la listeriosis es baja (entre 0,1 y 1 casos por cada 100.000 habitantes), es responsable del 19% de las muertes causadas por enfermedades transmitidas por alimentos (5). Además, en paciente inmunodeprimidos, recién nacidos, ancianos y embarazadas el riesgo de padecerla se incrementa notablemente (6,7), siendo las mujeres gestantes uno de los grupos de mayor riesgo (8).

La principal vía de transmisión es con el consumo de alimentos contaminados, principalmente leche y productos lácteos no pasteurizados, productos cárnicos precocinados, verduras mal lavadas, embutidos y mariscos (9).

Tras un periodo de incubación de entre 1 y 67 días (media: 8 días) (10) se produce un cuadro de manifestaciones clínicas inespecíficas: tos, fiebre, artromialgias, malestar, así como manifestaciones de carácter pseudogripal (11-12) (ver Tabla nº1: Manifestaciones clínicas más frecuentes en los pacientes con Listeriosis).

En las mujeres embarazadas el cuadro es igual de inespecífico, e incluso el 30% de las gestantes permanecen asintomáticas, realizándose el diagnóstico a posteriori por un mal resultado perinatal (13). Hay que destacar que en las embarazadas el periodo de incubación es más largo: entre 17 y 67 días (mediana: 27,5 días) (10).

Puesto que la clínica es muy inespecífica, el diagnóstico definitivo se consigue mediante el aislamiento de Listeria Monocytogenes en cultivos sanguíneos o de líquido amniótico (11,13).

El tratamiento de elección es la ampicilina, que en algunos casos puede asociarse con gentamicina para conseguir una acción sinérgica (14-15) (ver Tabla nº2: Tratamiento de la listeria durante el embarazo).

Durante el embarazo, la infección se produce como consecuencia del consumo de alimentos contaminados, aunque en algunas ocasiones puede deberse a que la mujer es portadora crónica del germen en los genitales sin que presente sintomatología (16).

En el caso de la transmisión alimentaria, la bacteria atraviesa la mucosa intestinal y llega al torrente sanguíneo, donde al infectar la placenta tiene acceso al feto. La deglución e inhalación del líquido amniótico por el feto favorece la diseminación de la bacteria por su organismo ocasionando lesiones granulomatosas en pulmones, hígado, riñones, piel, tracto gastrointestinal, que junto a los granulomas placentarios, ocasionarán el deterioro hemodinámico del feto (3).

En función de la edad gestacional a la que se produzca la infección tendrán lugar diferentes consecuencias. La infección a edad temprana (antes de la semana 20) ocasiona abortos (16,11), mientras que en edades gestacionales posteriores puede producir muerte fetal intraútero, parto prematuro y corioamnionitis (16). Las infecciones en el tercer trimestre son las más frecuentes y las de mejor pronóstico siendo susceptibles de tratamiento antibiótico, obteniéndose tasas de éxito más elevadas (11,17).

En el caso de la transmisión fetal vertical, si la infección fetal se produce de forma precoz se producirán abortos, sobre todo, en el primer y segundo trimestre de embarazo. Es por ello conocido que la listeriosis puede ser causa de abortos de repetición (16). En el caso de que la infección se produzca intraparto se manifestará con fiebre, leucocitosis, corioamnionitis, líquido amniótico meconial, y registro cardiotográfico fetal patológico (11).