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Modo de vida y estrés

Modo de vida y estrés

RESUMEN:

El modo de vida como actividad vital sistemática de la comunidad, se transforma de forma relativamente inmediata y ajena a la voluntad de los hombres, lo cual está determinado por los cambios en las condiciones de vida que generan las relaciones de propiedad, jurídicas, morales y estéticas.

Se realizó una revisión bibliografía o documental de forma retrospectiva, en el tercer trimestre del año 2012, donde, se analiza la información de la literatura, que incluyó diversos libros de texto, artículos y revistas, con el objetivo de describir las enfermedades que puede desarrollar el individuo con estrés patológico y como afecta en el modo de vida, como ser biopsicosocial, las emociones resultantes del estrés funcionan, de hecho, como moduladoras del proceso salud-enfermedad.

Modo de vida y estrés

Msc. Rosario Grisel Brito Iglesias (1). Msc. Rafael Corrales Corderos (2). Lic. Ailema Sotolongo Cárdenas (3).

(1)           Licenciada y Máster en Enfermería. Investigador aspirante. Diplomada en oncología. Gestora del Banco de Muestras Biológicas y responsable docente del Instituto de Oncología.

(2)           Licenciado y Máster en Enfermería. Investigador aspirante. Diplomado en oncología. Supervisor de Enfermería del Instituto de Oncología.

(3)           Licenciada en Enfermería. Profesora asistente. Jefa de la Unidad de Terapia del Instituto de Oncología.

Instituto de Oncología y Radiobiología

Se concluye que el estrés en la población está determinada por las condiciones sociales y económicas que se dan en cada sociedad. El análisis de la de la salud por niveles permite una concepción integral y sistémica de la salud y la enfermedad.

DeCs: Estrés, Modo de vida y Salud

Introducción.

El modo de vida es concebido como una categoría económica y sociohistórica, que incluye la vida espiritual y es utilizada para designar el conjunto de actividad vital, socializada y sistemática que realizan los hombres para la satisfacción de sus necesidades en sus distintos niveles de interacción social y grupal (no individual) condicionados por la formación socioeconómica imperante.

El modo de vida como actividad vital sistemática de la comunidad, se transforma de forma relativamente inmediata y ajena a la voluntad de los hombres, lo cual está determinado por los cambios en las condiciones de vida que generan las relaciones de propiedad, jurídicas, morales y estéticas. No obstante, se hace necesario precisar que sería erróneo creer que el modo de vida de la comunidad y las personas siempre evoluciona hacia la incorporación de actividades favorables para la salud. Un claro ejemplo es el aumento del nivel de vida por el incremento salarial, que no siempre desencadena actividades para proteger la salud ya que con él pudiera incrementarse el consumo de café, cigarro, alcohol, alimentos «chatarra», consumo de artículos intrascendentes, entre otros. (1)

La estructura económico-social y el grado de desarrollo de la cultura en cada lugar y época histórica, se expresan en la actividad humana colectiva como su modo de vida. Las características del modo de vida de nuestra población en la década del sesenta eran diferentes a las del setenta y a las del ochenta. Las conquistas económicas y sociales de la Revolución se reflejaron en el progreso del modo de vida; al igual que en la década del noventa los efectos del bloqueo, de los errores y tendencias negativas en la economía y en la dirección social, y las insuficiencias jurídicas para el control social de los nuevos tiempos, también se han reflejado en el modo de vida y por lo tanto en la salud. Un ejemplo de ello son los índices de tabaquismo, de alcoholismo, de aborto demandado, de suicidio, de accidentes de tránsito, de enfermedades reemergentes y en el plano jurídico los índices de delitos con violencia, la indisciplina social que repercute sobre la salud, de divorcio y las manifestaciones de drogadicción.

El estrés es el proceso de acción entre el individuo y su entorno, que se produce cuando una persona evalúa determinadas situaciones ambientales como amenazantes o desbordantes de sus recursos, poniendo en peligro su bienestar. Este proceso se fija en determinadas emociones en función de determinados factores personales y, especialmente, del carácter de las demandas o situaciones estresantes que se presentan en la vida, de los motivos centrales del individuo, de su autovaloración y autoestima y de sus recursos y estrategias para enfrentar estas demandas, que se desarrollan a lo largo de la vida. Por tanto, estos factores se forman y modifican, es decir, son controlables.

El estrés se produce, entonces, como una respuesta a las situaciones estresantes a nuestro alrededor, manifestada en un conjunto de manifestaciones corporales y cognitivo-emocionales, que se sienten como resultado de la manera en que se perciben las dificultades y de nuestra forma particular de enfrentarlas. Por tanto, cuando hablamos de estrés, no debemos confundir:

a)     las situaciones estresantes, a manera de estímulos (eventos, acontecimientos de la vida),

b)    las manifestaciones o reacciones psicobiológicas, como respuestas (emociones, cambios psicofisiológicos),

c)     los modos individuales de enfrentar y manejar el estrés, como moduladores (los llamados

 “afrontamientos”, que pueden manifestarse a nivel de pensamientos o como comportamientos)

El estrés es parte de la vida, no siempre es dañino para la salud, ni se le puede confundir con las enfermedades. Ayuda, en muchas ocasiones, a movilizarnos para obtener las metas que deseamos. Este es el estrés positivo, conocido como eutrés, que nos permite experimentar emociones gratificantes, enriquecedoras de nuestra vida espiritual y promotoras de calidad de vida y bienestar. El estrés perjudicial o distrés, que se fija en emociones negativas, puede obstaculizar nuestro funcionamiento personal, familiar, laboral y/o social e impactar en el sistema neuroendocrino e inmunológico, provocando con el tiempo disturbios y enfermedades.

Las creencias de las personas, formadas individualmente a lo largo de la vida o compartidas por influencias sociales y culturales, tienen mucha importancia a la hora de explicar y controlar el estrés. Así, las expectativas acerca de las situaciones que pueden ocurrir en la vida (“mente positiva o negativa”), la percepción de controlabilidad que tenga cada persona de esas situaciones (si puede o no controlarlas, y en dependencia de qué) y determinados estereotipos o prejuicios socialmente acuñados (por ej., la creencia de que “del cáncer no hay quien se salve”), pueden generar distrés, con sus emociones