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Muerte de Vincent van Gogh. Últimas cartas, últimas telas y arma de fuego

pudiéramos animarle algo! De todas formas no te inquietes demasiado, él ha estado desesperado en otras ocasiones y lo ha superado con su fuerte constitución” (15).

Carta de Theo a su madre: “El Dr. Gachet y el otro médico fueron ejemplares y buscaron remedios, pero se dieron cuenta desde el primer momento que no había nada que hacer. Vincent dijo: «Me gustaría que fuera ahora» y media hora más tarde se cumplió su deseo” (16).

Carta de Theo a su hermana Elisabeth: “Su muerte fue una de las grandes crueldades de esta vida (…) hay que incluirle entre los mártires que murieron con una sonrisa (…) No deseaba mantenerse vivo y su mente estaba tranquila porque había luchado por sus convicciones (…) Él quería morir; cuando me senté a su lado y le dije que intentaríamos salvarle respondió: «la tristeza durará siempre». Comprendí lo que quería decir con esas palabras. Instantes después se sintió sofocado y un minuto más tarde cerró los ojos para siempre” (17).

III. El lugar del disparo

Según una nota del suceso publicada en L’Echo Pontoisien”, Vincent se disparó con un revólver “en el campo”. Una crónica de “Le Régional” relata que el artista abandonó la fonda para dirigirse al castillo, de donde regresó después de pegarse un tiro en el “vientre”.

Figura 2. Noticia del suceso publicada el 7 de agosto de 1890. Arriba el “L’Écho Pontoisien”; a la derecha extracto de “Le Régional”. Abajo, revólver del Siglo XIX (calibre 38).

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Noticia en el periódico de la muerte de van Gogh

Según Adeline Ravoux, siguiendo las confidencias de su padre, el artista se disparó en las proximidades del castillo:

“Vincent se dirigió al campo de trigo donde había pintado antes, situado detrás del castillo a unos quinientos metros de nuestra casa y al que se llega por una empinada colina. No sabemos hasta donde llegó desde el castillo. En el transcurso de la tarde, en la carretera que pasa por debajo de la pared del castillo -por lo que mi padre entendió- Vincent se disparó con un revólver y perdió el conocimiento. Cuando revivió con la frescura del atardecer, buscó a gatas el revólver para acabar consigo mismo, pero no lo encontró (y tampoco se encontró al día siguiente). Descendiendo después por la colina hasta alcanzar nuestra casa” (18).

Figura 3. Supuesto lugar del disparo en el camino que pasaba junto al muro del castillo: tela del Dr. Gachet (“Van Ryssel”, 1904) y trazado actual en la rúa Léry (con nuevas edificaciones).

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Lugar donde se produjo el disparo que acabó con la vida de Vincent van Gogh

Según la señora Liberge, hija de un propietario de una parcela del Jardín de Daubigny que vivía en tiempos de Vincent, su padre le contó que el suceso tuvo lugar en un corral:

“No fue en el cementerio donde el pobre hombre se disparó en el pecho. Abandonó la hospedería Ravoux dirigiéndose al caserío de Chaponval. Ya en la calle Boucher, entró en el corral de una pequeña granja y se escondió detrás del estercolero; cometiendo el acto que horas después le condujo a la muerte” (19).

IV. La herida de bala:

Tralbaut, a través de los doctores Doiteau y Leroy, recogió la descripción clínica del hijo de Gachet (también médico y joven testigo de los hechos) de lo que observó su padre al examinar la herida de Vincent: “Formaba un pequeño círculo rojo oscuro, negruzco, a nivel del reborde costal izquierdo por delante de la línea axilar, rodeado de una aureola violácea que dejaba rezumar un fino hilo de sangre. El disparo, demasiado bajo y hacia afuera, no parecía alcanzar el corazón u otro órgano importante; la bala habría atravesado el seno pleural izquierdo perdiéndose en el mediastino posterior, cerca de los grandes vasos, la columna vertebral y el diafragma. En cualquier caso, Vincent no presentaba síntomas de una herida de pecho grave; sin hemoptisis, ni sofocación, ni shock apreciable” (20).

V. El revólver

René Secrétan, el pequeño de dos hermanos que conocieron a Vincent en Auvers, precisó en una entrevista con el Dr. Doiteau un aspecto desconocido sobre la procedencia del revólver: “Dejamos en su sitio todo nuestro material de pescadores, morrales, etc., e incluso nuestras camisas. Entre este material se encontraba un viejo pistolón y ciertamente de allí lo cogió Vincent. Era de Ravoux y creo que lo guardaba en su cajón. Un arma vieja (del calibre 38) que funcionaba cuando le daba la gana, y la suerte quiso que funcionó el día en que Vincent la utilizó” (21).

VI. Últimas cartas