Inicio > Medicina Alternativa > Musicoterapia para el manejo del dolor > Página 2

Musicoterapia para el manejo del dolor

procesos por los cuales se diagnostica, trata o cuida un problema de salud.

Basar las intervenciones de la Enfermería en la evidencia científica y en los medios disponibles.

Los objetivos a alcanzar son:

  • Conocer la aplicación de la musicoterapia por parte de la Enfermería para el control del dolor.
  • Reflexión sobre la bibliografía y resultados encontrados.

ESTRATEGIA DE BÚSQUEDA

La búsqueda se ha realizado desde la base de datos de pubmed, para ello se ha empleado los términos “manage* pain”, “control pain”, “oncology patient”, y “music therapy”. Para la combinación de los términos se han empleado los boleanos “AND” y “OR” (Anexo 2). Al realizar esta combinación se consiguió un resultado de 22 artículos. Los criterios de exclusión en esta búsqueda fueron, edad (adultos), humanos y límite de años publicados (10 años) consiguiendo un resultado de 10 artículos. Los artículos empleados para el análisis del trabajo han sido obtenidos de esta búsqueda (4) así como de la técnica bola de nieve.

ANÁLISIS

La medicina integrativa descrita por Deng y Cassileth (2005) donde se integran las técnicas convencionales y alternativas es una posibilidad en pacientes donde tras la aplicación de las técnicas convencionales como la analgesia o sedación no son suficientes. La musicoterapia es una alternativa a las técnicas convencionales la cual desde la Enfermería podemos considerarla para el alivio del dolor cuando los analgésicos o tratamientos con opioides no son suficientes.

Para realizar la revisión del empleo de la musicoterapia por parte del personal de Enfermería en pacientes oncológicos con dolor nos basamos en el Proceso de Atención de Enfermería (PAE).

A la hora de aplicar la música como terapia en pacientes con un dolor que no controlado, es necesaria una buena valoración del paciente, tanto por parte de la enfermera como del terapeuta (E. M. Mahon y S. M. Mahon, 2011 y Olofsson y Fossum, 2009), valorando la escala de dolor, el tipo de dolor, duración y el efecto de la analgesia administrada. Para una buena valoración se pueden emplear diferentes escalas siendo las más empleadas la escala VAS o Numeric Rating Scale (NRS) donde se valoran el dolor en un rango de 0 a 10 siendo 10 el máximo dolor o 0 nada de dolor. También se puede emplear la escala The Face, Legs, Activity,Cry, Consolability (FLACC) que analiza mediante la observación la expresión de la cara, piernas, actividad, llanto y consuelo, con valores del 0 a 2 (Gutgsell, Schluchter, Margericius, Debolia, Mclaughlin, Harris, Mecklenburg y Wiencek, 2013). La  escala FLACC hasta ahora ha sido empleada solamente en pediatría, pero ha sido recientemente validada para la valoración del dolor en el adulto gravemente enfermo, proporcionando también la valoración sobre el comportamiento ante la experiencia de dolor del paciente. Se ha demostrado tener gran fiabilidad entre los evaluadores (Anexo 3).

Hay factores que hay que tener en cuenta en la valoración como son la edad del paciente, la cultura, el género y el estado de ánimo, así como la actitud, ya que la musicoterapia es considerada como “una experiencia única vivida por el paciente” (Olofsson y Fossum, 2009), también es muy importante que se tenga buena predisposición ante estas técnicas.

Para llevarla a cabo hay que realizar una valoración precisa, tener claro cuáles son los objetivos del tratamiento, los recursos necesarios y la aplicación de la intervención de musicoterapia (Olofsson y Fossum, 2009). Los recursos que hay que tener en cuenta son recursos tanto materiales como personales. Disponer de una sala o entorno adecuado (habitaciones individuales, favoreciendo así mayor intimidad y tranquilidad). Otros recursos materiales son instrumentos necesarios para producir sonidos y un equipo de música con variedad para que el paciente elija que escuchar. Como recurso personal, es necesario que el personal de Enfermería esté dispuesto a la realización de la técnica y esté preparado.

Hay que tener en cuenta los objetivos a la hora de plantear esta técnica como alternativa una vez realizada la valoración, la musicoterapia tiene varios objetivos, centrándonos en el alivio de dolor, sobre el cual se ha demostrado beneficios. La música también produce una reducción de la frecuencia cardiaca, presión arterial y una disminución de la frecuencia respiratoria, favoreciendo la disminución de sentimientos negativos, por lo tanto el estrés (E. M. Mahon y S. M. Mahon, 2011). Otro objetivo de esta técnica es la disminución de la ansiedad y estrés, relacionado por Deng y Cssileth (2005) con el dolor, ya que ven que con la disminución de la ansiedad y el estrés se puede disminuir el dolor, actuando la musicoterapia indirectamente sobre este. La disminución del empleo de analgésicos, opioides y sedantes también se plantea como un objetivo de la musicoterapia (Nilson, 2008).

A la hora de la realización de la técnica, hay diferentes opiniones en la literatura, hay evidencia sobre la aplicación de esta por parte de la Enfermería, como es el caso de Olofsson y Fossum  (2009) que en su estudio reflejan que puede ser realizada por el personal de Enfermería directamente sin necesidad de terapeutas, aunque en muchos casos esto se debe a la falta de musicoterapeutas en los hospitales. Kwekkeboom, Bumpus, Wanta y Serlin (2007) analiza el papel de la enfermera explicando la influencia de características como la demografía, la preparación profesional y el medio ambiente a la hora de la aplicación de esta técnica, las enfermeras con más experiencia son las que más aplican esta técnica en comparación con las que menos experiencia tienen. Esta autora también valora la posibilidad de que en las escuelas de Enfermería se enseñen estas técnicas como cuidado propio de las enfermeras. Otros autores como E. M. Mahon y S. M. Mahon (2011) consideran que los objetivos individuales de los pacientes solo los pueden alcanzar profesionales acreditados que han completado un programa de musicoterapia aprobado (American Music Therapy Association [AMTA], 2010) donde la enfermera es la encargada de identificar las necesidades de los pacientes, a los cuales el terapeuta adecua la terapia a estas necesidades.

Hay dos tipos de músico terapia, la activa que se basa en la improvisación entre el terapeuta y el paciente o grupo de pacientes, y requiere de la participación directa del paciente en la creación de sonidos, letras, u otra música; no se necesita talento musical o experiencia y la pasiva, individual o en grupo, que consiste en escuchar música grabada o sonidos realizados con instrumentos musicales por un terapeuta. Según  Olofsson y Fossum (2009) la enfermera puede proporcionar la técnica pasiva. La mayoría de la evidencia encontrada confirma esto, ya que sitúan a la enfermera en el papel de terapeuta en el que realiza la técnica mediante la escucha de música grabada, con auriculares o música de ambiente.

A la hora de la realización de la técnica, la mayoría de los autores coinciden en que el tempo debe ser lento, no debe de estimular al paciente ni estimular movimientos, el tono y volumen debe ser bajo y la mejor opción es música sin letra. “El tono, la intensidad y el timbre estimulan respuestas automáticas inconscientes a bajos niveles cerebrales” (Olofsson y Fossum, 2009). El tipo de música depende de la persona, música a elección del paciente, tiene que ser música con la que esté familiarizado ya que tras la realización de la técnica bajo la vigilancia de un profesional, el paciente  puede realizarla de manera individual sin supervisión del profesional, más a largo plazo y más en el caso de que le guste escuchar música (Huangs, Good, Zauszniewski, 2010). “Utilizando la música preferida del paciente puede ayudar a aumentar la participación y el compromiso de la musicoterapia” (Clair y Memmott, 2008). Tener en cuenta las preferencias de los pacientes, que música le gusta escuchar, para así poder emplear esta técnica cuando no esté hospitalizada, cuando presente otro cuadro de dolor.