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Necesidades nutricionales en personas de edad avanzada

enfermedades inflamatorias.

Los bajos niveles de zinc pueden producir alteraciones relacionadas con la inmunidad, úlceras, pero no está justificada la recomendación de suplementos debido a problemas de mala absorción. Se recomienda limitar la ración de sodio para contrarrestarla y suplementar la dieta con magnesio y potasio para mejorar la diuresis. El selenio está muy relacionado con la vitamina E y realiza un importante papel como antioxidante.

Los déficits vitamínicos y de minerales más comunes en los ancianos y sus causas son las siguientes:

  • Vitamina D: Baja ingesta, poca exposición solar e ingesta de laxantes compuestos por aceites minerales.
  • Vitamina K: Insuficiencia renal, patología crónica, tratamiento con antibióticos o laxantes prolongados.
  • Vitamina B12: Interacción con fármacos o presencia de gastritis.
  • Vitamina B6: Alteraciones metabólicas, interacciones con anticonvulsivantes, antidepresivos y antihipertensivos.
  • Vitamina C: Baja ingesta de frutas y verduras frescas.
  • Vitamina A: Interacción con hidróxido de aluminio y con laxantes compuestos de aceites minerales.
  • Ácido fólico: Interacción con ácido acetilsalicílico y bicarbonato.
  • Calcio: Absorción deficiente y baja ingesta.
  • Magnesio: Patología de base e interacción con diuréticos.
  • Hierro: Baja ingesta, hipoclorhidria, micro hemorragias crónicas, interacción con antiácidos y antiinflamatorios.
  • Zinc, selenio y cromo: Patología de base y baja ingesta de alimentos proteicos.
  • Necesidades de líquidos y fibra:

En la vejez es muy frecuente la deshidratación y la aparición de estreñimiento. Por esto, es recomendable la ingestión suficiente de líquidos y de fibra. Para asegurar la hidratación es imprescindible potenciar la ingesta de agua y otros líquidos como zumos y sopas. Alimentos ricos en fibra son los cereales integrales, las frutas, las legumbres y las verduras. Las personas que toman diuréticos, alimentos ricos en proteína, que sufren poliuria o en estados febriles deben ingerir más cantidad de líquido, ya que al estar incrementadas las pérdidas por piel y orina, sus requerimientos son mayores.

PLANEAMIENTO DE DIETAS PARA ANCIANOS

Al realizar una dieta, esta debe ser individualizada para cada caso. Deben tenerse en cuenta factores como el estado general del anciano (fisiológico, mental y nutricional), la existencia de enfermedades crónicas, alteraciones del gusto, olfato y vista, etc. También es importante respetar los gustos y preferencias de cada persona, ya que, si la dieta no se ajusta a sus gustos, lo más probable es que exista rechazo. Otro factor importante a tener en cuenta es la economía de la persona, ya que muchas veces los recursos económicos son bajos y no permiten el seguimiento de determinadas dietas. Se debe averiguar si la persona puede valerse por sí sola, y si es ella misma la que cocina o incluso si vive con familiares, ya que todo ello influirá en el planeamiento de la dieta.

RECOMENDACIONES HIGIÉNICO-DIETÉTICAS EN LA VEJEZ

  • Alimentación normocalórica, equilibrada, variada y saludable.
  • Fraccionar la ingesta en 5-6 tomas moderadas al día.
  • Alimentación de fácil masticación y digestión, evitando condimentos fuertes y grasas en exceso.
  • Limitar las grasas de origen animal.
  • Proteínas de alto valor biológico.
  • Aumentar el consumo de lácteos, preferiblemente desnatados.
  • Incluir alimentos ricos en fibra (legumbres, cereales integrales, frutas y verduras).
  • Ingestión abundante de agua, zumos, sopas, leche e infusiones (contribuye a mantener la filtración renal correcta con producción de orina normal, contrarresta las tendencias al estreñimiento y previene la deshidratación).
  • Evitar el abuso de alcohol y de bebidas estimulantes (café, colas, chocolate, etc.).
  • No intentar cambiar radicalmente los hábitos alimenticios, mantener en lo posible los hábitos y gustos personales.
  • Es bueno, en el caso de personas solas, buscar compañía para comer. Comer solo, muchas veces es sinónimo de comer mal y desequilibrado.
  • Presentar la comida de forma atractiva para estimular el apetito.
  • Práctica regular de ejercicio físico moderado, adaptado a cada situación concreta.
  • Tomar el sol con moderación, evitando las horas de máxima exposición solar.

LA DIETA EN LOS CENTROS GERIÁTRICOS

Los centros geriátricos suelen ser muy rigurosos en lo que respecta a la alimentación del anciano; no sólo consideran las preferencias alimentarias individuales, sino que ofrecen un menú nutricionalmente correcto y variado, teniendo en cuenta los distintos aspectos que caracterizan esta etapa de la vida. Además, organizan comidas campestres, fiestas de cumpleaños y otras actividades, para romper la monotonía y hacer más agradable la estancia del residente. Normalmente en los centros geriátricos se ofrecen las siguientes dietas:

  • Dieta basal: Es una dieta adecuada para aquellas personas que no tienen que seguir ningún régimen terapéutico, normalmente es de fácil digestión y masticación y contiene poca sal para adecuarse a las características digestivas de las personas de esta edad. Hay que tener en cuenta que con el paso de los años se va perdiendo el sentido del gusto y, por tanto, sin darse cuenta, se tiende a añadir cada vez más sal a las comidas
  • Dietas hipocalóricas: Es frecuente que una misma persona tenga diferentes patologías como obesidad, hipertensión arterial, alteraciones lipídicas e intolerancia a la glucosa. Estas dietas generalmente derivan de la dieta basal con pequeñas modificaciones.
  • Dietas para diabéticos: Se restringen los glúcidos, especialmente los simples.
  • Dietas para las hiperlipidemias: Baja en grasas, especialmente las saturadas.
  • Dieta para la hipertensión: Reducción del aporte de sal.
  • Dietas trituradas: Contiene alimentos de consistencia semilíquida como los purés, indicada en pacientes con problemas de masticación y/o deglución que solo admiten alimentos con esta consistencia.
  • Dieta astringente: Las personas ancianas, debido a la existencia de patologías o alteraciones diversas, a la poli medicación y a problemas digestivos, presentan cuadros diarreicos a menudo. Por ello este tipo de dieta consiste en la inclusión de alimentos de muy fácil digestión, con un aporte hídrico adecuado para compensar las pérdidas por heces, y con exclusión de sustancias o alimentos que podrían agravar el cuadro, como la fibra insoluble y la leche, por la presencia de lactosa.

Los horarios de las comidas suelen espaciarse adecuadamente. Por lo general, reparten la ingesta total diaria en cinco o seis comidas, cosa que favorece una correcta digestión. Existe un control médico que supervisa el buen estado de salud de los residentes, incluyendo