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Revisión bibliográfica de la obesidad infantil, un problema de salud pública actual

composición corporal que no se ciñan a la talla y el peso (IMC), ya que la AFV (Actividad Física Vigorosa) puede disminuir el volumen de grasa al mismo tiempo que desarrolla la masa muscular/ósea, y, por tanto, llevar al niño a tener una composición corporal más sana sin que obligatoriamente esto incluya una disminución de peso y/o modificar el índice de masa corporal (IMC).

Se han realizado una considerable cantidad de trabajos de investigación, en los cuales se ha tratado de analizar cuál es la consecuencia que tiene la AFV (Actividad Física Vigorosa) sin limitación calórica sobre la constitución física en niños y niñas obesos. En todos ellos se ha percibido que se han podido lograr cambios beneficiosos en el %GC, en la porción de grasa visceral, en la densidad ósea, en el fitness cardiovascular y en otros factores de riesgo cardiometabólicos, que, frecuentemente, se han acompañado de incrementos en la ingesta energética.

El mensaje principal, es, por tanto, que, una modificación en el método habitual de tratar la obesidad infantil y juvenil puede contribuir en la efectividad y el éxito de los programas de actuación que intentan que nuestros niños y jóvenes posean una constitución corporal más sana. Añadir una dieta equilibrada en nuestra forma de vida, es la mejor manera de que los jóvenes consigan los nutrientes indispensables para el crecimiento de su masa muscular y de su masa ósea. Sin embargo, recortar la ingesta energética puede ser desfavorable para los requerimientos biológicos que precisa el crecimiento. Por lo tanto, si se quiere obtener unos resultados más producentes se ha de dedicar una mayor énfasis en el incremento de la proporción de AFV (Actividad Física Vigorosa) realizada y no tanto en la limitación calórica en niños y niñas que están en periodo de creciendo.

También se realizó un estudio donde incluía que, la práctica de al menos 2-3 horas de ejercicio físico extraescolar a la semana, posee efectos afirmativos sobre la composición física, y parece ser idóneo para el desarrollo correcto del tejido adiposo y prevenir el acumulo en demasía de la masa grasa en las extremidades y el tronco en niños prepúberes. A la vez, con la intención de localizar los niños con riesgo de obesidad, se ha analizado que, con una simple combinación de medidas antropométricas y la prueba de velocidad de carrera de 30 m se puede valorar de forma concisa la masa de tejido graso y el porcentaje de grasa que tienen los niños prepúberes.

Concluye que, la práctica mantenida durante 3 años de ejercicio físico extraescolar, parece ser bastante para retardar el depósito de masa grasa total y regional (fundamentalmente en el tronco), y para incrementar, por otro lado, la masa muscular. Se asociada la práctica de ejercicio físico con una masa ósea desarrollada y una mejor condición física.

En la 1ª Conferencia de Prevención y Promoción de la salud en la Práctica Clínica en España, se concluyó, que el estilo de vida es lo que más influye en el desarrollo del a obesidad. Estos ritmos de vida actuales, dificultan la conciliación en la vida familiar y laboral, que desencadena una escasez de reparto de tareas en el hogar, reduce la disponibilidad de tiempo para la realización de la compra, y para su elaboración, por lo que se recorta la proporción de comidas frescas con incremento del consumo de alimentos precocinados y envasados (normalmente, más altamente energéticas y ricas en sal y grasas). En muchas ocasiones, conlleva, también, a una reducción de la lactancia materna. Ésta, es un factor importante de protección frente al crecimiento de sobrepeso y de la obesidad.

Con estos ritmos de vida, los niños, niñas y adolescentes pasan una gran cantidad de horas fuera de casa y tienen una superior accesibilidad y tendencia a picoteos, casi siempre hipercalóricos, y en la mayoría de los casos hacen una mala repartición del consumo energético total, con supresión del desayuno, el cual, participa expresamente en el equilibrio nutricional de la alimentación diaria. El 8,2% de la población infantil y juvenil española, en un estudio enkid realizado, no toma desayuno. El estudio de Rampersaud estudia el impacto del desayuno en el peso de los niños, concluyendo que los que se saltan el desayuno son los que tienen sobrepeso u obesidad, asociando la ingesta regular del desayuno con un menor índice de masa corporal (IMC).

Por otro lado, en la sociedad actual, hay una tendencia a consumir más energía de la necesaria, bien en forma de alimentos, que son generalmente ricos en grasas y proteínas y pobres en agua y fibra, consumo de bebidas con elevado contenido en azucares, como refrescos o zumos de frutas, aumento del tamaño de las raciones y escaso consumo de frutas y verduras.

Hay, además, una disminución clara del ejercicio físico en la sociedad actual, ya no solo en los días de ocio, sino también, en los días laborables. La vehiculización del traslado, bien al colegio o trabajo o fin de semana, uso de ascensores y videojuegos, Internet o chats, que se alejan del modo de vida antiguo, donde se iba a pie, se subían y bajaban escaleras, y, donde los niños y niñas salían diariamente, después de haber realizados los deberes, a jugar a la calle. Sumando que las actividades al aire libre en la ciudad están limitadas, o bien, dependen de los recursos locales, como, jardines y zonas verdes, parques infantiles, instalaciones deportivas municipales. Todo ello, al no existir se ven limitadas las actividades al aire libre. Añadiendo la gran influencia que desempeña los medios de comunicación y la publicidad, con anuncios contradictorios, y muchas veces ambiguos, cuando no son visiblemente equivocados, sobre los estilos de vida y alimentación.

Todos estos factores ejercen de una forma interrelacionada. Y, por otro lado, no se debe ignorar que vivimos en una sociedad que, para tener éxito en el abordaje de la obesidad infantil, hay que incorporar a toda la familia, colegios, servicios sanitarios, la publicidad y los medios de comunicación y las políticas gubernamentales, con una perspectiva integral de salud pública.

El arma más importante es la prevención en la batalla contra la obesidad infantil y, más efectiva, que el tratamiento de los niños con sobrepeso/obesidad ya establecida.

En el tratamiento, al igual que en la prevención de la obesidad infantil, se puede intervenir en dos frentes, recortando la ingesta calórica e incrementando el gasto energético. Para ellos, se requiere una intervención multidisciplinar, con un cambio de conducta por parte del niño/adolescente, y, más aún importante, la familia y el entorno social.

La agencia Española de Seguridad alimentaria y Nutrición, efectuó  una Convención el 25 de octubre de 2011, donde consideró que algunos errores dietéticos entre los padres, benefician el incremento de peso de los niños, como la cierta obcecación de muchos progenitores de que el niño coma en abundancia, transformar la comida en castigo o premio por alguna conducta, recompensar el buen comportamiento con golosinas, celebrar los acontecimientos de la vida del niño con «comida basura», consentir el consumo de chucherías, bollería y bebidas azucaradas casi a diario, y, con frecuencia, recurrir a platos precocinados por la falta de tiempo, entre otros.

Igualmente, los cambios que se han desarrollado en la forma de vida, unido al sedentarismo, acompañado de que la mayoría de actividades que realizan los niños se encuentran en torno a la televisión, ordenador y vídeo juegos, y, cada vez más, se llevan a cabo consumiendo alimentos calóricos (patatas fritas, chucherías, palomitas…). Por el contrario, se han disminuido considerablemente la actividad física de los niños en juegos al aire libre, excursiones, deportes, etc., además de las escasas horas destinadas a la educación física en los colegios.

Es primordial, que tanto los padres, desde su hogar, como los educadores y profesionales escolares, mediante el comedor escolar, cambien los hábitos alimenticios de los más jóvenes con el uso de dietas equilibradas.
Algunos de los aspectos clave, sobre los que más se debe incidir para alcanzar unas costumbres alimenticias saludables son: Un buen desayuno, siendo la primera comida del día que mayor incidencia tiene sobre el rendimiento escolar; aumentar el gusto por frutas y verduras. Impedir el picoteo entre horas, puesto que hay que distribuir los alimentos durante el día de manera racional. Es oportuno que se eduque a masticar despacio. Propulsar la realización de actividad física.

CONCLUSIONES

Tras la revisión realizada, se puede concluir que existe solución a la obesidad infantil, aunque a largo plazo, porque casi todos los factores asociados a la obesidad infantil están relacionados con el estilo de vida, (excluyendo algunos casos poco comunes de patologías o factores genéticos), cambiando algunas costumbres, podemos luchar de una manera eficaz con este problema. Por ello, es necesario inculcar a los niños unos hábitos alimenticios equilibrados y promover la actividad física (deporte, juegos al aire libre, paseos, excursiones,…) es vital para prevenir su obesidad. Y, además, se influirá de una manera considerable para evitar que