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Paro cardiorrespiratorio. Consideraciones históricas y terapéuticas

paramédico en las técnicas de reanimación cardiopulmocerebral (RCP-C), este entrenamiento en sus aspectos básicos se ha llevado a algunos lugares a nivel de la población, se ha trabajado mucho en la organización del aprendizaje y de esos esfuerzos han surgido los términos «BLS» (Basic Life Support) y «ACLS» (Advanced Cardiac Life Support), desarrollados por un anestesiólogo austriaco que ha dedicado su vida a la mejoría del conocimiento de los resultados de la reanimación cardiopulmocerebral (RCP-C); con su esfuerzo y el de muchos otros, hoy la frecuencia de éxitos de «corazones demasiado buenos para morir» en las Unidades de Terapia Intensiva es mayor del 50 % y la posibilidad de reanimaciones exitosas será mayor en la medida que la capacitación del personal médico y paramédico en los aspectos teórico-prácticos y técnicos de la reanimación cardiopulmocerebral (RCP-C)  sea mayor.

Variada es la literatura sobre el Paro Cardiorrespiratorio, sus causas y la Reanimación Cardiopulmonar Cerebral, como actualmente se le llama, ya que se le da una gran importancia a la encefalopatía isquémica ocurrida durante el paro cardiorrespiratorio (PCR), que es causante de disturbio cerebral capaz de dejar secuelas graves en estos pacientes.

Hossmanm K A. Plantea que en el paro cardiorrespiratorio (PCR) el paciente pierde la conciencia en breves segundos; al final del primer minuto cesa la función del tallo cerebral la respiración se vuelve agónica y las pupilas se dilatan, provocado esto por la disminución del oxígeno. La glucosa y el trifosfato de adenosina se consumen en 4 ó 5 minutos, por lo tanto si el paro se prolonga por más de 6 minutos sin reanimación cardiopulmonar el daño neurológico es irreversible.

El diagnóstico de la parada cardiorrespiratoria se basa en la ausencia de pulso central (carotídeo o braquial), además de la inconsciencia y ausencia de respiración, aunque el grupo de reanimación cardiopulmonar (RCP) básica de ILCOR ha decidido no enfatizar tanto en la comprobación de pulso carotídeo y usar otros criterios para determinar la necesidad de la compresión torácica en un paciente adulto, arreactivo y apneico, se ha decidido usar la expresión (busque señales de circulación) que incluyen cualquier movimiento incluyendo la respiración y la deglución, no se debe emplear más de 10 segundos en comprobar este pulso, la ausencia de cualquier señal de vida es indicación suficiente para comenzar las compresiones torácicas. Otros signos observados son: la cianosis o palidez y la midriasis.

Una vez diagnosticado el paro cardiorrespiratorio (PCR), las maniobras de reanimación cardiopulmocerebral (RCP-C) deben comenzar de inmediato, esta se divide en 3 fases:

  • Soporte vital básico (SVB).
  • Soporte vital cardíaco avanzado (SVCA).
  • Cuidados de post-resucitación.

El término Soporte vital básico (SVB) se define como el intento de mantener la función circulatoria y respiratoria mediante el uso de compresiones torácicas externas y aire espirado desde los pulmones del reanimador, se realiza sin equipamiento, excepto accesorios para evitar el contacto directo boca.- boca o boca- nariz. El reconocimiento de la importancia de la desfibrilación precoz para el paciente adulto con paro cardíaco comprobado ha llevado al empleo del desfibrilador por los proveedores de Soporte vital básico (SVB).

El Soporte vital cardíaco avanzado (SVCA) es el siguiente paso al Soporte vital básico (SVB) y trata de mejorar los procedimientos para producir un latido cardíaco que genere pulso. Incluye técnica avanzada de manejo de la vía aérea, ventilación, interpretación y manejo de arritmias, accesos venosos y uso de fármacos. En esta fase es necesario plantear posibles causas desencadenantes del paro cardiorrespiratorio (PCR). La necesidad de una rápida identificación de arritmias y la desfibrilación precoz si fuera precisa hacen que esta técnica tenga prioridad sobre otras maniobras en los casos en que se disponga de un desfibrilador de forma inmediata.

Para el manejo de la parada cardiaca se deben considerar dos posibles situaciones:

a) fibrilación ventricular o taquicardia ventricular sin pulso, y b) otra actividad eléctrica cardiaca en ausencia de pulso (asistolia, actividad eléctrica sin pulso). Lo que importa es encontrar un ritmo desfibrilable (FV/ TV) o no desfibrilable y establecer una cadena de actuación en cada una de estas opciones.   

Está claro que al producirse la detención del corazón, la finalidad del resucitador es lograr que recupere una contracción útil en el menor tiempo posible, pero si junto a ello no se garantiza la recuperabilidad de las funciones cerebrales, el logro del ritmo cardíaco eficaz puede convertirse en una victoria pírrica, situación esta que vemos con relativa frecuencia en nuestros hospitales alrededor del 20.0% de los pacientes que recuperan el ritmo cardíaco efectivo tras las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP), son dados de alta del hospital sin secuelas neurológicas significativas. Entre un 60.0% y 75.0% de los pacientes fallecen, algunos de ellos como consecuencia de un nuevo episodio de paro cardiorrespiratorio (PCR), otros por el cuadro que dio origen a la misma y otros por secuelas del paro cardiorrespiratorio (PCR), particularmente en el cerebro. Parte de estos daños son causados por la hipoperfusión y otros ocurren o se agravan tras la recuperación del latido cardíaco efectivo, por una perfusión cerebral inadecuada durante la hiperemia que se produce inmediatamente después.

Aproximadamente el 80.0% de los supervivientes de paro cardiorrespiratorio (PCR) están inconscientes en la primera hora. El 30.0% de estos permanece inconsciente durante largo tiempo, el 20.0% se recupera sin secuelas, y el 50.0% presenta un déficit cognitivo moderado o severo al cabo de un año. Tienen buen pronóstico los que tardan menos de 25 minutos en recuperar latido efectivo, mantienen una tensión arterial sistólica > de 90 mmHg y están reactivos o presentan movimientos espontáneos de las extremidades. Muchos pacientes presentan importante deterioro neurológico en las primeras horas tras la recuperación del latido cardíaco espontáneo. El 50.0% de los pacientes que no se recuperan del coma post paro cardiorrespiratorio (PCR) fallecen dentro de los primeros tres días y de estos el 50.0% son identificados por los signos clínicos de tallo cerebral.

Tras la resucitación los pacientes deben encontrarse en un entorno de cuidados intensivos, con monitorización electrocardiográfica continua y capacidad para Soporte vital cardíaco avanzado (SVCA). Los pacientes que recuperan rápidamente la conciencia (habitualmente tras desfibrilación precoz) pueden mantenerse casi siempre con respiración espontánea. El resto necesita ventilación mecánica durante un período variable. En todos se hará electrocardiograma de 12 derivaciones y