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Paternidad y pareja

físicos que van produciéndose en la madre y el modo en que lo hace la condiciona haciéndola sentir única y maravillosa o por el contrario deteriorada y rechazable. Aquéllas que sienten la plena aceptación de su embarazo por su pareja, lo viven más satisfactoriamente y temen menos al parto. Las que consideran su embarazo como una enfermedad y no lo aceptan transmiten esa negatividad tanto al padre con al futuro bebé.

Un estado de tranquilidad por parte de la embarazada proporciona paz al feto mientras que situaciones de tensión provocan contracciones induciendo partos prematuros y bajo peso de los recién nacidos al nacer.

Es muy importante estimular al bebé que está por nacer en el útero materno y esta estimulación puede llevarse a cabo tanto por la madre como por el padre simplemente a través del habla. De todos son sabidas las consecuencias que puede traer el estrés materno sobre el feto tales como problemas de comportamiento futuros y dificultades emocionales durante su desarrollo.

Una promoción de la conducta afectiva de los progenitores en la etapa prenatal puede servir de entrenamiento para el proceso de transición a la maternidad y paternidad, además del desarrollo biopsicosocial del bebé en su primer año de vida.

LA FIGURA DEL PADRE EN EL PARTO

El parto es el momento de mayor ansiedad y temor para ambos sexos. El fenómeno del nacimiento comenzó a verse resentido en la década de los sesenta al pasar de ser un evento familiar cuando se paría en casa a un evento médico al nacer en el hospital, medio hostil por definición. De ese modo se mejoró la morbimortalidad pero se perdió la afectividad que tenía en épocas pasadas.

En el caso de que la atención hospitalaria con sus protocolos obstétricos, no coincida con las expectativas de parto de la pareja puede ocasionar frustraciones sobre todo para la madre. Debemos tener en cuenta que es un acontecimiento que va a ser recordado por sus protagonistas durante toda la vida.

El comienzo del parto viene acompañado de un sinfín de sentimientos contradictorios como excitación, miedo, ansiedad, impaciencias que provocan conflictos psicológicos en la pareja. Es entonces cuando el padre se pregunta si será capaz de apoyar correctamente a su mujer durante todo el proceso o por el contrario perderá los nervios no sabiendo estar a la altura.

En varios estudios los padres admiten la necesidad de una preparación previa. Consideran que es un momento muy importante y reconocen que su labor es la de acompañar, ayudar y tranquilizar a la madre, entendiendo esto como poner los medios necesarios para conseguir que el nacimiento del bebé se produzca y que tenga lugar sin nervios ni agobios.

El papel del padre, si no está bien preparado, en el período de la dilatación puede conducirlo a una situación de estrés, incertidumbre e impotencia ante comportamientos inusuales de su pareja, propios de esta etapa, sobre todo cuando se trata de un parto natural.

El acompañamiento de la pareja en el momento del parto normalmente favorece la situación ya que disminuye la ansiedad de la embarazada si bien es cierto que en ocasiones se produce el efecto contrario y pasan a representar un estorbo.

El interés mostrado por los padres en el embarazo experimenta su primera vivencia real en el momento del parto. El padre al ser co-protagonista del nacimiento de su hijo y tener un contacto temprano con él fortalece el lazo afectivo con el bebé y se siente más comprometido en su cuidado, crianza y protección.

LA FIGURA DEL PADRE EN EL PUERPERIO

Tras el nacimiento el papel del padre no está tan definido como el de la madre y está determinado por factores, individuales, familiares, institucionales y culturales.

El padre pasa de ser entusiasta espectador durante al embarazo a formar parte de una escena, viéndose ante un hijo que demanda todo el tiempo del mundo y que monopoliza la atención de una madre en pleno reajuste físico y emocional.

Sienten preocupación al considerar que el tiempo que pasan fuera de casa por su situación laboral influye en su desempeño de rol como padre.

La figura del padre ante la posible tristeza puerperal de la madre es fundamental ya que le aporta a ésta más apoyo que cualquier otra persona. También puede actuar como sustituto respecto a su hijo sustituyendo a la incapacitada madre en el apego y afecto hacia el pequeño y estableciendo relaciones seguras y alegres con él, para que así no manifiesten carencias afectivas posteriores.

Hay que considerar que determinados padres potencian dicha tristeza, por su ausencia en el nacimiento, su pobre relación o por su insuficiente apoyo emocional y práctico.

En este período, la madre ve disminuidas sus relaciones sociales y su tiempo libre ya que depende de los horarios del bebé. Es el padre el nexo de unión entre el bebé y el mundo exterior. Él puede desconectar más fácilmente y en ocasiones no reconocer la continua dedicación de la madre hacia el recién nacido. Esto puede ocasionar conflictos de pareja que pueden verse agravados si el varón no quiere o puede satisfacer el nivel de exigencia de la madre en cuanto a las tereas domésticas se refiere.

El apoyo de los padres a asumir las tareas domésticas contribuye al mantenimiento de la lactancia materna.

Tras el nacimiento, el varón ve limitado su interés sexual por varios factores como son: el miedo a otro posible embarazo, el miedo a hacerle daño a su mujer, a disponer de menos intimidad e independencia, el agotamiento, las preocupaciones. Todo esto se traduce en un cambio en las relaciones sexuales motivado por el cambio de vida de la pareja en general y por su nueva situación.

Si se carece de recursos adecuados de resolución de conflictos cada vez serán más frecuentes los reproches entre la pareja.

La calidad de la relación es importante en cuanto a que de ella depende la calidad de atención que recibirá el recién nacido de sus padres. La mayoría de las madres considera a su pareja como el principal punto de apoyo en este periodo y que su capacidad para hacer frente a la maternidad está vinculada al rol que éste ejerce como padre.

La simple presencia del padre con el bebé incrementa el interés de la madre por el recién nacido.

CONCLUSIONES:

La participación de los hombres en el seguimiento del embarazo, parto y puerperio es algo opcional y no una experiencia que deban vivir como coprotagonistas. Los varones suelen ser menos críticos con la relación marital, la vida doméstica, la satisfacción de la pareja o la crianza de los hijos. En general las mujeres suelen asumir estos aspectos por lo que ellos tienden a adaptarse a ellas aportando pocos problemas a estas cuestiones.

El interés por alcanzar la igualdad y equidad entre hombres y mujeres ha dado lugar a un desequilibrio origen de conflictos psicológicos individuales y en la pareja.

Aunque generalmente los hombres manifiestan menos ansiedad que las mujeres, si ahondásemos un poco descubriríamos que el papel de padres les lleva a un nivel de angustia y ansiedad muchas veces oculto.

La lactancia materna al recién nacido y es que, la lactancia natural, algo tan exclusivamente maternal, se puede ver influenciada por el rol de padre. Se ve perjudicada por padres que opinan que estropea los senos femeninos y que interfiere con el sexo. También el apoyo de los padres a asumir las tereas domésticas contribuye significativamente a su mantenimiento, ya que los altos niveles de responsabilidad en el trabajo del hogar y cuidado infantil son importantes indicios del cese de la lactancia.

En las sociedades occidentales actuales un buen padre será aquel que se implique activamente en la crianza de su hijo asumiendo una función afectiva y normativa, favoreciendo su proceso de autonomía y ayudándole en la adquisición de una identidad discriminada.

La paternidad ha dejado de ser algo prescrito y ha tomado el difícil, pero seguro camino, de pensarse y vivirse por encima de modelos ideales, por encima de esquemas o ideas. Existe hoy una mayor conciencia de la trascendencia de la paternidad y por eso pasa a ser una responsabilidad en la que se pone todo el destino personal. Una nueva conciencia de las funciones del padre, una nueva conciencia de la