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Comportamiento de las patologías pulpares inflamatorias en pacientes de 15 y más años

El objetivo de la prueba es no sólo ver cuál es el diente que da más o menos respuesta, sino en ocasiones, ver si el dolor provocado persiste más allá de la retirada del estímulo o no. Hay que realizar la prueba siempre con cautela, advirtiendo al paciente del dolor que puede llegar a percibir. Y si siempre debemos ser cuidadosos, más aún en aquellos pacientes que refieren sintomatología de pulpitis irreversible ellos evitaremos la prueba si no es imprescindible, pues el dolor que podemos causar puede ser muy importante. Debemos explicar al paciente en esos casos que sólo podemos determinar el diente causal provocándole un episodio de dolor, y que sólo identificando el diente podremos llevar a cabo el tratamiento que resuelva su problema.

La respuesta pulpar al frío debe ser puesta siempre en cuestión cuando el resultado es la ausencia. Si las pruebas producen dolor agudo, superior a los dientes de referencia (vecino o contralateral), y, sobre todo, si el dolor no cede en segundos, sino que persiste minutos, nos encontraremos ante una lesión pulpar irreversible. Si el resultado es la ausencia de respuesta, no podemos por el contrario afirmar que exista una necrosis pulpar y sólo se realizará el tratamiento de conductos si tenemos síntomas o signos clínicos de patología pulpar irreversible. (66)

2. Pruebas eléctricas

El pulpómetro o pulpo vitalómetro usa la excitación eléctrica para la estimulación de las fibras sensoriales A-delta pulpares. Una respuesta positiva simplemente indica la existencia de fibras sensoriales con vitalidad. Esta prueba no proporciona ninguna información sobre la vascularización de la pulpa, que es el verdadero determinante de su vitalidad. Por los falsos positivos y falsos negativos, unido a la poca especificidad, es una prueba que cada vez realizamos menos, y aporta poca información respecto a las pruebas térmicas.(66)

3. Prueba de la cavidad

En algunas ocasiones tenemos sospechas de la existencia de una necrosis pulpar, pero no estamos totalmente seguros. En esas circunstancias, sin anestesia, podemos tallar una pequeña caja en oclusal (premolares y molares) o bucal (incisivos y caninos), penetrando en dirección pulpar. Si accedemos a la pulpa sin dolor, es que existía la necrosis. Si el paciente tiene sensibilidad durante la penetración a dentina, implicará la existencia de vitalidad pulpar, obligando a reevaluar la necesidad de tratamiento de conductos. (66)

4. Prueba de la anestesia

La prueba de la anestesia permite localizar el origen del dolor. En pacientes con dolor agudo en que nos es difícil establecer el origen del dolor (por ejemplo pacientes con muchas restauraciones con pulpitis irreversible sintomática sin lesiones de caries nuevas), el anestesiar una zona puede ayudarnos a determinar el origen aproximado de la lesión. El problema de esta prueba es que nos descarta un cuadrante o un grupo dentario, pero nos impide proseguir con otras pruebas exploratorias, ya que, si anestesiamos la zona problema, ya no habrá más respuesta al resto de pruebas.(66)

5. Radiografía

La radiografía es una exploración complementaria, y por ello se debe realizar, en la fase diagnóstica, sólo para ayudar en el diagnóstico diferencial. En muchos casos, podemos llegar a ese diagnóstico sin necesidad de dichas radiografías. No obstante, aun cuando se haya alcanzado un diagnóstico de certeza sin necesidad de tomar radiografías, si queremos llevar a cabo un tratamiento de conductos radiculares tenemos la obligación de hacer un estudio detallado de las características de las raíces, y ello solo es posible con el concurso de la radiografía.(66)

6. Radiografía digital:

Los avances informáticos alcanzaron hace tiempo al campo de la radiografía, existiendo en el mercado dispositivos que permiten la obtención de imágenes radiográficas digitalizadas. Entre sus principales ventajas destacan la rapidez de obtención de las imágenes y la reducción de la radiación sobre el paciente. Obvia, por otra parte, los posibles problemas de un inadecuado revelado.

Es también una ventaja el permitir una gestión más fácil del fichero de pacientes, pues se archivan directamente en el sistema informático(si disponemos de él),de modo que no se producen pérdidas de radiografías, no se deterioran,y se puede acceder fácilmente a las mismas (naturalmente, todo ello queda condicionada al establecimiento de un adecuado sistema de seguridad para la información).Entre sus inconvenientes cabe destacar el corte de adquisición aun alto de estos dispositivos. La calidad de la imagen es ya equiparable, clínicamente, a la radiografía convencional. Es importante la obtención de radiografías de buena calidad durante el tratamiento.(66)

  1. Tinción dentaria

Para determinar la existencia de fisuras dentarias podemos además recurrir a la tinción de las mismas con diferentes colorantes. Se ha sugerido la eliminación de dentina en el surco teñido hasta llegar a dentina limpia, para así establecer la extensión de la fisura. (66)

8. Prueba de la mordida

Esta prueba tiene como principal finalidad determinar la existencia de un síndrome de diente fisurado. Sospechamos de este síndrome en pacientes jóvenes con facetas de desgaste importante y signos de apretamiento dental, dolor a la masticación y ausencia de caries. A la anamnesis el paciente refiere dolor al masticar. El dolor se relaciona más con el dejar de apretar que con el apretar. Para evaluar si esto sucede, puede colocarse un elemento (cuña de madera, por ejemplo) en la fosa del diente sospechoso, y hacer ocluir sobre ella. Al dejar de ocluir, en caso de síndrome de diente fisurado, el paciente puede referir dolor. En otras ocasiones el paciente puede referir dolor a la simple oclusión, debido a otras causas, tales como un trauma oclusal, pero ello se suele diagnosticar ya bien por medio de la palpación o percusión sobre ese diente. (66)

9. Incisión quirúrgica exploratoria

Por ignorancia anterior, por un envejecimiento de la población, por cambios dietéticos, o sobre todo, por los cambios sociales de la población, la incidencia de fracturas dentarias no causadas por la caries ha aumentado de modo significativo en la clínica diaria. La inspección, palpación, sondaje y radiografías pueden dar una orientación diagnóstica clara en algunos casos. No obstante, en muchos otros, la única forma de establecer el diagnóstico es por medio del levantamiento de un colgajo y observación de la raíz, preferiblemente ayudados por un sistema de magnificación (lupas de aumento o microscopio clínico).