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Reflexiones sobre el significado de las perforaciones corporales en adolescentes postmodernos

Reflexiones sobre el significado de las perforaciones corporales en adolescentes postmodernos

Resumen.

Los/as adolescentes desean perforarse y tatuarse para estar a la moda y así recibir mayor atención, en algunos casos pretenden desafiar a la autoridad parental. Probablemente otros lo realizan por estar a la moda y los adultos quizás no entienden que para los adolescentes el arte de adornar su cuerpo es un rito de moda, por estas razones el uso de tatuajes se ha vuelto cada vez más popular entre quienes buscan consolidar su identidad porque estos estarían asociados al individualismo, desafío, símbolo de independencia, libertad, riesgos y fantasías.

Reflexiones sobre el significado de las perforaciones corporales en adolescentes postmodernos

Amarilis Córdova A. Especialista en Pediatría y Puericultura y en Salud y desarrollo de adolescentes. Profesora Escuela de Medicina Universidad de Carabobo. Venezuela.

Palabras clave: tatuajes, piercings, perforaciones corporales.

INTRODUCCIÓN

En décadas anteriores los adolescentes que usaban tatuajes solían estar vinculados con pandillas y tenían comportamientos riesgosos a otros se les etiquetaban como depresivos e impulsivos. Sin embargo, también se ha descrito jóvenes tatuados que no presentan trastornos conductuales y llegan a tener un futuro familiar y profesional exitoso, por lo que se realizó en este artículo una reflexión sobre cuáles son las motivaciones del adolescente postmoderno para realizarse perforaciones corporales. Se concluyó que, desde las múltiples perspectivas a partir de las cuales se han analizado las motivaciones y significados que activan y fomentan esta práctica en adolescentes postmodernos van desde la experimentación con una situación diferente; el simple deseo de decorar el cuerpo, la adhesión identitaria a determinadas tribus urbanas, en otros adolescentes, significan simplemente esa búsqueda de su propia identidad y, en estos casos una modificación corporal no es más que una marca de identidad que equivale a un símbolo de pertenencia social o grupal.

La noción de cuerpo en nuestros días, constituye otra ruptura con las generaciones pasadas y con su forma de vivir. Ahora ya no se hace la diferenciación clásica entre cuerpo y mente, pues el cuerpo es inseparable del sujeto y en esa medida, es el sujeto en sí. Esto tiene que ver con el hecho de que el pensamiento postmoderno no busca sentido en la existencia, por lo cual, la separación que antaño se hacía entre cuerpo como máquina y sujeto como espíritu o algo superior ya no funciona en nuestros días. Es decir, el binarismo como forma de pensamiento, desaparece. Por el contrario, la preocupación por el cuerpo actualmente ha adquirido dimensiones nunca antes vistas, pues se ha desarrollado un culto en torno a él, que atraviesa en mayor o menor medida a toda la sociedad.

La nueva visión del cuerpo y el culto actual hacia él, reclama juventud y no envejecimiento, por lo que los cuidados hacia él crecen. En este contexto, es quizás esta búsqueda de permanecer físicamente igual pues el no envejecer implica no cambiar físicamente, así como una lograr una estética diferente, es lo que puede explicar que sean más los jóvenes los que se hagan tatuajes. Lo que se buscaría, en último término, sería contar con algo –un tatuaje- que les recuerde su juventud y que les dé la idea de no envejecimiento cuando los años ya hayan pasado. (1)

Asimismo, es necesario mencionar, que el tatuaje también es una moda en sí, y en ese sentido, es una lógica social independiente de los contenidos. Siguiendo esta misma línea, la moda se caracteriza por dos principios correlativos principales, que son: relación de persona a persona regida por la imitación de los modelos contemporáneos y una nueva temporalidad basada en el presente social, caracterizado por lo novedoso (1).

DESARROLLO

Etimológicamente, adolescencia significa crecer, que implica la tarea crecer en todos los sentidos y de encontrarse a sí mismo. Desde el punto de vista físico, corresponde a un periodo de cambios y crecimiento rápido que va desde los 10 a los 19 años. Además, se producen cambios psicológicos normales, que se manifiestan en el adolescente por la búsqueda de identidad propia, oposición a la autoridad, separación de los padres, tendencia grupal, omnipotencia e invulnerabilidad, cambios bruscos en la confianza en sí mismo, adaptación a su imagen corporal, inestabilidad emocional, deseo de conocimiento del mundo y búsqueda de nuevas experiencias. La emergencia de la nueva realidad corporal no sólo conduce al duelo por el cuerpo infantil, sino que desprende gran angustia y de excitación que, al desbordar las capacidades de elaboración psíquica, no tienen más camino que la mera descarga. En ese sentido, dicha realidad es la base de la acción motora directa, de muchos de esos comportamientos típicos que le dan salida al exceso. (2)

Asimismo, el recurso a las marcas corporales representa, para muchos adolescentes y jóvenes, una manera de silenciar o de simbolizar el desprendimiento de los padres. El cuerpo en el adolescente, además de ser un espacio de amortiguación y defensa contra la angustia, de responder a la búsqueda de control de sí mismo, también es el campo de batalla de una identidad en vía de construcción, y por eso es objeto permanente de ensayos (3). El cuerpo puede ponerse entonces a funcionar más como el lugar de unos límites a desafiar que como algo que dé cuenta de las fronteras como sujeto. Pero el adolescente, desde la exigencia interna que se le plantea de representarse y apropiarse del cuerpo que le ha cambiado, siempre está traspasado por un sentimiento de extrañeza que además de embargarlo a él mismo, también está presente en la mirada que los otros le devuelven. Así pues, la mirada, que ha sido crucial desde la constitución del sujeto en la infancia, continúa siendo un componente muy importante en el reconocimiento de sí y en la realización del sentimiento de ser y existir en la adolescencia, esto no es más que la búsqueda de su propia identidad.

Con todo, aunque se presente la sensación de extrañeza por el cuerpo propio, aunque sea un desconocido que el adolescente tiene por conquistar, a la vez es el único nexo más seguro que él tiene con el mundo. De allí que en la búsqueda por tener un “sí mismo” y afirmar el sentimiento de existencia, la fabricación de una imagen propia pase tantas veces por el decorado del cuerpo que fácilmente capta la mirada de los otros. La apariencia cobra una gran relevancia en el encuentro con los demás y se constituye en una primera forma de “socialización” e integración al grupo de pares. (3).

La elaboración de los duelos del proceso adolescente implica así una tarea de reordenamiento, luego de la de-construcción efectuada en las representaciones de sí mismo y de los otros, que habían sido su haber desde la infancia; implica una creación de otras representaciones que den cuenta de los cambios acontecidos en su mundo interior, en su relación con los objetos, en el cuerpo que emergió desde la pubertad con una inusitada intensidad pulsional, con nuevas formas y potencialidades.