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Polifarmacia en el Adulto Mayor. Asunto pendiente sin resolver desde la Atención Primaria

han motivado que el interés por la utilización de los medicamentos en el anciano haya crecido en los últimos años, aumentando considerablemente el número de estudios y artículos sobre este tema publicados en la literatura biomédica. Sin embargo, la terapéutica farmacológica de los ancianos continúa planteando importantes dificultades. La principal es la indefinición del sujeto; ya que, no se puede hablar del anciano como de un estado concreto y perfectamente definido, al existir una diversidad de características (fisiopatológicas, sociales, económicas, culturales, etc.) condicionando que se de una importante variabilidad individual que impide generalizar conceptos y dificulta la extrapolación de los datos obtenidos en grupos de población reducidos y concretos (Carty & Everitt, 2004)

El adulto mayor consume alrededor del doble de los medicamentos que consumen los jóvenes y no es extraordinario que un adulto mayor consuma más de 5 ó 6 prescripciones diferentes. También es común que los fármacos recetados se tomen en combinación con otros no recetados y con productos naturales que puedan tener importantes interferencias o interacción con los fármacos recetados por el médico. Por lo tanto es de suma importancia que el médico general indague sobre los fármacos y otros remedios que el adulto mayor está consumiendo antes de hacer un diagnóstico o presentar un tratamiento. (Santana Vasallo, Bembibre Taboada, & García Núñez, 1998) Las personas mayores requieren de un médico general para garantizar que la existencia de enfermedades múltiples no lleve a múltiples derivaciones, opiniones y dilución de la responsabilidad, pero también requieren la participación y la cooperación de los especialistas para su máximo beneficio, que será mayor en presencia de una buena comunicación. (Sobarzo Ortiz, 2004)

En algunos países la población geriátrica llega a ser mayor del 12% y más del 25% de las medicaciones están prescritas en este grupo de edad. Cuando se formula a un anciano el médico debe tener presente, entre otros, el fin terapéutico, la calidad de vida y los potenciales efectos adversos. (Arango L Opera, 2002)

En España (datos del año 2003), las personas mayores de 65 años suponen casi el 18% de la población, y son responsables del 70% del gasto farmacéutico. (Blasco Patiño, Martinez Lopez de Letona, Villares, & Jiménez , 2005)

Se estima que en los hospitales, cerca del 50% de las camas, están ocupadas por personas mayores y representan las tres cuartas partes de las consultas ambulatorias. (Armijo & Benitez , 2005). El 85% de los pacientes mayores de 65 años, (Blasco , Martínez López de Letona, Pérez Maestu, Villares, & Ponce, 2004) utilizan al menos un fármaco prescrito por un facultativo siendo la media diaria de consumo entre 4-8 fármacos/persona. (Hohl, Dankoff, Colacone, & Afilalo, 2001)

En pacientes institucionalizados es donde se da un consumo mayor de medicamentos. El número total de fármacos que ingiere una persona es el principal factor asociado a la aparición de efectos adversos, interacciones, errores de medicación y falta de cumplimiento. (Laredo, Vargas, & Moreno, 2007)

 Por otra parte, no todos los fármacos prescritos tienen una eficacia demostrada (fármacos utilidad terapéutica baja o UTB), ni son adecuados para el paciente anciano. Se estima que el 97% de los ancianos que viven en residencias y el 61% de los que viven en su domicilio, consumen un fármaco inapropiado, de baja utilidad, o no indicado (Fidalgo, Molina, Millan, & Orozco, 2001)

 En torno al 40% de los ancianos toman medicamentos de venta libre y con frecuencia no suelen mencionar su uso al médico. (Nogal Fernández, Martinez Díaz , del Río Polo, Gil Martín, & Cuevas Ruiz, 2006) La correcta prescripción de fármacos en el anciano tiene la mayor importancia, dado que este grupo etáreo está frecuentemente polimedicado y la frecuencia de reacciones adversas (RAM) es elevada. Por ejemplo: Entre 65 y 90% de los ancianos consumen algún medicamento (OMS). En Inglaterra los adultos mayores consumen el doble de fármacos respecto de la población general y alrededor de 10% de los ingresos hospitalarios a unidades geriátricas son motivados por RAM. Entre un 25% a 50% comete errores en la administración de medicamentos, cifras que aumentan al incrementarse el número de fármacos prescritos. (Kane, Ouslander, & Itamar , 1997)

Estudios de fármaco vigilancia en hospitales han establecido una relación lineal entre edad y frecuencia de RAM, las que aumentan a 25% en adultos mayores de 80 años hospitalizados, en sujetos entre 20 a 29 años dicha frecuencia es de 3%. Las RAM son la forma más frecuente de enfermedad iatrogénica en adultos mayores. La edad avanzada predispone a RAM. (Kane, Ouslander, & Itamar , 1997)

La múltiple morbilidad de los ancianos obliga a un consumo de mayor cantidad, duración y variedad que los sujetos jóvenes, lo que supone un riesgo superior de experimentar reacciones adversas. La falta de cumplimiento del tratamiento y los errores en la administración de los medicamentos aumentan con la edad del paciente. Esto está motivado, en parte, como consecuencia de las características del mismo tratamiento (elevado número de fármacos, con distintas pautas de administración); junto a las condiciones de los pacientes (fallos de la memoria, pérdida de la visión y merma de la destreza manual). En algunos casos, el envasado y empaquetado de ciertos medicamentos dificulta innecesariamente el cumplimiento. (Valenzuela , 1999)

Existe un desconocimiento, en gran parte motivado por una formación insuficiente, sobre las diferencias existentes entre los ancianos y los jóvenes en relación a los tratamientos farmacológicos. En parte, este déficit de formación está motivado por la ausencia de información científica sobre numerosos aspectos -aún por conocer- en relación a la utilización de medicamentos en este grupo de edad.

Las diferencias en la respuesta a los medicamentos observadas entre los jóvenes y los ancianos no dependen sólo de los niveles plasmáticos que alcance un determinado fármaco, de su lugar de acción o de la peculiar sensibilidad a los mismos, sino también del progresivo deterioro de los sistemas homeostáticos asociados al envejecimiento y a ciertas enfermedades. Así, la aparición frecuente de hipotensión ortostática en los ancianos sometidos a tratamiento con fármacos antihipertensivos,