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Intervención educativa sobre prevención de embarazo en la adolescencia

El joven ocupa una posición intermedia entre el niño y el adulto: En esta etapa la actividad rectora es la selección de la profesión. El joven se preocupa mucho por su futuro, por su realización personal y social, por alcanzar un lugar en la sociedad, por su auto afirmación (5). Es la etapa en que se preparan para dar el paso a la vida adulta y hacen una definición de sus planes de vida con respecto a la profesión, el amor, a la familia (5).

El dominio de complejos operaciones intelectuales y el enriquecimiento del aparato conceptual hacen que la actividad intelectual de muchachas y muchachos sean más estables y efectivas, aproximadamente en este aspecto a la actividad adulta. El joven quiere saber a toda costa cuánto es lo que vale, de qué es capaz. Tiene dos modos de autoevaluarse: uno es medir el nivel de las propias pretensiones con el resultado alcanzado y el otro es la comparación social, la confrontación de las opiniones de los que lo rodean (5).

El joven incrementa considerablemente su actitud social. Le gusta compartir fiestas, paseos, excursiones con sus compañeros de grupos y amigos.

Es frecuente en esta etapa la necesidad de amistades íntimas. Las muchachas son más exigentes con esas amigas (3.5).

La Organización Mundial de la salud interpreta el concepto de Salud Reproductiva como “el estado de completo bienestar físico, mental y social del individuo, que favorece o determina la reproducción humana en condiciones saludables”, entendido como tal el proceso cíclico que se inicia antes de la concepción, la concepción misma, el embarazo, parto, recién nacido, desarrollo del niño, adolescentes, jóvenes, adultos, hasta volver a la concepción como punto de partida. Se trata entonces de salud y de calidad de vida en todo el ciclo vital que repercute de forma directa en la reproducción humana, no sólo visto como ausencia de enfermedad en el proceso reproductivo (6).

Es necesario, en los primeros años (antes de los 20) evitar los hijos pues ocurren dificultades para los jóvenes (físicos, fisiológicos, sociales) y se ven obligados muchas veces a abandonar sus estudios (2).

A nivel mundial se reconoce un aumento de la actividad sexual de los adolescentes y concomitantemente una disminución en la edad de inicio de las relaciones sexuales, incrementándose con esto la incidencia de partos en mujeres menores de 20 años (3).

El embarazo adolescente puede definirse como aquel que ocurre dentro de los primeros dos años de edad ginecológica (tiempo transcurrido desde la menarquia) y/o cuando la adolescente es aún dependiente de su núcleo familiar de origen (6). La edad promedio de menarquía en Venezuela es 12 años (7).

La salud reproductiva se refiere a asegurar que el individuo sea capaz de tener una vida sexual responsable, satisfactoria y libre de riesgos, con la capacidad de reproducirse y la libertad de decidir cuándo y con qué frecuencia hacerlo (8).

A pesar de que las tasas de fecundidad global y adolescente han disminuido a nivel mundial, este descenso ha sido más acentuado en el primer marcador, lo cual ha determinado una mayor importancia relativa del embarazo en menores de 20 años. La fecundidad adolescente en Venezuela también merece especial atención, pues en 2001 la tasa era de 89 hijos por mil mujeres con edades entre los 15 y 19 años, contra 89.4 hijos en el 2009. Por lo tanto el embarazo en la adolescencia sigue siendo considerado un problema en todos los países del mundo, con marcada importancia en países subdesarrollados y en vías de desarrollo. Es así como en América Latina un 15 a un 25% de los Recién Nacidos Vivos son hijos de una madre menor de 20 años (9).

A partir del inicio de la misión Barrio Adentro en mayo de 2003 por los cerros de Caracas, experiencia que luego se extendió a todas partes del país, es que se comienzan a realizar algunos estudios (demográficos y socioeconómicos)para conocer con certeza las principales causas de morbilidad, mortalidad y factores de riesgo que afectan a la población venezolana.

Datos oficiales de las Naciones Unidas informaron que en Venezuela existen 98 nacimientos por cada mil adolescentes entre 15 y 19 años. Estas cifras colocan al país en primer lugar en volúmenes de embarazos no deseados, sólo lo superan Guatemala, Honduras y Nicaragua en América Latina. En Chile se estima que la fecundidad en adolescentes aporta casi un 15% de la fecundidad total (10).

La gran Europa no escapa a esta realidad, en 1908 en Madrid se reportaron 10.804 nacimientos de madres comprendidas en las edades de 15 a 19 años. Esto ha ido en aumento, debido principalmente a las poblaciones inmigrantes a las que habrá que dotar de estrategias de promoción, prevención y asistencia pertinente (8).

Se han establecido ciertos factores influyentes en la creciente aparición de embarazo precoz como lo son:

ü     Insuficiente conocimiento por parte de los adolescentes del tema.

ü     Carencia de un trabajo educativo sistemático con los adolescentes.

ü     Fallas en la educación de la sexualidad de la familia

ü     Insuficiente preparación del claustro de profesores en las instituciones educativas para tratar esta temática.

El embarazo en la adolescencia se asocia a mayores riesgos médicos (síndrome hipertensivo del embarazo, anemia del embarazo, desnutrición, parto prematuro, bajo peso al nacer, mayor incidencia de muerte materna y perinatal etc.), efectos psicológicos negativos en la madre (depresión post-parto, baja autoestima, cambios en el proyecto de vida) y una serie de desventajas sociales (bajos logros educacionales, deserción escolar, desempleo, mayor frecuencia de maltrato y abandono infantil, entre otros) (11) .

Frente a esta realidad aparece la necesidad de implementar medidas tendientes a prevenir le ocurrencia de embarazos durante la adolescencia, dentro de los cuales, la educación sexual y el uso de métodos anticonceptivos cumplen un importante rol (11).

“Los derechos reproductivos comprenden ciertos derechos humanos ya reconocidos en leyes nacionales, documentos internacionales sobre derechos humanos y otros documentos de consenso relacionados. Se basan en el reconocimiento del derecho básico de todas las parejas e individuos de decidir libre y responsablemente la cantidad de hijos que desee mantener, el espaciamiento de los embarazos y la planificación familiar, y de tener la información y los medios para hacerlo, y el derecho para alcanzar el mejor estándar de salud sexual y