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Revisión bibliográfica. Lesiones deportivas del ligamento cruzado anterior. Abordaje terapéutico en el ámbito fisioterápico

anteriores con el trabajo en la bicicleta elíptica y estática con la pierna en ligera flexión, 5 minutos sin resistencia, sin que el paciente refiera sobrecarga ese día o al siguiente, para ir incrementándolo progresivamente.

Cuando el paciente ya puede mantenerse en pie y apoyar todo el peso, se inician ejercicios como “caminar de puntera” “caminar de talones” o “los pasos de lado”. Posteriormente estos ejercicios pueden hacerse dentro del agua e incorporando varias texturas en la base de soporte.

El balanceo sobre una tabla de equilibrio y entrenamiento de la estabilidad se realizan al final de esta fase mediante ejercicios de 25 segundos de duración descalzo y delante de un espejo.

Si queremos conseguir una mayor estimulación disminuiremos los estímulos aferentes visuales, manteniendo los ojos cerrados.

Algunos de estos ejercicios pueden ser:

– Entrenar la velocidad de reacción muscular de la cadena posterior Isquiotibial y Soleo: Paciente de rodillas sobre la camilla, le empujamos hacia delante desde la pelvis y debe reaccionar contrayendo los isquiotibiales y el soleo sin apoyar las manos.

– Pelota de Bobath: Paciente sentado sobre la pelota sin apoyar los pies en el suelo para que trabajan con intensidad los isquiotibiales. Control del paciente: hacia delante y hacia atrás, hacia un lado y al otro y las diagonales.

– Posición de caballero sirviente: con la pierna afecta con flexión de cadera y rodilla de 90º, y miembro inferior no afecto con la rodilla sobre la colchoneta, con extensión de cadera y flexión de rodilla 90º. El fisioterapeuta crea pequeños desequilibrios desde ambas cinturas de la paciente y desde la rodilla afecta, y ésta debe mantener el equilibrio o recuperarlo si lo pierde.

– Apoyo de ambos pies sobre una tabla inestable o cama elástica.

– Sentadillas sobre ambas piernas con los brazos en flexión de 90º.

Fase post quirúrgica III: desde los 2-3 meses tras la intervención. El objetivo principal es recuperar y/o mejorar las cualidades físico-deportivas básicas (flexibilidad, fuerza máxima, fuerza resistencia, resistencia aeróbica) que permitan al paciente lesionado iniciar la carrera y abordar los ejercicios funcionales específicos de su deporte.

Se recomiendan las técnicas estáticas tipo contracción-relajación para mejorar la flexibilidad, de 4-7 repeticiones estáticas de contracción-relajación, con una duración de 30-40 segundos cada fase en dos sesiones por día.

El trabajo de fortalecimiento muscular, es de gran importancia en esta fase, con ejercicios de contracción concéntrica y excéntrica de cadena cinética abierta y cerrada, con una frecuencia semanal mínima de 2-3 sesiones, con un volumen por sesión de 3-5 series con 8-12 repeticiones cada serie. El tiempo de recuperación varía de 2-4 minutos entre cada serie. La carga o intensidad del esfuerzo se sitúa entre el 60-80% de 1RM (máxima carga para una sola repetición).

La recuperación de la resistencia aeróbica, se consigue gracias a la natación o el ciclismo. Mientras que una o dos semanas más tarde comenzará con el trote llano en forma interválica para luego realizarlo sin pausas. El sujeto estará preparado para correr si presenta un correcto control propioceptivo y buenos niveles de fuerza, si no es así, el sujeto tendrá una técnica incorrecta con exageradas oscilaciones pélvicas, fuertes dolores articulares y dificultades en el apoyo del pie, por lo que deberemos aumentar los trabajos propioceptivos y de fuerza.

Algunos de estos ejercicios pueden ser:

– Circuitos de escalones y/o rampas con subidas y bajadas hacia delante, hacia atrás y hacia los laterales a diferentes velocidades; en este ejercicio se trabaja de forma excéntrica el recto anterior del cuádriceps.

–               Fase de entrenamiento funcional: transcurre desde la 16 semana tras la intervención. El objetivo principal es conseguir la permanencia o estabilidad sobre un pie.

Algunos de estos ejercicios pueden ser:

– Posición unipodal sobre la pierna afectada: Flexión de la rodilla. Movilizar la pierna contralateral hacia abducción/aducción y flexión/extensión. Muchas repeticiones para intentar fatigar el soleo (porque tiene que aprender a hacer el control anterior de la tibia).

– Posición unipodal sobre pierna afectada fija: Choque excéntrico ante un balón de la pierna no afectada. Lanzarle la pelota desde distintos ángulos.

– Recepciones de salto y multisaltos: Recepción sobre el suelo con los dos pies apoyados. Prevención: punta-talón, rodilla sobre los pies (no varo o valgo) y pecho sobre las rodillas.

– Jugar con las alturas y las densidades: mientras el paciente salta empujarle hacia diferentes direcciones.

1º: Dos pies, buena recepción.

                        2º: A un pie.

                        3º Sobre elementos estables

                        4º Sobre elementos inestables.

– Realizar circuitos utilizando conos: pidiendo al sujeto que sortee los conos mientras corre.

– Iniciar la carrera direccional: correr 10 metros hacia delante, hacia los lados y hacia atrás para formar un cuadrado.

–               Fase de retorno al deporte: a los 6 meses tras la intervención. El paciente podrá practicar deportes de pivoteo, si presenta:

– Mínima o nula inflamación.

– Un arco de movimiento completo.

– Una prueba de Lachman negativa.

– Unos resultados de fuerza muscular del 90% con respecto al lado sano.

CONCLUSIONES

Una inmediata recuperación del rango de movimiento pasivo y activo, enfatizando sobre la extensión completa tras la intervención, reduce el dolor, estimula la homeostasis del cartílago y previene problemas patelo-femorales, alteraciones en patrón de la marcha, atrofia del cuádriceps y artrofibrosis.

La pérdida de extensión es la que más problemas funcionales plantea debido a la sobrecarga fémoro-patelar por la marcha en flexión, y a la dificultad para ganar fuerza en el cuádriceps, que empeora los problemas fémoro-patelares, por ello es importante tratar el flexo de manera precoz, pero sin forzar la extensión para no poner en peligro la plastia.

Algunos autores han concluido que la carga completa sin muletas no afectaba a la estabilidad de la rodilla, y establecieron que se debía realizar, siempre que el patrón de marcha fuera correcto y el dolor tolerable, entre los días 4 y 10 después de la cirugía. Basas et al indican la carga del 25% del