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Síndrome de las piernas inquietas o Síndrome de Wittmaack Ekbom

paciente presenta un cuadro caracterizado por una sensación extraña, desagradable, inexplicable con hormigueo, en ambas piernas con una duración entre 2 y 3 horas lo cual le obliga a levantarse caminar por la casa, tirarse al piso estirarse, realizar movimientos contantes de las piernas para sentir algún alivio. Todo esto le genera mucha ansiedad que le lleva a la depresión al día siguiente y pánico al llegar la noche, sus crisis presentan en estos momentos una frecuencia casi diaria y cuando se estresaba se hacían diarias, por lo que decide visitar al médico, pues ya no puede asistir a actividades donde tenga que estar sentada y no es capaz de ver una película completa ya ni en horas de la tarde.

Esta sintomatología se presenta siempre en los pies y las piernas de forma bilateral. Nuestra paciente fue estudiada por Medicina Interna y Neurología diagnosticándole el Síndrome de las Piernas Inquietas (S.P.I.) remitida a nuestro servicio de Medicina Física y Rehabilitación donde comienza un tratamiento de Kinesiología basado en movilizaciones activas libres, ejercicios de estiramientos globales, masaje profundo transverso, bicicleta estática Terapia Ocupacional, y Terapia antiestress en el departamento de Medicina Natural y Tradicional desde hace 3 meses, la paciente refiere en estos momentos la persistencia del cuadro pero mejoría de los síntomas.

EXAMEN DE LABORATORIO

Hemograma glicemia, función renal: normal.

DISCUSIÓN

CAUSAS

El Síndrome de las Piernas Inquietas (SPI) es aún un desconocido, y aún queda mucho por investigar para alcanzar un conocimiento más profundo y fehaciente. Las últimas investigaciones tantean la posibilidad de un trastorno en el sistema dopaminérgico (funcionamiento de la dopamina) como causa principal del síndrome de las piernas inquietas. La dopamina es una sustancia inherente al sistema nervioso, encargada de la regulación del movimiento, y esta sustancia depende intrínsecamente de los niveles de hierro y del déficit de los depósitos (niveles de ferritina), para su correcto funcionamiento.

El factor genético o hereditario influye directamente en un 50% aproximadamente (síndrome de las piernas inquietas primario o familiar). El 66% de los pacientes de síndrome de las piernas inquietas poseen al menos un familiar directo en primer grado (hermano, padre o hijo). Tener un familiar de primer grado con síndrome de las piernas inquietas, el riesgo de desarrollar la enfermedad es de 1,5 a 2 veces superior.

Hay otras situaciones médicas que pueden explicar la aparición de síntomas del síndrome de las piernas inquietas, como un embarazo (20%) pero suele desaparecer tras el parto, una anemia ferropénica (30-40%), una insuficiencia renal (sobre un 50% en personas con hemodiálisis), una artritis reumatoide, un Parkinson, una diabetes, una neuropatía periférica o una polineuropatía, entre otras. (7)

Otras posibles causas que se le atribuyen al síndrome de las piernas inquietas podemos encontrar las siguientes:

Hiperparatiroidismo, Amiloidosis, Ataxias Hereditarias, Fibromialgia, Esclerosis Lateral Amiotrófica, así como el consumo de algunos fármacos antidopaminérgicos neurolépticos, metoclopramida, antihistamínicos, antidepresivos como mirtazapina, mianserina o amitrptilina, litio, betabloqueantes, cafeína y tiroxina. El estrés también influye en el desarrollo del síndrome de las piernas inquietas. (7)

En los casos de síndrome de las piernas inquietas donde no hay un factor genético, ni una enfermedad asociada subyacente, se denomina síndrome de las piernas inquietas idiopático.

Cuando el síndrome de las piernas inquietas es resultado de un empeoramiento a consecuencia de otra enfermedad subyacente, se denomina síndrome de las piernas inquietas secundario.

Estudios recientes han detectado que algunos casos podrían estar provocados por el exceso de café y de alcohol.

AFECTADOS

El síndrome de las piernas inquietas afecta a, aproximadamente, un 7-10% de la población entre 18 y 65 años, tanto a hombres como a mujeres (éstas en un porcentaje ligeramente mayor). La edad en que más frecuentemente aparece es a partir de los 40 años. Entre los mayores de 65 años puede llegar al 15-20% de los afectados. Los niños también pueden estar afectados, normalmente por un factor hereditario, produciéndose una hiperactividad debido a que no pueden estar sentados tranquilamente, o tienen dolores aparentemente achacables al crecimiento.

Existe una predisposición genética, ya que el síndrome de las piernas inquietas puede transmitirse de una generación a otra en un 65% de los casos. Recientes investigaciones han conseguido identificar el gen responsable del síndrome de las piernas inquietas.

Entre mujeres se estima que un 15-20% son afectadas durante el embarazo debido a la alteración de los niveles de hierro y ferritina. Normalmente, después del parto, los efectos del síndrome de las piernas inquietas suelen desaparecer, pero hay casos de continuidad, lo que estadísticamente demuestra una relación entre el número de embarazos y la posibilidad de padecer síndrome de las piernas inquietas crónico. (7)

MANIFESTACIONES CLÍNICAS

Los síntomas más definitorios son unas sensaciones molestas y desagradables en el interior de las extremidades, principalmente en las piernas. Este tipo de sensaciones pueden ser: hormigueo, escozor, picor, pinchazos, calambres, quemazón, calor, dolor, nerviosismo, desasosiego, insectos trepando por el interior de la extremidad, burbujeo, etc. Cuando estas sensaciones se producen, aparece un impulso incontrolable de frotarse las extremidades, o bien levantarse, mover o frotar la extremidad, y/o caminar, con el fin de mitigar o aliviar estas molestias de forma total o parcial. Estas sensaciones son conocidas como parestesias, en caso de ser desagradables, o disestesias, en el caso de ser irritantes o dolorosas. A la necesidad incontrolable de mover las extremidades se la conoce como acatisia.

Estos síntomas se manifiestan durante estados de reposo o inactividad, siendo especialmente molestos al final de la tarde o durante la noche (ocasionando desvelos), y también en situaciones cotidianas, sociales o de ocio, generalmente al sentarse (cine, comidas, durante viajes más o menos prolongados, etc.). Una jornada normal suele ser tranquila durante el día, pero al terminar la tarde, y/o durante la noche, suele empeorar.

En la mayor parte de los casos también se producen movimientos incontrolados y periódicos, como sacudidas en intervalos de 20 a 30 segundos, durante el sueño, lo