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Tumores ginecológicos benignos. Revisión bibliográfica

ha sido la corticoterapia a dosis de 1-2 mg/kg durante meses. Sin embargo, en el último año se viene utilizando fármacos beta-bloqueantes a dosis bajas, que han mostrado una eficacia y una seguridad superiores al tratamiento clásico previo, según estudios preliminares.

Angioma senil: También denominado punto rubí, perla sanguínea, o angioma en cereza, se trata de un hemangioma capilar adquirido que se origina de una dilatación vascular capilar en relación con la edad adulta y avanzada. Clínicamente se manifiesta como pápulas rojo-vinosas de consistencia blanda. Su diagnóstico es clínico, y es importante no confundirlo con el melanoma maligno, y con el carcinoma basocelular pigmentado. No muestra tendencia a la regresión espontánea y no precisa tratamiento salvo por motivos estéticos.

Angioqueratoma: También conocido como angioqueratoma negro solitario, aneurisma capilar trombosado, se trata de una formación angiectática de la dermis superficial sin proliferación celular angioblástica. Estas lesiones aparecen generalmente antes de los 50 años, y son múltiples. Se relacionan con traumatismos previos. También se han descrito tras tratamientos con radioterapia o histerectomía. La lesión individual es una pápula hemiesférica lobulada rodeada de un halo eritematoso, de superficie verrucosa y color oscuro. Son asintomáticos, pero en ocasiones pueden causar prurito, dolor o sangrado intermitente. Patológicamente muestra una epidermis hiperqueratósica, y una dermis con ectasia vascular. El diagnóstico es clínico e histológico y debe de distinguirse del melanoma maligno, del epitelioma basocelular pigmentado, y de otras alteraciones vasculares.

 No tiene tendencia a la regresión espontánea ni a la malignización. Sin embargo, la existencia de múltiples angioqueratomas afectando al área del bañador y diseminadas por el resto del cuerpo, conocido como angioqueratoma corporis diffusum, obliga a descartar una enfermedad de Fabry (déficit de b2-galactosidasa) Su tratamiento de elección es la exéresis, mediante láser de CO2 o electrocirugía1.

Linfangioma: Se trata de un tumor de los linfáticos constituido por vasos de paredes delgadas, vacíos o que contienen material homogéneo eosinófilo y linfa. Hay dos variedades, circunscrito y cavernoso, ambas muy poco frecuentes. El linfangioma circunscrito, se manifiesta en forma de pequeños nódulos múltiples, como vesículas de color blanco, rojizo o rosa grisáceo, simulando pequeñas verrugas o vesículas herpéticas, clásicamente descrito como “en huevas de renacuajo”. Suele ser asintomático, pero cuando provoca sensación de presión o prurito intenso puede extirparse o vaporizarse con láser de CO2. En el linfangioma cavernoso, hay grandes espacios quísticos llenos de linfa, conformando un tumor blando, compresible, que deforma el lado afecto de la vulva pudiendo extenderse al periné y/o la vagina. No debe tratarse si es asintomático y en caso contrario la exéresis puede ser relativamente mutilante.

Tumores de estirpe neural

Neurofibroma: Es un tumor originado en el perineuro. Con frecuencia se asocia a la presencia de neurofibromas en otras localizaciones (neurofibromatosis de Von Recklinghausen). Clínicamente se manifiesta como una masa poliposa pequeña, carnosa, ocasionalmente flácida, de color rosado, que raramente alcanza gran tamaño. El diagnóstico diferencial debe plantearse con pólipos fibroepiteliales o acrocordones y fibromas. No suele requerir ningún tratamiento, aunque a veces la exéresis viene motivada por las molestias locales que pueda producir o la existencia de dudas diagnósticas. Tumor de células granulares. También conocido como tumor de Abrikossoff, mioblastoma de células granulosas. Se trata de un tumor poco frecuente, derivado de las células mioblásticas o de Schwann. La etiopatogenia es desconocida y se presenta como una lesión única, nodular, rosada, de superficie irregular dura al tacto y dolorosa, de tamaño inferior a 2 cm, aunque se han descrito casos gigantes de hasta 4 cm. No obstante, carece de rasgos clínicos definitorios. La localización habitual es el dorso de la lengua. Hay una variante maligna infrecuente (menos del 2% de los casos), que crece rápidamente y que tiene gran capacidad invasora y metastática. Histológicamente se caracteriza por fascículos o cúmulos de células redondas o poligonales con núcleo pequeño central, y amplio citoplasma pálido lleno de gránulos, con hiperplasia de epitelio suprayacente. El diagnóstico es histológico. Tiene tendencia a crecer lentamente y a recurrir en caso de que no se tome un margen de seguridad adecuado (1).

TUMORES BENIGNOS DE VAGINA

Las tumoraciones benignas de la vagina se pueden presentar en forma de quistes o como formaciones sólidas.

Quistes de inclusión: los llamados quistes de inclusión de la vagina se desarrollan a partir del epitelio vaginal normal. Su revestimiento es un epitelio malpighiano, y el contenido es un líquido en el que se aprecia una descamación celular. Aparecen después de cirugía o traumatismo vaginal, y entre los antecedentes pueden figurar desgarros obstétricos, producidos en general después de partos distócicos. Estas neoplasias asientan en la zona inferior de la vagina, por lo que son fácilmente visualizables y también palpables al tacto vaginal. Son de pequeño tamaño y por eso no producen síntomas ni molestias. Su aspecto macroscópico es el de un quiste que no ofrece sospecha de malignidad.

Se descubre en la exploración ginecológica y se observa a simple vista con el espéculo. Sólo deben ser extirpados si producen dispareunia o si experimentan un crecimiento exagerado.

Quistes de Gartner: son quistes de restos mesonéfricos que surgen entre el epitelio mucoso y la muscular de la mucosa vaginal. Están revestidos por un epitelio cúbico y fibras musculares lisas y se localizan en los fondos de saco vaginales. Tienen un contenido blanco lechoso, algo espeso. Poseen unas dimensiones reducidas, entre 2 y 4 cm, aunque pueden aumentar de tamaño bajo el estímulo de un embarazo. Suelen localizarse en una de las paredes anterolaterales de la vagina.

Normalmente asintomáticas, son diagnosticados casualmente en una revisión ginecológica. No obstante, pueden dar síntomas de forma ocasional si crecen, se rompen o se infectan. También hay descrito algún caso anecdótico de degeneración maligna (mesonefroma).

La extirpación quirúrgica no se hace necesaria, a no ser que se produzcan sintomatologías. El estudio histológico es el ratifica el diagnóstico cuando se indica la exéresis del quiste.

Quistes endometriósicos: son muy poco frecuentes en relación con otros lugares más típicos (ovarios, trompa, peritoneo). Se observan en el fondo de saco vaginal posterior, con una coloración marrón o azul oscuro característica. Suelen ser secundarios a un proceso preexistente que tras cirugía se disemina en la vagina. Son quiste pequeños, superficiales, situados en una zona cicatricial. Los procesos endometriósicos primarios vaginales son mucho más raros. El diagnóstico se sospecha por síntomas como la dispareunia y, sobre todo, el dolor local menstrual y premenstrual, pero solo se confirman por el estudio anatomopatológico, en el que se aprecia un contenido hemático negruzco, con glándulas, estroma endometrial y también macrófagos. El