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Valoración del dolor en paciente pediátrico

Ver al final del artículo. 1.- Escala Flacc del dolor. La escala Flacc del dolor mide la intensidad del dolor de 0 a 10 con puntuación: 0=No dolor; 1-2: Leve; 3-5: moderado; 6-8: Intenso

2.- Escalas subjetivas del dolor (Niños mayores de 3 años con adecuado nivel de conciencia).

En ellos, el propio paciente informa sobre su sensación de dolor mediante el autoinforme.

Se basan en la información verbal que nos proporciona el propio paciente sobre su sensación de dolor y son los llamados autoinformes. Estos métodos no son aplicables en niños menores de tres años, entre los tres y los siete años son aceptablemente seguros, y muy seguros a partir de los siete años. El rendimiento del método depende del nivel de comprensión del niño y de la habilidad del observador para explicarlo.

Ver al final del artículo. 2.- Escala analógica visual de dibujos faciales de WongBacker. Seis expresiones faciales que muestran diferentes grados de confort y dolor. La puntuación alcanza desde 0 ptos: no dolor; hasta 6 puntos dolor intenso.

Ver al final del artículo. 3.- Escala analógica visual numérica de Walco y Howite o la escala verbal. Puntuación: 0=No dolor; 1-2=Leve; 3-5=moderado; 6-8=Intenso; 9-10= Insoportable

Esta escala es preferible para niños mayores de siete años. La valoración del dolor con escalas es muy difícil por lo que en los casos que no sea posible, se estimará el dolor por el tipo de procedimiento o por el padecimiento que el niño presente.

3.- Fisiológicos

El dolor activa el sistema nervioso autónomo, generalmente el simpático. Los métodos fisiológicos estudian las respuestas del organismo ante la sensación dolorosa; miden parámetros que son el resultado de la respuesta del sistema autónomo al estrés y tienen menos valor que los conductuales. Valoran parámetros que se modifican en situaciones de dolor: taquicardia, polipnea, hipertensión arterial, midriasis, sudoración, alteración en la respiración, secreción de hormonas, hiperglucemia, y aumento de opiáceos endógenos plasmáticos. Ante situaciones de dolor muy intenso, la respuesta puede ser vagal por estimulación del sistema parasimpático dando lugar a hipotensión y bradicardia.

Debe tenerse en cuenta que ciertas situaciones patológicas pueden traducir alteraciones independientes del dolor, también pueden alterarse en situaciones de malestar, como hambre, sed o ansiedad en el niño

Miden el grado de dolor a través de parámetros fisiológicos que se modifican habitualmente en situaciones de dolor. El dolor activa el sistema nervioso autónomo (simpático) produciendo; en algunos pacientes y El principal inconveniente es que estos parámetros fisiológicos pueden ser minimizados o amplificados en situaciones de miedo, ansiedad, infecciones, etc.

Son poco útiles si se utilizan de forma aislada y son poco específicos y no se correlacionan bien con los métodos subjetivos o conductuales.

En el niño con disminución del nivel de conciencia o sometido a relajación farmacológica, los parámetros fisiológicos son los únicos valorables, debiendo descartar antes otras causas de activación autonómica (sepsis, hipovolemia, shock, hipoxemia o hipercapnia).

4.- DISCUSIÓN

El dolor percibido ha de ser el criterio de referencia básico, pero junto a este se han de tener en cuenta otros factores que influyen en la comunicación del dolor y su efecto en el medio ambiente, aspectos cognitivos y atencionales que pueden modularlo o amplificarlo, factores emocionales y fisiológicos, como el estado de ánimo, la depresión, la ansiedad, etc., así como características personales derivadas de la propia experiencia.

Tradicionalmente, la evaluación del dolor ha supuesto una tarea difícil debido a su compleja naturaleza multidimensional. En el caso de los niños, esta evaluación es más dificil debido a las dificultades de comunicación y dominio del lenguaje. Por ello, el método de evaluación del dolor depende de la edad y del nivel de desarrollo cognitivo, de la naturaleza de su dolor, la cronología de la enfermedad, la terapia previa y la situación en la que ocurre, además de contemplar las implicaciones clínicas y legales de esta evaluación.

En la evaluación del dolor del paciente pediátrico se han de tener en cuenta una serie de consideraciones como, por ejemplo, evitar en la medida de lo posible basar la evaluación en una única escala. Otro aspecto a considerar se refiere a la importancia de validar cada instrumento antes de utilizarlo para una determinada población afectada de un tipo específico de dolor.

La falta de una adecuada formación, acorde con el trabajo que se realiza, y el estado de los conocimientos en cada momento, conduce a una mala praxis. Tener bases adecuadas para manejar el dolor, hace que podamos brindar un tratamiento integral con el conocimiento de la responsabilidad que conllevan nuestras decisiones.

Quienes proporcionan atención sanitaria en niños necesitan trabajar para resolver múltiples problemas de práctica e investigación vinculados con su dolor pediátrico y su detección. La intervención y el control eficaz del dolor infantil se han de basar en una evaluación que permita conocer la percepción subjetiva del paciente. Aliviar el dolor y la ansiedad deben ser un objetivo prioritario.

En este trabajo se presenta una revisión de los principales instrumentos para valorar el dolor en pacientes pediátricos, haciendo especial hincapié en aquellos que se consideran más relevantes para el ámbito aplicado. Un objetivo adicional ha sido poner estos instrumentos al alcance de los profesionales sanitarios con el fin de facilitar su incorporación a la práctica clínica.

Anexos – Valoración del dolor en paciente pediátrico

Anexos – Valoración del dolor en paciente pediátrico