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La valoración gerontológica: una herramienta básica enfermera en la atención al anciano frágil

La valoración gerontológica: una herramienta básica enfermera en la atención al anciano frágil

En los países desarrollados se está produciendo un aumento del envejecimiento, por una parte, debido al aumento de la esperanza de vida; y por otro, al decrecimiento de las tasas de fertilidad. La longevidad se ha incrementado de forma considerable, en 1900 la esperanza de vida era de 34,8 años, y ahora es de 82,1, el factor que más ha incidido en el aumento de la esperanza de vida es el descenso de la mortalidad. Las mujeres españolas tienen una esperanza de vida al nacer de 85 años, y los varones de 79,2 años, valores que se encuentran entre los más altos de la Unión Europea.

La valoración gerontológica: una herramienta básica enfermera en la atención

al anciano frágil

Sergio Galarreta Aperte. Diplomado Universitario en Enfermería.

Inés Julián García. Diplomada Universitaria en Enfermería.

Ezequiel Montero García. Diplomado Universitario en Enfermería

Begoña López Zapater. Diplomada Universitaria en Enfermería

Marta Manero Solanas. Diplomada Universitaria en Enfermería. Máster en Gerontología Social.

Ana Cebollero De Miguel. Licenciada en Medicina. Especialista en Oncología Médica.

La tasa de discapacidad crece con la edad, a los 80 años, más de la mitad de los españoles tiene problemas para actividades de la vida cotidiana. A todo esto, se suma que el número de personas de 85 y más años por cada 100 de 45 a 65 años (ratio de apoyo familiar), ha ido aumentando progresivamente en los últimos años y se estima que seguirá haciéndolo, por lo que, los recursos familiares disponibles serán cada vez menores para apoyar a una cifra tan alta de mayores. Tras conocer los indicadores demográficos, exponer que el envejecimiento poblacional y la dependencia, son términos que actualmente generan una gran preocupación.

En la atención del paciente mayor debe ser una prioridad minimizar el impacto funcional de las enfermedades y mantener el mayor tiempo posible su autonomía. La atención a este tipo de pacientes requiere de un mecanismo que contemple su estado de salud físico, funcional, social y mental. Las evidencias científicas y los expertos sanitarios están de acuerdo en utilizar la valoración geriátrica integral como herramienta básica herramienta básica en la priorización de problemas e intervención en la atención al anciano frágil y geriátrico. La fragilidad, como síndrome detectable clínicamente, permite identificar a los pacientes con mayor riesgo de deterioro físico, y que van a precisar un mayor nivel de atención médica y social.

La valoración gerontológica utiliza escalas para evaluar e identificar estos problemas y determinar la eficacia de las intervenciones. La creación de un listado que recoja los problemas detectados y un plan de actuación y tratamiento permite optimizar los resultados de la intervención.

Reflejada la importancia de una valoración integral del paciente geriátrico, se plantea un caso práctico ficticio con la finalidad de simplificar el concepto y acercar este término a la práctica enfermera.

VALORACIÓN GERONTOLÓGICA (a propósito de un caso):

Valoración clínica:

Varón de 76 años, sin alergias conocidas. Diagnosticado de insuficiencia cardiaca, hipertensión arterial, dislipemia, Parkinson, depresión y enfermedad crónica osteoarticular con limitación funcional. En control por especialistas de área y su médico de familia por la diversa y amplia patología.

Incluido en un registro de demandas de consulta, que se utiliza como indicador de visitas y seguimiento del paciente, y que refleja las intervenciones médicas y las actividades de Enfermería llevadas a cabo; Con un resultado, en este varón, de frecuentación médica y enfermera.

Paciente polifarmacia, consumidor de más de cinco fármacos al día. Que no ha requerido ingresos en el último año y que vive desde hace dos, en el domicilio de su hija, también usuaria de nuestro centro de salud.

La valoración del estado nutricional es positiva, paciente con un IMC en torno al 18, sin carencias nutricionales y con un peso algo inferior al habitual en él, pero dentro de la normalidad.

Tras esta primera valoración y observando que se trata de un paciente crónico complejo, pasaremos a analizar la autonomía del paciente y su grado de dependencia.

Valoración funcional:

El instrumento a utilizar es la escala de Barthel. Obteniendo un resultado de 15 puntos, y objetivando una dependencia severa. Que analizamos en profundidad, para conocer las puntuaciones más bajas y en qué aspectos necesita mayor apoyo, o incluso, sustitución.

Paciente incontinente de heces y orina, portador de pañal, dependiente para la deambulación por su avanzada enfermedad de Parkinson y que requiere ayuda para comer y lavarse. Por lo que se objetiva, la necesidad de un cuidador principal, como referente continuo para el paciente y que más tarde estudiaremos.

Valoración del área mental:

Seleccionamos el examen de minimental test para evaluar el grado de deterioro del paciente obteniendo una puntuación de 12, indicador de demencia, que en el contexto actual del paciente y tras la entrevista, determina que está orientado temporal y espacialmente; y que en los apartados de cálculo, lenguaje o memoria, presenta poco interés durante la realización de la prueba, considerándola poco concluyente.