El impacto del microbioma cutáneo en enfermedades dermatológicas: avances y perspectivas en diagnóstico y tratamiento
Autora principal: Dra. Nicole Mora Zúñiga.
Vol. XX; nº 07; 305
The impact of the skin microbiome on dermatological diseases: advances and perspectives in diagnosis and treatment
Fecha de recepción: 5 de marzo de 2025
Fecha de aceptación: 3 de abril de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 07 Primera quincena de abril de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 07; 305
Autores:
Dra. Nicole Mora Zúñiga. Médico general, investigadora Independiente. Limón, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0009-0007-0185-2685. Código Médico: 16516
Dr. Andrey Hidalgo Molina. Médico general, profesor de fisiología, UCIMED. San José, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0009-0001-7505-4172. Código Médico: 18330
Dra. Ariana Ramírez Zumbado. Médico general, investigadora Independiente. San José, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1518-6867. Código Médico: 14588
Dr. Johan Eduardo Lobo Rodríguez. Médico general, investigador Independiente. Alajuela, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0009-0001-4294-8364. Código Médico: 14653
Dra. Monica Barboza Bonilla. Médico general, investigadora Independiente. San José, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0009-0001-8306-1970. Código Médico: 18391
Resumen
El microbioma cutáneo es una comunidad compleja de microorganismos que desempeña un papel crucial en la homeostasis de la piel y en la patogénesis de diversas enfermedades dermatológicas. Su equilibrio es fundamental para la protección de la barrera cutánea y la regulación del sistema inmunológico. El desequilibrio en la composición del microbioma cutáneo, conocido como disbiosis, se ha asociado con afecciones como la dermatitis atópica y la psoriasis, lo que ha impulsado la investigación en terapias basadas en el microbioma.
El microbioma cutáneo está compuesto principalmente por bacterias, hongos, virus y ácaros, cuya diversidad varía según la región anatómica y factores como la genética, la edad, el ambiente y los hábitos de higiene. En enfermedades como la dermatitis atópica, se ha identificado un crecimiento excesivo de Staphylococcus aureus, lo que agrava la inflamación y la disfunción de la barrera cutánea. En la psoriasis, se observan alteraciones en la microbiota que pueden influir en la inflamación sistémica.
Las terapias basadas en el microbioma han surgido como una alternativa prometedora, incluyendo probióticos, prebióticos, trasplante de microbiota cutánea y antibióticos selectivos. Sin embargo, la investigación enfrenta desafíos como la falta de metodologías estandarizadas y la necesidad de estudios clínicos a largo plazo. La personalización de tratamientos en función del perfil microbiano individual es clave para optimizar estrategias terapéuticas.
Palabras clave
Microbioma cutáneo, homeostasis, disbiosis, barrera cutánea, sistema inmunológico, dermatitis atópica.
Abstract
The skin microbiome is a complex community of microorganisms that plays a crucial role in skin homeostasis and the pathogenesis of various dermatological diseases. Its balance is essential for the protection of the skin barrier and the regulation of the immune system. An imbalance in the composition of the skin microbiome, known as dysbiosis, has been associated with conditions such as atopic dermatitis and psoriasis, prompting research into microbiome-based therapies.
The skin microbiome is primarily composed of bacteria, fungi, viruses, and mites, whose diversity varies depending on the anatomical region and factors such as genetics, age, environment, and hygiene habits. In diseases such as atopic dermatitis, an overgrowth of Staphylococcus aureus has been identified, which aggravates inflammation and skin barrier dysfunction. In psoriasis, alterations in the microbiota are observed that may influence systemic inflammation.
Microbiome-based therapies have emerged as a promising alternative, including probiotics, prebiotics, skin microbiota transplantation, and selective antibiotics. However, research faces challenges such as the lack of standardized methodologies and the need for long-term clinical studies. Personalization of treatments based on the individual microbial profile is key to optimize therapeutic strategies.
Keywords
Skin microbiome, homeostasis, dysbiosis, skin barrier, immune system, atopic dermatitis.
Introducción:
El microbioma cutáneo (MC), una comunidad compleja de microorganismos que habita en la piel, desempeña un papel crucial en la salud cutánea y en la fisiopatología de diversas enfermedades dermatológicas. Su función principal radica en la preservación de la barrera cutánea y la modulación de respuestas inmunológicas, contribuyendo a la homeostasis del tejido epitelial. La disbiosis, o desequilibrio microbiano, se ha vinculado con afecciones como la dermatitis atópica (DA) y la psoriasis, lo que ha impulsado el interés en el microbioma como un potencial objetivo terapéutico (1; 2).
El microbioma cutáneo está compuesto por aproximadamente 1000 especies bacterianas, las cuales desempeñan funciones esenciales en la salud de la piel (1). Este ecosistema microbiano contribuye activamente a la protección del epitelio al prevenir la colonización de patógenos y al mantener un equilibrio homeostático (2). Un microbioma equilibrado favorece la integridad de la barrera cutánea y la función inmunológica, reduciendo la susceptibilidad a enfermedades inflamatorias (3). Por el contrario, la disbiosis se asocia con patologías como la DA, donde el desequilibrio microbiano agrava la disfunción de la barrera cutánea y la desregulación inmunitaria (2; 4).
El impacto del microbioma en la barrera cutánea y el sistema inmunológico es significativo. En este contexto, su influencia en las vías inmunológicas se manifiesta en la modulación de las respuestas de las células T colaboradoras y en la producción de citocinas, elementos críticos en patologías como la DA (4). Estas interacciones han llevado al desarrollo de terapias basadas en el microbioma, cuyo objetivo es restaurar el equilibrio microbiano y mejorar los desenlaces clínicos en enfermedades dermatológicas (1).
En el caso de la DA, se ha observado que determinadas composiciones microbianas están directamente relacionadas con la aparición y progresión de la enfermedad, lo que resalta el papel del microbioma en la integridad de la barrera cutánea y la activación inmunológica (3). Estudios en modelos murinos han demostrado que la intervención en la microbiota puede mitigar los síntomas de la DA al modular las respuestas inmunes y restablecer el equilibrio microbiano (4).
Este artículo tiene como objetivo revisar el impacto del microbioma cutáneo en diversas enfermedades dermatológicas, con un enfoque en su interacción con la barrera cutánea y el sistema inmunológico. Se analizará cómo la disbiosis contribuye a patologías como la DA y la psoriasis, así como el potencial de las terapias basadas en el microbioma para restaurar el equilibrio microbiano y mejorar los resultados clínicos. Además, se explorarán estudios recientes que demuestran la relevancia del microbioma en la modulación de respuestas inmunes y en el mantenimiento de la homeostasis cutánea.
Metodología:
Para el desarrollo de esta investigación sobre el impacto del microbioma cutáneo en enfermedades dermatológicas, se llevó a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva con el objetivo de analizar la relación entre la microbiota de la piel, el sistema inmunológico y la barrera cutánea, así como evaluar las estrategias terapéuticas basadas en el microbioma. Esta revisión incluyó aspectos clave como la composición del microbioma cutáneo, su papel en la homeostasis de la piel, los desequilibrios microbianos asociados con diversas enfermedades y las intervenciones terapéuticas emergentes.
Para garantizar la calidad y relevancia de la información seleccionada, se consultaron bases de datos científicas reconocidas, como PubMed, Scopus y Web ofScience, debido a su prestigio y amplia cobertura en temas de microbiología, dermatología e inmunología. Se establecieron rigurosos criterios de inclusión y exclusión. Se incluyeron estudios publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que abordaran la composición del microbioma cutáneo, sus variaciones en diferentes patologías dermatológicas y los avances en terapias microbioma-dirigidas. Se excluyeron investigaciones con datos incompletos, publicaciones duplicadas o aquellas sin revisión por pares. Para la búsqueda, se utilizaron palabras clave como: Microbioma cutáneo, homeostasis, disbiosis, barrera cutánea, sistema inmunológico, dermatitis atópica.
La búsqueda inicial identificó 17 fuentes relevantes, entre las cuales se incluyeron artículos originales, revisiones sistemáticas, estudios clínicos y documentos de organismos especializados en dermatología y microbiología. A partir de estas fuentes, se realizó un análisis detallado para extraer información sobre la diversidad microbiana en piel sana y enferma, los mecanismos de interacción entre la microbiota y el sistema inmunológico, así como los efectos de los tratamientos dirigidos a modular el microbioma en distintas patologías.
El análisis se llevó a cabo utilizando enfoques cualitativos y comparativos. Se sintetizaron los hallazgos y se organizaron en categorías temáticas, lo que permitió identificar patrones microbianos en enfermedades específicas, correlaciones con la inflamación cutánea y el impacto de terapias innovadoras. Este enfoque integral ofrece una visión estructurada del estado actual del conocimiento sobre el microbioma cutáneo y sus implicaciones clínicas, destacando oportunidades para futuras investigaciones y el desarrollo de estrategias terapéuticas más precisas en dermatología.
Composición y función del microbioma cutáneo:
El microbioma cutáneo está compuesto por una diversidad de microorganismos que desempeñan un papel fundamental en la homeostasis de la piel. Entre ellos, las bacterias son los microorganismos predominantes e incluyen géneros como Staphylococcusspp., Corynebacteriumspp. y Propionibacteriumspp, los cuales contribuyen a la salud cutánea al modular respuestas inmunitarias e inhibir la colonización por patógenos (5; 6). Además, los hongos, especialmente las especies del género Malasseziaspp., son comunes en áreas sebáceas y están implicados en afecciones como la dermatitis seborreica y la caspa. Aunque menos estudiados, los virus y los ácaros también forman parte del ecosistema microbiano de la piel y pueden influir en la dinámica de la comunidad microbiana al interactuar con otros microorganismos presentes en la superficie cutánea (6).
Las diferencias en la composición del microbioma dependen de la región anatómica analizada. En la piel facial, la producción de sebo es mayor, lo que genera una microbiota distintiva con menor diversidad en comparación con áreas como el antebrazo, donde la comunidad microbiana es más heterogénea (7). En enfermedades dermatológicas, como la psoriasis, también se observan variaciones significativas entre la piel lesionada y no lesionada. En este contexto, las lesiones presentan alteraciones específicas en la composición microbiana en comparación con la piel sana, lo que sugiere un vínculo entre la disbiosis y la patogénesis de la enfermedad (8).
Diversos factores influyen en la estructura y función del microbioma cutáneo. La genética y la edad afectan la diversidad microbiana y la función inmunitaria de la piel, además de impactar su nivel de hidratación (5). Asimismo, el ambiente y los hábitos de higiene personal pueden modificar la comunidad microbiana, con consecuencias directas en la salud cutánea (6). La dieta y el estilo de vida también desempeñan un papel clave, ya que la composición de los lípidos cutáneos varía en función de la alimentación, lo que a su vez influye en la interacción y equilibrio de los microorganismos presentes en la piel (7).
Relación del microbioma con enfermedades dermatológicas:
En el caso de la DA, se ha observado un crecimiento excesivo de Staphylococcusaureus, lo que contribuye a la disfunción de la barrera cutánea y a una desregulación inmunitaria que exacerba la inflamación característica de la enfermedad (2; 9). Además, esta patología se asocia con una disminución en la diversidad microbiana de la piel, lo que refuerza el desequilibrio en el ecosistema cutáneo y favorece la colonización de patógenos oportunistas. Ante esta situación, el uso de probióticos y prebióticos ha sido propuesto como una estrategia terapéutica para restaurar el equilibrio microbiano. Estos compuestos han demostrado su capacidad para modular la respuesta inmune y mejorar la función de la barrera epidérmica mediante la promoción del crecimiento de bacterias beneficiosas y la reducción de la colonización por S. aureus (10; 11).
En la psoriasis, las alteraciones en la microbiota cutánea incluyen una reducción en los filos Firmicutes y Actinobacteria, lo que podría estar implicado en los procesos inflamatorios propios de la enfermedad. Estas modificaciones microbianas no solo afectan la piel, sino que también se relacionan con la inflamación sistémica a través del eje intestino-piel. La disbiosis intestinal puede influir en la activación de respuestas inmunitarias exacerbadas, lo que contribuye a la severidad de la psoriasis. En este contexto, la modulación del microbioma intestinal ha sido considerada como una estrategia terapéutica potencial, con intervenciones dirigidas a equilibrar la microbiota como una forma de reducir la inflamación y mejorar los síntomas cutáneos (12).
El acné, por otro lado, está estrechamente relacionado con la presencia de Cutibacteriumacnes, una bacteria comensal que interactúa con el sebo cutáneo para promover procesos inflamatorios y la formación de lesiones. La proliferación excesiva de esta bacteria y su relación con una producción aumentada de lípidos en la piel pueden contribuir al desarrollo de la enfermedad. Dado el papel clave del microbioma en la patogénesis del acné, se han explorado diversas estrategias terapéuticas dirigidas a modular la microbiota. Los tratamientos convencionales incluyen antibióticos tópicos y sistémicos para reducir la carga bacteriana y la inflamación, mientras que enfoques emergentes, como el uso de probióticos y moduladores dietéticos, buscan restaurar un equilibrio microbiano favorable y mejorar los resultados clínicos (13).
En el caso de la rosácea, la disbiosis cutánea se ha vinculado con la presencia de Demodexfolliculorum, un ácaro que puede desencadenar respuestas inflamatorias en la piel. Se ha postulado que este microorganismo contribuye a la inflamación crónica observada en los pacientes con rosácea, ya sea mediante la alteración del microbioma cutáneo o por la inducción de una respuesta inmune exacerbada. Ante esta asociación, se han propuesto nuevas estrategias terapéuticas que incluyen el uso de probióticos y el trasplante de microbiota cutánea como métodos para restablecer el equilibrio microbiano y reducir la inflamación (1).
Por último, las infecciones cutáneas pueden verse influenciadas por la disbiosis, ya que la alteración en la microbiota puede comprometer la función de barrera de la piel y facilitar la proliferación de patógenos fúngicos y bacterianos. En este sentido, la restauración de una microbiota saludable se ha convertido en un objetivo clave en el manejo de estas infecciones. Estrategias como el uso de probióticos, prebióticos y trasplantes de microbiota han sido exploradas con el fin de fortalecer la comunidad microbiana benéfica y mejorar la resistencia a infecciones cutáneas (1).
Nuevas estrategias terapéuticas basadas en el microbioma:
Los probióticos y prebióticos han sido objeto de creciente interés debido a su capacidad para modular el microbioma cutáneo, ofreciendo potenciales beneficios terapéuticos en diversas enfermedades dermatológicas, como el acné y la psoriasis (14; 15). Estas intervenciones pueden actuar de manera tópica o sistémica, influyendo en la homeostasis microbiana y, en consecuencia, en la salud de la piel. En particular, la aplicación tópica de probióticos ha demostrado ser eficaz en la restauración del equilibrio microbiano, favoreciendo la proliferación de bacterias beneficiosas y reduciendo la presencia de microorganismos patógenos. Por otro lado, la administración oral de probióticos puede modular la comunicación entre el intestino y la piel a través del eje intestino-piel, impactando indirectamente en la fisiología cutánea (14).
En este contexto, el trasplante de microbiota cutánea surge como una estrategia innovadora para restaurar la diversidad y funcionalidad del microbioma en pacientes con patologías dermatológicas. Esta técnica consiste en la transferencia de un microbioma saludable a la piel afectada, con el objetivo de reequilibrar la comunidad microbiana y mejorar los mecanismos de defensa cutáneos. Aunque se trata de un enfoque prometedor, aún se encuentra en una etapa inicial de investigación, y se requieren estudios adicionales para determinar su eficacia y seguridad a largo plazo (1).
Por otro lado, el desarrollo de antibióticos selectivos y péptidos antimicrobianos representa una estrategia terapéutica que busca eliminar cepas patógenas sin alterar la composición general del microbioma cutáneo. A diferencia de los antibióticos convencionales, que pueden generar disbiosis al afectar tanto a microorganismos patógenos como a comensales, estos tratamientos innovadores permiten una modulación más precisa del ecosistema microbiano (15).
Además, el desarrollo de cosméticos basados en el microbioma ha cobrado relevancia como una estrategia preventiva y terapéutica en dermatología. Estos productos están diseñados para fortalecer la barrera cutánea y mantener un microbioma saludable, contribuyendo a la reducción de la inflamación y a la protección contra agresiones externas. La incorporación de prebióticos y probióticos en formulaciones dermatológicas permite modular la microbiota de manera favorable, promoviendo un entorno cutáneo equilibrado y resistente a infecciones (16).
Desafíos y perspectivas futuras:
Las investigaciones actuales sobre el microbioma cutáneo presentan diversas limitaciones que dificultan una comprensión integral de su papel en la salud y la enfermedad. Uno de los principales problemas radica en la falta de metodologías estandarizadas, lo que complica la comparación y validación de resultados entre distintos estudios. La mayoría de las investigaciones se han centrado principalmente en las comunidades bacterianas, dejando en segundo plano la relevancia de hongos y virus en la microbiota cutánea, a pesar de su potencial impacto en diversas patologías dermatológicas. Además, la escasez de estudios longitudinales impide capturar las variaciones dinámicas del microbioma a lo largo del tiempo, lo que es fundamental para comprender su evolución y su relación con enfermedades crónicas (15).
En este contexto, surge la necesidad de personalizar los tratamientos según el perfil microbiano de cada individuo. La diversidad microbiana y las diferencias específicas entre cepas tienen un impacto significativo en la severidad de las enfermedades y en la respuesta a las intervenciones terapéuticas (15). Los MBT representan una estrategia prometedora, ya que pueden ser diseñados para expresar moléculas terapéuticas específicas, permitiendo una mayor precisión en el tratamiento de afecciones dermatológicas (1). En este sentido, se han explorado enfoques como el trasplante de microbiota cutánea, así como el uso de pre-, pro- y postbióticos con el objetivo de restaurar el equilibrio microbiano y mejorar la salud de la piel (9).
A pesar de los avances en este campo, sigue siendo fundamental el desarrollo de estudios clínicos a largo plazo que permitan evaluar los efectos sostenidos de las intervenciones basadas en el microbioma. Estos estudios no solo contribuirían a determinar la seguridad y eficacia de los tratamientos en el tiempo, sino que también permitirían identificar la duración y frecuencia óptimas de las terapias para mantener un microbioma cutáneo saludable (15). La investigación a largo plazo facilitaría la implementación de estrategias terapéuticas más eficaces y personalizadas, optimizando el manejo de diversas enfermedades dermatológicas (17).
Conclusiones:
El microbioma cutáneo desempeña un papel esencial en la homeostasis de la piel y la regulación del sistema inmunológico, actuando como una barrera protectora contra patógenos y modulando respuestas inflamatorias. La disbiosis, o desequilibrio microbiano, se ha relacionado con enfermedades dermatológicas como la dermatitis atópica, la psoriasis y el acné, lo que resalta su importancia en la salud cutánea.
Las terapias basadas en la modulación del microbioma cutáneo representan una alternativa prometedora para el tratamiento de diversas afecciones dermatológicas. Estrategias como el uso de probióticos, prebióticos, antibióticos selectivos y trasplante de microbiota cutánea han demostrado potencial para restaurar el equilibrio microbiano y mejorar la función de la barrera cutánea, reduciendo la inflamación y la susceptibilidad a infecciones.
A pesar de los avances en la investigación del microbioma cutáneo, aún existen desafíos que limitan su aplicación clínica generalizada, como la falta de metodologías estandarizadas y la necesidad de estudios longitudinales que evalúen los efectos a largo plazo de las intervenciones terapéuticas. La personalización de los tratamientos en función del perfil microbiano de cada individuo es clave para optimizar su eficacia y minimizar efectos adversos, lo que abre nuevas oportunidades para el desarrollo de enfoques terapéuticos más precisos en dermatología.
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