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Aplicaciones del ácido hialurónico en ginecología: enfoque en el tratamiento de la sequedad vaginal y la atrofia vulvovaginal

Aplicaciones del ácido hialurónico en ginecología: enfoque en el tratamiento de la sequedad vaginal y la atrofia vulvovaginal

Autora principal: Priscilla Cascante Rosales

Vol. XX; nº 12; 713

Applications of hyaluronic acid in gynecology: Focus on the treatment of vaginal dryness and vulvovaginal atrophy

Fecha de recepción: 15 de mayo de 2025
Fecha de aceptación: 19 de junio de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 12 – Segunda quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 12; 713

Autores:

Priscilla Cascante Rosales, Médico General, Investigadora Independiente. Limón, Costa Rica. ORCID: 0009-0006-1395-0867
Marcela María Murillo Betancourt, Médico especialista en Medicina Interna, Investigadora Independiente. San José, Costa Rica. ORCID: 0009-0001-1872-7393. Código Médico:14158
Karen Paola Castillo Bustos, Médico General, en Área de Salud Guatuso. Alajuela, Costa Rica. ORCID: 0009-0006-7803-6718. Código Médico: 19258
Sasha Soto Sandino, Médico General, en Caja Costarricense de Seguro Social. Limón, Costa Rica. ORCID:0009-0005-9998-2466. Código Médico: 12934
Valery Salazar Mora, Médico General, Investigadora Independiente. San José, Costa Rica. ORCID:0000-0002-3279-7531. Código Médico: 16576
Daniela Consumi Cordero, Médico General, Investigadora Independiente. Alajuela, Costa Rica. ORCID: 0000-0003-3655-9343

Resumen:

Durante la menopausia, la disminución de los niveles de estrógenos produce cambios significativos en la mucosa vulvovaginal, generando síntomas como sequedad, irritación y dispareunia que deterioran la calidad de vida. Este estado de hipoestrogenismo provoca una disminución del colágeno, la elastina y el ácido hialurónico, componentes esenciales para la hidratación, elasticidad y estructura del epitelio vaginal. A estas alteraciones estructurales se suman una reducción del flujo sanguíneo y un cambio en la microbiota vaginal, con un aumento del pH que favorece la disbiosis y la inflamación. La pérdida de lubricación natural intensifica las molestias durante las relaciones sexuales, lo que afecta la salud sexual y emocional de las mujeres posmenopáusicas.

En este contexto, el ácido hialurónico ha emergido como una opción terapéutica eficaz y segura. Gracias a su capacidad higroscópica, promueve la hidratación tisular y contribuye a la regeneración epitelial mediante la estimulación de la proliferación celular y la síntesis de colágeno. Además, posee propiedades antiinflamatorias que ayudan a restaurar la función mucosa. El ácido hialurónico puede administrarse en forma de gel tópico o mediante infiltraciones, y su combinación con terapias como el láser vaginal o el estrógeno local ha demostrado ser eficaz para mejorar los síntomas.

Diversos estudios clínicos han demostrado su efectividad en aliviar la sequedad y la dispareunia, con beneficios comparables al tratamiento hormonal, incluso en mujeres con contraindicaciones para estrógenos. Su perfil de seguridad es favorable, con pocos efectos adversos y buena tolerancia. Todo ello posiciona al ácido hialurónico como una herramienta valiosa en el abordaje no hormonal de la atrofia vulvovaginal.

Palabras clave:

Atrofia vulvovaginal, sequedad vaginal, menopausia, ácido hialurónico, regeneración tisular, hidratación mucosa.

Abstract:

During menopause, the decline in estrogen levels produces significant changes in the vulvovaginal mucosa, generating symptoms such as dryness, irritation, and dyspareunia that impair quality of life. This state of hypoestrogenism causes a decrease in collagen, elastin, and hyaluronic acid, essential components for the hydration, elasticity, and structure of the vaginal epithelium. These structural alterations are compounded by a reduction in blood flow and a change in the vaginal microbiota, with an increase in pH that favors dysbiosis and inflammation. The loss of natural lubrication intensifies discomfort during sexual intercourse, affecting the sexual and emotional health of postmenopausal women.

In this context, hyaluronic acid has emerged as an effective and safe therapeutic option. Thanks to its hygroscopic properties, it promotes tissue hydration and contributes to epithelial regeneration by stimulating cell proliferation and collagen synthesis. It also has anti-inflammatory properties that help restore mucosal function. Hyaluronic acid can be administered as a topical gel or through injections, and its combination with therapies such as vaginal laser or local estrogen has been shown to be effective in improving symptoms.

Several clinical studies have demonstrated its effectiveness in relieving dryness and dyspareunia, with benefits comparable to hormonal treatment, even in women with contraindications to estrogen. Its safety profile is favorable, with few adverse effects and good tolerance. All of this positions hyaluronic acid as a valuable tool in the non-hormonal approach to vulvovaginal atrophy.

Keywords:

Vulvovaginal atrophy, vaginal dryness, menopause, hyaluronic acid, tissue regeneration, mucosal hydration.

Introducción:

El ácido hialurónico es un glucosaminoglicano natural ampliamente distribuido en los tejidos conectivos, donde desempeña funciones fundamentales en la hidratación, la integridad estructural y la modulación de procesos biológicos como la proliferación celular, la cicatrización y la respuesta inflamatoria. Gracias a su elevada biocompatibilidad, su ausencia de inmunogenicidad y su capacidad para retener grandes cantidades de agua, se ha convertido en una molécula clave en diversas aplicaciones clínicas, particularmente en el ámbito de la dermatología, la reumatología, la oftalmología y, más recientemente, la ginecología. En este último campo, su uso se ha centrado en el tratamiento de la atrofia vulvovaginal y la sequedad vaginal, condiciones que afectan de forma significativa la calidad de vida de muchas mujeres, especialmente durante la menopausia o tras terapias oncológicas que inducen hipoestrogenismo (1; 2).

Desde el punto de vista estructural, el ácido hialurónico es un polisacárido lineal compuesto por unidades disacáricas repetidas de ácido glucurónico y N-acetilglucosamina. Estas características le confieren una elevada capacidad higroscópica, lo que contribuye a mantener la hidratación y elasticidad de los tejidos en los que se encuentra presente, como la mucosa vaginal y la matriz extracelular dérmica. Además, participa activamente en la regulación de la proliferación celular, la diferenciación epitelial y la respuesta inflamatoria, lo cual lo convierte en una biomolécula terapéuticamente versátil y eficaz en condiciones de alteración mucosa (1).

La sequedad vaginal y la atrofia vulvovaginal constituyen manifestaciones frecuentes del síndrome genitourinario de la menopausia. Estas afecciones afectan a un gran número de mujeres posmenopáusicas y se caracterizan por adelgazamiento epitelial, pérdida de elasticidad, disminución del flujo sanguíneo y alteración de la lubricación natural, lo que puede generar dispareunia, irritación, prurito y disfunción sexual (2). La prevalencia de estas condiciones también es alta entre las pacientes oncológicas, ya que los tratamientos contra el cáncer, como la quimioterapia y la hormonoterapia, provocan un estado de hipoestrogenismo que acelera los cambios atróficos a nivel genital (3).

Tradicionalmente, el manejo de estos síntomas se ha basado en la administración de estrógenos locales, lubricantes o humectantes vaginales. No obstante, la terapia con estrógenos no es una opción segura para todas las mujeres, particularmente aquellas con antecedentes personales o familiares de cáncer de mama u otros tumores hormonosensibles (3). Por su parte, los lubricantes y humectantes aportan únicamente un alivio sintomático temporal y no modifican los procesos de atrofia ni contribuyen a la regeneración tisular (2).

Ante estas limitaciones, el ácido hialurónico ha surgido como una alternativa terapéutica no hormonal altamente prometedora. Estudios recientes han evidenciado que su aplicación tópica o mediante infiltraciones locales mejora significativamente los parámetros de salud vaginal, incrementa la lubricación y elasticidad de los tejidos y contribuye a la regeneración del epitelio vaginal, sin los riesgos asociados a la terapia estrogénica (4; 3). De hecho, algunos ensayos clínicos han mostrado que la eficacia del ácido hialurónico es comparable a la del estrógeno en términos de mejoría sintomática, con una excelente tolerabilidad y escasa incidencia de efectos adversos (2).

El objetivo de este trabajo de investigación consta de analizar el uso del ácido hialurónico como alternativa terapéutica no hormonal en ginecología, con especial enfoque en su aplicación para el tratamiento de la sequedad vaginal y la atrofia vulvovaginal, evaluando sus propiedades biológicas, mecanismos de acción, formas de administración, eficacia clínica y perfil de seguridad en comparación con los tratamientos convencionales.

Metodología:

Para el desarrollo de esta investigación sobre las aplicaciones del ácido hialurónico en ginecología, con énfasis en el tratamiento de la sequedad vaginal y la atrofia vulvovaginal, se llevó a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva con el objetivo de analizar sus propiedades biológicas, mecanismos de acción, formas de administración y resultados clínicos. Esta revisión abordó aspectos clave como la fisiopatología del síndrome genitourinario de la menopausia, las limitaciones de los tratamientos convencionales, la acción del ácido hialurónico sobre los tejidos mucosos, y la evidencia científica disponible sobre su eficacia y seguridad.

Para garantizar la calidad y relevancia de la información recopilada, se consultaron bases de datos científicas de alto impacto, como PubMed, Scopus y Web ofScience, seleccionadas por su prestigio en las áreas de ginecología, farmacología y biomedicina regenerativa. Se aplicaron criterios rigurosos de inclusión y exclusión: se incluyeron estudios publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que evaluaran el uso del ácido hialurónico en el manejo de la sequedad vaginal o la atrofia vulvovaginal. Se excluyeron artículos duplicados, documentos sin revisión por pares y estudios con datos insuficientes o no aplicables al enfoque ginecológico.

Para la búsqueda, se utilizaron palabras clave como:
Atrofia vulvovaginal, sequedad vaginal, menopausia, ácido hialurónico, regeneración tisular, hidratación mucosa.

La búsqueda inicial arrojó 20 fuentes relevantes, que incluyeron ensayos clínicos, revisiones sistemáticas, estudios observacionales y documentos técnicos de sociedades científicas. A partir de estas fuentes, se realizó un análisis cualitativo y comparativo, organizando los hallazgos en categorías temáticas relacionadas con mecanismos de acción, formas de aplicación, eficacia terapéutica, y perfil de seguridad. Este enfoque permitió construir una visión integral y actualizada sobre el papel del ácido hialurónico como una alternativa terapéutica efectiva y segura en el abordaje de la atrofia vulvovaginal y la sequedad vaginal, aportando evidencia útil para la práctica clínica y la investigación futura en ginecología regenerativa.

Fisiopatología de la atrofia vulvovaginal y la sequedad vaginal:

Durante la transición a la menopausia, los cambios hormonales, particularmente la disminución progresiva de los niveles de estrógenos, ejercen un impacto profundo sobre la mucosa genital. Esta reducción hormonal conlleva una menor estimulación de los tejidos vulvovaginales, lo que da lugar a una serie de síntomas molestos como sequedad, irritación, ardor y dispareunia, que deterioran de manera significativa la calidad de vida de las mujeres afectadas (5; 6). El hipoestrogenismo también provoca alteraciones estructurales en los tejidos genitales, entre ellas la disminución de colágeno y elastina, proteínas fundamentales para conservar la integridad, elasticidad y resistencia de la pared vaginal (7).

A esta pérdida estructural se suma la reducción del ácido hialurónico, un componente esencial de la matriz extracelular que favorece la hidratación de los tejidos y su función mecánica. Su descenso contribuye directamente a la sequedad y al malestar vaginal, ya que disminuye la capacidad del epitelio para retener agua y amortiguar la fricción (5). Estas modificaciones resultan en un epitelio vaginal más delgado, frágil y vulnerable a microlesiones, lo cual se asocia con una mayor incidencia de dolor, sangrado postcoital y mayor riesgo de infecciones. Además, el flujo sanguíneo local también se ve reducido, limitando el aporte de oxígeno y nutrientes a los tejidos y agravando el deterioro funcional de la mucosa genital (7).

Otro aspecto fundamental en este contexto es el cambio en el ecosistema vaginal. Durante la etapa fértil, el pH vaginal es mantenido en valores ácidos gracias a la acción de las especies del género Lactobacillus, que protegen el ambiente urogenital al producir ácido láctico y peróxido de hidrógeno. Sin embargo, con el descenso estrogénico posmenopáusico, la proporción de Lactobacillus disminuye, y el pH vaginal tiende a volverse más alcalino, lo que favorece el crecimiento de microorganismos patógenos y altera la microbiota residente (8; 9). Esta disbiosis no solo incrementa la predisposición a infecciones recurrentes, como vaginosis bacteriana o cistitis, sino que también perpetúa la inflamación local y agrava los síntomas del síndrome genitourinario de la menopausia (6; 9).

La lubricación natural también se ve afectada de forma significativa. La reducción de secreciones vaginales, sumada al adelgazamiento epitelial y a la pérdida de elasticidad, contribuye a molestias persistentes durante las relaciones sexuales, incluyendo dolor, ardor e incluso sangrado, lo que repercute negativamente en la función sexual y en la percepción de bienestar general (7; 10).

Diversas investigaciones han puesto en evidencia que intervenciones terapéuticas como la administración de estrógenos locales pueden mejorar significativamente la lubricación y la función sexual, aunque su uso está limitado en ciertos grupos de pacientes, como aquellas con antecedentes de cáncer hormonodependiente. Estos hallazgos refuerzan la importancia de comprender y tratar integralmente los cambios fisiológicos del tracto genital en la mujer menopáusica, no solo desde un enfoque sintomático, sino también desde una perspectiva regenerativa y preventiva (11).

Propiedades del ácido hialurónico relevantes para el tratamiento ginecológico:

El ácido hialurónico ha demostrado ser una molécula clave en el tratamiento de trastornos ginecológicos relacionados con la sequedad y la atrofia vulvovaginal, gracias a sus múltiples propiedades biológicas. Una de sus características más relevantes es su alta capacidad higroscópica, es decir, su aptitud para atraer y retener grandes cantidades de agua. Esta propiedad permite mantener la hidratación tisular y la presión osmótica, elementos fundamentales en el entorno vaginal para preservar la funcionalidad de la mucosa y aliviar los síntomas asociados al síndrome genitourinario de la menopausia (12). Por esta razón, los productos formulados con ácido hialurónico se utilizan ampliamente en ginecología para mejorar la retención de humedad en los tejidos vaginales y mitigar la sequedad, el escozor y la dispareunia, síntomas comunes durante la transición menopáusica (2).

Además de su capacidad hidratante, el ácido hialurónico participa activamente en la regeneración tisular. Interviene en procesos celulares como la proliferación, diferenciación y migración de células epiteliales y fibroblastos, promoviendo así la reparación de tejidos dañados o atróficos (12). Esta actividad regenerativa se ve reforzada por su capacidad para estimular la síntesis de colágeno, una proteína estructural esencial para mantener la integridad mecánica, la firmeza y la elasticidad de los tejidos vaginales. En el contexto ginecológico, esta propiedad resulta especialmente útil para revertir la pérdida de sostén y flexibilidad del epitelio que ocurre durante la menopausia (13).

Otro aspecto crucial del ácido hialurónico es su efecto antiinflamatorio. Esta molécula es capaz de modular la respuesta inmunitaria local al reducir la expresión de citocinas proinflamatorias, lo que ayuda a controlar la inflamación crónica que puede acompañar a la atrofia vaginal y a otras alteraciones del tracto genital inferior (14). Esta acción antiinflamatoria, combinada con su capacidad para restaurar la elasticidad de los tejidos, contribuye a mejorar la función de la mucosa vaginal y a reducir el malestar relacionado con la pérdida de integridad epitelial (2).

En cuanto a las formulaciones utilizadas, existen distintos tipos de ácido hialurónico según su estructura y peso molecular, cada uno con aplicaciones específicas. El ácido hialurónico lineal se utiliza con frecuencia por su afinidad biológica y facilidad de integración en los sistemas biológicos, siendo ideal para aplicaciones tópicas y mucosas (12). Por su parte, el ácido hialurónico reticulado, al tener una estructura más densa y entrecruzada, ofrece mayor resistencia a la degradación enzimática, lo que permite una acción más duradera y sostenida en el tiempo, siendo útil en infiltraciones terapéuticas con efecto prolongado. Asimismo, la combinación de ácido hialurónico de alto y bajo peso molecular permite optimizar tanto la penetración en las capas superficiales del epitelio como la bioestimulación en tejidos más profundos, maximizando los efectos hidratantes, regenerativos y estructurales de la terapia (14).

Formas de administración en ginecología:

En el tratamiento de la atrofia vulvovaginal y la sequedad vaginal asociadas a la menopausia, las formas de administración del ácido hialurónico y otros agentes terapéuticos desempeñan un papel determinante en la eficacia y seguridad del abordaje clínico. Una de las modalidades más utilizadas es el gel vaginal de aplicación tópica, cuya formulación permite una acción localizada sobre la mucosa vaginal. La dosificación habitual de estos geles, como ocurre con el gel de estriol, suele ser baja (por ejemplo, 0,005%) y se administra de forma regular, ya sea diariamente o varias veces por semana, según la severidad de los síntomas y las características individuales de la paciente (15).

La principal ventaja del uso de geles vaginales tópicos es que ofrecen un tratamiento focalizado, lo que reduce significativamente el riesgo de efectos adversos sistémicos y los hace adecuados incluso para mujeres con antecedentes de cáncer hormonosensible. Además, resultan especialmente beneficiosos en el alivio de síntomas como la sequedad, la irritación, el ardor y la dispareunia en mujeres posmenopáusicas, mejorando su calidad de vida de forma significativa (15). Sin embargo, estos preparados no están exentos de limitaciones. La presencia de fluidos vaginales puede diluir la formulación y disminuir su eficacia, y algunas mujeres pueden experimentar irritación local o reacciones alérgicas a determinados excipientes del gel, lo que requiere ajustes en la elección del producto (16).

Como alternativa o complemento a la aplicación tópica, las infiltraciones vulvovaginales representan una opción terapéutica avanzada, especialmente en casos de síntomas severos o refractarios. Esta técnica consiste en la inyección directa de sustancias bioactivas, como ácido hialurónico reticulado, en el tejido vulvovaginal, generalmente bajo anestesia local para minimizar el dolor durante el procedimiento. Está indicada principalmente en mujeres con síndrome genitourinario de la menopausia y dispareunia intensa, y tiene como objetivo restaurar la elasticidad, hidratación y grosor del epitelio, contribuyendo así a una mejora funcional y sintomática del área genital (17).

Los resultados clínicos de estas infiltraciones han demostrado ser positivos. Muchas pacientes experimentan un alivio rápido y sostenido de los síntomas, y este procedimiento suele integrarse dentro de un enfoque terapéutico combinado, en asociación con hormonoterapia local o tratamientos tópicos. De este modo, se potencia la regeneración tisular y se logra una respuesta clínica más completa (17).

En efecto, la combinación de distintas modalidades terapéuticas ha mostrado resultados alentadores en el tratamiento del síndrome genitourinario de la menopausia. Por ejemplo, la asociación de geles de ácido hialurónico con la terapia láser vaginal ha demostrado mejorar significativamente la regeneración de los tejidos, potenciando la síntesis de colágeno y favoreciendo la restauración funcional de la mucosa atrófica. Asimismo, los tratamientos hormonales locales, como el uso de estradiol o prasterona, suelen emplearse en conjunto con preparados tópicos no hormonales para mejorar el trofismo vaginal y aliviar los síntomas de manera más efectiva, especialmente en mujeres sin contraindicación para este tipo de terapia (17).

Evidencia clínica y resultados terapéuticos:

El uso del ácido hialurónico en el tratamiento del síndrome genitourinario de la menopausia ha mostrado resultados clínicos alentadores, especialmente en lo que respecta a la mejora de los síntomas y la calidad de vida de las mujeres afectadas. Diversos estudios han evidenciado que el ácido hialurónico alivia de manera significativa síntomas como la sequedad vaginal y la dispareunia, factores que suelen comprometer seriamente el bienestar físico, emocional y sexual de las pacientes menopáusicas. Su aplicación regular no solo permite restaurar la hidratación y elasticidad del epitelio vaginal, sino que también mejora la percepción de confort durante las actividades cotidianas y las relaciones sexuales (2; 18).

En comparaciones directas con el estrógeno vaginal, el ácido hialurónico ha demostrado ofrecer mejoras clínicas equivalentes en el alivio de los síntomas, lo que lo posiciona como una alternativa eficaz para aquellas mujeres que no pueden o no desean utilizar terapias hormonales. Este hallazgo cobra especial relevancia en el contexto actual, donde existe una creciente demanda de tratamientos no hormonales igualmente efectivos para el manejo de la atrofia vulvovaginal. De hecho, su eficacia se equipara a la del estrógeno local en estudios que evalúan parámetros como el confort vaginal, la lubricación, el grosor epitelial y la reducción del dolor asociado a la actividad sexual (2).

Frente a otras opciones no hormonales, como las cremas hidratantes a base de policarbófilos o las inyecciones de plasma rico en plaquetas (PRP), el ácido hialurónico mantiene una posición ventajosa por su mecanismo de acción fisiológico, su accesibilidad, y su excelente tolerancia. Aunque las alternativas mencionadas también han mostrado eficacia, el ácido hialurónico destaca por su facilidad de uso, su formulación compatible con las mucosas y la baja frecuencia de efectos adversos. Esta combinación de eficacia, seguridad y conveniencia lo ha convertido en uno de los tratamientos más populares entre pacientes y profesionales de la salud (3).

Particularmente valiosa es su utilidad en mujeres que presentan contraindicaciones para la terapia hormonal, como aquellas con antecedentes de cáncer de mama u otros tumores sensibles a hormonas. En estas poblaciones, el ácido hialurónico ha demostrado ser una intervención segura y eficaz, capaz de reducir los síntomas de la atrofia vulvovaginal sin los riesgos asociados al uso de estrógenos. Estudios clínicos han documentado mejoras sintomáticas significativas en este grupo, sin que se observen efectos sistémicos ni alteraciones en los marcadores hormonales, lo que respalda su uso como primera línea terapéutica en contextos de riesgo oncológico (3).

En cuanto a su perfil de seguridad, el ácido hialurónico presenta una excelente tolerabilidad. La mayoría de los efectos adversos reportados son leves y localizados, tales como una sensación transitoria de escozor o enrojecimiento tras la aplicación, los cuales suelen resolverse espontáneamente sin necesidad de suspender el tratamiento (19). No se han documentado eventos adversos graves, y la calificación global del tratamiento por parte de pacientes y profesionales ha sido consistentemente alta, ubicándose entre «bueno» y «muy bueno» en los estudios disponibles (20).

Conclusiones:

La atrofia vulvovaginal y la sequedad vaginal son consecuencias comunes del hipoestrogenismo menopáusico, que generan alteraciones estructurales y funcionales en la mucosa genital, como la pérdida de colágeno, ácido hialurónico y cambios en la microbiota. Estas transformaciones provocan síntomas que afectan la salud sexual y el bienestar general de las mujeres, requiriendo un abordaje clínico integral.

El ácido hialurónico se ha consolidado como una alternativa terapéutica eficaz para el tratamiento no hormonal del síndrome genitourinario de la menopausia, gracias a su capacidad para hidratar, regenerar el tejido epitelial y modular la inflamación. Su aplicación tópica o mediante infiltraciones ha demostrado mejoras sintomáticas significativas, con buena tolerancia y sin efectos adversos sistémicos.

Diversos estudios clínicos han respaldado el uso del ácido hialurónico, especialmente en mujeres con contraindicaciones para terapia hormonal, como las sobrevivientes de cáncer de mama. Su perfil de seguridad, eficacia comparable al estrógeno local y facilidad de uso lo posicionan como una herramienta versátil y valiosa dentro del tratamiento ginecológico contemporáneo.

Referencias:

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Declaración de buenas prácticas:
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
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Han preservado las identidades de los pacientes.