Cáncer colorrectal (CCR): detección temprana, revisión bibliográfica
Autor principal: Hugo Andrés Mora Chaves
Vol. XX; nº 09; 461
Colorectal Cancer (CRC): Early Detection, a Literature Review
Fecha de recepción: 7 de abril de 2025
Fecha de aceptación: 9 de mayo de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 09 Primera quincena de mayo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 09; 461
Autores:
Hugo Andrés Mora Chaves1..
María del Sol Jiménez de la O2..
Ximena Guevara Perez 3..
Maylid Vargas Aguilar4..
2. Resumen
En la revisión bibliográfica se detecta que, en el ámbito mundial, el cáncer colorrectal (CCR) es una causa importante de morbilidad y mortalidad. Este cáncer se ubica entre los cinco tipos de mayor incidencia a partir de los 50 años, por lo que se debe hacer consciencia en la población y en los sistemas de salud sobre la importancia de practicar tamizajes sistemáticos para la detección temprana y el tratamiento oportuno, así como por su efectividad para obtener precisión diagnóstica y reducir la morbimortalidad asociada a la patología.
Palabras clave: cáncer en colon y recto, detección temprana y tamizaje, manejo del sangrado gastrointestinal bajo, prueba de sangre oculta en heces y colonoscopía.
3. Abstract
The literature review found that colorectal cancer (CRC) is a major cause of morbidity and mortality worldwide and is among the top five types of cancer with the highest incidence after the age of 50. Therefore, awareness must be raised among the population and health systems about the importance of systematic screening for early detection and timely treatment, as well as its effectiveness in obtaining diagnostic accuracy and reducing the morbidity and mortality associated with the disease.
Keywords: colon and rectal cancer, early detection and screening, management of low gastrointestinal bleeding, fecal occult blood test and colonoscopy.
E-mail de la persona encargada de la correspondencia del trabajo: [email protected]
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses.
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.
4. Metodología
En la presente revisión bibliográfica se propone reunir la literatura más reciente, con el fin de actualizar al lector sobre la detección temprana del cáncer de colon. La relevancia de este artículo radica en la alta incidencia, así como en la morbilidad y la mortalidad de una enfermedad que puede detectarse en etapas tempranas mediante técnicas de bajo costo, como lo han demostrado diversas publicaciones que reportan excelentes resultados de tratamiento oportuno en relación con las expectativas de sobrevida. Estos avances en salud pública representan una mejora en los desenlaces clínicos de los pacientes y una posible reducción de costos.
Enseguida, se presenta una breve introducción, seguida de una revisión detallada de la literatura relevante. Para elaborar este documento se consultó PubMed como base de datos en busca de artículos con las palabras clave: cáncer en colon y recto, detección temprana y tamizaje.
En este caso, se revisaron 33 artículos, de los cuales se citaron 19 y se incluyeron artículos en español e inglés que fueran relevantes. Al tratarse de una revisión bibliográfica, no se involucraron sujetos humanos. Por último, es importante reconocer que entre las posibles limitaciones de este artículo se encuentran su tamaño y la restricción en la búsqueda de literatura.
5. Introducción
Para llevar a cabo la revisión se consultó la librería o base de datos en línea del National Institutes of Health (NIH) el 17 de febrero de 2025, donde se encontraron 567,665 publicaciones que se relacionan con el tema del presente artículo, de las cuales 224,195 están en idioma inglés y 13,187 fueron publicadas en el último año. De estas, se revisaron las 33 publicaciones que el metabuscador de la página web identifica como más relevantes, por referirse a estudios en grandes grupos de población, metaanálisis o paneles internacionales con consenso del criterio de expertos sobre el tema, entre otros. Además, se realizaron búsquedas en Medline, PubMed y Cochrane de artículos importantes en la última década.
La Organización Mundial de la Salud OMS (2) indica que:
El cáncer colorrectal es el tercer tipo de cáncer más frecuente en el mundo. Representa aproximadamente el 10% de todos los casos de cáncer y es la segunda causa de muerte relacionada con esta enfermedad en el mundo. Afecta predominantemente a las personas de mayor edad, y la mayoría de los casos son personas de 50 años o más.
Por ende, se estima que la incidencia anual supera los 1 900 000 de personas, de las cuales el 47.36 %, es decir, aproximadamente 900,000, fallecerán por falta de detección temprana de la enfermedad. La incidencia de esta clase de cáncer aumentó en las últimas décadas como resultado del envejecimiento de las poblaciones, lo que lo ha convertido en un problema de salud mundial.
La Sociedad Americana Contra el Cáncer (ACS) (3) considera que durante el año 2025 las cifras para este tipo de cáncer en los Estados Unidos son de alrededor de 107,320 casos nuevos de cáncer de colon (54,510 casos en hombres y 52,810 casos en mujeres) y 46,950 casos nuevos de cáncer de recto (27,950 casos en hombres y 19,000 casos en mujeres), de los cuales aproximadamente el 50 % fallecerá. Se proyecta que el 49.29 % fallecerá por esta causa, lo que equivale a alrededor de 52,900 muertes a lo largo de 2025. El riesgo de padecer cáncer colorrectal a lo largo de la vida representa una probabilidad de 1 en 24 entre los hombres y de 1 en 26 entre las mujeres y está correlacionado con factores del estilo de vida en la población.
España reporta a través de su Programa de Atención Primaria y Promoción de la Salud (PAPPS) (4) que:
El cáncer es la segunda causa de muerte después de las enfermedades del aparato circulatorio, aunque en los varones, es desde el año 2000, la primera causa de muerte. En 2022, en ese país, un 24,7% de todas las defunciones fueron a causa del cáncer, siendo el número de defunciones por cáncer de 232 por cada 100.000 (tasa de mortalidad). Los tumores fueron la primera causa de muerte en los varones (con 280 fallecidos por cada 100.000 varones) y la segunda en mujeres, con 185 por cada 100.000. El número de defunciones por tumores descendió un 0,9% entre los varones, mientras que aumentó un 1% en las mujeres. En el conjunto de la población, el tumor más frecuente es el de colon y recto, con un total de 44.294 nuevos casos 29.648 de colon y 14.646 de recto.
Igualmente, la Asociación Americana de Cáncer define de manera sencilla para el público, en su página web ACS (3), el cáncer colorrectal como una entidad que inicia con diferentes grados de alteraciones macroscópicas y microscópicas a nivel de la mucosa interna del intestino grueso. Este se presenta inicialmente como puntos de crecimiento hiperplásico que se denominan pólipos, que pueden ser de tipo adenomatoso, inflamatorios, hiperplásicos y serrados sésiles. Los pólipos tienen una mayor propensión a presentar displasias celulares, por lo tanto, son un factor que debe ser monitoreado médicamente para la detección temprana de cáncer, en especial cuando su tamaño es mayor que 1 cm y hay una proliferación de estos en áreas contiguas de varios pólipos. Los principales síntomas de alerta para los pacientes son: pérdidas de peso anormales, cambios en el hábito intestinal como diarrea, estreñimiento o heces delgadas, sangre en las heces (hemorragia rectal) de color rojo brillante o heces oscuras, cólicos, dolor o distensión abdominal que no desaparece, palidez, sensación constante de cansancio y falta de energía, incluso con suficiente descanso.
6. Factores de riesgo y prevención
Al entender los factores de riesgo, definidos como aquellos elementos que aumentan la probabilidad estadística de desarrollar una enfermedad como el cáncer, es fundamental aclarar que algunos de estos elementos no son controlables por los individuos. Entre ellos se encuentra la edad, el sexo, los antecedentes heredofamiliares y los grupos étnicos. En particular, los tres grupos que reportan la mayor tasa de incidencia en el ámbito mundial de esta enfermedad, en orden de prelación, son las personas nativas de Alaska, seguidas por las personas afrodescendientes de ambos sexos y, de igual manera, las personas de origen judío de Europa Oriental, quienes presentan un mayor riesgo que cualquier otro grupo étnico en el mundo (3).
Otros factores de riesgo son controlables, ya que están asociados al estilo de vida, como el consumo de tabaco, la ingesta de alcohol, el sobrepeso, el sedentarismo, las dietas con alto consumo de carnes rojas, embutidos y alimentos altamente industrializados ricos en grasas y azúcares procesados, así como un bajo consumo de fibra y ejercicio (3). Todo lo anterior se suma a la baja frecuencia de controles médicos que presenta la población mundial, especialmente en lo que respecta a la escasa práctica de realizar exámenes de tamizaje o cribado en pacientes con factores de riesgo.
7. Discusión
En el año 2022, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) (5), agencia especializada en el cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su cuarta edición del Código europeo contra el cáncer, indica la importancia de la detección temprana en esta patología y propone 12 formas de reducir el riesgo en la población. Además, insta especialmente a fomentar los programas de tamizaje o cribado en las poblaciones con factores de riesgo como parte de las estrategias de salud pública y privada para los tipos de cáncer de mayor incidencia: seno, cérvix y colorrectal.
Lo anterior es coincidente con el informe de 2016 Detección del cáncer colorrectal (6), una actualización sobre evidencias y revisión sistemática realizada por el grupo de trabajo de servicios preventivos de EE. UU. Este grupo llevó a cabo un metaanálisis con 25 estudios clínicos por cohortes, efectuados en diversas poblaciones durante el período 2008‑2014, publicados en 47 artículos, que presentaban resultados estadísticamente significativos con una validez del 0.05 % para la hipótesis nula por evaluar: ¿Cuál es la eficacia de los programas de detección basados en pruebas de detección preespecificadas (solas o en combinación) para reducir la incidencia y la mortalidad por cáncer colorrectal?
En este caso, se encontró que los pacientes de 50 a 75 años con factores de riesgo moderados a quienes se les prescribía tamizaje en períodos quinquenales de 1 a 2 exámenes por colonoscopía o sigmoidoscopía flexible presentaban una reducción del riesgo relativo (RR) de 0.62 a 0.42, con un índice de confianza (IC) del 95 %. Con el uso de la colonografía por tomografía computarizada (CTC), se identificó una mayor sensibilidad para detectar lesiones de 5-6 milímetros, ya fuera su uso en combinación con los otros dos tipos de colonoscopía o de forma aislada. Cabe destacar que esta técnica reporta un 0.5 % de los pacientes con hallazgos de cáncer extracolon detectados aleatoriamente, aunque su uso aún no está muy generalizado dentro de la práctica médica.
El informe precitado (6) destaca la relevancia de las pruebas de sangre en heces como métodos de tamizaje periódico, anual o bianual, para detectar la presencia de sangre en heces. Desde el punto de vista de la salud pública, esta opción es la más sencilla y económica para la detección temprana de patologías digestivas en grandes grupos poblacionales. En el metaanálisis citado, este tipo de pruebas presentó una alta sensibilidad y especificidad, donde el valor más bajo reportado fue del 78 % y el más alto del 92 %, con una media del 88 % y un IC del 95 %.
La Sociedad Estadounidense de Endoscopía Gastrointestinal (ASGE) (7) define que, ante una prueba positiva de sangre en heces o evidencias de sangrado bajo, la norma para seguir dentro de la práctica médica es el protocolo de endoscopía.
En el artículo El papel de la endoscopía en el paciente con sangrado digestivo bajo, Pasha et al. (8) identifican múltiples causas del sangrado bajo o colonorrectal. Este tipo de sangrado puede definirse como agudo cuando se detecta con menos de tres días de evolución o crónico cuando se asocia con un sangrado de varios días, generalmente relacionado con sangre oculta en heces. Para los efectos de esta revisión, se enfatizan las cinco causas más frecuentes, según la clasificación de la ASGE (7), comenzando por la de mayor incidencia:
8. Sangrado diverticular
Ckeskin et al., en su trabajo Enfermedad diverticular en el anciano (9), identificaron que los divertículos en el colon se presentan en el 30 % de los pacientes a partir de los 50 años y la prevalencia aumenta con el envejecimiento poblacional, alcanzando el 60 % con base en los 80 años.
De igual forma, en 2004, Edward et al. en el artículo Diagnóstico diferencial del sangrado gastrointestinal (10) identificaron que el sangrado causado por divertículos representa entre el 20 % y el 65 % de los episodios agudos de sangrado. Es clínicamente significativo que, en un rango que oscila entre el 3 % y el 15 % de los pacientes con divertículos de colon, estos episodios suelen ser indoloros y que esta causa de sangrado se resuelve de forma espontánea en el 75 % u 80 % de los pacientes, aunque es recurrente en el 40 % de las personas en lapsos variables.
9. Colitis isquémica
En 2002, Newman et al. publicaron su artículo titulado Hemorragia digestiva baja y colitis isquémica (11). En este trabajo, se refiere que esta etiología se encuentra subyacente entre el 1 % y el 19 % de los pacientes con sangrado en colon o recto y se manifiesta principalmente en la población de edad avanzada que presenta sangrado. Esta condición resulta de una reducción repentina, a menudo temporal, en el flujo sanguíneo mesentérico. En la revisión de Newman y su equipo, que incluyó a 313 pacientes con colitis isquémica, se informó que la afectación del colon sigmoide se presentó en el 20.8 %, la afectación del colon descendente a colon sigmoide en el 9.9 %, la del colon transverso a colon sigmoide en el 4.2 % y la afectación pan colónica en el 7.3 % de los pacientes. Todos estos pacientes comparten la presencia de enfermedad cardiovascular subyacente y, por ende, presentan hipotensión o hipovolemia, lo que ocasiona hipoperfusión mesentérica y vasoconstricción.
10. Angioectasia de colon
Foutch et al. (12) reportaron que la prevalencia de angiodisplasia es del 3 % al 15 % en los pacientes con sangrado colono-rectal. La incidencia aumenta con la edad; más de dos tercios de estas lesiones se observan en pacientes a partir de los 70 años, lo que se atribuye a cambios degenerativos y a la obstrucción crónica intermitente de bajo grado en los vasos sanguíneos submucosos. Estas lesiones se localizan predominantemente en el colon ciego y ascendente. En la colonoscopía, este tipo de lesión presenta vasos sanguíneos con aspecto de áreas planas de morfología difusa, de color rojo, cuyo tamaño varía de 2 mm a varios centímetros y que se irradian desde un vaso de irrigación central.
En 2012, Sekino et al. realizaron su estudio Asociaciones clínicas y factores de riesgo de sangrado por angioectasia colónica (13), en 90 pacientes con diagnóstico confirmado en un estudio de casos y controles, con un intervalo de confianza IC = 95 %, para investigar la asociación de la angiectasia colónica con otras afecciones e identificar factores de riesgo de sangrado. Entre estos factores, además de la edad, se identificaron las comorbilidades y el uso de anticoagulantes o agentes antiplaquetarios. Los pacientes pueden presentar sangrado oculto intermitente e indoloro. La colonoscopía tiene una sensibilidad del 80 % para la detección de angioectasias, ya que el uso de narcóticos para la sedación puede reducir el flujo sanguíneo mucoso y perjudicar la detección de estas lesiones durante el procedimiento. La conclusión del grupo de Sekino en su estudio fue: “La presencia de angiectasia colónica se asoció con valvulopatías, cirrosis hepática e insuficiencia renal crónica. La valvulopatía y las lesiones múltiples aumentaron el riesgo de sangrado” (13).
11. Hemorroides
Las guías de la ASGE(7) definen las hemorroides como un plexo de vasos arteriovenosos dilatados que surgen de las venas hemorroidales superior e inferior. Estos plexos se encuentran en la submucosa del recto distal y se clasifican como internos o externos, según su ubicación en relación con la línea dentada. Aunque las hemorroides pueden estar presentes en hasta el 75 % de los pacientes con sangrado del recto, la mayoría se considera hallazgos incidentales.
Gralnek et al. presentan un estudio en 2013 titulado El papel de la colonoscopía en la evaluación de la hematoquecia (14), en el que informan que el sangrado hemorroidal representa solo del 2 % al 10 % del sangrado agudo de colon. Sin embargo, en otro estudio publicado en 2009 por Gayer et al., titulado Hemorragia digestiva baja aguda en 1112 pacientes ingresados en un centro médico de urgencias urbano (15), se encontró que las hemorroides eran la etiología subyacente en el 24 % al 64.4 % de los pacientes que presentaban hematoquecia (sangrado anorrectal). Este tipo de sangrado, por lo general, es escaso, intermitente e indoloro y se caracteriza principalmente porque el paciente detecta sangre roja o viva, visible en el papel higiénico, cubriendo las heces o goteando en su ropa interior o en la taza del inodoro.
12. Neoplasia colorrectal
En su trabajo publicado en 1997, en el que estudian la epidemiología y la evolución de pacientes hospitalizados con sangrado intestinal bajo, Longstreth et al. (16) enfatizan la importancia de explorar en el paciente cambios clínicos en sus hábitos intestinales o pérdidas de peso anormales que hagan sospechar una neoplasia colorrectal. Lo anterior tiene el fin de solicitar una prueba de sangre en heces y una colonoscopía urgente. Esta patología representa hasta el 17 % de todas las posibles etiologías de sangrado digestivo en pacientes y se presenta más comúnmente con sangrado oculto.
El estudio de Longstreth et al. (16), realizado entre 1990 y 1993, incluyó a 235 pacientes hospitalizados por hemorragia gastrointestinal baja aguda y arrojó una:
Tasa de incidencia anual estimada de 20,5 pacientes/100.000 (24,2 en hombres versus 17,2 en mujeres, p < .001). La tasa aumentó > 200 veces desde la tercera a la novena décadas de la vida. Los diagnósticos fueron: diverticulosis colónica, 91 (41,6%); malignidad colorrectal, 20 (9,1%); colitis isquémica, 19 (8,7%); miscelánea, 63 (28,8%); y desconocida, 26 (11,9%). Ocho (3,6%) pacientes murieron en el hospital (5 de 206 (2,4%) con hemorragia antes del ingreso frente a 3 de 13 (23,1%) con hemorragia después del ingreso, p < 0,001).
Por otra parte, Savides et al. (17) indican que el sangrado agudo bajo, asociado con neoplasia colorrectal, por lo general resulta de ulceraciones superficiales de un tumor avanzado. Los pacientes con tumores en el lado derecho del colon tienen más probabilidades de presentar pérdida de sangre oculta y anemia por deficiencia de hierro, mientras que aquellos con tumores en el lado izquierdo presentan más comúnmente hematoquecia. Por lo general, no se requiere tratamiento endoscópico para la hemostasia, ya que el sangrado de la neoplasia colorrectal es lento en la mayoría de las personas pacientes.
La colonoscopía es la primera opción diagnóstica para la mayoría de las personas pacientes con sangrado de colon, ya que proporciona, tanto un diagnóstico como un eventual requerimiento de hemostasia en el 75 % al 100 % de los casos, según la definición de la fuente de sangrado, los criterios de selección del paciente y el momento de la colonoscopía (18). Según Machado et al. (19):
Concluyeron que la mayor supervivencia en el cáncer de colon se logra cuando los pacientes son operados en estadios evolutivos poco avanzados, con tumores bien diferenciados y localizados en el colon derecho. Mediante un programa efectivo para la detección precoz de esta neoplasia en el nivel primario de atención, podrían disminuir la morbilidad y mortalidad por esta causa.
13. Conclusión
La revisión documental del tema determina que el cáncer de colon es el tercer tipo más frecuente en el mundo y el segundo en cuanto a diagnóstico como causa de muerte por cáncer. Los datos de la OMS (2) indican un 47.36 % de mortalidad en los pacientes con esta patología debido a la falta de detección temprana. Está documentado que se puede incidir en esta importante causa de morbilidad y mortalidad que afecta a la población (2, 3, 4).
Los sistemas de salud deben promover campañas de vigilancia epidemiológica sobre este tipo de cáncer en las poblaciones a partir de los 50 años, estableciendo como obligatorio el examen anual de hemocultivos en heces, junto con campañas de salud periódicas que concienticen sobre la importancia de realizar tamizajes sistemáticos mediante colonoscopía con base en los 50 años y especialmente en la tercera edad, conforme avanza el envejecimiento en cada quinquenio de vida. De este modo, se busca elevar los indicadores de detección temprana y el tratamiento oportuno (2, 3, 4).
El binomio de diagnóstico para el cáncer de colon es simple y práctico desde el punto de vista costo-eficiencia: la prueba de sangre oculta en heces y la colonoscopía. Un resultado positivo en la prueba de sangre oculta implica la realización urgente de una colonoscopía. La colonoscopía con biopsia positiva para cáncer debe implicar la activación de los protocolos internacionales para el tratamiento de esta enfermedad. La clave para aumentar la supervivencia y reducir las secuelas de morbilidad ante la detección de cáncer de colon se logra únicamente cuando los pacientes se operan en estadios evolutivos poco avanzados, con tumores bien diferenciados y localizados. Esto se obtiene: “Mediante un programa efectivo para la detección precoz de esta neoplasia en el nivel primario de atención” (5, 6, 7).
Aunque la detección temprana del cáncer colorrectal cuenta con un respaldo significativo, se requiere más investigación en grandes grupos poblacionales. Esto incluye estudios de cohortes con seguimiento prospectivo de pacientes diagnosticados y tratados para reforzar los datos actuales que apoyan el uso de las dos pruebas indicadas, que recomiendan expertos para detectar cáncer, lesiones precursoras y reducir los riesgos de eventos adversos graves en adultos (6).
La diferencia de estas pruebas con otras pruebas de detección del cáncer, también que se recomiendan o realizadas de forma rutinaria, radica en la aceptabilidad y adherencia de los pacientes y de la comunidad médica al binomio de prueba indicado, que debe usarse a intervalos regulares para repetir las mismas pruebas de detección o seguimiento, sin incurrir en molestias o riesgos graves asociados. Existe disponibilidad de su implementación en el ámbito mundial, su práctica es de bajo costo y su uso es fácil de promover. Además, la complejidad relativa es baja y la sensibilidad de las pruebas no depende del operador. El factor más crítico es la preparación adecuada del paciente previa a la colonoscopía (7, 8).
La presente revisión encontró que existen múltiples estrategias para abordar y tratar la hemorragia intestinal baja (HIB). Sin embargo, la colonoscopía se ha convertido en la prueba inicial o estándar para la mayoría de los profesionales debido a sus capacidades diagnósticas y terapéuticas, así como a su seguridad. No obstante, no se encontraron metaanálisis ni estudios de cohortes que comparen de forma prospectiva el uso de la colonoscopía con otras técnicas diagnósticas y su eventual impacto en la morbilidad o mortalidad de los pacientes con cáncer colorrectal. Existe controversia sobre el momento óptimo para realizar la colonoscopía, la importancia de la preparación del colon, la prevalencia de estigmas de hemorragia y la eficacia de la hemostasia endoscópica (9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16).
La angiografía, la gammagrafía con radionúclidos y la tomografía computarizada con detectores múltiples son modalidades complementarias, sin embargo, el requisito de sangrado activo en el momento del examen limita su uso rutinario. Además, la angiografía puede provocar complicaciones graves (17, 18, 19).
La revisión bibliográfica efectuada resume la evidencia disponible hasta la fecha sobre las recomendaciones para la detección temprana del cáncer de colon, el manejo del sangrado bajo, la realización de pruebas de sangre oculta en heces y la colonoscopía, así como otros tipos de pruebas o estudios para la detección temprana y el manejo oportuno de la patología digestiva, específicamente el CCR.
14. Bibliografía
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