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Diagnóstico no invasivo de endometriosis mediante biomarcadores plasmáticos: avances, retos y perspectivas clínicas

Diagnóstico no invasivo de endometriosis mediante biomarcadores plasmáticos: avances, retos y perspectivas clínicas

Autora principal: Gissell Rizo Valdivia

Vol. XX; nº 12; 715

Noninvasive diagnosis of endometriosis using plasma biomarkers: Advances, challenges, and clinical perspectives

Fecha de recepción: 15 de mayo de 2025
Fecha de aceptación: 21 de junio de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 12 – Segunda quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 12; 715

Autores:

Gissell Rizo Valdivia, Médico General, Hospital Metropolitano. San José, Costa Rica. ORCID:0009-0009-3048-6033. Código Médico:16767
Daniel Vega Zamora, Médico General, Investigador Independiente. San José, Costa Rica. ORCID: 0009-0005-2484-4456. Código Médico: 16360
Charlotte Aguilar Cascante, Médico General, Investigadora Independiente. San José, Costa Rica. ORCID: 0000-0002-6480-7562. Código Médico: 18808
Juan Carlos Umaña Zárate, Médico General, Investigador Independiente. Heredia, Costa Rica. ORCID: 0009-0006-6576-2163. Código Médico: 18710
Marianela Sanchún Chacón, Médico General, Clínica Solón Núñez Frutos. San José, Costa Rica. ORCID: 0000-0002-2286-9909. Código Médico: 16655

Resumen:

La endometriosis es una enfermedad ginecológica crónica y multifactorial caracterizada por la presencia de tejido endometrial fuera del útero, lo que genera dolor pélvico, infertilidad y un deterioro significativo en la calidad de vida de las pacientes. Su fisiopatología implica una interacción compleja entre inflamación crónica, angiogénesis, disfunción inmunitaria, estrés oxidativo y alteraciones hormonales, especialmente resistencia a la progesterona. Estas condiciones promueven la supervivencia y el crecimiento de las lesiones ectópicas, dificultando el tratamiento y el control de la enfermedad. Tradicionalmente, el diagnóstico se ha basado en técnicas invasivas como la laparoscopía, lo cual provoca importantes retrasos diagnósticos, a menudo superiores a siete años. En este contexto, el desarrollo de biomarcadores plasmáticos como herramienta diagnóstica no invasiva se presenta como una alternativa prometedora.

Diversas proteínas plasmáticas, como el CA-125, la interleucina 6, el factor de necrosis tumoral alfa y el factor de crecimiento vascular endotelial, han sido estudiadas con resultados variables. También se han identificado microARN con expresión alterada en pacientes con endometriosis, así como perfiles metabólicos y productos derivados del estrés oxidativo. Las técnicas de detección como ELISA, PCR y espectrometría de masas permiten medir estos marcadores con alta precisión, aunque aún existen limitaciones metodológicas. El uso de paneles combinados de biomarcadores y algoritmos de predicción clínica ha mejorado la sensibilidad y especificidad diagnóstica, aunque la heterogeneidad de la enfermedad y la falta de estandarización en los estudios continúan siendo desafíos significativos. Pese a ello, el avance en este campo ofrece perspectivas alentadoras hacia un diagnóstico más temprano, preciso y personalizado.

Palabras clave:

Inflamación crónica, citocinas, angiogénesis, estrés oxidativo, microARN, disfunción inmunitaria.

Abstract:

Endometriosis is a chronic and multifactorial gynecological disease characterized by the presence of endometrial tissue outside the uterus, which causes pelvic pain, infertility, and a significant impairment in patients’ quality of life. Its pathophysiology involves a complex interaction between chronic inflammation, angiogenesis, immune dysfunction, oxidative stress, and hormonal alterations, especially progesterone resistance. These conditions promote the survival and growth of ectopic lesions, making treatment and disease control difficult. Traditionally, diagnosis has been based on invasive techniques such as laparoscopy, which leads to significant diagnostic delays, often exceeding seven years. In this context, the development of plasma biomarkers as a noninvasive diagnostic tool appears to be a promising alternative.

Various plasma proteins, such as CA-125, interleukin 6, tumor necrosis factor alpha, and vascular endothelial growth factor, have been studied with variable results. MicroRNAs with altered expression have also been identified in patients with endometriosis, as well as metabolic profiles and oxidative stress-derived products. Detection techniques such as ELISA, PCR, and mass spectrometry allow these markers to be measured with high precision, although methodological limitations remain. The use of combined biomarker panels and clinical prediction algorithms has improved diagnostic sensitivity and specificity, although disease heterogeneity and the lack of standardization in studies remain significant challenges. Despite this, progress in this field offers encouraging prospects for earlier, more accurate, and personalized diagnosis.

Keywords:

Chronic inflammation, cytokines, angiogenesis, oxidative stress, microRNA, immune dysfunction.

Introducción:

La endometriosis es una enfermedad inflamatoria crónica definida por la presencia de tejido similar al endometrial fuera de la cavidad uterina, lo que provoca una serie de manifestaciones clínicas debilitantes, entre las que destacan el dolor pélvico, la dismenorrea, la dispareunia y, en muchos casos, la infertilidad. Se estima que afecta a una de cada nueve mujeres en edad reproductiva, representando una causa frecuente de morbilidad ginecológica. A pesar de su alta prevalencia y repercusión clínica, el diagnóstico de la endometriosis continúa siendo un desafío, principalmente debido a la dependencia de procedimientos invasivos como la laparoscopía para su confirmación definitiva. Esta situación contribuye a un retraso diagnóstico que oscila entre los 7 y los 12 años, lo cual afecta negativamente la salud física, reproductiva y emocional de las pacientes, dificultando el inicio oportuno del tratamiento y generando un impacto considerable en su calidad de vida (1; 2).

El compromiso reproductivo es una de las consecuencias más significativas de la endometriosis. Diversos estudios han asociado esta enfermedad con una reducción de la fertilidad, atribuida a la inflamación peritoneal, las adherencias pélvicas y la alteración del ambiente ovárico y endometrial. Además, el dolor pélvico crónico y la dismenorrea severa afectan de forma directa la funcionalidad diaria, las relaciones interpersonales y la salud mental de las pacientes. La demora en el diagnóstico no solo prolonga el sufrimiento físico, sino que también incrementa el riesgo de progresión de la enfermedad, complicaciones anatómicas y recurrencias (1; 2).

Actualmente, el diagnóstico estándar de la endometriosis se realiza mediante laparoscopía, un procedimiento quirúrgico que permite visualizar y tomar biopsias de las lesiones. Sin embargo, esta técnica implica riesgos operatorios, alto costo y limitada disponibilidad en muchos entornos sanitarios, lo que en parte explica los retrasos diagnósticos frecuentes (3; 2). Si bien existen métodos no invasivos como la ecografía transvaginal o la resonancia magnética, su capacidad diagnóstica es limitada en casos de endometriosis superficial o sin nódulos visibles, por lo que aún no pueden reemplazar completamente la confirmación quirúrgica (1).

Frente a estas limitaciones, se ha intensificado la búsqueda de herramientas no invasivas que faciliten la detección temprana de la enfermedad. En este contexto, los biomarcadores plasmáticos han emergido como una alternativa prometedora. Estas moléculas, detectables en sangre periférica, reflejan alteraciones moleculares propias del entorno inflamatorio, inmunológico y hormonal de la endometriosis, y podrían servir como indicadores indirectos de la presencia y gravedad de la enfermedad (3; 4). Entre los más estudiados se encuentran las proteínas inflamatorias, los microARN y los factores angiogénicos, los cuales han mostrado potencial para diferenciar pacientes con endometriosis de mujeres sanas. De particular relevancia es el hallazgo de un panel compuesto por diez biomarcadores proteicos plasmáticos que alcanzó un área bajo la curva de 0,997 para los casos de endometriosis grave, lo que refleja una alta capacidad predictiva y subraya su valor diagnóstico (3).

No obstante, a pesar de los avances alcanzados, aún no se ha identificado un biomarcador único que pueda establecer con certeza el diagnóstico de endometriosis. La heterogeneidad clínica y molecular de la enfermedad, así como la falta de estandarización en los estudios, representan desafíos importantes para su implementación clínica. Por tanto, se requiere continuar con la investigación y validación de biomarcadores individuales y combinados, que permitan consolidar pruebas de alta sensibilidad y especificidad aplicables en la práctica clínica diaria. Esta línea de desarrollo resulta clave para transformar el enfoque diagnóstico de la endometriosis hacia una estrategia más accesible, rápida y centrada en la paciente (2; 5).

El objetivo de este trabajo de revisión es analizar el potencial diagnóstico de los biomarcadores plasmáticos como herramienta no invasiva para la detección de la endometriosis, evaluando su fundamento fisiopatológico, tipos, precisión clínica y utilidad frente a los métodos diagnósticos convencionales, con el fin de destacar su relevancia en la mejora del diagnóstico temprano y la calidad de vida de las pacientes.

Metodología:

Para el desarrollo de esta investigación sobre el diagnóstico no invasivo de la endometriosis mediante biomarcadores plasmáticos, se llevó a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva con el objetivo de analizar los avances actuales en la identificación, validación y aplicación clínica de marcadores sanguíneos que puedan facilitar una detección temprana, segura y menos invasiva de esta enfermedad. La revisión abarcó aspectos clave como la fisiopatología de la endometriosis asociada a los cambios plasmáticos, los tipos de biomarcadores estudiados, sus mecanismos de acción, su sensibilidad y especificidad diagnóstica, así como su utilidad clínica en comparación con las técnicas convencionales como la laparoscopía.

Para garantizar la calidad y la relevancia de la información recopilada, se consultaron bases de datos científicas reconocidas a nivel internacional, como PubMed, Scopus y Web ofScience, debido a su cobertura amplia y rigor en temas relacionados con biomedicina, ginecología y diagnóstico molecular. Se aplicaron criterios de inclusión estrictos: se seleccionaron artículos publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que abordaran el desarrollo o la validación de biomarcadores plasmáticos para la detección de endometriosis. Se excluyeron publicaciones duplicadas, estudios sin revisión por pares y aquellos con resultados preliminares no validados o con información incompleta.

Para la búsqueda, se utilizaron palabras clave como: Inflamación crónica, citocinas, angiogénesis, estrés oxidativo, microARN, disfunción inmunitaria.

A través de esta búsqueda sistemática, se identificaron y seleccionaron 21 fuentes relevantes, entre las cuales se incluyeron artículos originales, revisiones sistemáticas, metaanálisis, estudios clínicos y documentos técnicos de organismos especializados en salud reproductiva. Posteriormente, se realizó un análisis cualitativo y comparativo de los hallazgos, organizando la información en categorías temáticas que abarcaron desde el tipo de biomarcador (proteico, genético, transcriptómico o metabólico), hasta su rendimiento diagnóstico y viabilidad de aplicación clínica.

Este enfoque metodológico permitió obtener una visión estructurada y crítica del estado actual del conocimiento sobre los biomarcadores plasmáticos aplicados al diagnóstico no invasivo de la endometriosis, así como identificar las limitaciones existentes y las oportunidades futuras para su incorporación en la práctica ginecológica habitual.

Fisiopatología de la endometriosis y su relación con biomarcadores:

La endometriosis es una enfermedad compleja cuya fisiopatología involucra una interacción multifactorial entre procesos inflamatorios, angiogénicos, inmunológicos y hormonales. Uno de los pilares fundamentales en la progresión de esta patología es la inflamación crónica persistente. Diversos estudios han demostrado que las pacientes con endometriosis presentan niveles elevados de citocinas proinflamatorias en el microambiente peritoneal y en la sangre periférica, entre ellas el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) y la interleucina 6 (IL-6), moléculas que no solo intensifican la respuesta inflamatoria, sino que también contribuyen a la proliferación y mantenimiento de las lesiones ectópicas y al dolor asociado a la enfermedad (6; 7).

En paralelo, la angiogénesis desempeña un papel clave en la supervivencia del tejido endometrial fuera del útero. El desarrollo de nuevos vasos sanguíneos es esencial para proporcionar oxígeno y nutrientes a los implantes ectópicos, lo que permite su expansión. Este proceso se encuentra fuertemente mediado por la sobreexpresión del factor de crecimiento vascular endotelial, entre otros factores proangiogénicos, cuya actividad ha sido ampliamente documentada en mujeres con endometriosis. A esto se suma la capacidad del tejido endometrial de diseminarse a través de mecanismos como la menstruación retrógrada, fenómeno en el que células endometriales viables migran a la cavidad peritoneal y se implantan, favorecidas por su habilidad para evadir la vigilancia inmunológica (8).

En este contexto, el sistema inmunitario se presenta como un actor determinante. En mujeres con endometriosis se ha observado una disfunción inmunitaria que afecta principalmente a las células encargadas de eliminar tejidos anómalos, como los macrófagos y las células natural killer (NK). Estas alteraciones impiden la eliminación eficiente de células endometriales ectópicas, facilitando su implantación y desarrollo. Además, la secreción desregulada de citocinas por parte de estas células inmunitarias contribuye a perpetuar un entorno inflamatorio crónico, que alimenta el ciclo de inflamación, daño tisular y formación de lesiones (9; 10).

Otro componente patogénico relevante es el estrés oxidativo, producto de un desequilibrio entre especies reactivas del oxígeno (ROS) y los mecanismos antioxidantes. En la endometriosis, estas especies reactivas provienen tanto del sangrado retrógrado como del propio entorno inflamatorio, provocando daño celular, peroxidación lipídica y disfunción del tejido peritoneal, lo que agrava la inflamación local. Junto con esto, se ha identificado una disfunción del endometrio eutópico caracterizada por una alteración en la respuesta a las hormonas sexuales, particularmente resistencia a la progesterona. Esta condición favorece un ambiente más receptivo para la implantación y perpetuación de las lesiones, complicando el tratamiento hormonal convencional (8).

Ante este complejo panorama fisiopatológico, ha surgido un creciente interés en el uso de biomarcadores circulantes para el diagnóstico no invasivo de la endometriosis. Entre los candidatos más estudiados se encuentran diversas citocinas inflamatorias y proteínas plasmáticas como la metaloproteinasa 9 (MMP-9) y su inhibidor tisular (TIMP-1), cuyos niveles elevados en sangre periférica se han correlacionado con la presencia y severidad de la enfermedad (6; 7). Asimismo, los avances en genómica y epigenética han permitido identificar variantes genéticas, microARNs y alteraciones en la metilación del ADN como posibles marcadores diagnósticos. No obstante, la falta de estandarización en los métodos de análisis y la heterogeneidad clínica de la enfermedad siguen siendo barreras para su validación clínica (11).

Tipos de biomarcadores plasmáticos estudiados:

En la búsqueda de métodos diagnósticos no invasivos para la endometriosis, los biomarcadores plasmáticos han cobrado un creciente interés debido a su potencial para reflejar procesos fisiopatológicos subyacentes como la inflamación, la angiogénesis, el estrés oxidativo y la disfunción inmune. Dentro de esta categoría, los biomarcadores proteicos han sido objeto de numerosos estudios. Históricamente, el antígeno carbohidrato 125 (CA-125) ha sido el marcador más utilizado en la práctica clínica. Sin embargo, su utilidad diagnóstica es limitada debido a su baja especificidad y sensibilidad, ya que puede elevarse también en otras condiciones ginecológicas benignas como miomatosis o enfermedad inflamatoria pélvica, así como en distintos momentos del ciclo menstrual (6).

En contraste, nuevas proteínas plasmáticas relacionadas con los mecanismos patogénicos de la endometriosis han mostrado mayor promesa. Moléculas como la molécula de adhesión intercelular tipo 1 (ICAM-1), el factor de crecimiento vascular endotelial, la IL-6 y el factor de TNF-α están implicadas en la regulación de la inflamación y la angiogénesis, procesos clave en la progresión de la enfermedad. En particular, el TNF-α ha sido identificado en múltiples tejidos afectados por endometriosis, lo que refuerza su relevancia como candidato diagnóstico (6). En este sentido, un avance destacable ha sido el desarrollo de paneles multiproteicos. Un estudio reciente demostró que un conjunto de diez biomarcadores plasmáticos permitió alcanzar un área bajo la curva de 0,997 para la endometriosis grave, lo que indica una precisión diagnóstica muy alta y sugiere su aplicabilidad clínica futura (3).

Junto con las proteínas, los biomarcadores genéticos y transcriptómicos representan otro enfoque emergente. Entre ellos destacan los microARN (miARN), pequeñas moléculas no codificantes que regulan la expresión génica postranscripcionalmente. Se ha identificado una expresión diferencial de ciertos miARN, como el miR-200, miR-451 y miR-21, en mujeres con endometriosis, lo que evidencia su potencial como herramientas diagnósticas no invasivas y como indicadores de la actividad biológica de las lesiones (4). Asimismo, los estudios de expresión génica han revelado alteraciones específicas en genes relacionados con la proliferación celular, la respuesta inmune y la remodelación tisular, lo cual no solo refuerza la hipótesis de una base genética de la enfermedad, sino que también abre nuevas posibilidades para el desarrollo de marcadores diagnósticos (12).

En paralelo, el perfil metabólico de las pacientes con endometriosis también ha sido objeto de análisis. Se han reportado cambios en los niveles plasmáticos de lípidos y aminoácidos, reflejo de un metabolismo alterado en respuesta a la inflamación crónica y la presencia de tejido ectópico. Además, la detección de productos de oxidación, derivados del estrés oxidativo, ha sido vinculada con la severidad del daño tisular y constituye otro indicador indirecto del estado fisiopatológico de la paciente. Estos hallazgos sugieren que el estudio metabolómico podría complementar otros enfoques moleculares para lograr una caracterización más integral de la enfermedad (12).

Finalmente, otros candidatos emergentes han comenzado a ganar atención en el campo de la investigación diagnóstica. Entre ellos se encuentran los exosomas, vesículas extracelulares que transportan proteínas, lípidos y material genético, y cuya composición se ha visto alterada en mujeres con endometriosis. Asimismo, el análisis de células inmunitarias circulantes puede ofrecer información adicional sobre la disfunción inmune característica de la enfermedad (6).

La integración de múltiples tipos de biomarcadores en un solo modelo diagnóstico, como las combinaciones de proteínas plasmáticas, perfiles genéticos y metabolitos, ha sido propuesta como una estrategia para mejorar la sensibilidad y especificidad del diagnóstico, permitiendo obtener un perfil más completo y personalizado de la paciente (13).

Métodos de detección y validación:

El desarrollo de herramientas diagnósticas no invasivas para la endometriosis se apoya en la aplicación rigurosa de diversas técnicas de laboratorio que permiten detectar y cuantificar biomarcadores con alta precisión. Entre estas, una de las más utilizadas es el ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas (ELISA), que permite medir proteínas específicas en el suero, como el CA-125 y el factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC), ambos estudiados como posibles biomarcadores de la enfermedad. La combinación de estos marcadores con variables clínicas ha mostrado resultados prometedores. En algunos estudios, esta aproximación ha alcanzado una especificidad del 100 % al diferenciar casos de endometriosis de controles sanos, lo que posiciona al ELISA como una técnica confiable y aplicable en entornos clínicos para la detección temprana de la patología (14; 15).

Otra herramienta fundamental es la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), que, aunque no siempre se detalla extensamente en la literatura específica sobre endometriosis, es ampliamente empleada para la detección de material genético, incluyendo los microARN (miARN). Estas pequeñas moléculas reguladoras han emergido como biomarcadores relevantes en contextos no invasivos. En particular, perfiles específicos de miARN identificados en muestras de saliva han demostrado una elevada sensibilidad y especificidad, lo cual abre nuevas posibilidades para el desarrollo de pruebas diagnósticas accesibles y menos invasivas (16).

A su vez, la espectrometría de masas se ha consolidado como una técnica avanzada en el análisis proteómico, permitiendo identificar y cuantificar con alta precisión proteínas presentes en muestras biológicas. A través de esta técnica, se han identificado biomarcadores como la proteína COMP y la proteína TGFBI, cuyos niveles de expresión difieren significativamente entre mujeres con endometriosis y controles. Esta aproximación ha alcanzado altos niveles de sensibilidad y especificidad diagnóstica, contribuyendo al desarrollo de modelos multivariables más robustos (17; 13).

Los criterios de validación clínica son fundamentales para garantizar la utilidad de estos biomarcadores. Entre ellos, destacan la sensibilidad y la especificidad, parámetros esenciales para evaluar el rendimiento de una prueba diagnóstica. Aunque muchas pruebas muestran una sensibilidad moderada, su especificidad puede ser notablemente alta. Por ejemplo, una prueba que combina CA-125 y FNDC reportó una sensibilidad del 46,2 % y una especificidad del 100 %, lo cual resalta su valor como herramienta complementaria para la identificación de casos positivos con alta confianza (Herranz-Blanco et al., 2023). Asimismo, los estudios proteómicos han alcanzado sensibilidades y especificidades de 0,81 y 1,00, respectivamente, en modelos de diagnóstico seleccionados, lo que refleja su potencial clínico (17).

El valor predictivo de estas pruebas se ve aún más reforzado mediante la integración de múltiples biomarcadores con variables clínicas relevantes. La incorporación de modelos de aprendizaje automático y predicción multivariable ha demostrado ser eficaz para afinar la capacidad diagnóstica, ofreciendo una visión más completa y personalizada del perfil del paciente (6; 11).

No obstante, la validez de estos hallazgos depende en gran medida de la calidad metodológica de los estudios, lo que implica el uso de cohortes bien caracterizadas. La mayoría de las investigaciones se apoyan en muestras provenientes de biobancos clínicamente verificados, con clasificaciones diagnósticas basadas en laparoscopía y confirmación histológica, lo cual garantiza la consistencia y la fiabilidad de los resultados obtenidos (14; 15). Además, la inclusión de controles adecuados es esencial para minimizar los factores de confusión, especialmente en el contexto de enfermedades ginecológicas con sintomatología superpuesta. Esto asegura que los biomarcadores identificados posean una especificidad real para la endometriosis, reduciendo el riesgo de falsos positivos y mejorando la precisión diagnóstica general (14; 18).

Comparación con métodos diagnósticos convencionales:

La ecografía transvaginal (ETV) ha demostrado ser una herramienta útil para la identificación de endometriomas ováricos y de la endometriosis profunda, con altos niveles de especificidad. Sin embargo, su sensibilidad para detectar lesiones superficiales es limitada, lo cual restringe su utilidad como única herramienta diagnóstica. Este déficit se vuelve aún más relevante considerando que muchos de los síntomas incapacitantes de la endometriosis pueden no estar asociados exclusivamente a las formas profundas u ováricas de la enfermedad (19).

Por su parte, la resonancia magnética (RM) ha emergido como una técnica complementaria de gran valor, especialmente para el mapeo quirúrgico preoperatorio. Esta herramienta ofrece una sensibilidad del 91 al 93,5 % y una especificidad del 86 al 87,5 % en la detección de endometriosis ovárica y profunda, siendo útil para planificar intervenciones terapéuticas. Sin embargo, al igual que la ETV, su rendimiento disminuye al evaluar lesiones superficiales, lo que evidencia una limitación compartida entre las técnicas de imagen tradicionales (19).

En este contexto, la inteligencia artificial (IA) ha comenzado a integrarse en la interpretación de imágenes diagnósticas con resultados prometedores. La combinación de datos obtenidos mediante RM y ETV, procesados mediante algoritmos de aprendizaje automático, permite mejorar la precisión diagnóstica al integrar múltiples parámetros clínicos y morfológicos. Este enfoque basado en IA tiene el potencial de reducir la variabilidad en la interpretación de imágenes y facilitar un diagnóstico más estandarizado y preciso (19).

Los enfoques no invasivos presentan múltiples ventajas frente a la laparoscopía. Entre los beneficios más relevantes se encuentran la reducción de los tiempos de diagnóstico, la disminución de los riesgos quirúrgicos, la menor carga económica para los sistemas de salud y una mejor planificación preoperatoria. Además, al permitir un diagnóstico más temprano, estos métodos contribuyen a mejorar los resultados del tratamiento y la calidad de vida de las pacientes (Avery et al., 2023). No obstante, también existen desventajas considerables. Los altos costos de tecnologías como la RM y la IA limitan su acceso en muchos contextos clínicos. Asimismo, la limitada sensibilidad para ciertos fenotipos, como la endometriosis superficial, y la falta de un biomarcador único y definitivo dificultan el diagnóstico independiente y confiable (5; 19).

Una vía prometedora para superar estas limitaciones es la integración de biomarcadores moleculares en algoritmos clínicos diagnósticos. En particular, los miARN han emergido como biomarcadores no invasivos altamente eficaces. Moléculas como el miR-200c y el miR-199a presentan niveles de expresión alterados en pacientes con endometriosis, y su incorporación en modelos combinados ha demostrado mejorar significativamente la capacidad diagnóstica de las herramientas no invasivas (4; 20). De forma similar, los ARN no codificantes (ncRNA) han mostrado una elevada sensibilidad y especificidad cuando se integran en modelos predictivos, lo que respalda su potencial utilidad en algoritmos diagnósticos complejos para la endometriosis (20).

Retos actuales en el uso clínico de biomarcadores plasmáticos:

La endometriosis es una enfermedad crónica compleja cuya naturaleza heterogénea representa uno de los principales desafíos para el desarrollo y validación de biomarcadores diagnósticos fiables. Las manifestaciones morfológicas de la enfermedad son sumamente diversas, abarcando desde lesiones peritoneales superficiales hasta endometriomas ováricos y formas infiltrantes profundas. Esta variabilidad en la presentación clínica y anatómica complica significativamente la identificación de biomarcadores universales que sean aplicables a todas las pacientes. Además, no solo existen diferencias entre pacientes, sino también dentro de un mismo individuo, donde distintas lesiones pueden expresar perfiles bioquímicos distintos, lo que evidencia una variabilidad intrapaciente considerable en cuanto a la inflamación, la respuesta inmune y la resistencia hormonal (21).

Este grado de variabilidad interindividual e intrapaciente repercute directamente en la consistencia del rendimiento de los biomarcadores, generando dificultades para establecer umbrales diagnósticos estables o patrones moleculares reproducibles. La falta de estandarización en los estudios y en las plataformas analíticas utilizadas ha contribuido a que muchos biomarcadores prometedores identificados en fases iniciales no logren avanzar hacia su implementación clínica. En efecto, numerosos estudios carecen de protocolos de validación robustos y metodologías comparables, lo cual obstaculiza la posibilidad de reproducir los hallazgos en diferentes cohortes de pacientes (11).

La heterogeneidad en los diseños experimentales, las técnicas de procesamiento de muestras y las plataformas analíticas utilizadas añade aún más complejidad al problema, ya que impide generar resultados consistentes y comparables entre distintos estudios. Esta dispersión metodológica limita la creación de un consenso científico sobre cuáles biomarcadores deben ser priorizados para el desarrollo clínico, y ha llevado a una fragmentación en el progreso diagnóstico de la enfermedad (11; 6).

Por otro lado, uno de los retos más significativos es la capacidad de los biomarcadores para diferenciar entre los distintos estadios clínicos y tipos fenotípicos de la endometriosis. La enfermedad no solo varía en cuanto a su localización y extensión, sino también en su comportamiento biológico, lo que dificulta la creación de herramientas diagnósticas que puedan adaptarse a esta diversidad. Aunque existen sistemas de clasificación, como el de la American Society for Reproductive Medicine (ASRM), estos se basan principalmente en características anatómicas y quirúrgicas, sin capturar adecuadamente la complejidad molecular y clínica de la enfermedad (6).

Frente a esta limitación, se vuelve imprescindible el desarrollo de sistemas de clasificación más integradores que combinen datos clínicos, moleculares y bioquímicos, permitiendo así una estratificación más precisa de las pacientes. La implementación de un enfoque multidimensional que contemple tanto la biología de la enfermedad como sus manifestaciones clínicas podría revolucionar el diagnóstico y el manejo terapéutico de la endometriosis, permitiendo avanzar hacia una medicina verdaderamente personalizada. En definitiva, para que los biomarcadores alcancen su máximo potencial, será necesario superar las barreras impuestas por la heterogeneidad de la enfermedad, estandarizar las metodologías de investigación y crear marcos diagnósticos más sensibles a la diversidad biológica de esta compleja condición ginecológica (21).

Conclusiones:

El diagnóstico no invasivo de la endometriosis mediante biomarcadores plasmáticos representa una estrategia prometedora para superar las limitaciones de las técnicas quirúrgicas tradicionales. Diversos estudios han demostrado que combinaciones de proteínas plasmáticas, microARN y metabolitos pueden reflejar procesos fisiopatológicos clave como la inflamación, la angiogénesis y el estrés oxidativo, proporcionando así herramientas útiles para una detección más temprana y precisa de la enfermedad.

A pesar del avance en la identificación de biomarcadores, persisten desafíos importantes relacionados con la heterogeneidad clínica de la endometriosis y la falta de estandarización metodológica. Las diferencias en la presentación morfológica de la enfermedad, tanto entre pacientes como entre lesiones de un mismo individuo, dificultan la validación de marcadores universales, mientras que la variabilidad en diseños de estudio y técnicas analíticas limita la reproducibilidad de los hallazgos.

La integración de biomarcadores moleculares en algoritmos clínicos, junto con tecnologías emergentes como la inteligencia artificial y modelos multivariables, podría mejorar significativamente la precisión diagnóstica y facilitar un abordaje más personalizado. Este enfoque multidimensional, que combina datos clínicos, genéticos, bioquímicos y de imagen, ofrece una vía prometedora para optimizar el diagnóstico, seguimiento y tratamiento de la endometriosis en el futuro.

Referencias:

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Declaración de buenas prácticas:
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.