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Edema macular cistoideo

explica el éxito inmediato con acetazolamida tanto en algunos casos puntuales de edema macular cistoideo pseudofáquico o uveítico como el edema secundario a enfermedades retinales como la retinitis pigmentaria (14).

La primera descripción clínica del edema macular cistoide data de 1853 por Irvine, quién reconoció el edema como una complicación post –operatoria de la cirugía intracapsular de catarata (12).Gas y Norton (13), en 1966 hicieron la descripción angiográfica por lo que se ha denominado síndrome de Irvine –gas. Aunque Francisco J. Rodríguez (3). Describe que el edema macular cistoide es una de las enfermedades más frecuentes y difícil de manejar luego de una cirugía de catarata no complicada sin embargo se considera que en los momentos actuales esta complicación sigue siendo frecuentes a pesar de los grandes avances en el proceder quirúrgico con el empleo de la tecnología de avanzada, pero en la práctica médica cotidiana no es difícil su manejo si poseemos los conocimientos clínicos para el diagnóstico temprano de esta complicación, así como la acción terapéutica utilizando algunas líneas de tratamientos actuales descrita por varios autores hasta el momento.

Como describió Irvine en 1853 (12), dicha complicación se produjo después de una cirugía intracapsular de catarata, la cual ha quedado en desuso por el avance de la tecnología en el campo de la oftalmología no solo mundialmente sino en el ámbito nacional también, sin embargo en la práctica diaria existe un aumento significativo de paciente a quienes les practican una cirugía extracapsular de catarata no complicada vía túnel Blumenthal que requiere de indagar cual sería su verdadera etiología aún desconocida. Existen varios criterio referido por diferentes investigadores acerca del pico de incidencia del edema macular, según Francisco J. Rodríguez (3), ocurre entre las semanas tercera a sexta luego de la cirugía.

Otros (15), plantean el pico máximo de presentación entre la cuarta y sexta semanas, sin embargo en la actualidad, en la práctica médica, existen casos cuya presentación se produce a las 12 semanas, 24 semanas y hasta el año después de la cirugía de catarata no complicada. Como se refiere anteriormente aún está insuficiente la etiopatogenia del edema macular cistoide y el porqué se manifiesta durante estas fechas, aunque podía explicarse por la estructura del humor vítreo, por su composición bioquímica y molecular de tipo gelatinosa, además del lento recambio que no solamente proporciona el crecimiento rápido de gérmenes infecciosos que lo invaden causando daños importantes al globo ocular en su conjunto (15,16,17) sino también proporciona el lento desplazamiento de los mediadores químicos fundamentalmente la prostaglandina entre otros, unido a la acción lenta de dicho mediadores químicos.

Autores Argentinos: Emilio M. Dodds y Pablo Cazón (14), del Consejo Argentino de Oftalmología en el 2002, definen que la incidencia del edema macular cistoide posterior a una cirugía de catarata no complicada ha disminuido, aunque en estos tiempos se observa con relativa frecuencia una elevada incidencia empírica, creemos esté relacionada al elevado número de cirugía extracapsular vía túnel Blumenthal realizadas en el Hospital clínico quirúrgico Dr. Juan Bruno Zayas Alfonso de Santiago de cuba debido al incremento de catarata senil por la tendencia elevada al envejecimiento de la población.

A los seis meses de la cirugía el edema macular se resuelve espontáneamente en la mayoría de los casos quedando con un edema crónico solo en 1 a 3% de las cirugías (14). Sin embargo en la práctica médica no ocurre de esta manera ya que el edema macular cistoide no tiene regresión espontanea sin tratamiento.

Sinonimia

Edema macular quístico.

Edema macular cistoide.

Manifestaciones Clínicas.

El edema macular cistoide debe sospecharse ante la disminución de la agudeza visual. Para ello deberá examinarse el fondo de ojo con pupilas dilatadas para poder observar los signos característicos. Pueden utilizarse lentes aéreos para realizar biomicroscopía de la retina (90, 78, Superfield, Hruby) o, aún mejor, lentes de contacto para evaluar esta enfermedad macular.

Otros de los síntomas se incluyen metamorfopsia y presencia de mancha oscura frente a la cara.

Como signo clínico lo primero que puede observarse es ausencia del reflejo foveal, sin ninguna otra anormalidad retinal, desaparece la depresión fisiológica que se encuentra a ese nivel, porque la acumulación reciente de líquido deforma la arquitectura foveal.

Presencia de un punto amarillento en la fóvea como equivalente al edema macular

Quiste retinales, cuando el problema es más avanzado.

En ciertas ocasiones sólo es posible observar un engrosamiento macular difuso sin distinguir ninguna de las características anteriores mencionadas.

Tardíamente el edema quístico macular puede verse asociado a membranas epirretinales en diferentes grado de desarrollo, presentándose en un principio como una membrana celofánica o posteriormente como una membrana gruesa visible epirretinal, que en algunos casos hasta puede dar la apariencia de un agujero macular.

Diagnóstico

El diagnóstico se realiza mediante las manifestaciones clínicas, por Oftalmoscopia directa, Oftalmoscopia indirecta, biomicroscopía del segmento posterior ayudado por Exámenes complementarios

Estudios complementarios.

Retinofluoresceinografía (RFG): es un excelente método no sólo para realizar diagnóstico sino para analizar la magnitud del edema cistoideo y corroborar su respuesta al tratamiento. La imagen angiográfica es bien típica con hiperfluorescencia creciente a partir de los capilares perifoveales o en algunos casos hiperfluorescencia puntiforme que se origina a partir del epitelio pigmentario. Tardíamente se presenta una hiperfluorescencia siguiendo un patrón en forma de pétalo de flor a nivel foveal, generalmente asociado a una hiperfluorescencia de nervio óptico.

Tomografía de Coherencia Óptica (OCT): es otro método que puede utilizarse para diagnosticar y evaluar la magnitud del edema y su modificación con el tratamiento. Tiene la ventaja de poder medir exactamente el grosor de la retina dando los valores objetivos en cuanto a la respuesta al tratamiento. Utilizando diferentes protocolo de análisis y de adquisición.

Retinografía: fotografía de fondo que permite evaluar el edema antes y luego del tratamiento.

Microperimetría: para la cual se emplea un perímetro automático de fondo (MP-1 de Nidek technologies), que permite establecer una correlación objetiva entre los aspectos morfológicos de la retina, observados mediante la oftalmoscopia, y los

Cambios perimétricos resultantes. El mapa funcional de sensibilidad correspondiente se genera observando un cuadro vivo de la retina examinada (18).