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Cuidados de Enfermería en la fibrosis quística

Tratamiento:

El tratamiento de la fibrosis quística va dirigido a luchar contra las complicaciones de la enfermedad y a mejorar la calidad de vida del paciente, porque no se dispone de un tratamiento curativo aún. Consiste en:

  • Antibioterapia: es uno de los factores determinantes del mejor pronóstico de la enfermedad. Se utiliza tanto para combatir las infecciones bronquiales como para las exacerbaciones infecciosas.
  • Fisioterapia respiratoria: consiste básicamente en la limpieza bronquial diaria, con el fin de evitar la acumulación en los bronquios y prevenir las infecciones. Existen diferentes técnicas como la percusión, la vibración y el drenaje postural. Es fundamental la constancia en el tratamiento y debe formar parte de la actividad cotidiana de una persona.
  • La nutrición: juega un papel muy importante en la supervivencia de las personas con fibrosis quística. Se ha demostrado su relación con el pronóstico de la enfermedad y, durante la edad pediátrica, su influencia en el crecimiento. Las causas de malnutrición se debe tanto al aumento de las necesidades (relacionado con los problemas pulmonares, la infección, ciertos tratamientos administrados y el defecto básico de la enfermedad) como de las pérdidas (relacionado con el ámbito).
  • El trasplante de pulmón: es una opción en algunos casos. Es una nueva esperanza para alargar la vida de los pacientes de fibrosis quística a los que la enfermedad ha deteriorado irreversiblemente su tejido pulmonar. No sólo ofrece una oportunidad de sobrevivir sino también, en la mayoría de los casos, una vida más activa y con mejor calidad que la que tenía antes de la operación.

Cuidados de Enfermería:

  • Mantener permeables las vías respiratorias.
  • Evaluar las características de las respiraciones.
  • Observar cambios de la frecuencia respiratoria y la profundidad de las respiraciones.
  • Observar aparición de polipnea, aleteo nasal, utilización de músculos accesorios para respirar.
  • Aspirar secreciones siempre que sea necesario.
  • Uso adecuado de sistemas de inhalación: cartuchos presurizados, nebulizadores, inhaladores de polvo seco, cámaras de inhalación.
  • Asegurar la ingestión adecuada de líquidos.
  • Proporcionar atmósfera húmeda.
  • Estimular la tos.
  • Realizar fisioterapia respiratoria y drenaje postural.
  • Valorar densidad de secreciones y la capacidad del paciente para expulsarlas.
  • Observar reacciones adversas de medicamentos indicados para favorecer la respiración.
  • Evitar comidas copiosas y alimentos que puedan provocar distensión abdominal.
  • Aportar una dieta rica en calorías, proteínas e hidratos de carbono para evitar problemas de desnutrición y de crecimiento.
  • Administrar enzimas pancreáticas y suplementos vitamínicos.
  • Observar reacciones secundarias a los antibióticos.
  • Enseñar a los padres o al paciente cómo administrar el tratamiento y explicarles los posibles efectos adversos de los mismos.
  • Emplear medidas apropiadas de control de infecciones (lavado de manos, no compartir equipos de fisioterapia, no dejar muestras de esputo descubiertas, etc.).
  • Enseñar a los pacientes métodos preventivos para evitar contagios (lavado de manos, eliminación de pañuelos sucios, no compartir utensilios como vasos y cubiertos, cubrirse la boca al toser, no toser sobre otros y evitar que otros tosan sobre ellos).
  • Valorar la situación doméstica y aplicar en cada caso las medidas protectoras factibles.
  • Evitar los espacios cerrados y el hacinamiento.
  • Valorar grado de tolerancia a la actividad.
  • Proporcionar amplias oportunidades de reposo y actividades tranquilas.
  • Apoyo psicológico a la familia por la sobrecarga de cuidados y por la enfermedad crónica.
  • Vigilar los signos de rechazo o de sobreprotección de los padres.
  • Utilizar cualquier oportunidad para que los padres y el niño entiendan mejor su enfermedad y su tratamiento.
  • Remitir a la familia a grupos de apoyos y a servicios sociales adecuados.
  • Vigilar posibles signos de depresión en el niño o miembros de la familia.
  • Animar a la expresión de sentimientos y miedos
  • Enseñar ejercicios o actividades de relajación que disminuya la ansiedad.

Conclusión:

La fibrosis quística es una enfermedad crónica que requiere cuidados continuos y constantes, pero si se realizan adecuadamente, van a ayudar a que el enfermo viva más años y con una mejor calidad de vida. El papel a desarrollar por el personal de Enfermería puede ser decisivo y fundamental para mejorar el pronóstico de esta enfermedad.

Bibliografía:

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