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Manejo inflamatorio postoperatorio en cirugía de pterigión: revisión de fármacos y su efectividad

Manejo inflamatorio postoperatorio en cirugía de pterigión: revisión de fármacos y su efectividad

Autora principal: María Guadalupe Bonilla Quesada

Vol. XX; nº 12; 696

Postoperative inflammatory management in pterygium surgery: a review of drugs and their effectiveness

Fecha de recepción: 10 de mayo de 2025
Fecha de aceptación: 17 de junio de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 12 – Segunda quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 12; 696

Autores:

María Guadalupe Bonilla Quesada, Médico Cirujano, Caja Costarricense de Seguro Social, HSJD, San José, Costa Rica, https://orcid.org/0009-0002-6875-5648
Samanta Albán Icaza, Médico Cirujano, Caja Costarricense de Seguro Social, San José, Costa Rica, https://orcid.org/0009-0008-1454-6561
Franciny Olsen Ortega, Médico Cirujano, Caja Costarricense de Seguro Social, San José, Costa Rica, https://orcid.org/0009-0006-7462-2947
Fernanda Céspedes Alvarado, Médico Cirujano, Caja Costarricense de Seguro Social, San José, Costa Rica, https://orcid.org/0009-0000-9110-4689
Shaudy Taileth Mayorga Zamora, Médico Cirujano, Caja Costarricense de Seguro Social, ASL, Limón, Costa Rica, https://orcid.org/0009-0003-7107-5405
Asdrúbal Ulloa González, Médico Cirujano, Caja Costarricense de Seguro Social, San José, Costa Rica, https://orcid.org/0000-0002-3909-5938
Jean Frett González Araya, Médico Cirujano, Caja Costarricense de Seguro Social, San José, Costa Rica, https://orcid.org/0009-0001-2868-7161

Resumen

El pterigión es una afección frecuente de la superficie ocular que a menudo requiere resección quirúrgica debido a compromiso visual o razones estéticas. La inflamación postoperatoria desempeña un papel clave en la recuperación del paciente y en el riesgo de recurrencia. Esta revisión analiza la evidencia actual sobre el uso de agentes antiinflamatorios tópicos tras la cirugía de pterigión, incluyendo corticosteroides y antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). Se discuten la eficacia, seguridad e impacto de cada opción terapéutica en las tasas de recurrencia. Comprender el manejo óptimo de la inflamación postoperatoria es fundamental para mejorar los resultados quirúrgicos y reducir complicaciones.

Palabras clave

antiinflamatorios, cirugía ocular, postoperatorio, pterigión, recurrencia, terapia tópica

Abstract

Pterygium is a common ocular surface condition that often requires surgical removal due to visual impairment or cosmetic concerns. Postoperative inflammation plays a critical role in patient recovery and the risk of recurrence. This review analyzes current evidence on the use of topical anti-inflammatory agents following pterygium surgery, including corticosteroids and non-steroidal anti-inflammatory drugs (NSAIDs). The efficacy, safety, and impact on recurrence rates of each therapeutic option are discussed. Understanding the optimal management of postoperative inflammation is essential to improve surgical outcomes and reduce complications.

Keywords

anti-inflammatory drugs, ocular surgery, postoperative care, pterygium, recurrence, topical therapy

Introducción

El pterigión se define como un crecimiento fibrovascular de carácter benigno de la conjuntiva bulbar que se extiende hacia la córnea, frecuentemente asociada a la exposición crónica al polvo, a la radiación ultravioleta, y factores ambientales irritantes como por ejemplo suciedad, resequedad, viento, humo etc. Aunado a esto existen factores de riesgo ocupacionales como por ejemplo profesiones con alta exposición a solventes y/o químicos.

Etimológicamente hablando el pterigión se deriva del latín pterix que significa literalmente ala pequeña por su forma triangular hacia la carúncula y lado temporal.

Si bien hablamos de una patología de carácter benigno, su progresión puede comprometer la agudeza visual del paciente y causar molestias tanto estéticas como funcionales, lo que haría necesaria su escisión quirúrgica en casos de moderados a severos. Sin embargo, la cirugía de pterigión conlleva un riesgo significativo de inflamación postoperatoria, la cual puede influir en la cicatrización y en la posibilidad de recurrencia; una de las principales complicaciones de esta intervención.

Un manejo apropiado de la inflamación post operatoria es crucial para optimizar los resultados visuales y estéticos, así como para disminuir las tasas de reincidencia del mismo. En este contexto, el uso de fármacos antiinflamatorios, como corticosteroides, inmunomoduladores y antiinflamatorios no esteroideos (AINE), ha sido ampliamente investigado. Sin embargo, persiste la necesidad de revisar de manera crítica la efectividad y seguridad de las distintas opciones terapéuticas disponibles.

Este artículo tiene como objetivo realizar una revisión actualizada de los principales fármacos empleados en el manejo inflamatorio postoperatorio en cirugía de pterigión, evaluando la evidencia clínica sobre su eficacia, perfil de efectos adversos y su impacto en la recurrencia.

Fundamentos fisiopatológicos del proceso inflamatorio postoperatorio

La intervención quirúrgica para tratar el pterigión consiste en eliminar el tejido fibrovascular que se extiende hacia la córnea, lo cual representa una agresión a la superficie ocular. Aunque es un procedimiento con finos terapéuticos, también genera una respuesta inflamatoria compleja, característica del proceso de reparación de los tejidos. Entender la fisiopatología de esta respuesta es clave para implementar tratamientos que reduzcan tanto las complicaciones como la posibilidad de recurrencia.

Activación de la cascada inflamatoria

La cirugía de pterigión ocasiona daño en estructuras como la conjuntiva, el epitelio corneal, la espiga y, en algunos casos, la esclera superficial. Esta agresión desencadena una respuesta inflamatoria caracterizada por la liberación de citocinas y quimiocinas proinflamatorias, incluyendo interleucina-1 (IL-1), interleucina-6 (IL-6) y factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α). Asimismo, se promueve la síntesis de prostaglandinas y leucotrienos —metabolitos del ácido araquidónico— que generan vasodilatación, incremento de la permeabilidad vascular y atracción de células inflamatorias.

Papel de los fibroblastos y angiogénesis

Como parte de la respuesta inflamatoria, los fibroblastos localizados en la conjuntiva y la tenón se activan y comienzan a multiplicarse. Estas células juegan un papel fundamental en la síntesis de colágeno y en la formación de la matriz extracelular, procesos necesarios para la reparación del tejido, aunque también pueden favorecer una fibrosis excesiva. Paralelamente, ocurre un proceso de neovascularización estimulado por factores como el VEGF (factor de crecimiento endotelial vascular), lo que facilita la aparición de nuevos vasos sanguíneos y puede contribuir a la reaparición del pterigión al permitir que el tejido fibrovascular vuelva a invadir la córnea.

Mecanismos relacionados con la recurrencia

Uno de los retos más importantes tras la cirugía de pterigión es el elevado riesgo de que la lesión reaparezca, sobre todo si no se logra un control adecuado del proceso inflamatorio. Cuando la inflamación persiste o se reactiva, puede volver a estimular la proliferación de fibroblastos y la formación de nuevos vasos sanguíneos. Además, se ha identificado que ciertos tipos celulares residuales, como las células madre limbares con alteraciones o las células miofibroblásticas, pueden contribuir a mantener un entorno inflamatorio crónico que favorece la recurrencia del pterigión.

Influencia de factores individuales

La intensidad y duración de la respuesta inflamatoria tras la cirugía pueden variar considerablemente entre pacientes, influenciadas por factores individuales como la exposición continua a radiación ultravioleta, antecedentes de enfermedades inflamatorias oculares, el tipo de técnica quirúrgica utilizada (ya sea autoinjerto conjuntival o cierre primario), y la presencia de pterigión recurrente, que suele generar una respuesta más agresiva. En este contexto, la fisiopatología del proceso inflamatorio postoperatorio no solo influye en la evolución clínica inmediata, sino que también condiciona el riesgo de desarrollar complicaciones a mediano y largo plazo, como fibrosis cicatricial, pérdida de transparencia corneal y recurrencia del pterigión.

Angiogénesis en el proceso inflamatorio postoperatorio

La angiogénesis, es decir, la generación de nuevos vasos sanguíneos a partir de los ya existentes, desempeña un papel fundamental tanto en la regeneración tisular como en el desarrollo y recurrencia del pterigión. Tras la escisión quirúrgica, la superficie ocular dañada demanda un mayor suministro de oxígeno y nutrientes para llevar a cabo la reparación, lo cual estimula este proceso vascular. Aunque forma parte del mecanismo normal de cicatrización, su persistencia o desregulación puede transformarlo en un fenómeno patológico.

Durante la fase de reparación, células del sistema inmunológico como macrófagos y linfocitos liberan mediadores proangiogénicos que inducen la proliferación y migración de células endoteliales, facilitando así la formación de nuevos capilares en el área intervenida. Este incremento en la vascularización favorece el desarrollo de tejido fibrovascular anómalo hacia la córnea, lo que incrementa de forma significativa la probabilidad de recurrencia, especialmente si no se utilizan técnicas quirúrgicas que incluyen injertos conjuntivales.

Además, la angiogénesis no solo sustenta el tejido en regeneración, sino que también contribuye a prolongar la inflamación al permitir el ingreso continuo de células inflamatorias al sitio quirúrgico, perpetuando un ciclo difícil de interrumpir sin intervenciones terapéuticas específicas que combinan efectos antiinflamatorios.

El factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF)

El factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) es una glicoproteína esencial en la regulación del proceso de formación de nuevos vasos sanguíneos. En el caso del pterigión, así como tras su abordaje quirúrgico, se ha observado una sobreexpresión de VEGF tanto en el tejido afectado como en las zonas adyacentes de la conjuntiva, especialmente en células epiteliales, fibroblastos y macrófagos.

Funciones del VEGF en el contexto del pterigión y su tratamiento quirúrgico:
– Promueve la proliferación y migración de células endoteliales hacia la córnea, facilitando el desarrollo de nueva vascularización.
– Incrementa la permeabilidad de los vasos, lo que permite la salida de proteínas plasmáticas al espacio extracelular y contribuye a mantener la inflamación local.
– Estimula la producción de metaloproteinasas de matriz (MMPs), enzimas que degradan el colágeno y favorecen la remodelación de la conjuntiva, facilitando así la extensión del tejido fibrovascular sobre la córnea.

Estudios con técnicas inmunohistoquímicas han revelado que los niveles de VEGF son más elevados en pterigiones que han reaparecido, en comparación con los primarios, lo que sugiere que su actividad angiogénica podría estar estrechamente vinculada al riesgo de recurrencia.

Enfoques terapéuticos relacionados:
Este conocimiento ha impulsado la investigación de tratamientos complementarios como el uso de anti-VEGF, ya sea aplicados tópicamente o mediante inyecciones subconjuntivales (por ejemplo, bevacizumab), con el objetivo de limitar la neovascularización tras la cirugía. También se ha explorado la combinación con fármacos como corticoides o ciclosporina, que pueden tener un efecto indirecto sobre la angiogénesis.

A pesar de los resultados alentadores en algunos estudios, aún se requiere más evidencia clínica para respaldar de manera definitiva la aplicación rutinaria de agentes anti-VEGF en el tratamiento quirúrgico del pterigión.

Terapias antiangiogénicas emergentes y su relación con técnicas quirúrgicas

Debido a la clara participación del VEGF y del proceso de angiogénesis en la recurrencia del pterigión, las opciones terapéuticas han comenzado a orientarse no solo al control de la inflamación, sino también a intervenir en los mecanismos vasculares y celulares que favorecen la recidiva. Esto ha impulsado el desarrollo de terapias con enfoque antiangiogénico, algunas de las cuales ya están siendo evaluadas en conjunto con técnicas quirúrgicas más avanzadas para mejorar los resultados a largo plazo.

Anti-VEGF en cirugía de pterigión

Se ha explorado el uso de fármacos con efecto antiangiogénico, como bevacizumab y ranibizumab, principalmente por su capacidad de inhibir el VEGF. Estas sustancias se han aplicado tanto en forma de inyecciones subconjuntivales, ya sea antes o después de la cirugía, como en colirios tópicos en estudios preliminares.

Los hallazgos sugieren que pueden ayudar a reducir la hiperemia y el enrojecimiento postoperatorio, además de disminuir la cantidad de vasos sanguíneos en el área industrial. Incluso se ha observado una posible disminución en la tasa de recurrencia del pterigión, aunque los resultados varían bastante entre investigaciones.

A pesar de su potencial, el uso de estos tratamientos aún no está completamente definido. No hay un protocolo estandarizado respecto a la dosis, la frecuencia ni los efectos a largo plazo, por lo que actualmente se consideran como terapias complementarias en etapa experimental.

Integración con técnicas quirúrgicas

La elección de la técnica quirúrgica tiene un impacto directo tanto en la intensidad de la inflamación postoperatoria como en el riesgo de que el pterigión vuelva a aparecer.
Existen combinaciones terapéuticas que están mostrando buenos resultados.

Por ejemplo, el autoinjerto conjuntival, con o sin el uso de adhesivo tisular, acompañado de tratamiento tópico con corticoides y ciclosporina A, se ha destacado como una de las opciones más efectivas, con tasas de recurrencia que en algunos estudios han sido inferiores al 10%.

Otra alternativa es el trasplante de membrana amniótica, especialmente útil en casos complejos o con antecedentes de recurrencia.
Este método ayuda a controlar la inflamación, estimula la regeneración del epitelio y aporta un efecto antiangiogénico natural gracias a su contenido en factores de crecimiento.

También se está evaluando el uso de conjunto de mitomicina C y agentes anti-VEGF para inhibir tanto el crecimiento celular anormal como la formación de nuevos vasos. Aún así, es importante tener precaución con estas combinaciones debido al riesgo de efectos secundarios como necrosis conjuntival o escleritis.

Futuro de las terapias dirigidas

Las líneas de investigación actuales se orientan hacia tratamientos más individualizados, donde se pueda anticipar el riesgo de recidiva utilizando biomarcadores como los niveles de VEGF o la expresión de metaloproteinasas (MMPs). Esto permitiría adaptar el tratamiento complementario a las características de cada paciente.

Además, se están estudiando nuevas tecnologías como las nanopartículas, diseñadas para liberar de forma específicas fármacos como anti-VEGF o moduladores del sistema inmune directamente en la zona afectada.

También se exploran terapias más avanzadas como la edición génica o el uso de ARN interferenciante para bloquear genes relacionados con la formación de vasos sanguíneos, abriendo así nuevas posibilidades en el manejo del pterigión recurrente.

Fármacos utilizados en el manejo inflamatorio

Corticosteroides

Algunos ejemplos comunes incluyen la dexametasona, prednisolona, fluorometolona y loteprednol. Su mecanismo de acción se basa en la inhibición de la enzima fosfolipasa A2, lo que bloquea la cascada del ácido araquidónico. Al hacerlo, se reduce la síntesis de mediadores inflamatorios como prostaglandinas y leucotrienos, disminuyendo así el edema, el rojecimiento y la infiltración celular inflamatoria.

Uso: Se emplean habitualmente en el postoperatorio inmediato para controlar la inflamación ocular y prevenir complicaciones como la fibrosis excesiva.

Ventajas: Son fármacos con un con un efecto antiinflamatorio muy potente, de acción rápida, y ampliamente disponibles en diversas concentraciones y presentaciones.

Desventajas: El uso prolongado uso prolongado puede provocar efectos adversos significativos, como aumento de la presión intraocular (glaucoma secundario), formación de cataratas y, en algunos casos, enlentecimiento en la cicatrización de los tejidos oculares.

Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs)

Entre los más utilizados están el diclofenaco sódico, ketorolaco trometamina y nepafenaco. Actúan inhibiendo la enzima ciclooxigenasa (COX-1 y COX-2), lo que interrumpe la síntesis de prostaglandinas, responsables del dolor, la inflamación y la hiperemia ocular.

Uso: Se utilizan como complemento a los corticoesteroides o como alternativa en pacientes que presentan intolerancia o contraindicación al uso de estos. También pueden ser útiles en etapas más tardías del postoperatorio, cuando se desea mantener cierto control inflamatorio sin recurrir a esteroides.

Ventajas: Son útiles para reducir molestias como el dolor o la fotofobia postquirúrgica, sin los efectos secundarios típicos de los corticoides.

Desventajas: Tienen una potencia antiinflamatoria menor en comparación con los esteroides y, en algunos casos, pueden causar irritación ocular o retraso en la cicatrización. En uso prolongado o excesivo, hay riesgo de toxicidad corneal, incluyendo ulceración epitelial.

Inmunomoduladores

Mitomicina C (MMC):
Es un agente antimetabolito que actúa inhibiendo la síntesis de ADN en células de rápida proliferación, como fibroblastos. Esto reduce la fibrosis subconjuntival y, por tanto, la posibilidad de recurrencia tras la cirugía del pterigión.

Uso: Se aplica generalmente de forma intraoperatoria, aunque también se ha utilizado tópicamente en el postoperatorio.

Ventajas: Muy efectiva en la prevención de recurrencias, especialmente en casos de alto riesgo o pterigiones recurrentes.

Desventajas: Si no se maneja adecuadamente, puede provocar complicaciones graves como escleromalacia, necrosis conjuntival o retraso significativo en la epitelización.

Ciclosporina A:
Es un inmunomodulador que inhibe de manera selectiva la activación de linfocitos T al bloquear la calcineurina, reduciendo así la liberación de interleucinas proinflamatorias (como la IL-2). Esta acción controla la inflamación crónica sin afectar directamente al eje prostaglandínico.

Uso: Se emplea de forma tópica tras la cirugía, especialmente en tratamientos prolongados de al menos 3 meses.

Ventajas: Ayuda a controlar la inflamación y prevenir la fibrosis sin los efectos secundarios comunes de los esteroides. También se ha asociado con una reducción en la tasa de recurrencia del pterigión.

Desventajas: Su efecto no es inmediato, ya que puede tardar varias semanas en alcanzar su acción máxima. Además, algunos pacientes pueden experimentar ardor o irritación al aplicarla.

Comparación de la efectividad de los tratamientos

La elección del tratamiento para el manejo del pterigión, especialmente en la prevención de su recurrencia, debe basarse en un equilibrio entre eficacia clínica, perfil de seguridad y accesibilidad. A continuación, se presenta una comparación general de las principales estrategias terapéuticas empleadas:

1. Corticoesteroides tópicos
Son altamente eficaces en el control de la inflamación postoperatoria inmediata, reduciendo el edema y mejorando el confort ocular. Sin embargo, su impacto sobre la tasa de recurrencia es limitado, ya que no abordan los procesos de proliferación ni angiogénesis a largo plazo. Su efectividad puede disminuir si se utilizan como única estrategia, especialmente en pacientes con antecedentes de reincidencia.

2. AINEs tópicos
Aunque menos potentes que los esteroides, los AINEs ofrecen un efecto antiinflamatorio útil, particularmente como terapia de apoyo o en pacientes intolerantes a los corticosteroides. No obstante, su capacidad para prevenir recurrencias también es baja, y su uso prolongado puede afectar la superficie ocular.

3. Inmunomoduladores (Mitomicina C y Ciclosporina A)
La mitomicina C ha demostrado ser uno de los agentes más eficaces para reducir la tasa de recurrencia, sobre todo cuando se utiliza durante la cirugía. Sin embargo, este beneficio viene acompañado de riesgos importantes si no se emplea con precaución. Por otro lado, la ciclosporina A, aunque menos agresiva, aporta beneficios sostenidos en el control de la inflamación crónica y en la reducción de recurrencias, especialmente en tratamientos prolongados.

4. Terapias antiangiogénicas (anti-VEGF)
Fármacos como bevacizumab y ranibizumab han mostrado resultados prometedores al reducir la neovascularización y la inflamación postoperatoria. Aunque algunos estudios reportan una disminución en las tasas de recurrencia, la evidencia aún es inconsistente y su uso sigue siendo considerado experimental.

5. Técnicas quirúrgicas combinadas
El autoinjerto conjuntival con o sin pegamento tisular, combinado con agentes antiinflamatorios e inmunomoduladores, ha mostrado los mejores resultados globales, con tasas de recurrencia inferiores al 10% en algunas series. La incorporación de la membrana amniótica y la combinación con mitomicina C y/o anti-VEGF también han mejorado los resultados, especialmente en casos complejos o de recidiva.

En conclusión, las estrategias combinadas que integran técnicas quirúrgicas eficaces con tratamientos farmacológicos dirigidos (antiinflamatorios e inmunomoduladores) son actualmente las más efectivas para reducir la recurrencia del pterigión, superando claramente a los enfoques aislados.

Recomendaciones clínicas

El manejo postoperatorio habitualmente incluye el uso de corticoides tópicos, considerados la primera línea para controlar la inflamación en las etapas iniciales.

En pacientes con mayor riesgo de reincidencia, se ha propuesto la aplicación intraoperatoria de mitomicina C o la administración tópica de ciclosporina A durante el seguimiento como estrategias eficaces para reducir esa posibilidad.

Los antiinflamatorios no esteroideos pueden emplearse como tratamiento complementario, en particular en aquellos casos donde los corticoides estén contraindicados o generen efectos adversos.

La duración de los inmunomoduladores debe adaptarse al perfil del paciente, aunque la evidencia respalda su uso continuado durante al menos tres meses para obtener beneficios sostenidos.

Conclusiones

El control de la inflamación postoperatoria en la cirugía de pterigión es un pilar fundamental para prevenir complicaciones y reducir la tasa de recurrencia. La combinación de enfoques quirúrgicos modernos con terapias farmacológicas dirigidas ha permitido mejorar los resultados clínicos en los últimos años.

Los corticoides tópicos siguen siendo el tratamiento estándar en el manejo inmediato, aunque su uso debe ser monitorizado por el riesgo de efectos adversos a largo plazo. Los AINE ofrecen una alternativa útil en determinados pacientes, aunque con menor potencia antiinflamatoria. Por otro lado, los inmunomoduladores como la ciclosporina A y la mitomicina C han demostrado una eficacia prometedora, especialmente en pacientes con alto riesgo de recidiva, aunque requieren un uso cuidadoso por sus posibles efectos secundarios.

Asimismo, el avance en terapias antiangiogénicas y las investigaciones en medicina personalizada, como el uso de biomarcadores y sistemas de liberación dirigida, abren nuevas perspectivas terapéuticas que podrían optimizar aún más el tratamiento postoperatorio.

En conclusión, el enfoque ideal debe ser individualizado, combinando técnicas quirúrgicas efectivas con una selección racional de fármacos antiinflamatorios e inmunomoduladores, considerando tanto la seguridad como la eficacia a largo plazo.

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