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Trastornos de la Conducta Alimentaria: Síntesis de Aspectos Claves

Trastornos de la Conducta Alimentaria: Síntesis de Aspectos Claves

Autora principal: Claudia Calvo Naranjo

Vol. XX; nº 09; 442

Eating Disorders: Summary of Key Aspects

Fecha de recepción: 1 de abril de 2025
Fecha de aceptación: 6 de mayo de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 09 Primera quincena de mayo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 09; 442

 

Autores:

  1. Claudia Calvo Naranjo, médico general, investigadora independiente. San José, Costa Rica
  2. Mónica Quirós Alvarado, licenciada en Medicina y Cirugía, investigadora independiente. San José, Costa Rica
  3. Ana Lucía Jiménez Campos, médico general, investigadora independiente. San José, Costa Rica
  4. Chelsea Valeria Alfaro Soto, médico general, investigadora independiente. San José, Costa Rica
  5. Nancy Carolina Ramírez Palacios, médico general, investigadora independiente. San José, Costa Rica
  6. Jennifer Vanessa Salazar Zamora, médico general, investigadora independiente. San José, Costa Rica

Resumen:

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se caracterizan por una alteración persistente en la alimentación o en las conductas de control de peso, lo que conlleva graves consecuencias físicas, psicológicas y sociales. Entre estos trastornos se incluyen la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, el trastorno por atracón, la pica, el trastorno por evitación/restricción de la ingesta de alimentos y el trastorno de rumiación. El diagnóstico de los mismos suele realizarse mediante criterios establecidos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5-TR) de la Asociación Americana de Psiquiatría, que los clasifica en categorías mutuamente excluyentes basadas en los síntomas observados. Algunos diagnósticos incorporan un componente dimensional que permite especificar la gravedad de la enfermedad.

Respecto a su etiología, se describe como multifactorial; aspectos importantes de mencionar incluyen la presión sociocultural hacia la delgadez, la base biológica (genética, alteraciones en los circuitos neuronales de recompensa y apetito, consecuencias fisiológicas de la inanición, alteraciones de la microbiota) y otros factores ambientales.

Si bien, los TCA pueden afectar a cualquier persona, son más comunes en adolescentes, deportistas, personas con sobrepeso y personas con comorbilidades psiquiátricas, lo que justifica la necesidad de pruebas de detección sistemáticas en estos grupos de riesgo, y brindar ayuda de forma rápida para prevenir complicaciones más graves a futuro.

Su manejo requiere un enfoque multidisciplinario que combine educación y apoyo nutricional, recuperación del peso cuando sea necesario, psicoterapia y, en algunos casos, farmacoterapia.

Palabras clave:  Trastornos de la conducta alimentaria, anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracones, prevención TCA, tamizaje TCA

 

Abstract:

Eating disorders (EDs) are characterized by persistent disturbances in eating or weight-control behaviors, leading to serious physical, psychological, and social consequences. These disorders include anorexia nervosa, bulimia nervosa, binge eating disorder, pica, avoidant/restrictive food intake disorder, and rumination disorder. They are usually diagnosed using criteria established in the Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5-TR) of the American Psychiatric Association, which classifies them into mutually exclusive categories based on observed symptoms. Some diagnoses also incorporate a dimensional component that allows for specification of the severity of the illness. Regarding their etiology, it is described as multifactorial; important aspects worth mentioning include the sociocultural pressure toward thinness, the biological basis (genetics, alterations in the neural circuits of reward and appetite, physiological consequences of starvation, alterations in the microbiota), and other environmental factors. While eating disorders can affect anyone, they are more common in adolescents, athletes, overweight people, and people with psychiatric comorbidities, justifying the need for systematic screening in these at-risk groups and providing prompt help to prevent more serious future complications. Their management requires a multidisciplinary approach that combines nutritional education and support, weight restoration when necessary, psychotherapy, and, in some cases, pharmacotherapy.

Key words: Eating disorders, anorexia nervosa, bulimia nervosa, binge eating disorder, TCA prevention, TCA screening

Declaración de buenas prácticas

Los autores de este manuscrito declaran que: Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses. La investigación se ha realizado siguiendo las pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS). El manuscrito es original y no contiene plagio. El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista. El manuscrito no cuenta con imágenes, gráficos ni datos específicos de pacientes.

Introducción

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son complejos y multifactoriales. Se caracterizan por una alteración persistente en la alimentación o en las conductas de control de peso, lo que conlleva graves consecuencias físicas, psicológicas y sociales [1,2].

Estos trastornos representan un reto en la salud de la población, debido a su alta tasa de cronicidad, recurrencia y mortalidad, tanto directa como indirecta, en gran parte por las comorbilidades psiquiátricas asociadas, incluyendo la ideación suicida [1].

Sin embargo, a pesar de su gravedad, los TCA a menudo no se diagnostican de manera oportuna ni reciben el tratamiento adecuado [2]. Lo anterior subraya la necesidad de mejorar su detección y tratamiento, por lo que en esta revisión bibliográfica se describirán aspectos generales de los TCA, de forma que sea posible abordarlos de mejor forma.

Metodología

Para la realización de esta revisión bibliográfica, se recopilaron fuentes de información a partir de bases de datos académicas reconocidas como Elsevier, Wiley, UpToDate y PubMed, entre otras. Se estableció como criterio de inclusión el año de publicación, considerando estudios y artículos publicados entre 2020 y 2025. La búsqueda se llevó a cabo utilizando palabras clave como: “trastornos de la conducta alimentaria”, “prevención de TCA”, “tratamientos de TCA”, “TCA y obesidad” “TCA y microbiota”, “bulimia nerviosa”, “anorexia nerviosa”, “anorexia atípica”, “trastorno por atracones”. En total, se seleccionaron 16 fuentes, las cuales fueron revisadas y analizadas detalladamente para estructurar la información relevante en este artículo. Asimismo, se incluyó información del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5-TR) de la Asociación Americana de Psiquiatría (Sección de Trastornos alimentarios y de la ingestión de alimentos)

Definición

El DSM-5 define a los Trastornos de la Nutrición y de la Conducta Alimentaria como un trastorno persistente de la conducta alimentaria o conductas relacionadas con la alimentación que resultan en un consumo o absorción deficiente de alimentos y perjudican significativamente la salud física o el funcionamiento psicosocial [2, 3].

Epidemiología

En entornos occidentales, una proporción considerable de jóvenes ha reportado un trastorno alimentario. En general, entre el 5,5 – 17,9 % de las mujeres y entre el 0,6 – 2,4 % de los hombres jóvenes han experimentado un trastorno alimentario al comienzo de la edad adulta [4]. Según los registros consultados, el trastorno alimentario más frecuente fue otro trastorno alimentario específico, seguido de la anorexia nerviosa (AN), el trastorno por atracón (TPA) y la bulimia nerviosa (BN) respectivamente [4].

Asimismo, es importante mencionar que desde el período post pandémico, se produjo un aumento en la incidencia de TCA y una disminución en la edad de aparición [2], y la prevalencia a lo largo de la vida de cualquier trastorno alimentario fue mayor entre las personas con obesidad [5].

Patogénesis

Las causas de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son multifactoriales, ya que en su desarrollo intervienen factores genéticos, biológicos, experiencias tempranas y aspectos socioculturales [6]. Uno de los principales factores de riesgo es el modelo de influencia tripartita, el cual postula que la insatisfacción corporal está influenciada por tres agentes clave: los padres, los pares y los medios de comunicación, que actúan como mediadores en la internalización de ideales estéticos y la comparación social [7].

Por otro lado, se ha reconocido el papel del riesgo genético para desarrollar TCA, pues se ha aportado información sobre las variantes genéticas y los genes asociados con la anorexia nerviosa, y se espera que los próximos estudios sobre la bulimia nerviosa, trastorno por atracón y otros aporten información similar [8].

Asimismo, es importante recalcar que en los últimos años se ha remarcado la importancia de la microbiota en la aparición, desarrollo y mantenimiento de TCA como AN, BN y TPA, más que todo asociado al impacto de la composición de la microbiota intestinal en la secreción de neurohormonas y neurotransmisores, así como su impacto directo en la regulación del apetito [6, 7].

Tamizaje

Usualmente la literatura indica que los instrumentos de tamizaje deben utilizarse en personas con IMC bajo [9], sin embargo, se ha determinado que algunos pacientes con obesidad son vulnerables al desarrollo de TCA, ya que pueden experimentar factores de riesgo relacionados con la obesidad, como baja autoestima, insatisfacción corporal y depresión, y pueden adoptar estrategias de dieta para controlar el peso [5].

Se sugiere realizar pruebas de detección de trastornos de la conducta alimentaria en pacientes de atención primaria con mayor riesgo de padecerlos, incluyendo [1,9]:

  • Pacientes con antecedentes de adversidad durante la infancia o trauma
  • Adultos jóvenes
  • Mujeres
  • Personas transgénero
  • Atletas
  • Pacientes que presentan:
    • Signos o síntomas de trastornos de la conducta alimentaria (pérdida rápida de peso, preocupación por la comida y la apariencia, bradicardia o amenorrea)
    • Trastornos de ansiedad
    • Trastornos depresivos
    • Perfeccionismo

Se pueden realizar las pruebas de detección de TCA preguntando al paciente o a su familia si tienen alguna preocupación sobre su peso, figura corporal, imagen corporal o hábitos alimentarios. También se pueden aplicar instrumentos relativamente cortos y fáciles de interpretar, adecuados para el cribado en atención primaria como el SCOFF y la Prueba de Trastornos Alimentarios para Atención Primaria (ESP, por sus siglas en inglés) [9].

El SCOFF tiene las siguientes cinco preguntas [9]:

  • ¿Se provoca náuseas porque se siente demasiado lleno?
  • ¿Le preocupa haber perdido el control sobre cuánto come?
  • ¿Ha perdido recientemente más de 6,35 kg en un período de tres meses?
  • ¿Cree que está gordo cuando otros dicen que está demasiado delgado?
  • ¿Diría que la comida domina su vida?

Responder «sí» a dos o más preguntas generalmente se considera un resultado positivo. Este punto de corte proporciona una buena sensibilidad y especificidad para detectar la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa en mujeres jóvenes [1,9]

El ESP consiste en cinco ítems [9]:

  • ¿Está satisfecho con sus hábitos alimentarios? (No es anormal).
  • ¿Come alguna vez en secreto? (Sí es anormal).
  • ¿Afecta su peso la forma en que se siente consigo mismo? (Sí es anormal).
  • ¿Algún miembro de su familia ha padecido un trastorno alimentario? (Sí es anormal).
  • ¿Padece actualmente o ha padecido en el pasado un trastorno alimentario? (Sí es anormal).

Un resultado positivo en la prueba consiste en dos o más respuestas «anormales». En dos estudios (n = 627) del ESP, la sensibilidad osciló entre el 97 % y el 100 %, y la especificidad, entre el 40 % y el 71 % [1,9].

Características generales de los TCA más prevalentes

Anorexia Nerviosa (AN)

Se define como un trastorno alimentario que se caracteriza por bajo peso corporal, miedo a aumentar de peso y falta de reconocimiento de la gravedad de la enfermedad [3]. Este trastorno se asocia con altas comorbilidades psiquiátricas y presenta una de las tasas de mortalidad más altas de todos los trastornos psiquiátricos [6].

Según el DSM-V, el diagnóstico requiere cada uno de los siguientes criterios [3]:

  1. Restricción de la ingesta energética que conduce a un bajo peso corporal, dada la edad, el sexo, la trayectoria de desarrollo y la salud física del paciente.
  2. Miedo intenso a aumentar de peso o engordar, o conducta persistente que impide aumentar de peso, a pesar de tener bajo peso.
  3. Percepción distorsionada del peso o la figura corporal, influencia indebida del peso y la figura en la autoestima, o falta persistente de reconocimiento de la gravedad del bajo peso corporal.

Todos los pacientes con anorexia nerviosa deben ser evaluados para detectar complicaciones médicas a tiempo [10]. La evaluación debe incluir la anamnesis, la exploración física y pruebas de laboratorio específicas [11].

Las complicaciones médicas generales de la anorexia nerviosa son consecuencia directa de la pérdida de peso y la desnutrición [12]. La inanición induce el catabolismo de proteínas y grasas, lo que provoca pérdida de volumen celular y atrofia del corazón, el cerebro, el hígado, los intestinos, los riñones y los músculos. El número de sistemas orgánicos afectados aumenta con la gravedad de la pérdida de peso y la incidencia de estas complicaciones varía según la predisposición individual y la gravedad del episodio [12].

El tratamiento es multidisciplinario y por lo general sus dos pilares son la rehabilitación nutricional y psicoterapia [10]. Con respecto a la psicoterapia, la literatura menciona que no existe una superior a la otra, por lo que se debe escoger según disponibilidad y preferencias del paciente [11]. Algunas mencionadas son la Terapia cognitivo-conductual (TCC), el Manejo clínico de apoyo especializado, Tratamiento de la anorexia nerviosa según el modelo Maudsley para adultos (MANTRA, por sus siglas en inglés) y la terapia familiar (de importancia sobretodo en casos de AN en niños y adolescentes).

Por otro lado, si bien la farmacoterapia no es un tratamiento de primera línea en esta patología, el tratamiento con olanzapina a dosis bajas puede ayudar a los pacientes que no aumentan de peso a pesar del tratamiento con rehabilitación nutricional y psicoterapia [13]. Asimismo, la farmacoterapia complementaria podría ayudar a reducir los síntomas depresivos [11].

Finalmente, otras intervenciones experimentales incluyen técnicas como la estimulación magnética transcraneal repetitiva y la estimulación cerebral profunda [14]. Además, se están investigando los cambios en la microbiota intestinal de los pacientes con AN, con el objetivo de evaluar el potencial de tratamientos probióticos y prebióticos como opciones terapéuticas para este trastorno [6].

Bulimia Nerviosa (BN)

Es un TCA caracterizado por atracones recurrentes acompañados de conductas compensatorias inapropiadas [3]. Los pacientes con este trastorno frecuentemente tienen antecedentes de al menos un trastorno psiquiátrico comórbido, incluidos trastornos depresivos, trastornos de ansiedad, trastornos relacionados con sustancias y trastornos de la personalidad [7].

El diagnóstico según el DSM-V requiere cada uno de los siguientes criterios [3]:

  1. Episodios de atracones, que se definen como la ingesta de una cantidad inusualmente grande de alimentos en un período de tiempo definido (p. ej., ≤2 horas). Además, los pacientes experimentan pérdida de control sobre su alimentación durante el episodio.
  2. Conductas compensatorias inapropiadas para evitar el aumento de peso, como el vómito autoinducido.
  3. Los atracones y las conductas compensatorias inapropiadas ocurren, en promedio, al menos una vez a la semana durante tres meses.
  4. La autoevaluación del paciente está excesivamente influenciada por la forma y el peso corporales.
  5. El trastorno no se presenta exclusivamente durante episodios de anorexia nerviosa

Las complicaciones médicas que se presentan en pacientes con bulimia nerviosa afectan a muchos sistemas orgánicos y dependen del método y la frecuencia de las purgas (es decir, vómitos autoinducidos o uso indebido de laxantes, diuréticos o enemas). El tratamiento para cada complicación incluye la interrupción de las purgas [15]. Sin embargo, la interrupción abrupta en sí misma puede estar asociada a complicaciones, como el síndrome de pseudo-Bartter (alcalosis metabólica hipoclorémica, hipocalemia, hipopotasemia, hipomagnesemia), que puede predisponer a un edema significativo, los cuales a su vez suponen un aumento de peso brusco que en estos pacientes puede precipitar la recaída en las conductas de purga con una finalidad compensatoria [12].

Actualmente, el tratamiento de primera elección para la bulimia nerviosa (BN) es la psicoterapia, siendo la TCC la más recomendada, seguida por la terapia interpersonal (TIP) como segunda opción. También se están evaluando terapias como la terapia dialéctica conductual (TCD) y la terapia cognitivo-afectiva integradora para la BN (ICAT-BN, por sus siglas en inglés), que han mostrado ser prometedoras en el tratamiento de la bulimia nerviosa en adultos. [16]

En cuanto a la farmacoterapia, la fluoxetina es el medicamento de elección para la BN y debe considerarse como un complemento de la psicoterapia. Sin embargo, la farmacoterapia independiente puede ser indicada en casos donde la psicoterapia no esté disponible o no sea eficaz [16]. Al igual que AN y el TPA, se están llevando a cabo investigaciones para explorar el papel de la microbiota intestinal y su posible implicación terapéutica en la bulimia nerviosa [7].

Trastorno por atracón (TPA)

Se trata de un trastorno alimentario caracterizado por atracones recurrentes en ausencia de conductas compensatorias inapropiadas regulares. Los atracones se refieren a comer una cantidad de comida mucho mayor de lo que la mayoría de las personas consideran normal en períodos cortos de tiempo, comer hasta sentirse incómodamente lleno seguido de sentimientos de disgusto o culpa [3]. Este trastorno es más prevalente en personas con obesidad, pero puede presentarse en personas con peso normal. Además, usualmente asocia deterioro psicosocial y emociones negativas (p. ej., ira o disforia), las cuales en muchas ocasiones parecen preceder a los episodios de atracones [1].

El diagnóstico, según el DSM-V, requiere cada uno de los siguientes [3]:

Episodios de atracones, caracterizados por

Consumo de una cantidad de comida en un período determinado (p. ej., dos horas) claramente superior a la que la mayoría de las personas consumirían en un tiempo similar en circunstancias similares.

Sensación de falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio

Los episodios de atracones se caracterizan por al menos tres de los siguientes síntomas:

Comer más rápido de lo normal

Comer hasta sentirse incómodamente lleno

Comer en grandes cantidades sin sentir hambre

Comer solo por vergüenza de la cantidad de comida consumida

Sentirse asqueado consigo mismo, deprimido o culpable después de comer en exceso

Malestar intenso respecto a los atracones.

Los atracones se producen, de promedio, al menos una vez a la semana durante tres meses

No se observan conductas compensatorias inapropiadas (p. ej., purgas, ayuno o ejercicio excesivo) como las observadas en la anorexia y la bulimia nerviosas. Los atracones no ocurren únicamente durante la bulimia o la anorexia nerviosa.

Los tratamientos actuales para este trastorno se centran en intentar reducir los episodios de atracones mediante psicoterapia, técnicas que aumentan el autocontrol cognitivo o el uso de fármacos. Diversos estudios han determinado que la psicoterapia es un método eficaz para tratar el TPA, por lo que la TCC debería recomendarse como terapia de primera línea, excepto en el caso de los adolescentes, en quienes ha mostrado mayor eficacia la terapia familiar.

Sin embargo, dado que la psicoterapia solo tiene efectos sobre los episodios de atracones, se ha determinado que puede combinarse con farmacoterapia para generar una pérdida de peso significativa. La lisdexanfetamina (LDX) es el único medicamento aprobado por la FDA para el tratamiento del TPA de moderado a grave en adultos [6].

Por otra parte, se están realizando estudios sobre la influencia de la microbiota intestinal en este trastorno, enfocándose en cómo esta impacta el estado de ánimo y la regulación del apetito, con el objetivo de desarrollar tratamientos basados en la suplementación con probióticos [6].

Otro trastorno alimentario especificado

El diagnóstico de este trastorno se aplica a pacientes con síntomas que causan angustia significativa o afectan el funcionamiento psicosocial, pero que no cumplen todos los criterios de un trastorno alimentario específico. Se realiza este registro diagnóstico y se especifica el motivo por el cual la presentación no cumple todos los criterios de un trastorno de la alimentación [3].  Algunos ejemplos de presentaciones que se pueden especificar utilizando la designación “otro especificado” son: anorexia atípica, bulimia nerviosa (de frecuencia baja y/o duración limitada), trastorno por atracón (de frecuencia baja y/o duración limitada), trastorno por purgas, y el síndrome de ingestión nocturna de alimentos [3].

  1. Anorexia nerviosa atípica: se cumplen todos los criterios para AN, pero el peso se mantiene dentro o por encima del intervalo normal, incluso cuando ha habido una pérdida excesiva del mismo [2,3]. Un paciente clásico con este trastorno es aquel que tenía sobrepeso u obesidad y tiene una pérdida muy significativa de peso posterior a realizar una dieta; el reforzamiento positivo que perciba de su entorno y de sí mismo basado únicamente en estos resultados puede puede posteriormente conducir a la aparición y el mantenimiento de AN atípica [2]. Respecto al tratamiento, la primera línea es la Terapia familiar o la TCC; no se ha determinado aún la efectividad del tratamiento farmacológico [2].
  2. Bulimia nerviosa (de frecuencia baja y/o duración limitada): se cumplen todos los criterios para la bulimia nerviosa, excepto que los atracones y los comportamientos compensatorios inapropiados se producen, de promedio, menos de una vez a la semana y/o durante menos de tres meses [3].
  3. Trastorno por atracón (de frecuencia baja y/o duración limitada): se cumplen todos los criterios para el trastorno por atracones, excepto que los atracones y los comportamientos compensatorios inapropiados se producen, de promedio, menos de una vez a la semana y/o durante menos de tres meses [3].
  4. Trastorno por purgas: comportamiento de purgas recurrentes para influir en el peso o la constitución (p. ej., vómito autoprovocado; uso incorrecto de laxantes, diuréticos u otros medicamentos) en ausencia de atracones [3].
  5. Síndrome de ingestión nocturna de alimentos: se basa en episodios recurrentes de ingestión de alimentos por la noche, que se manifiesta por la ingestión de alimentos al despertarse del sueño o por un consumo excesivo de alimentos después de cenar. Existe consciencia y recuerdo de la ingestión. La ingestión nocturna de alimentos no se explica mejor por influencias externas. La ingestión nocturna de alimentos causa malestar significativo y/o problemas del funcionamiento. El patrón de ingestión alterado no se explica mejor por el trastorno por atracón u otro trastorno mental, incluido el consumo de sustancias, y no se puede atribuir a otro trastorno médico o a un efecto de la medicación [3].

Conclusiones

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son afecciones frecuentes y complejas que requieren un abordaje integral para su detección, tratamiento y prevención. Dado el alto riesgo de complicaciones médicas y psicológicas, es fundamental un monitoreo continuo de los pacientes, con especial atención a la detección temprana de síntomas para minimizarlas.

La mejor atención para estos trastornos se brinda a través de un equipo interdisciplinario compuesto por profesionales de la salud mental, nutricionistas y médicos, quienes pueden coordinar estrategias de tratamiento adaptadas a cada paciente. Promover la detección y el tratamiento temprano, no solo mejora el pronóstico de los pacientes, sino que también tiene un impacto preventivo significativo en la salud pública.

Referencias

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