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Utilidad de la resonancia magnética en el diagnóstico y seguimiento de la discitis: Perspectiva clínica y radiológica

Utilidad de la resonancia magnética en el diagnóstico y seguimiento de la discitis: Perspectiva clínica y radiológica

Autor principal: Josemar Vargas Jiménez

Vol. XX; nº 10; 517

Usefulness of magnetic resonance imaging in the diagnosis and follow-up of discitis: Clinical and radiological perspective

Fecha de recepción: 29 de abril de 2025
Fecha de aceptación: 17 de mayo de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 10 – Segunda quincena de Mayo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 10; 517

Autores:

Josemar Vargas Jiménez, Médico general, investigador Independiente. San José, Costa Rica. ORCID: 009-0004-5107-5747 Código Médico 14774

Jeffry Josué Mena Ureña, Médico general, investigador Independiente. San José, Costa Rica. ORCID: 0009-0001-8557-1739 Código Médico 14683

Paula Melissa Vega Murillo, Médico general, investigadora Independiente. San José, Costa Rica. ORCID: 0009-0000-5416-7605 Código Médico 19000

Resumen:

La discitis es una afección inflamatoria del disco intervertebral cuya fisiopatología se explica principalmente por la diseminación hematógena de bacterias, siendo Staphylococcus aureus el microorganismo más frecuentemente implicado. Investigaciones recientes han propuesto un eje intestino-disco que relaciona la disbiosis intestinal con infecciones o degeneraciones discales, a través de la translocación bacteriana y la modulación inmunológica. En la evaluación imagenológica, se observan hallazgos como el estrechamiento del espacio discal y la destrucción progresiva del cuerpo vertebral, los cuales pueden acompañarse de abscesos o masas paravertebrales. En casos con etiología incierta, la biopsia vertebral se convierte en una herramienta diagnóstica complementaria de gran valor.

Clínicamente, la discitis puede clasificarse en infecciosa, posoperatoria o inflamatoria, y su presentación varía según el grupo etario o el estado inmunológico del paciente. En niños, inmunodeprimidos y adultos mayores, la manifestación puede ser atípica, lo que dificulta un diagnóstico temprano. En este contexto, el diagnóstico diferencial debe incluir patologías como la espondilodiscitis, las metástasis vertebrales y las fracturas osteoporóticas.

Entre las modalidades diagnósticas disponibles, la resonancia magnética se considera el método más sensible y específico para detectar inflamación activa, edema de médula ósea, abscesos y destrucción discal. Además, permite guiar procedimientos invasivos como biopsias o drenajes, y resulta esencial para evaluar la evolución del tratamiento instaurado.

Por último, la resonancia magnética permite establecer la duración del tratamiento antibiótico, identificar complicaciones que requieren cirugía y valorar la resolución estructural de la infección. En conjunto, constituye una herramienta fundamental para el diagnóstico, seguimiento y toma de decisiones terapéuticas en pacientes con discitis.

Palabras clave:

Edema óseo, espondilodiscitis, absceso paravertebral, biopsia guiada, inflamación vertebral, STIR.

Abstract:

Discitis is an inflammatory condition of the intervertebral disc whose pathophysiology is primarily explained by the hematogenous dissemination of bacteria, with Staphylococcus aureus being the most frequently implicated microorganism. Recent research has proposed a gut-disc axis that links intestinal dysbiosis with disc infections or degeneration through bacterial translocation and immunological modulation. Imaging evaluation reveals findings such as disc space narrowing and progressive destruction of the vertebral body, which may be accompanied by abscesses or paravertebral masses. In cases with uncertain etiology, vertebral biopsy becomes a valuable complementary diagnostic tool.

Clinically, discitis can be classified as infectious, postoperative, or inflammatory, and its presentation varies depending on the age group or the patient’s immunological status. In children, immunosuppressed patients, and older adults, the manifestation may be atypical, making early diagnosis difficult. In this context, the differential diagnosis should include pathologies such as spondylodiscitis, vertebral metastases, and osteoporotic fractures.

Among the available diagnostic modalities, MRI is considered the most sensitive and specific method for detecting active inflammation, bone marrow edema, abscesses, and disc destruction. Furthermore, it can guide invasive procedures such as biopsies or drainage, and is essential for evaluating the progress of established treatment.

Finally, MRI can determine the duration of antibiotic treatment, identify complications requiring surgery, and assess the structural resolution of the infection. Overall, it constitutes a fundamental tool for diagnosis, monitoring, and therapeutic decision-making in patients with discitis.

Keywords:

Bone edema, spondylodiscitis, paravertebral abscess, guided biopsy, vertebral inflammation, STIR.

Introducción:

La discitis es una inflamación del espacio del disco intervertebral que, si no se identifica y trata oportunamente, puede desencadenar complicaciones de gran severidad. Esta condición, frecuentemente asociada con la espondilodiscitis una afección que compromete tanto el disco como las vértebras adyacentes, se manifiesta de forma clínica principalmente a través del dolor lumbar, un síntoma altamente prevalente que puede generar confusión diagnóstica. Esta inespecificidad en la sintomatología representa un desafío importante, ya que puede retrasar el inicio del tratamiento y facilitar la progresión de la enfermedad. En este contexto, la resonancia magnética (RM) se posiciona como una herramienta clave, debido a su capacidad para detectar alteraciones inflamatorias en fases tempranas, contribuyendo así tanto al diagnóstico preciso como al seguimiento terapéutico de los pacientes afectados (1; 2).

Desde el punto de vista clínico, la discitis adquiere particular relevancia por su potencial para provocar abscesos paravertebrales, destrucción ósea e incluso afectación neurológica. Estas complicaciones, derivadas de la invasión infecciosa del disco y las vértebras, pueden ser devastadoras si no se abordan con rapidez y precisión. Sin embargo, el diagnóstico de esta entidad continúa representando un reto para los profesionales de la salud, dada la frecuencia del dolor lumbar inespecífico en la población general. A ello se suma la posibilidad de incurrir en errores diagnósticos, que pueden conducir a tratamientos inapropiados y, por ende, a una evolución desfavorable del cuadro clínico. Se ha documentado que el retraso diagnóstico promedio ronda los 40 días, un intervalo que incrementa considerablemente el riesgo de complicaciones y resalta la urgencia de contar con herramientas diagnósticas eficaces (1).

En este panorama, la resonancia magnética se ha consolidado como la modalidad de imagen de elección para el abordaje de la discitis. A diferencia de las radiografías convencionales, la RM permite una evaluación detallada de los tejidos blandos, como los discos intervertebrales, la médula ósea y las estructuras paravertebrales, aportando una ventaja diagnóstica significativa (2). Esta técnica resulta especialmente útil para identificar cambios inflamatorios iniciales, como el edema óseo, que pueden no ser evidentes en otras modalidades de imagen (3). Además, permite diferenciar la discitis de otras entidades con manifestaciones similares, como los procesos tumorales o las enfermedades inflamatorias no infecciosas, favoreciendo un diagnóstico diferencial más certero (4). La evidencia actual respalda que la implementación sistemática de la RM en casos sospechosos de infección vertebral reduce el número de procedimientos innecesarios y mejora de forma notable la precisión diagnóstica (5).

El objetivo de este artículo de revisión es analizar la utilidad clínica de la resonancia magnética en el diagnóstico y seguimiento de la discitis, destacando su capacidad para detectar cambios inflamatorios tempranos, diferenciar esta afección de otras patologías con síntomas similares y guiar el manejo terapéutico oportuno, con el fin de reducir el retraso diagnóstico y prevenir complicaciones asociadas.

Metodología:

Para el desarrollo de esta investigación sobre la utilidad de la resonancia magnética en el diagnóstico y seguimiento de la discitis, se llevó a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva con el objetivo de analizar su valor clínico y radiológico, así como su impacto en la detección temprana, el diagnóstico diferencial y la planificación terapéutica. Esta revisión incluyó aspectos clave como la fisiopatología de la discitis, las manifestaciones clínicas, las técnicas diagnósticas disponibles y los hallazgos imagenológicos característicos observables por resonancia magnética.

Para garantizar la calidad y relevancia de la información seleccionada, se consultaron bases de datos científicas reconocidas como PubMed, Scopus y Web of Science, debido a su prestigio y cobertura en temas de radiología, enfermedades infecciosas, neurología y medicina interna. Se establecieron rigurosos criterios de inclusión y exclusión. Se incluyeron estudios publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que abordaran específicamente el diagnóstico por imagen de la discitis, en particular mediante resonancia magnética, así como estudios que compararan su rendimiento con otras técnicas diagnósticas. Se excluyeron publicaciones duplicadas, estudios sin revisión por pares o con datos clínicos incompletos. Para la búsqueda, se utilizaron palabras clave como: Edema óseo, espondilodiscitis, absceso paravertebral, biopsia guiada, inflamación vertebral, STIR.

La búsqueda inicial identificó 25 fuentes relevantes, entre las cuales se incluyeron artículos originales, revisiones sistemáticas, estudios de casos clínicos y guías de práctica clínica de sociedades especializadas en radiología y enfermedades infecciosas. A partir de estas fuentes, se realizó un análisis detallado para extraer información sobre los criterios diagnósticos por imagen, los patrones más comunes observados en diferentes tipos de discitis, la correlación entre hallazgos radiológicos y evolución clínica, así como las implicaciones terapéuticas derivadas del seguimiento por resonancia magnética.

El análisis se llevó a cabo utilizando enfoques cualitativos y comparativos. Se sintetizaron los hallazgos y se organizaron en categorías temáticas, lo que permitió identificar patrones imagenológicos característicos, criterios para el uso de la resonancia en el seguimiento terapéutico y su capacidad para diferenciar la discitis de otras entidades clínicas. Este enfoque integral proporciona una visión estructurada del estado actual del conocimiento sobre el papel de la resonancia magnética en la discitis, destacando sus ventajas diagnósticas y su utilidad para la toma de decisiones clínicas.

Fisiopatología de la discitis:

La infección del disco intervertebral, conocida clínicamente como espondilodiscitis, responde a una serie de mecanismos patogénicos que explican tanto su aparición como su progresión. En la mayoría de los casos, la espondilodiscitis infecciosa se origina por diseminación hematógena, es decir, la llegada de bacterias al espacio discal a través del torrente sanguíneo. Dentro de los agentes etiológicos, el Staphylococcus aureus es el microorganismo que se aísla con mayor frecuencia, lo que lo convierte en el principal responsable de los cuadros infecciosos a nivel vertebral (5). No obstante, investigaciones recientes han planteado la existencia de un eje intestino-disco, que sugiere una relación entre la disbiosis del microbioma intestinal y el desarrollo de infecciones o degeneraciones discales. Este vínculo se explicaría mediante la translocación bacteriana desde el intestino, así como por la modulación inmunológica desencadenada por el desequilibrio microbiano, ampliando así el espectro etiológico de la discitis más allá del enfoque puramente infeccioso (6).

Los cambios anatomopatológicos generados por la discitis pueden ser evidenciados mediante estudios por imagen, y constituyen una herramienta clave tanto para el diagnóstico como para el monitoreo del tratamiento. Entre los hallazgos más frecuentes se encuentran el estrechamiento delespacio intervertebral y la destrucción progresiva del cuerpo vertebral, los cuales pueden asociarse con la formación de masas paravertebrales o abscesos epidurales, indicativos de una progresión avanzada de la infección (7). En los casos donde el diagnóstico etiológico no es claro, la biopsia vertebral guiada por tomografía computarizada puede ser de utilidad. Esta técnica permite obtener muestras para análisis microbiológicos e histológicos, logrando un rendimiento diagnóstico aproximado del 44,8 %, lo cual la convierte en una herramienta complementaria en casos refractarios o con cultivos negativos (8).

Desde una perspectiva clínica, la discitis puede clasificarse en diferentes tipos según su origen y características. La forma más común es la discitis infecciosa, que incluye variantes piógenas, tuberculosas y brucelares. Dentro de estas, la espondilodiscitis piógena es la más frecuente y suele presentarse con un aumento considerable de los marcadores inflamatorios sistémicos, lo cual facilita su identificación inicial (7). Otro subtipo relevante es la discitis posoperatoria, que aparece como complicación de procedimientos quirúrgicos sobre la columna vertebral. Esta forma puede deberse tanto a una contaminación durante el acto quirúrgico como al trauma generado por la intervención misma, lo que genera un entorno propicio para el desarrollo de infección (9). Finalmente, la discitis inflamatoria se relaciona con enfermedades sistémicas de origen autoinmune, como la espondiloartritis, y en muchos casos no presenta una etiología infecciosa identificable, lo que exige un enfoque diagnóstico más amplio y multidisciplinario (5).

Manifestaciones clínicas:

Las manifestaciones clínicas de la discitis pueden variar considerablemente según la población afectada, lo que exige una atención especial en ciertos grupos vulnerables. En pediatría, la presentación clínica suele ser inespecífica, manifestándose a menudo con irritabilidad, rechazo a caminar, dolor lumbar o incluso con síntomas que pueden confundirse con procesos infecciosos banales. Esta ambigüedad sintomática dificulta el diagnóstico precoz, por lo que las directrices clínicas enfatizan la necesidad de una alta sospecha y una evaluación oportuna para evitar secuelas musculoesqueléticas a largo plazo. La detección temprana en estos casos permite intervenir de forma eficaz antes de que se produzcan alteraciones estructurales en la columna vertebral en desarrollo (10).

En el caso de los pacientes inmunodeprimidos, como aquellos con neoplasias hematológicas, receptores de trasplantes o en tratamiento inmunosupresor prolongado, la discitis puede cursar de manera atípica. La alteración de la respuesta inmune en estos individuos no solo enmascara los signos inflamatorios clásicos, sino que también favorece la aparición de infecciones agresivas, como la espondilodiscitis, que puede progresar rápidamente y generar complicaciones sistémicas (11).

Por otro lado, los adultos mayores representan un grupo de riesgo particular debido a la frecuente coexistencia de comorbilidades y a una menor respuesta inflamatoria sistémica. En estos pacientes, los marcadores de inflamación como la proteína C reactiva o la velocidad de sedimentación globular pueden estar poco elevados, lo que contribuye a retrasar el diagnóstico. Además, la fragilidad ósea, la presencia de dolor crónico no específico y la disminución de la reserva funcional aumentan la probabilidad de complicaciones, entre ellas los déficits neurológicos, lo que hace necesario diseñar estrategias terapéuticas individualizadas que equilibren el control de la infección con las limitaciones del paciente geriátrico (11).

En este contexto clínico diverso, es fundamental considerar un adecuado diagnóstico diferencial, especialmente en aquellas presentaciones que no siguen el patrón típico de discitis. La espondilodiscitis, por ejemplo, comparte varios síntomas con la discitis, como el dolor lumbar, la fiebre y la rigidez, pero se distingue por afectar no solo el disco intervertebral, sino también las vértebras adyacentes. Es más prevalente en adultos mayores y puede provocar secuelas graves si no se trata de forma temprana y efectiva (11; 12).

Otro diagnóstico diferencial importante es la metástasis vertebral, ya que los tumores secundarios en la columna pueden simular el cuadro clínico de una infección discal. Sin embargo, la existencia de un cáncer primario conocido, la evolución más insidiosa del dolor y ciertas características en las imágenes por resonancia magnética pueden orientar hacia esta posibilidad. En estos casos, la biopsia adquiere un valor fundamental para confirmar la etiología (8). Finalmente, las fracturas vertebrales, particularmente en pacientes con osteoporosis avanzada, también pueden presentarse con dolor agudo y limitación funcional, por lo que es esencial realizar estudios por imagen para distinguirlas de procesos infecciosos (12).

Modalidades diagnósticas:

En el abordaje diagnóstico de la discitis, las técnicas de imagen constituyen un pilar fundamental, aunque no todas presentan la misma eficacia en las distintas etapas de la enfermedad. Las radiografías simples, si bien suelen ser el primer estudio solicitado por su disponibilidad y bajo costo, presentan limitaciones importantes. Su baja sensibilidad en fases tempranas impide la detección oportuna de los cambios patológicos iniciales, ya que signos como el estrechamiento del espacio intervertebral o la erosión de las placas terminales vertebrales pueden no manifestarse hasta semanas después del inicio clínico de los síntomas, lo que retrasa significativamente el diagnóstico (13).

Por otro lado, la tomografía computarizada (TC) representa una mejoría respecto a la radiografía en términos de visualización de las estructuras óseas. Sin embargo, su capacidad para detectar alteraciones en tejidos blandos y discos intervertebrales sigue siendo limitada, lo que disminuye su utilidad para el diagnóstico inicial de la discitis. No obstante, su principal valor radica en su uso como herramienta de guía para procedimientos intervencionistas, como la biopsia vertebral, más que como método de primera línea para confirmar la enfermedad (8; 14).

Ante estas limitaciones, adquieren relevancia las pruebas de laboratorio, las cuales cumplen una función complementaria en el proceso diagnóstico. Entre ellas, destaca la reacción en cadena de la polimerasa (PCR molecular), capaz de detectar ADN bacteriano directamente en muestras clínicas, incluso cuando los cultivos convencionales son negativos. Esta técnica resulta particularmente útil para identificar organismos fastidiosos o difíciles de cultivar, aportando así rapidez y precisión al diagnóstico (15).

Asimismo, los marcadores inflamatorios sistémicos como la velocidad de sedimentación eritrocitaria y la proteína C reactiva (PCR) suelen encontrarse elevados en casos de discitis activa. Aunque inespecíficos, estos indicadores contribuyen al diagnóstico cuando se interpretan en conjunto con la clínica del paciente y los hallazgos radiológicos, especialmente en etapas tempranas de la enfermedad (13; 16).

Los hemocultivos también representan una herramienta esencial, particularmente en infecciones de origen piógeno. Estos permiten la identificación directa del agente etiológico, facilitando así el diseño de un esquema antibiótico dirigido. Sin embargo, su sensibilidad es variable y puede verse limitada, ya que hasta en un 30 % de los casos pueden arrojar resultados negativos, lo que obliga a recurrir a métodos diagnósticos adicionales (5; 17).

En este sentido, la biopsia vertebral guiada por tomografía computarizada se convierte en una estrategia clave cuando los hemocultivos no permiten aislar el patógeno o cuando se requiere una confirmación etiológica para iniciar un tratamiento específico. Su rendimiento diagnóstico es variable, con tasas que oscilan entre el 44,8 % y el 55,7 %, según diferentes estudios (8; 17). Además, el análisis histopatológico de las muestras obtenidas puede aportar evidencia concluyente, especialmente en cuadros como la espondilodiscitis tuberculosa, en los que los cultivos microbiológicos suelen ser negativos o poco sensibles (13; 14).

En los casos donde las biopsias iniciales no son diagnósticas, la repetición del procedimiento puede mejorar la tasa de éxito, especialmente si se incluye el estudio histológico junto con los cultivos. Esta estrategia es recomendada cuando persiste una alta sospecha clínica de infección y no se ha logrado determinar la etiología mediante otros métodos diagnósticos. Así, la integración de estudios de imagen, pruebas de laboratorio y procedimientos invasivos permite construir un diagnóstico más preciso y completo, ajustado a las necesidades clínicas de cada paciente (14).

Resonancia magnética en discitis:

Las imágenes ponderadas en T1 son particularmente útiles para evaluar la anatomía ósea y de la médula ósea. En el contexto de la discitis, estas imágenes suelen mostrar una disminución de la intensidad de señal en los cuerpos vertebrales afectados, lo cual sugiere la presencia de edema óseo o infiltrado infeccioso (7). Esta secuencia resulta fundamental para establecer una referencia anatómica y detectar alteraciones estructurales iniciales. En contraste, las imágenes ponderadas en T2 son más sensibles a los cambios en el contenido hídrico de los tejidos, por lo que permiten resaltar áreas con inflamación activa o edema, características comunes en la discitis. En estos casos, se observa una intensidad de señal elevada en los discos intervertebrales y en las vértebras adyacentes, reflejando la acumulación de líquido inflamatorio (18).

Una secuencia especialmente valiosa en este contexto es la STIR (Short Tau Inversion Recovery), que suprime la señal de la grasa y permite visualizar con mayor claridad el edema de médula ósea y tejidos blandos. Su uso está ampliamente extendido para confirmar la inflamación activa, ya que ofrece una excelente diferenciación entre el tejido normal y el afectado por el proceso infeccioso (18). Además, la administración de contraste intravenoso con gadolinio potencia aún más la capacidad diagnóstica de la RM, al permitir identificar con claridad las zonas de infección activa, distinguir abscesos paravertebrales de otros tipos de lesiones, y definir los bordes de la inflamación, lo cual es crucial para la planificación terapéutica (7).

Gracias a esta combinación de secuencias, la resonancia magnética permite identificar con alta precisión abscesos paravertebrales y epidurales, los cuales aparecen como zonas de alta intensidad en T2 y muestran realce tras la administración de contraste. Estos hallazgos son decisivos en el diagnóstico de espondilodiscitis infecciosa, ya que su presencia implica una evolución más avanzada y la necesidad de tratamiento específico (7; 16). Del mismo modo, el edema de la médula ósea se convierte en una señal distintiva de infección activa, visible principalmente en las secuencias STIR y T2, donde se manifiesta como una señal hiperintensa en los cuerpos vertebrales contiguos al disco comprometido (18). Otro hallazgo de gran relevancia es la destrucción temprana del disco intervertebral, la cual puede evidenciarse en la RM mediante el estrechamiento del espacio discal y la aparición de irregularidades en las placas terminales, indicadores claros de un proceso inflamatorio o infeccioso en evolución (7).

Además de su capacidad para identificar hallazgos característicos, la resonancia magnética tiene un alto valor para el diagnóstico diferencial entre causas infecciosas y no infecciosas de dolor lumbar. Por ejemplo, permite distinguir entre espondilodiscitis infecciosa y patologías como la enfermedad degenerativa del disco o las espondiloartritis inflamatorias, en las que la distribución del edema óseo, la presencia o ausencia de abscesos, y el patrón de realce con contraste pueden diferir notablemente. De este modo, la RM contribuye no solo a confirmar el diagnóstico, sino también a evitar errores terapéuticos al identificar adecuadamente la etiología del cuadro clínico (5; 19).

Finalmente, en algunos casos, la resonancia magnética también ofrece indicios que pueden orientar sobre la especificidad del patógeno involucrado. Por ejemplo, la espondilodiscitis tuberculosa suele presentar una destrucción ósea más lenta y abscesos más grandes y fríos, mientras que las formas piógenas tienden a ser más agresivas, con rápida progresión del edema y formación de abscesos epidurales. Las formas brucelares, por su parte, pueden mostrar afectación localizada sin destrucción masiva del disco (7).

Seguimiento por RM:

Generalmente, se recomienda realizar una RM de control tras un periodo significativo de tratamiento, con el fin de evaluar la evolución de los hallazgos inflamatorios y estructurales observados en la fase aguda. Sin embargo, el momento óptimo para realizar esta imagen de seguimiento puede variar en función de la gravedad del cuadro inicial, la respuesta clínica y el curso de la enfermedad. Esta variabilidad temporal también se observa en otras enfermedades inflamatorias crónicas, como la artritis reumatoide, donde la RM ha sido utilizada durante largos períodos para monitorizar la actividad inflamatoria y los cambios estructurales, tal como se evidenció en el estudio IMAGINE-RA, en el cual se dio seguimiento a pacientes durante cinco años para evaluar la progresión de la enfermedad y la efectividad de las terapias instauradas (20).

Durante el seguimiento, la resonancia magnética ofrece una ventaja significativa al permitir la visualización directa de signos de inflamación activa y la evolución de los cambios estructurales en la columna. Esta información resulta clave para determinar si el tratamiento ha logrado controlar el proceso infeccioso y evitar la progresión del daño vertebral. En patologías inflamatorias como la espondiloartritis juvenil, se han desarrollado criterios específicos por RM para identificar lesiones inflamatorias activas o crónicas, que permiten ajustar las decisiones terapéuticas y evaluar de manera más objetiva la respuesta clínica. En este sentido, la experiencia acumulada en otras enfermedades inflamatorias articulares puede ser de gran utilidad para establecer parámetros adaptados al contexto de la discitis, contribuyendo a una mejor interpretación de las imágenes seriadas (21).

A pesar de su sensibilidad, la resonancia magnética presenta limitaciones relevantes en el contexto del seguimiento de la discitis, especialmente en la interpretación de hallazgos residuales. Es común que ciertas alteraciones como el edema de médula ósea, el realce con contraste o los cambios estructurales óseos persistan durante semanas o incluso meses después de la resolución clínica del proceso infeccioso. Esta discordancia entre la imagen y la mejoría clínica puede generar confusión y conducir a decisiones terapéuticas erróneas si no se contextualizan adecuadamente. Situaciones similares han sido descritas en enfermedades como la neurodistrofia muscular, donde la RM de control rutinaria no es práctica habitual, ya que los cambios observados en fases agudas tienden a desaparecer espontáneamente sin formación de nuevas lesiones. Este fenómeno refleja cómo en ciertos contextos los hallazgos por RM pueden rezagarse respecto a la evolución clínica del paciente, subrayando la importancia de integrar criterios clínicos, de laboratorio e imagenológicos para una interpretación más completa (22).

Con el fin de estandarizar la evaluación por imagen, diversos autores han propuesto criterios para definir la resolución radiológica de la discitis. Entre estos, se incluye la ausencia de nuevas lesiones inflamatorias y la estabilización o regresión de los cambios estructurales observados previamente. Si bien aún no existe un consenso universal, se plantea la posibilidad de adaptar modelos utilizados en otras enfermedades inflamatorias, como los desarrollados para la espondiloartritis juvenil, en los que se definen umbrales para la actividad inflamatoria detectable por imagen. Aplicados al contexto de la discitis, estos modelos podrían centrarse en la desaparición del realce patológico, la resolución del edema óseo y la ausencia de progresión de la destrucción discal o vertebral, lo cual ofrecería un marco más claro para determinar la resolución o persistencia de la enfermedad (21).

Implicaciones terapéuticas según hallazgos por RM:

La RM desempeña un papel clave no solo en el diagnóstico inicial de la discitis, sino también en la determinación de la duración del tratamiento antibiótico, ya que permite evaluar con precisión la gravedad del proceso inflamatorio y su progresión. En este sentido, los hallazgos por RM pueden influir directamente en la estrategia terapéutica. Por ejemplo, en el caso de la espondilodiscitis tuberculosa, la presencia de signos como el pinzamiento discal, el colapso vertebral y los abscesos paravertebrales constituyen criterios radiológicos esenciales para confirmar el diagnóstico y orientar el tiempo de tratamiento, que habitualmente es más prolongado que en las infecciones piógenas (12). Asimismo, la persistencia de señales inflamatorias activas en la imagen, como el realce con contraste o el edema de médula ósea, puede sugerir una respuesta terapéutica incompleta, lo cual podría justificar la extensión del esquema antibiótico para prevenir complicaciones futuras (23).

Además de su valor en el seguimiento clínico, la resonancia magnética permite identificar complicaciones estructurales que pueden requerir intervención quirúrgica. Entre los hallazgos más relevantes destacan la formación de abscesos epidurales o paravertebrales, el colapso significativo de cuerpos vertebrales y la compresión del canal medular. Estos signos no solo alertan sobre un posible fracaso del tratamiento conservador, sino que también ayudan a establecer la indicación de procedimientos como el desbridamiento quirúrgico, la estabilización vertebral o el drenaje de colecciones. De este modo, la imagen permite establecer una estrategia escalonada de intervención, evaluando de forma objetiva si es posible mantener el enfoque médico o si es necesario avanzar hacia una resolución quirúrgica (12).

En paralelo, la resonancia magnética ha demostrado ser una herramienta útil para guiar procedimientos intervencionistas, especialmente biopsias percutáneas o drenajes dirigidos por imagen. Aunque tradicionalmente la biopsia vertebral se ha realizado bajo guía tomográfica, la RM permite seleccionar con mayor precisión las áreas con actividad inflamatoria activa, aumentando así la probabilidad de obtener una muestra diagnóstica adecuada. Este enfoque más selectivo no solo mejora el rendimiento diagnóstico del procedimiento, sino que también reduce el número de intervenciones innecesarias, optimizando los recursos disponibles y evitando complicaciones asociadas. En este contexto, la resonancia no solo orienta la localización anatómica, sino también la naturaleza del proceso, facilitando decisiones clínicas más informadas (24).

Incluso en patologías de naturaleza no infecciosa, como la osteítis crónica no bacteriana, la resonancia magnética ha demostrado ser una técnica esencial tanto para el diagnóstico como para el seguimiento. En estos casos, donde los cultivos suelen ser negativos y los síntomas clínicos son fluctuantes, la RM permite monitorizar la evolución de las lesiones y orientar intervenciones terapéuticas específicas, como biopsias confirmatorias o tratamientos inmunomoduladores. Este uso extendido refuerza la versatilidad de la resonancia como herramienta diagnóstica, pronóstica y terapéutica, consolidándola como el pilar fundamental en el manejo integral de los pacientes con discitis (25).

Conclusiones:

La discitis es una entidad compleja cuya fisiopatología abarca tanto mecanismos infecciosos como procesos inmunológicos, siendo fundamental entender su origen para un abordaje diagnóstico efectivo. La diseminación hematógena, con predominio del Staphylococcus aureus, sigue siendo la vía más común, pero nuevos estudios sugieren el papel de la disbiosis intestinal como factor contribuyente. Estos hallazgos amplían el espectro etiológico y refuerzan la necesidad de un enfoque clínico integral. El diagnóstico temprano, apoyado en la combinación de signos clínicos, estudios de laboratorio y pruebas por imagen, permite reducir complicaciones estructurales. La clasificación en tipos infeccioso, posoperatorio e inflamatorio ayuda a orientar las decisiones terapéuticas. Además, en poblaciones vulnerables, las presentaciones atípicas exigen mayor precisión diagnóstica. Reconocer estos elementos es esencial para intervenir de forma oportuna y eficaz.

La resonancia magnética ha demostrado ser la técnica de imagen más sensible para detectar los signos característicos de la discitis en sus fases iniciales, así como para valorar la progresión del cuadro clínico. Las secuencias ponderadas en T1, T2 y STIR permiten visualizar con claridad la inflamación activa, el edema óseo y la destrucción del disco, incluso antes de que aparezcan en otras modalidades. Además, el uso de contraste con gadolinio mejora la identificación de abscesos paravertebrales y epidurales, elementos clave para definir la gravedad. Su capacidad para diferenciar entre causas infecciosas y no infecciosas de dolor vertebral mejora el diagnóstico diferencial. En combinación con biopsias dirigidas, incrementa la precisión etiológica. Por ello, su rol se extiende más allá del diagnóstico, siendo central también en el seguimiento terapéutico.

Si bien la resonancia magnética es indispensable en el manejo de la discitis, su interpretación debe realizarse considerando el contexto clínico, ya que los hallazgos imagenológicos pueden persistir tras la resolución del proceso infeccioso. Esto implica que el seguimiento por imagen debe complementarse con evaluación clínica y parámetros inflamatorios para evitar tratamientos prolongados innecesarios. Criterios de resolución radiológica como la ausencia de edema o de nuevas lesiones ayudan a valorar la respuesta, pero no sustituyen la evaluación integral. Además, la RM permite identificar complicaciones como colapsos vertebrales o abscesos que pueden requerir cirugía. Su uso como guía para biopsias o drenajes mejora el abordaje de casos complejos. Por tanto, su valor diagnóstico, pronóstico y terapéutico la posiciona como herramienta central en la toma de decisiones clínicas.

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Declaración de buenas prácticas: Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.