Abordaje enfermero del estrés y burnout en profesionales sanitarios
Autora principal: Patricia Cortés Egeda
Vol. XX; nº 16; 864
Nursing Approach to Stress and Burnout in Healthcare Professionals
Fecha de recepción: 10 de julio de 2025
Fecha de aceptación: 13 de agosto de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 16 – Segunda quincena de Agosto de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 16; 864
Autores:
Patricia Cortés Egeda. Enfermera Especialidad HOP Teruel. Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Ana María Luca Simón. Enfermera Especialidad HOP Teruel. Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Marta Gascón Sánchez. Enfermera Especialidad HOP Teruel. Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Irene Sanz Gómez. Enfermera Especialidad HOP Teruel. Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Irene Torán Bellido. Enfermera Especialidad HOP Teruel. Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Andrea Ibáñez Romero. Enfermera Especialidad HOP Teruel. Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Resumen
El presente artículo explora el abordaje enfermero del estrés y el síndrome de burnout en profesionales sanitarios, destacando su impacto en la salud laboral y la calidad asistencial. A partir de una revisión bibliográfica, se analizan los factores de riesgo, manifestaciones clínicas y consecuencias de estos fenómenos, así como las estrategias implementadas desde la enfermería para su prevención y tratamiento. La metodología utilizada incluyó la selección de artículos académicos y revisiones sistemáticas publicadas en los últimos diez años. Los resultados muestran una alta prevalencia de burnout entre los profesionales de la salud, con implicaciones significativas a nivel personal y organizacional. Se concluye que el abordaje integral desde la práctica enfermera es esencial para fomentar entornos de trabajo saludables, prevenir el desgaste emocional y garantizar una atención de calidad.
Palabras clave
burnout, estrés laboral, enfermería, salud ocupacional, bienestar laboral.
Abstract
This article explores the nursing approach to stress and burnout syndrome in healthcare professionals, highlighting its impact on occupational health and care quality. Based on a literature review, the paper analyzes risk factors, clinical manifestations, and consequences of these conditions, as well as nursing strategies for prevention and treatment. The methodology included the selection of academic articles and systematic reviews published in the last ten years. The results reveal a high prevalence of burnout among healthcare workers, with significant personal and organizational implications. The study concludes that an integral approach from nursing practice is essential to promote healthy work environments, prevent emotional exhaustion, and ensure quality care.
Keywords
burnout, occupational stress, nursing, occupational health, workplace wellness.
Introducción
En el contexto actual de la atención sanitaria, los desafíos que enfrentan los profesionales de la salud han crecido de forma notable, tanto en número como en intensidad. Esta situación ha generado una creciente preocupación por la salud mental y emocional de quienes sostienen, día tras día, el funcionamiento de los sistemas de salud. En particular, los enfermeros y enfermeras se encuentran en una posición singular: su rol implica una interacción constante con personas que atraviesan estados de vulnerabilidad física y emocional, lo que exige una implicación no solo técnica, sino profundamente humana. Este compromiso continuado, aunque fundamental para el bienestar del paciente, puede convertirse en un factor de riesgo cuando no se acompaña de las condiciones adecuadas para el desarrollo profesional y personal.
Uno de los fenómenos que con mayor claridad ilustra las consecuencias del desequilibrio entre las exigencias del entorno sanitario y los recursos disponibles del profesional es el síndrome de burnout. Este término, acuñado hace ya varias décadas, ha pasado de ser una noción marginal a ocupar un lugar central en el análisis de la salud laboral. El burnout se manifiesta como una combinación de síntomas que incluye agotamiento físico y mental, sensación de ineficacia, y una desconexión emocional del entorno de trabajo. Aunque también afecta a distintos sectores, su incidencia en el ámbito sanitario es muy alta, siendo la enfermería una de las más afectadas.
La experiencia del burnout no responde a un único factor causal. Por el contrario, se trata de una respuesta compleja que surge cuando múltiples elementos, tanto individuales como estructurales, confluyen de manera prolongada. Entre los aspectos personales que pueden contribuir a este desgaste se encuentran el perfeccionismo, la dificultad para poner límites al compromiso, y una fuerte identificación con el rol de cuidador. Aun contando con una excelente formación, los profesionales pueden llegar a sentirse superados cuando se enfrentan a condiciones laborales caracterizadas por una carga excesiva de trabajo, escasa capacidad de decisión, falta de valoración por parte de la institución y un ambiente organizativo poco favorable.
A lo largo de los últimos años, diversas investigaciones han puesto en evidencia que el personal de enfermería trabaja, con frecuencia, bajo presión constante. Turnos extensos, recursos limitados, alta rotación de pacientes y situaciones emocionalmente demandantes se combinan en su rutina diaria. A ello se suman las exigencias administrativas, las expectativas de los usuarios y las tensiones interprofesionales. Este panorama configura un escenario propicio para la aparición de síntomas vinculados al estrés crónico, que si no son identificados y abordados a tiempo, pueden derivar en estados más complejos como la ansiedad, la depresión o el propio burnout.
La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 ha intensificado y acelerado la manifestación de esta problemática. Durante los momentos más críticos de la emergencia sanitaria global, los equipos de enfermería debieron sostener una atención ininterrumpida, muchas veces sin los recursos adecuados, y con escaso margen para el autocuidado. Esta vivencia expuso las debilidades existentes en los mecanismos institucionales de apoyo y subrayó la urgencia de rediseñar las estrategias de bienestar laboral con un enfoque más holístico y centrado en la persona.
En este contexto, la enfermería no solo es víctima del burnout, sino también agente clave para su prevención y tratamiento. Como disciplina que combina ciencia, ética y arte del cuidado, posee herramientas valiosas para intervenir en la mejora del entorno laboral. Desde la implementación de estrategias de autocuidado, hasta el desarrollo de programas de apoyo psicosocial y formación en competencias emocionales, el abordaje del estrés y del burnout forma parte del compromiso ético del ejercicio enfermero.
La atención a la salud mental del personal de enfermería no puede reducirse a intervenciones puntuales. Se requiere un enfoque preventivo, sostenido y estructural, que contemple tanto las condiciones materiales del trabajo como las dinámicas relacionales y organizativas. Un entorno laboral saludable debe garantizar espacios de diálogo, reconocimiento y participación. Asimismo, es fundamental que las instituciones promuevan políticas que protejan el derecho al descanso, al equilibrio vida-trabajo, y a la expresión emocional sin estigmas ni represalias.
La investigación científica ha mostrado que existen múltiples formas de mitigar el impacto del burnout en el personal de salud. Entre las medidas propuestas se encuentran la implementación de horarios laborales más flexibles, la formación en técnicas de gestión emocional, el establecimiento de redes de apoyo entre compañeros y la promoción de entornos laborales caracterizados por la inclusión y la cooperación. El rol de los líderes enfermeros es fundamental en este sentido, ya que son quienes pueden promover estos cambios desde su lugar de gestión, sensibilizando a las autoridades y acompañando a sus equipos.
Además de las medidas organizacionales, resulta necesario trabajar en el fortalecimiento de la identidad profesional. Poner en valor la labor del personal de enfermería, destacar sus contribuciones y brindarles espacios reales para desarrollarse y participar activamente, puede ser clave para fortalecer tanto su motivación como su capacidad de adaptación frente a la adversidad. Fomentar su autonomía y protagonismo no solo impacta de forma positiva en su salud emocional, sino que también se refleja en una atención más efectiva y centrada en el paciente.
No se debe perder de vista que el burnout no solo afecta al individuo, sino que genera repercusiones en todo el sistema. Un profesional agotado es más propenso a cometer errores, a desconectarse emocionalmente del paciente y a experimentar sentimientos de cinismo o apatía. Esto repercute no solo en el bienestar del profesional, sino también en la calidad de la atención percibida por los pacientes y en el rendimiento global del sistema sanitario. Por ello, intervenir sobre el burnout no es un lujo ni un extra, sino una necesidad urgente para la sostenibilidad de los servicios sanitarios.
El presente artículo tiene como propósito analizar, desde la perspectiva de la enfermería, el fenómeno del estrés y el burnout en los profesionales sanitarios. Se propone realizar una revisión exhaustiva de la literatura científica más relevante de los últimos años, con el objetivo de identificar los factores que inciden en la aparición de estos cuadros, así como las intervenciones más efectivas para su prevención y tratamiento. Asimismo, se busca visibilizar el rol activo de la enfermería en la promoción del bienestar laboral, entendiendo que cuidar de los cuidadores es una condición indispensable para garantizar un sistema de salud justo, eficiente y humano.
Metodología
Con el objetivo de recopilar y examinar evidencia científica sólida relacionada con la gestión del estrés y el síndrome de burnout en el entorno sanitario, con un enfoque específico en la práctica enfermera, se llevó a cabo una revisión narrativa de literatura. Esta aproximación permitió observar distintos enfoques, experiencias y propuestas desarrolladas en diversas regiones y contextos, respetando un criterio sistemático de exploración documental.
Proceso de búsqueda documental
Se realizó una exploración estructurada en varias bases de datos electrónicas reconocidas por su utilidad en ciencias de la salud y disciplinas relacionadas. Entre ellas se seleccionaron PubMed, Scopus, CINAHL, ScienceDirect y Web of Science. Cada una de estas plataformas se eligió por su diversidad temática, rigor editorial y actualización constante de contenidos.
Los términos de búsqueda fueron establecidos en dos idiomas (inglés y español) para ampliar el espectro de resultados y garantizar una revisión más completa. Se utilizaron combinaciones de palabras clave como: «burnout», «nursing staff», «occupational stress», «professional fatigue», «mental health in health workers», «cuidados de enfermería», «salud emocional» y «estrés laboral». De igual forma, se utilizaron operadores booleanos con el fin de enlazar los conceptos de manera precisa y coherente.
Para delimitar los resultados, se incorporaron filtros por idioma (español e inglés), por año de publicación (última década: 2014 a 2024) y por disponibilidad de acceso completo al contenido. Se dio preferencia a artículos evaluados por expertos, investigaciones basadas en datos empíricos y análisis sistemáticos de la literatura.
Selección del material a incluir
Tras la recolección inicial de referencias, se procedió a una preselección basada en la lectura de títulos y resúmenes. Los textos que mostraban afinidad temática fueron leídos íntegramente. Aquellos que no ofrecían información específica sobre el personal de enfermería, que carecían de rigor metodológico o se enfocaban en colectivos no asistenciales fueron excluidos del análisis.
Entre los criterios de inclusión se estableció que los estudios debían:
- Abordar directamente los efectos del estrés o burnout en profesionales sanitarios.
- Incluir a enfermeros/as como parte central de la muestra o discusión.
- Presentar resultados o conclusiones relevantes para el campo de los cuidados.
- Ser textos académicos publicados en revistas con estándares de revisión científica.
Tratamiento y organización de la información
Los documentos seleccionados fueron organizados mediante una ficha de análisis cualitativo, diseñada para sistematizar la información más relevante. En ella se registraron datos como: autores, año de publicación, tipo de estudio, enfoque metodológico, población abordada, país o región, principales hallazgos y conclusiones relacionadas con el tema central.
Una vez completada la etapa de registro, se procedió a examinar de forma comparativa el contenido de los textos. Esta lectura crítica permitió identificar puntos comunes, diferencias contextuales y áreas aún poco desarrolladas por la literatura. Se procuró ir más allá del simple resumen de información, buscando establecer relaciones significativas entre los aportes encontrados.
Enfoque ético y académico
Dado que esta revisión no implicó contacto con personas ni tratamiento de información confidencial, no se requirió aprobación por comité de ética. Sin embargo, se garantizó el respeto por los principios éticos de la investigación documental: uso responsable de las fuentes, referencia adecuada a cada autor consultado y transparencia en el manejo de la información. Todo el contenido utilizado ha sido referenciado siguiendo los estándares establecidos por la normativa internacional en publicaciones científicas.
El desarrollo de esta metodología tuvo como objetivo ofrecer una base sólida para los apartados siguientes del artículo, permitiendo construir un análisis bien fundamentado sobre un problema tan complejo y actual como el desgaste emocional y físico del personal de enfermería.
Resultados
La revisión de las publicaciones académicas permitió extraer información valiosa sobre la incidencia, factores desencadenantes, consecuencias y estrategias de mitigación del estrés y del síndrome de burnout en el personal sanitario, en especial en el colectivo de enfermería. Esta sección resume los hallazgos más destacados a partir del análisis de más de treinta estudios publicados en la última década.
Uno de los puntos más reiterados en la literatura es la alta frecuencia con la que las enfermeras experimentan síntomas compatibles con agotamiento emocional. Si bien la magnitud de este fenómeno difiere entre contextos laborales y regiones geográficas, existe un acuerdo general en reconocer que el desgaste profesional motivado por factores laborales es un problema constante y vigente. En hospitales de alta complejidad, centros de atención primaria y servicios de urgencias, las condiciones laborales suelen ser exigentes, lo que favorece la aparición de síntomas relacionados con el burnout.
Entre los factores que más contribuyen al desgaste profesional, se identifican varias causas estructurales. La escasez de personal en relación con la demanda asistencial obliga a las enfermeras a asumir cargas excesivas, lo que deriva en turnos prolongados, falta de descansos adecuados y jornadas de trabajo extenuantes. Esta sobreexigencia, unida a la presión emocional de atender a pacientes en situaciones de vulnerabilidad, influye significativamente en el deterioro del bienestar psicosocial de los profesionales.
Un aspecto que se repite en múltiples investigaciones es la percepción de falta de reconocimiento por parte de las instituciones. A menudo, las enfermeras señalan que su trabajo no es valorado de forma justa ni por los equipos directivos ni por la sociedad en general. Esta sensación de invisibilidad, unida a la carencia de incentivos reales, disminuye la motivación y potencia la despersonalización, uno de los ejes centrales del síndrome de burnout.
Los efectos del estrés crónico y del agotamiento no se limitan al plano emocional. En muchos casos, se traducen también en síntomas físicos como fatiga constante, insomnio, dolores musculares, cefaleas y alteraciones gastrointestinales. Además, existe evidencia que relaciona el burnout con trastornos del estado de ánimo, como ansiedad y depresión, así como con el uso creciente de psicofármacos o sustancias como mecanismos de afrontamiento inadecuados.
En el plano institucional, los efectos también son relevantes. Los centros sanitarios que no abordan este problema de forma integral enfrentan mayores tasas de rotación de personal, incremento del absentismo laboral y una menor calidad en la atención prestada. Algunos artículos revisados indican que el burnout está relacionado con errores en la administración de medicamentos, omisiones en procedimientos de rutina y fallos en la comunicación con pacientes y colegas, lo que puede comprometer la seguridad del entorno clínico.
También se identificaron estudios que exploran las diferencias de impacto según variables sociodemográficas. Por ejemplo, las profesionales jóvenes o con menos años de experiencia parecen ser más vulnerables al desarrollo del síndrome, al igual que aquellas que trabajan en servicios críticos como cuidados intensivos o urgencias. No obstante, algunas investigaciones indican que los factores protectores, como el apoyo social, la experiencia previa y el acceso a espacios de autocuidado, pueden atenuar la intensidad del malestar.
Respecto a las estrategias de intervención, los estudios coinciden en que no existe una solución única, sino que el abordaje debe ser multidimensional. Las intervenciones más efectivas son aquellas que combinan cambios organizacionales con acciones individuales. En este sentido, se han documentado experiencias exitosas en las que se mejoraron los turnos de trabajo, se incorporaron pausas activas durante la jornada y se fortalecieron las redes de apoyo interno.
De manera complementaria, numerosas profesionales de enfermería han encontrado beneficios en programas formativos centrados en la gestión de emociones, el desarrollo de la inteligencia emocional y diversas técnicas de relajación. Actividades como el mindfulness, el yoga, la escritura con fines terapéuticos y los espacios de reflexión colectiva han demostrado ser recursos efectivos para aliviar el estrés acumulado. A nivel institucional, la implementación de espacios para el diálogo entre profesionales, el desarrollo de protocolos de atención al personal en riesgo y la promoción de una cultura organizacional más humana también han demostrado resultados positivos.
Un elemento emergente en la literatura es el reconocimiento del rol activo que puede desempeñar la propia enfermería en la transformación del entorno laboral. Las enfermeras líderes, que ocupan cargos de coordinación o gestión, tienen la capacidad de influir en las políticas internas, promover un clima organizacional saludable y velar por la protección del equipo humano. La inclusión de la salud mental como eje prioritario en los planes estratégicos de los centros de salud es una medida que comienza a visualizarse en algunas instituciones, aunque aún no está generalizada.
Además, se están desarrollando propuestas que buscan integrar la perspectiva del autocuidado como parte esencial del desempeño profesional. La idea de que el bienestar de quien cuida es un requisito para ofrecer un cuidado de calidad se ha consolidado como uno de los ejes éticos del ejercicio enfermero. Así, se plantea la necesidad de replantear ciertos modelos asistenciales que, por años, han puesto el foco exclusivamente en el paciente, descuidando a quienes sostienen el sistema desde su labor diaria.
En conclusión, los resultados extraídos de esta revisión subrayan la importancia de reconocer y atender el problema del estrés laboral y el burnout en enfermería como una prioridad de salud pública. Si bien existen avances en la comprensión del fenómeno y en la puesta en marcha de acciones paliativas, todavía queda mucho por hacer para generar cambios estructurales que garanticen condiciones laborales dignas y sostenibles para quienes cuidan.
Discusión
El análisis exhaustivo de la literatura científica disponible sobre el abordaje enfermero del estrés y el síndrome de burnout en los profesionales de la salud permite reconocer que este fenómeno no solo constituye un problema individual, sino que tiene profundas implicaciones organizacionales, éticas y sociales. Lejos de tratarse de una situación transitoria, el burnout se ha consolidado como una condición persistente que afecta la salud mental y física de miles de trabajadores sanitarios, con consecuencias directas sobre la calidad asistencial y la sostenibilidad del sistema de salud.
Uno de los aspectos más preocupantes evidenciados en esta revisión es la elevada prevalencia del burnout en el personal de enfermería. Diversos estudios apuntan a cifras alarmantes, con porcentajes que en algunos contextos superan el 50%. Esta situación pone de manifiesto una tensión estructural entre las exigencias del entorno asistencial y la capacidad humana de respuesta. Las enfermeras, por la naturaleza de su labor, están expuestas a altos niveles de exigencia física, emocional y cognitiva, lo que aumenta su vulnerabilidad frente a procesos de desgaste crónico.
Si bien el fenómeno del burnout afecta a distintos colectivos dentro del sistema sanitario, la enfermería representa un grupo especialmente sensible por varias razones. En primer lugar, su trabajo implica un contacto constante y directo con el sufrimiento humano, lo que genera una carga emocional intensa y sostenida. Además, las condiciones laborales muchas veces son desfavorables: plantillas insuficientes, ritmos de trabajo acelerados, remuneración inadecuada, falta de reconocimiento profesional y escasa participación en la toma de decisiones institucionales. Estos factores actúan como estresores crónicos que erosionan progresivamente el bienestar del profesional.
Cabe destacar que el impacto del burnout va más allá del plano individual. Cuando una enfermera experimenta agotamiento emocional, despersonalización o sensación de ineficacia, su desempeño se ve inevitablemente afectado. Esto puede traducirse en errores clínicos, disminución en la calidad del trato con el paciente, menor capacidad de empatía y mayores niveles de ausentismo. Por tanto, lo que inicialmente puede parecer un problema de índole personal se convierte en una amenaza para la seguridad del paciente y para la eficiencia del sistema de salud.
Otro hallazgo relevante es la multifactorialidad del burnout. No existe una causa única que lo genere, sino una interacción de elementos que actúan de manera simultánea y sinérgica. Desde la perspectiva organizacional, la carga laboral excesiva, la presión por resultados y la rigidez de las estructuras jerárquicas dificultan el ejercicio profesional saludable. A nivel interpersonal, la falta de apoyo del equipo, la competencia desleal o el acoso laboral también son factores que contribuyen al desgaste. En el plano individual, el estilo de afrontamiento, la capacidad de resiliencia y el equilibrio entre vida laboral y personal influyen en la forma en que cada profesional enfrenta el estrés.
Dentro de este complejo entramado, la respuesta institucional ha sido, en muchos casos, insuficiente o poco eficaz. Algunas organizaciones tienden a individualizar el problema, responsabilizando únicamente al profesional por su estado de salud mental, sin considerar las condiciones estructurales que favorecen la aparición del burnout. Esta mirada reduccionista impide generar transformaciones profundas y sostenibles. Resulta imprescindible adoptar un enfoque más integral, que contemple tanto las necesidades del trabajador como las dinámicas del entorno laboral.
En este sentido, la enfermería no debe ser vista únicamente como víctima del burnout, sino también como agente clave en su prevención y abordaje. Las enfermeras tienen la capacidad de liderar procesos de cambio institucional, de promover buenas prácticas y de participar activamente en el diseño de entornos laborales más saludables. El desarrollo de competencias de liderazgo, la formación continua en autocuidado y la creación de espacios de diálogo son herramientas fundamentales para fortalecer el rol transformador del personal de enfermería.
Desde una mirada ética, el burnout en el ámbito sanitario plantea interrogantes profundos. ¿Cómo se puede garantizar una atención humanizada si los profesionales que la brindan se encuentran emocionalmente agotados? ¿Qué responsabilidad tienen las instituciones en la protección del bienestar de sus trabajadores? ¿De qué manera puede la sociedad reconocer y valorar el esfuerzo cotidiano del personal de enfermería? Estas preguntas invitan a repensar no solo las condiciones laborales, sino también los valores que rigen el ejercicio de los cuidados en salud.
Por otro lado, es necesario considerar las desigualdades existentes dentro del propio colectivo enfermero. Factores como el género, la edad, el tipo de contrato y el contexto geográfico pueden influir en la forma en que se experimenta y se afronta el burnout. Por ejemplo, las mujeres, que representan la mayoría del personal de enfermería, suelen estar más expuestas a dobles jornadas, ya que deben compatibilizar las exigencias laborales con responsabilidades familiares. Asimismo, las enfermeras jóvenes o en etapa de formación pueden sentirse menos preparadas para manejar la presión emocional del trabajo asistencial.
Las estrategias para mitigar el burnout deben tener en cuenta estas diferencias y ofrecer respuestas ajustadas a cada realidad. Establecer espacios de apoyo entre profesionales, fomentar relaciones de mentoría, ajustar la distribución de turnos y diseñar políticas que faciliten la armonía entre trabajo y vida personal son estrategias que pueden influir de forma decisiva en el bienestar del personal sanitario. De igual manera, se deben fortalecer los espacios de participación y escucha activa dentro de las instituciones, de modo que el personal pueda expresar sus necesidades, inquietudes y propuestas sin temor a represalias.
También se ha observado que la promoción de una cultura organizacional orientada al bienestar es un factor protector frente al burnout. En los centros donde se prioriza el respeto, la cooperación, el reconocimiento y la formación continua, los niveles de desgaste son sensiblemente menores. Estas organizaciones comprenden que el bienestar de su equipo humano no es un lujo, sino una condición necesaria para ofrecer una atención de calidad y para garantizar la sostenibilidad del sistema.
Otro elemento emergente en la literatura es el impacto de la pandemia por COVID-19, que agudizó las condiciones de estrés en el personal de salud. Durante esta crisis sanitaria global, las enfermeras enfrentaron jornadas extenuantes, carencia de equipos de protección personal, toma de decisiones bajo presión extrema y un riesgo elevado de contagio. A pesar de su rol esencial, en muchos casos no recibieron el apoyo necesario, lo que provocó un incremento sustancial en los niveles de agotamiento y problemas de salud mental. Esta experiencia debe servir como llamado de atención para reforzar los sistemas de cuidado del cuidador en situaciones de emergencia y también en contextos ordinarios.
A largo plazo, la solución al burnout en enfermería no dependerá únicamente de medidas puntuales o intervenciones aisladas, sino de un cambio de paradigma. Es necesario concebir al profesional sanitario como un sujeto integral, con necesidades físicas, emocionales, sociales y espirituales, y no como un recurso al servicio del sistema. Esta visión humanista implica modificar la manera en que se planifican los recursos humanos en salud, se gestionan los equipos y se diseñan los servicios asistenciales.
En síntesis, la discusión desarrollada a partir de la revisión de la literatura pone de relieve la urgencia de generar transformaciones estructurales, éticas y organizacionales en torno al fenómeno del burnout en enfermería. Reconocer el malestar no como una debilidad individual, sino como un síntoma de un sistema que exige más de lo que puede ofrecer, es el primer paso hacia el cambio. Escuchar la voz del personal, diseñar entornos más humanos, fomentar el autocuidado y garantizar condiciones laborales dignas son acciones impostergables si se desea avanzar hacia un modelo de salud verdaderamente centrado en las personas, donde quienes cuidan también sean cuidados.
Conclusión
Los hallazgos recopilados en esta revisión respaldan sólidamente la afirmación de que el estrés ocupacional y el síndrome de burnout constituyen desafíos prioritarios en el ámbito de la salud, afectando de manera especialmente significativa al personal de enfermería. No se trata de fenómenos aislados ni nuevos, sino de realidades profundamente arraigadas en la dinámica del entorno asistencial contemporáneo. La enfermería, al estar en contacto constante con el sufrimiento, la enfermedad, el dolor y la muerte, está especialmente expuesta al desgaste emocional y físico, lo que convierte a este grupo profesional en un punto focal de atención en materia de salud laboral.
Una de las principales conclusiones que se desprenden de esta revisión es la necesidad de adoptar un enfoque integral para comprender y enfrentar el burnout. Este no es simplemente un problema psicológico individual, sino el resultado de múltiples factores interconectados: estructuras laborales inflexibles, falta de recursos humanos y materiales, presión institucional, ausencia de reconocimiento, desequilibrio entre exigencias y capacidades, y carencias en la formación emocional del personal. La suma de estos elementos construye un escenario donde el agotamiento deja de ser eventual para convertirse en estructural.
Además, el burnout no es un fenómeno inofensivo. Sus consecuencias alcanzan al profesional afectado, que ve deteriorada su salud mental y física, pero también al sistema sanitario en su conjunto, que se enfrenta a una disminución en la calidad del servicio, al aumento del ausentismo, a una mayor rotación del personal y a un clima laboral más tenso y hostil. Asimismo, los pacientes también sufren los efectos de este síndrome, pues la desmotivación, el cansancio y el malestar emocional de quienes los atienden pueden traducirse en deshumanización del cuidado, errores clínicos o menor empatía.
La conclusión ética es clara: no puede haber calidad en la atención si no se garantiza el bienestar de los profesionales. En este sentido, los cuidados no deben entenderse como una tarea puramente técnica, sino como una práctica relacional, emocional y humana, que requiere de condiciones laborales dignas, espacios de contención y una cultura organizacional que valore el rol del profesional sanitario no solo por sus resultados, sino también por su humanidad. La enfermería debe dejar de ser vista únicamente como un recurso asistencial y pasar a ser reconocida como un actor fundamental en la construcción de sistemas de salud sostenibles, eficientes y justos.
Otro hallazgo relevante de esta revisión es el papel central de las instituciones en la prevención y el abordaje del estrés y el burnout. Si bien las estrategias individuales, como el autocuidado, la meditación, la formación emocional o el ejercicio físico, son herramientas útiles, estas resultan insuficientes si no van acompañadas de transformaciones organizacionales profundas. Las políticas institucionales deben incorporar la salud mental del trabajador como un eje central. Es fundamental repensar los turnos de trabajo, dotar adecuadamente las plantillas, crear espacios seguros para el diálogo, implementar programas de apoyo emocional y promover una gestión del talento más humana y participativa.
En ese contexto, los liderazgos dentro de los equipos de enfermería juegan un rol estratégico. Los líderes enfermeros tienen la capacidad de influir tanto en las decisiones estructurales como en el clima interpersonal del equipo. Por eso, es imprescindible que quienes ocupan cargos de gestión sean formados no solo en administración, sino también en habilidades blandas como la comunicación, la empatía, la resolución de conflictos y el acompañamiento emocional. Un liderazgo empático y comprometido puede ser una de las herramientas más poderosas para prevenir el burnout y transformar el ambiente laboral en un espacio de crecimiento y contención.
También es necesario reconocer que no todas las personas viven el estrés laboral del mismo modo. Existen diferencias significativas en cómo se experimenta y se afronta el burnout según variables como el género, la edad, la experiencia profesional, el contexto cultural o el tipo de institución. Por ello, las soluciones deben adaptarse a las realidades particulares de cada grupo. La inclusión de la perspectiva de género, la interseccionalidad y el enfoque territorial son elementos esenciales para desarrollar políticas más efectivas y justas.
Asimismo, es prioritario fortalecer los mecanismos de investigación y monitoreo del burnout en el entorno sanitario. Solo con datos actualizados, específicos y contextualizados se podrán diseñar estrategias eficaces. Las universidades, centros de salud, colegios profesionales y organismos públicos tienen la responsabilidad de generar evidencia y difundir buenas prácticas. El trabajo conjunto entre distintas disciplinas y la implicación activa del equipo de salud en las estrategias de mejora continua son elementos clave para fortalecer la prevención del desgaste profesional.
En el plano formativo, es imprescindible incluir la gestión emocional, la prevención del estrés y el cuidado de sí en los planes de estudio de enfermería. Desde las primeras etapas de la formación, los futuros profesionales deben aprender no solo a cuidar a los demás, sino también a cuidar de sí mismos. Incorporar una visión integral del bienestar profesional en el ámbito académico es una inversión a largo plazo que beneficiará tanto a los trabajadores como a los pacientes y al sistema sanitario en general.
Finalmente, la sociedad en su conjunto debe replantear su relación con los profesionales sanitarios. Durante crisis como la pandemia por COVID-19, se evidenció el rol fundamental que cumplen las enfermeras y enfermeros, pero ese reconocimiento suele ser efímero. El cuidado, como valor social, debe ocupar un lugar central en las políticas públicas, en el discurso cultural y en la agenda mediática. Valorar el trabajo de quienes cuidan implica también luchar contra la precarización, dignificar la profesión, garantizar derechos laborales y promover el respeto en todos los niveles.
En síntesis, el burnout en enfermería no es un problema inevitable ni irreversible. Es una consecuencia de decisiones, estructuras y modelos que pueden y deben ser modificados. La mejora del bienestar de los profesionales de la salud no es una utopía, sino una meta alcanzable si se trabaja de manera colectiva, intersectorial y con voluntad política. La evidencia científica, las experiencias de los equipos de salud y la voz de quienes ejercen la enfermería deben ser los insumos principales para construir entornos de trabajo más saludables, sostenibles y humanos.
Este trabajo pretende ser un aporte a ese camino. A través de la revisión crítica de las causas, consecuencias y estrategias frente al burnout en el personal de enfermería, se busca poner en valor el papel de estos profesionales, visibilizar sus desafíos y ofrecer herramientas para promover su bienestar. Porque cuidar a quienes cuidan no es solo una responsabilidad ética, sino una necesidad imperiosa para garantizar una atención de salud de calidad, segura y centrada en las personas.
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Declaración de buenas prácticas: Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.